Capítulo 82

El coche del periódico se detuvo frente a Parker House al mismo tiempo que el carruaje de Lali. Pablo saltó a la acera y se colocó delante de la puerta del carruaje en un abrir y cerrar de ojos.

—Pablo: Lali, déjame entrar. Déjame hablar contigo un minuto. Por favor.

Lali asintió a regañadientes, y el cochero le abrió la puerta a Pablo, quien se deslizó dentro al instante.

Pablo se sentó a su lado. ¿Qué podía decirle?

—Pablo: No entres —dijo finalmente, sintiéndose un estúpido al comprobar el dolor en la mirada de Lali.

—Lali: Yo tampoco quiero entrar —replicó con la voz rota—. Temo que si entro y veo a Peter y a Nina juntos, no tenga otra opción que...

—Pablo: Están juntos... Créeme. Así que no hay necesidad alguna de entrar ahí y montar una escena.

—Lali: Pablo... ¿por qué está con ella? —susurró—. ¿Por qué no me lo dijo? No sé qué hacer.

Buscó infructuosamente en su bolso un pañuelo, pues había empezado a llorar.

Ver sus lágrimas era demasiado para él. Tras sacar un pañuelo de su bolsillo, Pablo se lo tendió. Al oírla llorar y gimotear durante unos segundos, se sintió más indefenso de lo que se había sentido en años.

Con mucho cuidado, la abrazó fraternalmente sin asomo de pasión. Al ver que seguía gimoteando, acarició su nuca en un gesto protector, y cerró los ojos y se entregó al doloroso lujo de fingir.

Era un juego demasiado peligroso. Rechazó el impulso de reconfortarla en cuanto ella se puso a llorar sobre su hombro, pero no podría haberse apartado de ella a menos que hubiese dejado de latirle el corazón. Pensó en lo que significaba para él la amistad de Peter. Pensó en su honor. Pensó en la felicidad de Lali. Ante él se extendía un único camino.

—Pablo: Piensa en esto —le dijo con un tono de voz muy poco enfático—. En este momento, tú y yo nos encontramos en una situación mucho más sospechosa de la que se encuentra Peter y Nina. —Anonadada, se apartó de él con los ojos abiertos como platos—. Lo cual debe recordarnos —prosiguió Pablo— que no tenemos que juzgar por las apariencias.

—Lali: ¿Qué estás diciendo?

—Pablo: Que nunca nada es exactamente lo que parece. Y en lugar de llegar a conclusiones precipitadas, deberías dejar que tu marido se explicase. Merece esa oportunidad. No es justo que le envíes al infierno por un malentendido.

—Lali: Hay algo que he entendido a la perfección —dijo enjugándose las lágrimas con la punta del pañuelo—. Me ha mentido. Durante cada minuto que estuvo a mi lado y no me dijo que ella seguía en Boston, me mentía.

—Pablo: Yo también lo habría hecho si pensase que podía perderte.

Viniendo de Pablo, fue una respuesta que Lali nunca habría esperado.

—Lali: Tú no lo habrías hecho. Eres un caballero. No creo que fueses capaz de mentir... ¿o sí?

Pablo suspiró.

—Pablo: El problema de tener semejantes expectativas con las personas es que no siempre es fácil sobrellevarlas. Todos podemos cometer errores... Y por lo que yo sé, te aseguro que Peter comete muchos menos que la mayoría.

—Lali: ¿Estás intentando decirme que debería excusarle por haberme mentido?

—Pablo: Míralo de este modo: ¿por qué debería Peter haberse arriesgado a decirte que Nina seguía en Boston si tenía todos los motivos para creer que no te enterarías? Ojos que no ven, corazón que no siente.

—Lali: ¡Estás intentando justificar su falta de honestidad!

—Pablo: Lo que trato de explicarte es por qué no te lo dijo. Creyó que podría solucionar el problema y protegerte evitando que lo supieses...

—Lali: No necesito ese tipo de protección.

—Pablo: Entonces, díselo. Él te escuchará.

—Lali: ¿Cómo lo sabes? —preguntó de repente arrugando la nariz.

—Pablo: Jamás he visto a un hombre que escuche a su mujer como él te escucha a ti.

—Lali: Me sigue la corriente.

—Pablo: No. No es así. Lali... —dejó escapar una risotada—. Dios, me matará si se entera que te lo he dicho. Pero tienes que saberlo, y no estaría bien ocultártelo. Lali, Peter jamás pensó que se quedaría en Massachusetts más de unos pocos meses. Se quedó por ti. Tú fuiste la razón de que comprase la casa de Concord y, finalmente, el Examiner. Tú eres la razón por la que decidió establecerse en Nueva Inglaterra en lugar de volver al Sur.

—Lali: ¿Q-qué? Eso no puede ser cierto.

—Pablo: Puedo jurarlo sobre la Biblia. Vino a visitarme antes de irse de Nueva Inglaterra. Me dijo que debía marcharse por su bien, que no había encontrado lo que andaba buscando, y pensé que esa sería la última vez que lo viese. Tenía el aspecto de un hombre que ha perdido sus raíces. Muchos veteranos daban esa impresión, empezaban a vagar de un sitio para otro. Algunos caminaban junto a los raíles del tren, y saltaron de un vagón a otro durante el resto de sus vidas...

—Lali: Peter nunca se habría visto reducido a algo así.

—Pablo: No, pero había algo en su expresión... algo desencajado... No tenía hogar. No sé si puedo explicarlo. Tendrías que haberlo visto para entender de lo que te estoy hablando. Pero había desaparecido cuando volví a verlo. Fue un mes después, y me dijo que iba a casarse, y tuvo esa ridicula idea de que comprásemos el Examiner, que en aquel momento no parecía más que una locura. —Pablo rió ligeramente—. No soy un tonto cuando se trata de dinero, Lali. Y no disponía de mucho en aquel momento, así que tenía mucho cuidado a la hora de gastarlo. Pero me habría condenado si finalmente Peter no me hubiese propuesto comprar el periódico, y después apareció contigo, su esposa.

—Lali: Espera un minuto... ¿Estás diciendo que decidió con quién iba a casarse justo después de comprar la casa de Concord?

—Pablo: Era a finales de mayo. Incluso me dijo tu nombre.

—Lali: Pero... pero eso fue antes siquiera de conocerme —dijo anonadada. Su mente se remontó en el tiempo, cuando la sacó del río helado. Peter había comprado la casa de Concord el verano anterior—. Solo me había visto cruzar la calle y al otro lado del escaparate de la tienda de mi padre... ¿Y tú estás diciendo que él ya había decidido...?

—Pablo: Le gustó lo que vio. —sonrió—. Lo que intento decirte es que fue por ti. Tú eres la razón de todo lo que ha hecho. Por esa misma razón, yo soy el editor del Examiner. De no haber sido por ti, Peter jamás me habría propuesto comprar el periódico. —La miró interrogativamente—. ¿Te sientes mejor ahora? ¿No? Entonces te diré una cosa más... No importa lo que pueda parecer, solo un tonto creería que Peter escogería a otra persona en tu lugar. Por lo que yo sé, ninguna mujer podría competir contigo. Está comprometido de por vida.

—Lali: ¿Qué te lleva a estar tan convencido?

Pablo se tomó unos segundos para escoger cuidadosamente sus palabras.

—Pablo: Cambió en cuanto te conoció. El Peter que yo conocía de antes era un hombre diferente.

—Lali: ¿En qué sentido?

—Pablo: Llevaba una vida... disoluta. Bebía mucho, a todas horas. Y... —se detuvo y le dedicó una mirada oscura y fantasmal—. Usaba a las mujeres y se deshacía de ellas como si se tratase de cajetillas de cigarrillos King Bees...

A Lali se le subieron los colores.

—Lali: King Bees...

—Pablo: Veinte por un penique. Son los preferidos de los hombres que escogen cantidad antes que calidad. Una tras otra. Veo que te incomoda. Pero así entenderás a qué me refiero... ¿Lo has visto alguna vez mirando siquiera a otra mujer?

—Lali: No mientras yo estaba con él, pero...

—Pablo: Tampoco lo hace cuando tú no estás. Apostaría mi vida a que te es totalmente fiel. Han pasado hermosas mujeres a nuestro lado cuando yo estaba con él, y no les dedicaba una sola mirada. Y tú eres la razón.

—Lali: Estás intentando calmarme, pero...

—Pablo: No intento calmarte. Lo que intento es decirte que nunca había visto a un hombre tan... Bueno, dejaré que sea él quien te lo diga. Ya me he pasado bastante de la raya. Dime... ¿cuál va a ser tu decisión? ¿Vas a entrar o te irás a casa?

—Lali: No estoy segura.

—Pablo: Si te vas a casa, hablaré con él cuando regrese al Examiner. Le diré que tú sabes que Nina está en la ciudad. A partir de ahí, sabrás cómo manejar la situación.

Ella asintió y alzó la vista para mirarlo. No apreció otra cosa que amistad en su mirada, sin sospechar ya que ocultase algo más.

—Lali: Pablo, lamento lo que te he dicho hoy. He abusado de tu amistad...

—Pablo: En cualquier caso, dio resultado —replicó encogiéndose de hombros.

—Lali: Bueno, como mínimo ha servido para una cosa...

—Pablo: ¿Qué?

—Lali: Por fin nos tuteamos.

Su inocente sonrisa le dolió tanto como le agradó.

Él nunca la trataría con una actitud que fuese más allá del afecto fraternal. Y, enamorada como estaba de Peter, jamás reconocería los auténticos sentimientos de Pablo hacia ella.

Le alivió confirmar que no lo sospechaba, a pesar del profundo impulso por descubrir su corazón.

—Lali: ¿No te parece, Pablo? —espetó ella, y su boca compuso una sonrisa burlona.

—Pablo: Por supuesto, Lali. —Abrió la puerta del carruaje y se despidió de ella con un breve gesto antes de poner el pie en el pavimento.

Continuará...

_____________________________________________________

aww.. que les pareció la actitud de Pablo???
+15 +NOVE