Capítulo 84

De algún modo, Peter se desprendió de lo que le quedaba de ropa y la atrajo hacia sí susurrándole palabras que la hicieron enrojecer. Y entonces, sin previo aviso, sus movimientos se hicieron más lentos, lánguidos, reverentes. Conscientes de que ya no habría entre ellos muro alguno que los separase, dejaron de sentir cualquier asomo de desesperación.

Temblorosa, Lali enredó los dedos en aquel cabello negro mientras él inclinaba la cabeza hacia sus pechos. Su boca capturó el rosado y suave pico e hizo que se endureciese con un dulce roce. La textura de su lengua acarició su piel y la preparó para otra incursión de su boca. El cuerpo de Lali estaba poseído por un dulce y potente anhelo; hechizada pero capaz de captar el más mínimo roce de sus manos o de sus piernas, o cualquier ínfimo jadeo sobre su piel.

Quería decirle a Peter lo bien que se sentía, pero no fue capaz de encontrar las palabras, pues estaba siendo arrastrada por sus labios y su lengua. En lugar de eso, le arañó ligeramente la espalda provocándole un escalofrío. Apreció entonces el destello de una sonrisa antes de que su boca recorriese la frágil piel por debajo de sus pechos, la fragante curvatura donde ella sintió el cosquilleo de su lengua. Separó las rodillas al notar el peso del cuerpo de Peter, y se abrió deseosa, hambrienta de él.

—Peter: Todavía no... Todavía no —le dijo él en un susurro, deslizando las manos bajo su espalda.

Con cuidado, Peter rodó para colocarse boca arriba, dejándola a ella encima en el mismo movimiento. Lali se encontró a horcajadas sobre él, con sus curvas apretadas contra sus duros músculos. Al apreciar la invitación que evidenciaban sus ojos color verde, ella trepó juguetonamente sobre él, ascendiendo hasta que sus bocas estuvieron una frente a otra y sus narices se rozaron. Su cabello caía sobre Peter como una brillante cascada, y él lo apartó de su cara. Él mantuvo su pelo en la nuca hasta que sus labios se tocaron, y después lo soltó para que formase una cortina de seda alrededor de sus caras. Lali se retorció sobre él, contra su dura masculinidad presionándole entre las piernas, hasta que sus manos se posaron en sus nalgas para hacer que se detuviese.

—Peter: No te muevas —dijo con la voz áspera mientras aferraba con sus dedos la redondez de su carne—. Ya que me has hecho esperar, seré yo el que decida cómo, cuándo y dónde.

Ella sonrió y le ofreció su boca con dulce generosidad.

—Lali: Todo lo que tienes que hacer es decírmelo —dijo contra sus labios. Sus ojos brillaban con la luz del deseo—. No seas tímido. —Lo besó en la comisura de los labios—. ¿Cómo? —Lo besó otra vez, en esta ocasión en el mentón—. ¿Cuándo? —Un último y suave beso en el cuello—. ¿Y dónde?

Con gran habilidad, la colocó de espaldas y la saboreó con la boca antes de apartarse de ella y de que Lali se viese privada de su roce.

—Lali: ¿Peter? —preguntó, contrariada, y abrió los ojos para mirarlo. Solo pudo ver la oscura silueta de su marido contra la luz de la chimenea—. Peter...

—Peter: Shhh. Responderé a todas tus preguntas de una sola vez.

Sintió cómo apoyaba las palmas de sus manos en sus rodillas, abriéndole las piernas, deslizándose por el interior de sus muslos hasta que ella dejó caer su cabeza sobre la almohada sin poder evitarlo, arrobada por el ardiente roce de las puntas de sus dedos. Peter tenía la cabeza entre sus muslos, con las manos calmó el repentino estremecimiento de su cuerpo, y entonces su boca se abrió sobre la parte más suave y privada de su cuerpo. Flexionó las piernas de manera involuntaria como si intentara proteger su vulnerabilidad, pero él había aferrado sus nalgas. Su lengua recorrió su carne temblorosa, al tiempo que sus manos masajeaban sus caderas formando círculos. Apretándose contra las almohadas, Lali pronunció su nombre en un susurro. Sintió las cotas más profundas del placer que le estaba proporcionando, entregándose sin más, pues él la conocía como ningún hombre la conocería jamás. La sangre recorría su cuerpo con brío, y notaba los latidos de su corazón en los oídos. El éxtasis la envolvió con una violenta caricia.

Muy despacio, Peter apartó la boca del triángulo de rizos que se extendía en lo alto de sus muslos y, a pesar de lo que acababan de compartir, Lali se puso roja como un tomate al verle la cara. A Peter le resplandecieron los ojos al ser testigo de su turbación, y ascendió un poco para besarle en el cuello. Qué intimidad había alcanzado con él, era como si no hubiese ya secreto alguno en su cuerpo para Peter. Jamás habría imaginado que un hombre pudiese llegar a conocerla tan bien; nunca habría imaginado cuando conoció a aquel hombre que algún día poseería sus pensamientos, su corazón y su cuerpo tan por completo. Y, sin embargo, quizá sí lo había sabido.

¿Quién sabe a ciencia cierta cuándo empieza el amor? La primera mirada, el primer beso, la primera promesa; poco importa. Lo miró con todo su corazón, y se dibujó en sus labios el esbozo de una sonrisa.

—Lali: Te amo, Peter. Te amo.

Él se alzó sobre ella, y la luz de la chimenea jugueteó sobre su piel. Fuego y oro, vigor y fuerza. Para Lali, él era una maravilla, y fue consciente en ese momento de que él se le había entregado. La llenó muy despacio, esperando con la respiración agitada a sentir el delicado abrazo interior del cuerpo de Lali, y entonces ella alzó las caderas para recibirlo más profundamente. El tiempo se hizo eterno. Ella respondió a sus largas embestidas con el mismo ritmo perfecto, con la tierna potencia de su amor. Los músculos de Peter se tensaron, y tras introducirse en su interior una última vez, sintió el cálido fluir en su interior. Se abrazaron con fuerza, impidiendo que ni un solo centímetro se interpusiese entre ellos. Ella enredó sus dedos en el pelo de Peter, él besó sus sienes, sus mejillas y sus labios. Sonrió y rodó hacia un costado henchido de pura satisfacción masculina, colocándola encima de ella para poder proseguir con aquella interminable cascada de besos.

Ella se acercó un poco más a Peter mientras el calor de sus cuerpos se mezclaba bajo las sábanas.

—Lali: Ahora me duelen mucho más todas esas noches que no pasamos juntos. —Recorrió con la mano los planos músculos de su vientre.

—Peter: A mí no. Teníamos algo que aprender, algo en que pensar.

—Lali: ¿Quieres decir que no me echaste de menos? —le preguntó con fingida indignación.

—Peter: Venga ya —respondió, y dejó escapar una carcajada, atrayéndola hacia sí—. Demonios, claro que te eché de menos... Esas noches las pasé mirando al techo. Pero necesitaba pasar un tiempo solo para pensar en lo terco que había sido interponiendo mi orgullo entre nosotros.

—Lali: ¿Tu orgullo?

—Peter: Las semanas después de mi enfermedad... me di cuenta de lo mucho que dependía de ti... y fue un duro golpe para mi ego. —Su voz se vio teñida por un deje de debilidad—. Me criaron para creer que un hombre tiene que controlarlo todo en todo momento. Y, de repente, dependía de la caridad de los demás, especialmente de la tuya. No debería haberla tomado contigo, pero sentí que tenía que distanciarme un poco de ti, hasta que... recuperase el control.

—Lali: Tal vez fui un poco entrometida. Pero temía por ti. Nunca había pasado tanto miedo por alguien...

—Peter: No fuiste entrometida. Te comportaste tal como tenías que hacerlo. Sé por lo que tuviste que pasar y todo lo que hiciste, y Dios sabe que no soy tan tonto para no apreciar a la mujer en que te has convertido. Por otra parte, es muy fácil que un hombre se sienta herido en su orgullo, La.

—Lali: Mm tu orgullo claro… Intentaré recordarlo —dijo con exagerada solemnidad, y lanzó un gritito cuando él le hizo cosquillas.

—Peter: Tonterías. Intento decirte algo serio y todo lo que obtengo son tonterías.

—Lali: Peter... —Se tumbó encima de él y apoyó la cabeza en su pecho—. Ojalá hubiese sido así desde el principio. Ahora me resulta difícil creer que estuviésemos separados, que yo temiese... intimar contigo...

—Peter: No nos conocíamos. Y yo debería haber sido más paciente contigo. Después de todo, te separé de Benjamín...

—Lali: Me hiciste un favor.

—Peter: Eso es cierto, pero tú no lo sabías en ese momento.

—Lali: Qué vanidoso. —Sus palabras estaban teñidas de cariño mientras él le besaba la clavícula.

—Peter: Pero yo siempre me sentía un poco culpable por cómo te había apartado de Benjamín. Debería haberlo hecho de otro modo. Aquella mañana, tras el incendio en casa de Emerson... sabía que si te ponía en una situación comprometida, alguien nos vería. Fue solo una coincidencia que fuesen Benjamín y Mery.

—Lali: No te sientas culpable.

—Peter: Pero hacerte aquello cuando tú habías venido a ver si me encontraba bien... Y no fue un accidente que yo te sedujese, La, fue deliberado, y tú ni siquiera sabías lo que estabas haciendo...

—Lali: Sí lo sabía —dijo con calma, sorprendiéndolo—. Nadie me forzó para que fuese a verte. Y respecto a lo que sucedió después... No me opuse. Te deseaba. Si no hubiese ocurrido entonces, habría ocurrido en algún otro momento.

—Peter: Me estás haciendo que me reproche el no haberme aprovechado de ti durante aquellos dos días, cuando nos conocimos. Podría haberlo hecho, sin necesidad de que me animases.

—Lali: Bribón. Nunca sabía si aparecerías tras una esquina para sorprenderme en ropa interior.

—Peter: No dejaba de pensar en el aspecto que tenías en ropa interior, con mi camisa encima, cuando nos veíamos después.

—Lali: No lo dudo. —sonrió en la oscuridad—. Después de todo, siempre me mirabas de un modo que me hacía enrojecer, y no podía evitar recordar los días que pasamos solos. Pero aunque no te hubiese vuelto a ver, jamás habría olvidado aquellos días. Y creo que siempre me habría preguntado cómo habría sido estar contigo. ¿Tú también te lo habrías preguntado?

—Peter: Esa idea me habría perseguido el resto de mis días.

Lali deslizó sus brazos alrededor del cuello de Peter y susurró contra su boca:

—Lali: Es raro lo mucho que ha confabulado el destino para unirnos.

—Peter: El destino no es el único responsable de que estemos juntos, cariño. Quise estar contigo en cuanto te vi. Y algunos hombres saben cómo conseguir lo que quieren... incluso aunque el destino no les eche una mano.

Lali creía en lo que acababa de decirle. Peter Lanzani era de ese tipo de hombres.

FIN.

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Y acabamos esta nove!!! cuantas ya llevamos?? 18?? igual esta es la segunda mas larga que he subido!!!... creo jajaja  

Bueno la proxima nove aún no tengo seguro cuando la subiré, pero es muy posible que lo haga este lunes! y si me doy prisa puede que para el lunes ya tenga la nove "Rosas Rojas" para que la descarguen! 

Sé que muchas quieren y yo estoy de acuerdo, una nove en la que Peter y Lali sean papás, aunque tengo algunas no me convencen, asi que sigo buscando...

MUCHAS GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN OTRA NOVE!! 

y vamos por la siguiente! ;D

BESOS GIGANTES!!!

nos leemos pronto!! :)