Lali entró en la oficina el día siguiente con uno de sus
trajes favoritos y con una radiante sonrisa en el rostro. Pablo la recibió
agradablemente sorprendido.
—Hola, Lali, estás preciosa. Pero dime, ¿no se suponía
que deberías estar arriba?
—Ya no.
Lali daba por hecho que después de hacer dejado claro de
una vez por todas que no se prestaba al juego de Peter, él ya no querría volver
a verla por su despacho. Con aire eficiente, le entrego la correspondencia a
Pablo.
Pero cinco minutos más tarde, los hechos vinieron a
demostrar que se había equivocado es sus suposiciones. Peter llamó por teléfono
indignado.
—¡Sube ahora mismo! Te dije que a partir de hoy te quería
en mi oficina todo el día, así que muévete.
Dicho eso, colgó de golpe, y Lali se quedó mirando el
auricular como si mordiera, completamente desconcertada. En todos los días de
su vida no había visto a una persona tan indignada.
—Creo… que lo mejor será que suba cuanto antes –dijo,
levantándose ante la mirada estupefacta de Pablo.
—Pero… ¿qué diablos le pasa a ese hombre? ¿Qué mosca le
ha picado?
—Creo que yo… —suspiró Lali sin pararse a mirar la
sonrisilla comprensiva de Pablo.
Lali entró en el despacho de Peter, con una calma que
estaba muy lejos de sentir. Esperó de pie un par de minutos, sin decir nada,
pero como Peter, que estaba escribiendo, no se dignara a mirarla, avanzó
directamente hacia su mesa con el estuche de joyería en la mano.
—Estos no son los pendientes de mi madre, así que no los
quiero. Los de mi madre eran de oro, no de perlas; por supuesto, deben ser
mucho más baratos que estos, pero su valor sentimental es incalculable. Para mí
son muy importantes, y quiero recuperarlos a toda costa. ¿Lo comprendes o no?
—Sí, lo comprendo –dijo Peter fríamente, sin levantar la
vista del papel—. Pero en cualquier caso, tus pendientes se han perdido. Por
eso he querido compensarte con algo que también tuviera valor sentimental para
mí. Esos son los pendientes de mi abuela.
Lali sintió un nudo en la garganta.
—De todas formas, no puedo aceptarlos –dijo sin rastro de
resentimiento.
—Entonces, déjalos ahí.
Lali dejo la caja sobre el escritorio y salió al despacho
que compartía con Julia, quién la recibió con una sonrisa.
—Dentro de unos días espera la llamada del señor Rossi, y
Peter quiere que estés disponible para traducir la conversación. Hasta
entonces, te agradecería mucho que me ayudes un poco con mi trabajo, y si te
queda tiempo también puedes subirte algo de Pablo.
Durante los día que siguieron, Lali conoció a un nuevo
Peter, distante y autoritario, que le causaba más desazón que su incansable
perseguidor de antes. Cuando no estaba al teléfono o en alguna reunión, dictaba
carta o trabajaba en su escritorio. Llegaba el primero por las mañanas, y
cuando Lali se marchaba por la noche, él todavía se quedaba trabajando. Poco a
poco, Lali empezó a creer que al menor error que cometiera, Peter aprovecharía
para despedirla, así que andaba con pies de plomo a todas horas.
Pero el miércoles Lali incurrió en el fallo que tanto
había temido: nada menos que olvidar un párrafo entero de un contrato que Peter
le había dictado con todo detalle. En cuanto la llamó con voz furibunda por el
intercomunicador, Lali supo que había llegado su hora y se encamino, temblorosa
y asustada, a su despacho, Pero en lugar de dirigirle una reprimenda terrible,
que era lo que ella se había esperado, Peter se limitó a enseñarle la
equivocación y a devolverle el papel.
—Repítelo –dijo secamente—. Y esta vez, por favor, hazlo
bien.
El mismo día, cerca de las doce, llegó una visita. Una
mujer morocha, extraordinariamente bella.
—Hola. Soy Martina. Estaba hoy en el centro y me he
pasado por aquí. ¿Sabe si Peter, es decir, el señor Lanzani, está libre para la
comida? Bueno, en cualquier caso, no le avise. Entraré yo misma en el despacho
para darle una sorpresa.
Unos minutos después, Peter y Martina salieron del
despacho y se dirigieron a los ascensores cogidos de la mano y muy sonrientes.
Lali intentó concentrarse en su ordenador, pensando en que el acento de Martina
era odioso, tanto como su sonrisa y su manera posesiva de mirar a Peter… ¿Pero
por qué la odiaba tanto si no la conocía? Pues porque ella, Lali Espósito,
estaba perdidamente enamorada de Peter Lanzani. Enamorada sin remedio.
Julia, que se disponía a marcharse para comer, la observó
con una sonrisa comprensiva.
—No te preocupes demasiado, querida. Ha habido muchas
Martinas antes en su vida, y te aseguro que no duran demasiado.
—¡Me trae sin cuidado lo que haga! –exclamó Lali
orgullosamente.
—¿Ah, sí?
Aquella noche, es su casa, mientras preparaba la tarta
para Pablo, Lali decidió que había llegado al límite de sus fuerzas y que ya no
lo soportaba más. Era el momento de mandar al diablo a Peter y a Philip, hacer
las maletas y volverse tranquilamente a su casa… o lo que era mejor, podía
quedarse en Detroit y buscar otro trabajo en cualquier otra empresa que
necesitara una secretaria cualificada y bilingüe. Y en cuanto al problema
económico, lo solucionaría rápidamente poniendo en venta el piano de cola de su
madre.
A pesar del dolor que le causaba desprenderse de un
objeto tan querido, Lali se sintió interiormente tranquila por primera vez en
muchas semanas. En primer lugar, buscaría un apartamento barato y se
trasladaría allí. Mientras tanto, iba a seguir trabajando en Lanco con su mejor
voluntad, pues ella no estaba dispuesta a hacer el trabajo sucio de nadie, y
mucho menos si ello implicaba traicionar a Peter.
A la mañana siguiente, Lali llegó al edificio de Global
Industries con la tarta y el jersey para Pablo.
Se sentía contenta y de buen humor y sonrió alegremente
al ejecutivo de avanzada edad que acababa de entrar con ella en el ascensor.
Cuando llegaron al piso número trece, el hombre salió y
se dirigió por el pasillo a la oficina de seguridad. La principal misión de la
oficina de seguridad consistí en proteger las mercancías valiosas de Global
Industries, especialmente aquellas relacionadas con contratos del Estado. Sin
embargo era de índole burocrática, pues por allí pasaban los informes y demás
papeles. Jack Collins, el hombre del ascensor, era el director de la sección de
Detroit, y estaba próximo a retirarse,
por lo que aceptaba su rutinaria ocupación con más resignación que entusiasmo.
Cuando llegó a las oficinas, su ayudante, un individuo
gordo y flemático, se apresuró a quitar los pies de encima del escritorio.
—¿Ocurre algo? –preguntó el joven.
—Probablemente no es nada –respondió Jack sacando de su
maletín una carpeta en la que se leía: “Departamento de seguridad. Informe de
investigación/Lali M. Espósito/Empleada n°98.753”—. Acabo de recoger este
informe que han elaborado en investigación. Se trata de una secretaria de
Lanco.
—¿Una secretaria? –preguntó Rudy extrañado—. No sabíamos
que aquí nos dedicáramos a investigar secretarias.
—Normalmente no. Pero se trata de un caso especial,
porque esta mujer ha sido destinada a colaborar en un proyecto especial.
—¿Y hay algún problema?
—Sí. Nuestros detectives se han desplazado a Missouri y
su anterior jefe les ha dicho que la chica trabajó con él media jornada durante
cinco años, compaginando esto con sus estudios en la universidad, y no la
jornada completa. Como el jefe de personal de Lanco creía.
—Entonces la chica mintió al rellenar los formularios,
¿no es eso?
—Sí, pero no fue en eso precisamente en lo que mintió. La
cuestión es que no puso que había asistido a la facultad. Los detectives han
averiguado en la universidad que además de graduarse, obtuvo un master.
—¿Y por qué crees que habrá ocultado sus estudios?
—No lo sé; precisamente eso me extraña mucho. Lo
comprendería mejor si hubiera mentido en sentido contrario, diciendo que había
ido a la universidad cuando en realidad no había ido. Cualquier persona sabe
que con un título universitario se tienen más oportunidades.
—¿Y has descubierto algo más que no te guste?
—No –mintió Jack—. Solo quiero someterla a una
investigación más profunda para quedarme tranquilo. Este fin de semana debo
internarme en el hospital para someterme a una revisión, pero el lunes empezaré
a trabajar en ello.
—¿Por qué no me dejas que vaya haciendo algo yo mientras
estás en el hospital?
—Está bien. Si se prolonga la revisión más de lo
esperado, te llamaré y te daré instrucciones para que inicies tú la
investigación.
Continuará...
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Lo sientoooooooo!!! :S
Ando con mucho trabajo!!
Juro solemnemente que NO volverá a pasar!!!
Mañana subo dos caps ;)
me encanta mas tranqui Dani yo tambien estoy con mucho trabajo pero mañana ya salgo de vacacionesssssssssssssssssssssssssssssssssss besos Naara
ResponderEliminarMas!
ResponderEliminarOoopa, Lali esta jodida!! Otroooo :)
ResponderEliminarno hay problema Dany!muy buen cap,valio la pena la espera!
ResponderEliminarWuauu la estan inviestigando se va a pudrir todo.. es por eso q peter está así de frio ???
ResponderEliminarUhhhhhhh huelo a problemaaas, pobre lali
ResponderEliminarHola!! No te preocupes
ResponderEliminarwoaaa Peter está siendo más frío de lo habitual..
Woaa la están investigando!!!
Sera por eso la actitud de Peter!
Me quede un poco en shock le dio los pendientes de su abuela!!
Que pasará? Que intriga, ya quiero leer otro
Haa esperó que renuncie tal vez así a peter le cae la ficha
ResponderEliminar++++++
@x_ferreyra7
Haa esperó que renuncie tal vez así a peter le cae la ficha
ResponderEliminar++++++
@x_ferreyra7
Que emoción entrar y encontrar caps nuevos
ResponderEliminar++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminar++++++++++
ResponderEliminarSeguro se encuentran en el hospital
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