CAPÍTULO OCHO

Las tres horas siguientes se le pasaron volando. Lali advirtió que Peter era extremadamente reservado cuando se trataba de hablar de sí mismo, pero que por el contrario, se mostraba ávido por conocer detalles de la vida de ella.

Lo único que consiguió averiguar Lali con respecto a él fue que su padre había muerto cuando él contaba cuatro años, y que sus abuelos, que le criaron, también habían fallecido recientemente.

Cuando pasaron por Grayling, avanzaron unos cuantos kilómetros y se detuvieron en un bosquecillo cercano a la carretera, donde había mesas de madera y bancos para los excursionistas.

—¡Qué día tan bonito! ¿Verdad? –exclamó Lali, contemplando las nubes blancas que corrían por el cielo azul.

Cuando quiso darse cuenta, Peter la observaba con indulgencia, como si fuera incapaz de participar de su entusiasmo infantil.

Lali decidió no molestarse por ello y añadió:

—En mi pueblo el cielo no está nunca tan azul, y además hace mucho calor. Me imagino que será porque Missouri está más al sur. Oye, Peter. Me has dicho que tu padre murió cuando tenías cuatro años, y que te criaron tus abuelos, ¿Y tu madre? ¿Le ocurrió algo?

—No, no le pasó nada.

Dicho esto, se puso un cigarrillo entre los labios, prendió una cerilla y lo encendió mientras Lali le observaba con curiosidad.

—Peter, ¿por qué eres tan reservado cuando se trata de hablar de ti?

—¿Reservado yo? Pero si llevo más de doscientos kilómetros hablando sin parar.

—Pero no me has contado nada verdaderamente personal. Dime, ¿qué le pasó a tu madre?

Peter se echó a a reír.

—¿Te han dicho alguna vez que tienes unos ojos preciosos?

—Sí, ¡no cambies de tema!

—¿Y que hablas muy bien, con un vocabulario muy escogido? –prosiguió él sin escucharla.

—Es normal teniendo en cuenta que mi padre es profesor de literatura, como ya te he dicho.

Peter miró la carretera, al cielo y finalmente a Lali, que dejo escapar un suspiro de exasperación.

—Fíjate, Lali. No me he dado cuenta de lo tenso que estaba hasta hace tres horas, cuando salimos de Detroit. A partir de entonces, he empezado a relajarme… Lo necesitaba.

—¿Es que has tenido mucho trabajo?

—Llevo dos meses trabajando una media de catorce horas diarias –Lali le miró con los ojos rebosantes de comprensión y él esbozó una sonrisa—. ¿Sabes que tu compañía es muy relajante? –añadió en voz baja.

A Lali no le emocionó excesivamente saber que mientras ella se ponía nerviosísima con sólo mirarle, para él tuviera un efecto sedante.

—Gracias… procuraré no dormirte mientras llegamos a Harbor Springs.

—Si quieres, puedes hacerme dormir cuando lleguemos allí.

—No me interpretes mal. Yo quería decir que espero que no te aburras conmigo.

—Puedes estar segura de que no me aburres. Es más, desde el momento que saliste del cuarto de baño del despacho y te vi allí, haciendo esfuerzos por no reírte, he estado deseando hacer una cosa.

Lali supo enseguida que iba a besarla. Peter la atrajo hacia sí, presionándola entre sus brazos y la besó en la boca, despacio al principio, provocándola, pero con pasión después. Cuando Lali entreabrió los labios y sus lenguas se unieron en una caricia sensual, la respiración de Peter se hizo agitada y la estrechó con todas sus fuerzas contra su pecho. EN ese momento, algo explotó en el interior de Lali, que se abandonó a él sin ningún tipo de reservas, arqueando la espalda y acariciándole la nuca con la manos temblorosas.

Cuando al final Peter alzó la cabeza, Lali había perdido la noción de la realidad, y sólo quería el calor de sus brazos. Temblando, apoyó la cabeza en su hombro, mientras él la besaba la sien y la mejilla.

—Creo que debo pedirte perdón, Lali.

Lali le miró, y vio en sus ojos verdes una tormenta desatada.

—Porque aunque tú me habías asegurado que no eres nada ingenua, yo tenía miedo de que este fin de semana fuera demasiado para ti… distinto a lo que esperabas.

—Y ahora, ¿qué crees? –preguntó Lali en un susurro.

—Ahora creo que este fin de semana va a ser mucho más de lo que yo me esperaba. Y también te digo que si sigues mirándome de esa manera vamos a llegar a Harbor Springs con un par de horas de retraso. Esos ojos tuyos van a ser mi perdición –añadió.

Después, la cogió del brazo y fueron hacia el coche.

Continuará...