—Hoy es mi cumpleaños –anunció Pablo nada más ver a Lali—.
Normalmente. La secretaria suele traer una tarta para su jefe. Pero supongo que
tú, como llevas poco tiempo, no lo sabías.
Lali echó a reír satisfecha de poder mirar a Pablo cara a
cara libre del peso del compromiso adquirido con Philip.
—Pues mira, no sólo te he traído la tarta reglamentaria,
sino que también tengo aquí un regalo para ti, hecho por mí misma.
Pablo desenvolvió el paquete, ansioso como un chiquillo,
y sonrió entusiasmado al ver el jersey.
—No deberías haberte molestado… pero me alegro mucho,
porque me encanta.
—Este jersey es tu regalo de cumpleaños y también una
muestra de agradecimiento por tu ayuda.
—Gracias a ti, Lali. Y a propósito de ayuda, siento no
poderte echar una mano con Peter. Julia me ha comentado que parece una carga de
dinamita a punto de estallar, pero que tú aguantas el temporal con entereza.
Está encantada contigo. Te la has ganado.
—A mí también me gusta ella –murmuró Lali, entristeciéndose
un poco al oír el nombre de Peter.
Cuando Lali se hubo marchado y él se quedó solo, Pablo
cogió el teléfono y marcó el número de Julia.
—Hola, Julia. Soy Pablo. Dime, ¿qué ambiente se respira
por ahí esta mañana?
—Huele a pólvora. Yo diría que el ambienta está
explosivo.
—¿Va a estar Peter en su despacho esta tarde?
—Sí ¿por qué? –Porque he decidido acercarle una cerilla
encendida a ver qué ocurre.
—¡Pablo, no lo hagas! –exclamó Julia bajando la voz.
—Nos veremos un poco antes de las cinco, preciosa.
Cuando volvió de comer, Lali se encontró en su escritorio
un maravilloso ramo de rosas rojas en un jarrón, acompañadas de una nota que
decía: “Gracias, mi amor. P.” Peter la observaba mientras tanto apoyado en el
marco de la puerta con ojos fríos e inexpresivos.
—¿Algún admirador secreto? –preguntó con ironía, hablándole
con voz personal por vez primera en cuatro días.
—No exactamente.
—¿Quién es él?
—No estoy del todo segura.
—¿Qué no estás segura? ¿Cuántos hombres conoces cuyo
nombre empiece por “P”? ¿Qué hombre de los mucho con quienes sales sería capaz
de gastarse más de cien dólares en flores para darte las gracias?
—¿Cien dólares?
—Se ve que cada vez te va mejor. Debes haber aprendido
mucho para dejarlos tan contentos.
—¡Es que ahora tengo mejores profesores!
Después de atravesarla literalmente con la mirada, Peter
se internó en su oficina y la dejó sola durante el resto del día, hasta que a
las cinco menos cinco, exactamente, Pablo hizo su entrada triunfal en el
despacho vestido con su nuevo jersey verde.
—¿Dónde está Julia?
—Se marchó hace casi una hora –le informó Lali—. ¡Ah! Me
encargó que te dijera que el extintor más cercano está al lado del ascensor… no
sé que querrá decir, pero bueno… Espera un momento, voy a llevarle estas cartas
a Peter y ahora mismo vuelvo.
Lali se puso de pie sin saber lo que estaba a punto de
ocurrir, y que ocurrió en cuestión de segundos.
—Te echo de menos todo el día, cariño –susurró Pablo,
atrapándola entre sus brazos. Un momento después la soltó con tal brusquedad,
que la dejó tambaleándose.
—¡Peter! Mira el jersey que Lali me ha regalado por mi
cumpleaños. Lo ha hecho ella misma. Te he traído un trozo de mi rata de
cumpleaños para que la pruebes… también la ha hecho ella. Toma, ahora me voy.
Hasta luego, Lali, amor mío.
Lali le siguió con la mirada completamente atónita, y de
pronto se sintió zarandeada.
—¡Malvada! ¡Le has regalado mi jersey! Dime: ¿le has
regalado a él algo más de lo que me pertenece a mí?
—¿De qué estás hablando?
—De tu cuerpo. De eso estoy hablando.
—¡Cómo te atreves a insultarme, hipócrita! Desde que te
conozco, me has repetido mil veces que te parece muy bien que una mujer
satisfaga sus necesidades sexuales con el hombre que quiera y cuando le
apetezca. Y ahora… ahora que crees que yo he hecho eso… ¡me insultas! ¡Y encima
tú! ¡Tú! ¡Tú que serías sin duda el campeón en los juegos olímpicos de
resistencia en la cama!
Peter la soltó como si su solo contacto le produjera
calambres.
—Sal de aquí, Lali –susurró con furia contenida.
—¿Se puede saber qué bicho te picó ayer? –preguntó Lali a
Pablo al día siguiente en cuanto entró a la oficina.
—Yo diría que fue un impulso irreprimible.
—¡Pues yo diría que estás completamente loco! ¡No te
puedes imaginar cómo se puso conmigo! ¡Me llamó de todo! Yo creo… que él
también está loco.
—Ahí está –afirmó Pablo—. Está loco por ti. Julia y yo
estamos convencidos.
—Están todos locos –suspiró Lali—. Lo peor es que tengo
que subir allí arriba a trabajar con él, y no sé que voy a hacer, ¿comprendes?
—Yo te aconsejo cautela.
Pablo tenía razón, pues a partir de aquel día, la vida en
la oficina se convirtió en un verdadero infierno; Peter trabajaba todo el día
como un poseso, sin dejar de repartir órdenes, amenazas y gritos a diestro y
siniestro, de manera que el ambiente tenso y de terror que se estaba creando en
el piso dieciocho no tardó en extenderse al resto de las secciones, hasta que
llegó un momento en que nadie se atrevía a reír en voz alta en las escaleras,
en los ascensores, ni a cotillear como de costumbre, junto a las
fotocopiadoras.
Había sin embargo dos personas para las que Peter era
siempre amable. Una de ellas, Julia y la otra Martina. Martina llamaba tres
veces al día por lo menos, y Peter, por muy ocupado que se encontrara siempre
tenía tiempo para atenderla y charlar con ella. Desde su escritorio, Lali oía
sin querer su voz seductora y melosa cuando hablaba con aquella mujer, y el
corazón se le encogía de rabia.
El miércoles por la tarde, Peter debía salir de viaje a
Chicago, para alivio de Lali, que después de tantos día de contener los nervios
y las lágrimas a duras penas, no veía el momento de verle marchar.
A las cuatro, dos horas antes de la prevista para su salida,
Peter llamó a Lali a la sala de juntas para que tomase notas, junto con Julia,
en una reunión de financieros. En medio de la reunión, que discurría con toda
normalidad, se oyó la vos destemplada de Peter:
—¡Anderson! ¡Si procura dejar de mirar el escote de la
señorita Espósito estoy seguro de que la reunión acabará sin incidentes!
Lali se sonrojó hasta las orejas, al igual que el señor
Anderson.
En cuanto salió el último financiero de la sala de
juntas, Lali, haciendo caso omiso de la mirada de advertencia de Julia, se
volvió hacia Peter hecha una furia.
—¡Supongo que estarás satisfecho! ¡No sólo me has
humillado a mí, sino que casi le provocas un infarto a ese pobre anciano! ¿Qué
será lo siguiente? ¡Me muero de ganas de saberlo!
—Despediré a la primera mujer que se atreva a abrir la
boca –dijo Peter fríamente antes de salir de allí.
Lali, fuera de sí, quiso seguirle, pero Julia la retuvo.
—No discutas con él –dijo la mujer mirando a
Peter con una sonrisa beatífica, como si estuviera contemplando un prodigio
divino—. Tal y como está hoy de humor, te despediría en menos de lo que canta
un gallo; y después se arrepentiría durante toda su vida. Además,
afortunadamente, pasará dos días en Chicago, así que tendremos tiempo para
recuperarnos. Mañana tú y yo nos vamos a ir a comer por ahí; a Toni´s, si te
apetece. Nos lo hemos ganado.
Continuará...
Menos mal que está Julia calmando las aguas, porque el señor Lanzani está que provoca un tsunami en cualquier momento.
ResponderEliminarPablo está como una puñetera cabra, ¿por qué hace eso? pobre Lali que es ella quien tiene que aguantarlo!! jajajaa
espero maaaaas
Inma
Lo odio q taradooo
ResponderEliminarMaass
Maratoon n porfass
ResponderEliminarme encanta... más por favor
ResponderEliminarJajajjajja q gracioso pablo, pero pobre lali q tiene q aguantar
ResponderEliminar+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarJajajaja me encanta Pablo sacando de sus casillas a Peter sabe donde le duele
ResponderEliminarOtroooo :)
ResponderEliminarPeter es muy celoso e histérico o simplemente es bipolar
ResponderEliminarLe agradezco a Pablo lo que ha hecho porque gracias a eso me he dado cuenta que Peter esta totalmente enamorado de Lali y se comporta así por sus celos...
ResponderEliminarMassssss plisssss
ResponderEliminarMás Nove
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Cuando sera el dia que se suban novelas que no sean machistas?. Misterio...
ResponderEliminarIbas a subir dos, subi otro porfaa, sos genia
ResponderEliminarJajajajajjaj me encanta Pablo!!! Como provoca a Peter.. Igual antes debe de advertir a Lali poner se quede como en shock porque nos sabe que onda..
ResponderEliminarUhhhhh creo que alguien está celoso!!!!
Ay me encanta Julia, que bue o que freno a la lali
Con Martina parece k quiere pagarle con la misma moneda.
ResponderEliminarJjajajjajaja Pablo!!