CAPÍTULO TREINTA Y TRES

Un mes había transcurrido desde entonces, treinta días de infierno para Peter, luchando por borrar de su mente la imagen de Lali llorando a sus pies y suplicándole en nombre de su amor que la escuchara; treinta días oyendo su voz constantemente…

Jack Collins, Pablo, Julia y Tony le contemplaban expectantes.

—¿Puedo empezar, Peter? –dijo Jack Collins.

—Sí –dijo Peter, consiente de la mirada de Tony, que sin duda estaba esperando la menor oportunidad de acudir en defensa de Lali.

—Bien –comenzó Jack—. Antes que nada quiero deciros que el asunto de Lali Espósito es extremadamente enojoso para mí, porque yo técnicamente soy el responsable de la investigación a la que fue sometida, a pesar de no haberla realizado personalmente, y deseo decirles que la investigación fue insuficiente. La llevó a cabo mi ayudante, un hombre joven inexperto y también deseoso de quedar bien, por qué no decirlo. Cuando he revisado por mi cuenta los datos con que contamos, he descubierto muchas lagunas que parecen no tener explicación. Por eso los he reunido aquí, para ver si entre todos podemos sacar algo en claro. Tony, ahora voy a dirigirme a Pablo, a Julia y a Peter. Te pido que no digas nada hasta el final.

Tony asintió, visiblemente impaciente.

—Ustedes tres –prosiguió Collins— han coincidido en decirme que creen que Lali Espósito solicitó el trabajo en Lanco con el propósito de actuar como espía para Philip Whitworth. También los  tres están de acuerdo en que era una joven inteligente que dominaba a la perfección la mecanografía y la taquigrafía. ¿Es cierto?

Julia y Pablo dijeron que sí. Peter asintió en silencio.

—Entonces yo me pregunto: ¿por qué una secretaria inteligente y cualificada se equivoca en todas las pruebas de oficina a que fue sometida con anterioridad y declara que no ha cursado estudios universitarios cuando ha obtenido en realidad un máster en música? ¿Y cómo se explica que una mujer inteligente y culta que quiere conseguir un puesto de trabajo para poder espiar cometa la estupidez de solicitar los puestos de presidente y jefe de personal?

Jack se interrumpió un momento y miró a su alrededor.

—La única conclusión posible es que la señorita Espósito no quería ese trabajo y que, de hecho, hizo todo lo posible para no ser admitida. Prosigamos con los hechos. Aquella misma noche, accidentalmente, la señorita Espósito conoció a Peter y su comportamiento cambió radicalmente. Al cabo de un par de semanas, se entrevistó con Pablo y aceptó el trabajo que él le ofrecía sin vacilar. ¿Por qué?

Pablo intervino.

—Ya les he contado a Peter y a ti lo que Lali me dijo. Me explicó que había conocido a Peter, y que quería trabajar cerca de él. También me dijo que creía que se trataba de un simple ingeniero que trabajaba para Global.

—¿Y tú se lo creíste? –preguntó Jack.

—Sí, ¿por qué no iba a creerlo? –dijo Pablo con un suspiro de disgusto—. La vi llorar cuando se enteró de quién era Peter en realidad. También me tragué lo que me dijo de que Whitworth era pariente suyo y que aunque le había pedido que nos espiara no pensaba hacerlo.

Jack esbozó una sonrisa.

Pues debo comunicarles que, efectivamente. Whitworth es pariente suyo. Por lo que he averiguado, los Espósito y los Whitworth son primos sextos o séptimos. También tengo entendido –prosiguió Jack—. Que Lali no solicitó trabajar para ti, Peter. De hecho, según me ha contado Weatherby, se opuso firmemente.

—Es cierto –dijo Peter con los dientes apretados.

—Si ella hubiera pretendido espiar para Whitworth, ¿por qué iba a oponerse trabajar contigo, cuando eso significaba tener acceso a una buena cantidad de información confidencias?

—Ella no quería trabajar para mí porque habíamos tenido ciertas diferencias personales –anunció Peter.

—Eso no tiene sentido. Precisamente por eso, podría haberse vengado de tu aceptando trabajar contigo para espiarte –dijo Jack.

—Todo lo relacionado con esa chica es muy complicado –comentó Julia en tono pensativo—. Cuando le hablé de la madre de Peter, se puso blanca como la cera y…

—¡Basta! ¡Ya está bien! ¡No puedo permitirme perder el tiempo de esta manera tan absurda! –rugió Peter—. Tengo que marcharme a Chicago. Mira, Jack, esa mujer es una espía. Es la amante de Whitworth, una mentirosa consumada y una magnífica actriz. ¡Todo eso!

De pronto Tony, que había permanecido callado todo el tiempo tal y como Jack le indicara,  se puso de pie furioso y habló así:

—Estoy cansado de oír calumnias y ha llegado el momento de decir lo que sé. Dominic y yo escuchamos la conversación entre Whitworth y Lali un día que comieron juntos en mi restaurante. Para empezar, ella le dijo a Philip que ustedes estaban juntos, y que pensaba contarte cuanto antes la relación que la unía a él. Entonces Whitworth le pronosticó que ibas a pensar todas las malas cosas que estás pensando ahora. Lali, muy alterada, le recordó que, ni ella era amante suya, ni había filtrado ninguna información de Casano, y le preguntó directamente si pretendía chantajearla. Whitworth no lo negó, y le prometió que guardaría silencio si ella le proporcionaba cierta información…

—Y eso es lo que hizo –le interrumpió Peter—. ¡Apenas una hora después!

—¡No! –gritó Tony—. Yo la oí decir que prefería morirse antes que hacerte daño. Ella…

Peter se puso de pie dando un tremendo puñetazo a la mesa.

—¡Ella es una maldita mentirosa y hemos terminado! ¡Y ahora márchense todos de aquí!

—¡Ahora mismo me marcho, descuida! –exclamó Tony a voz de grito—. Pero escucha una cosa que voy a decirte: lo que has hecho a Lali no tiene nombre y te juro que nunca en mi vida había visto sufrir a una persona tan cruelmente. La arrojas a la calle sin un abrigo y sin un poco de dinero en el bolsillo y ella… ¿qué hace? ¿Acude a Whitworth? ¡No! Viene andando bajo la lluvia hasta mi casa, y se arroja desesperadamente a mis brazos… ¿Sabes lo que te digo? Que de ahora en adelante, no quiero volver a verte como no sea del brazo de Lali.

Cuando Peter volvió cansado y de mal humor al hotel en el que se alojaba en Chicago, después de una larga y tediosa reunión, encontró a Pablo sentado en un sillón con una sonrisa radiante.

—¿Cómo es que has tardado tanto en llegar? –le preguntó alegremente—. He venido a hablarle de los documentos que Lali le dio a Whitworth.

Peter se quitó el abrigo, furioso por aquella intromisión en su intimidad y por verse forzado a tocar el doloroso tema de Lali una vez más.

—Ya te he dicho que vamos a hundir a Whitworth y te he dado las instrucciones para ello. Así que ya basta de remover el pasado, si no quieres que…

—Ya no debes molestarte en hundir a Whitworth, Peter, porque Lali lo ha hecho por ti. Los contratos has sido para nosotros. Lali cambió las cifras de las ofertas… la información que les pasó estaba trucada a favor nuestro –añadió en tono sombrío.  

Continuará...

Se viene el último capítulo ;)