Capítulo DIECIOCHO

Cuando llegaron a la fiesta de Halloween en el colegio, el gimnasio estaba a rebosar con niños disfrazados con alegres disfraces. El gimnasio estaba decorado con globos, luces, y banderas naranjas y negras, los colores de Halloween. Dividido en distintas secciones, había puestos de comida, puestos de juegos, puestos para pintarse la cara, e incluso un puesto para «hundir al director». Otra parte del gimnasio estaba acordonada y funcionaba como una casa encantada para los niños. El dinero recaudado en todas las actividades se destinaría a comprar libros nuevos para la biblioteca del colegio.

—Peter: Esto es increíble —dijo, sonriendo mientras recorría el gimnasio con los ojos.

Lali sonrió.

—Lali: ¿Más increíble que los lugares que visitaste? No lo creo —le aseguró—. Es la primera vez que vas a una fiesta de Halloween, ¿verdad? —le preguntó.

—Peter: Sí —respondió él con una sonrisa, sin dejar de mirar alrededor —. Vivir en casas de acogida no te da muchas oportunidades de ir a fiestas... —se interrumpió y se encogió de hombros, no queriendo seguir hablando del tema.

—Lali: No te preocupes, Peter. El distrito doscientos tres es famoso por sus celebraciones y fiestas, así que si ésta es tu primera fiesta de Halloween, has elegido el lugar perfecto —le aseguró Lali.

Las niñas, nerviosas y emocionadas, estaban decidiendo donde ir primero, pero no se ponían de acuerdo.

—Lali: Está bien, está bien, ¿por qué no nos separamos? — Sugirió, tratando de poner paz—. Peter, ¿por qué no llevas a Aleli al puesto de las manzanas, y yo llevo a Luz a pintarse la cara?

—Peter: Está bien —dijo.

—Lali: ¿Y Peter?

—Peter: ¿Sí?

—Lali: No sueltes a Aleli de la mano. Hay mucha gente y no quiero que se pierdan.

—Peter: No te preocupes—le aseguró, y decidió que la mejor manera de no perderla era llevarla en brazos—. Así seguro que no se me pierde —dijo, levantando a la pequeña por los aires.

Lali se echó a reír.

—Lali: No sé quién se cansará primero, si tú o ella — dijo, tomando a Luz de la mano—. Muy bien, nos vemos aquí otra vez dentro de una hora. ¿Será suficiente?

Miró a Peter, pero éste se encogió de hombros.

—Peter: Supongo, pero recuerda que yo soy nuevo en esto, así que no tengo ni idea. Lo que tú digas está bien.

—Lali: Bien.

Impulsivamente, Lali se inclinó hacia delante y le dio un beso en la mejilla.

—Lali: Qué te diviertas. Nos vemos dentro de una hora.

—Aleli: Oh no, tío Peter, escóndeme. Deprisa.

Con los ojos abiertos como platos, Aleli se escondió detrás de los vaqueros de Peter, mientras los dos se dirigían hacia el puesto donde los niños podían pagar un dólar y arrojar una pelota para intentar tirar al director del colegio de su columpio y dentro de una piscina hinchable llena de agua. Era uno de los puestos más solicitados de la fiesta.

Aquella noche era la primera vez que Peter recordaba haber hecho algo como una familia. Después de la primera hora, Aleli y él se reunieron con Lali y Luz. Juntos comieron palomitas y bombones mientras uno de los artistas del colegio pintaba la cara a las niñas, y a él le dibujaban un aterrador esqueleto en la mejilla. Juntos recorrieron los distintos puestos, disfrutando de todas las actividades, y mezclándose con el resto de los asistentes. Por fin, cuando ya estaban pensando en volver a casa, se separaron de nuevo, ya que las niñas querían acercarse a puestos diferentes. Lali había llevado a Luz a pescar manzanas con la boca, y Peter había accedido a llevar a Aleli a intentar hundir de nuevo al director, ahora que parecía que había menos cola.

—Peter: ¿Esconderte? Aleli, cielo, ¿qué te pasa?

En silencio, Aleli señaló con el dedo a algún lugar del gimnasio.

—Aleli: Es él —susurró, muerta de miedo—. El señor Malbicho. Viene hacia aquí. Tienes que esconderme.

Peter se volvió y vio a Benjamin sonriendo y abriéndose camino hacia ellos. Peter suspiró.

—Peter: Cariño, no tienes que esconderte —le aseguró, acariciándole suavemente la mejilla—. No te va a hacer ningún daño, cielo. ¿De verdad crees que el tío Peter permitiría que te ocurriera algo?

Aleli negó con la cabeza.

—Aleli: Pero ¿y si vuelve a gritarme? —preguntó, mirándolo con sus enormes e inocentes ojos.

—Peter: Cielo, te prometo que no volverá a gritarte nunca más. ¿Lo entiendes?

La niña se limitó a mirarlo sin decir nada. Peter le dio un beso en la mejilla.

—Peter: Te lo prometo. ¿Te he mentido alguna vez?

Aleli se mordió el labio, lo cual era indicación segura de su nerviosismo.

—Aleli: Tío Peter, ¿puedo ir con mamá y Luz? ¿Por favor? —insistió al ver al subdirector casi a su lado.

—Peter: Claro que si —le aseguró, señalando al puesto donde estaban Lali y Luz — . Tu madre está ahí.

Peter atrajo la atención de Lali con la mano, y después señaló a Aleli.

—Peter: ¿Ves a mamá? —preguntó.

Aleli asintió, y saludó a su madre y a su hermana.

—Peter: Ve con ellas. Luego iré a buscarlas, ¿bien?

—Aleli: Bien.

Peter le siguió con la mirada hasta que Aleli llegó al lado de Lali.

—¿Peter? —dijo la voz de Benjamin a su espalda.

Peter se volvió hacia él, preguntándose qué demonios podía querer de él.

— Peter Lanzani —repitió otra vez Benjamin, como si fueran viejos amigos que se reencontraban tras una larga temporada sin verse.

Peter permaneció donde estaba, balanceándose ligeramente sobre los talones de las botas.

—Peter: ¿Qué puedo hacer por ti?

—Benja: ¿Tienes un momento? —dijo, mirando a su alrededor—. Me gustaría hablar contigo.

—Peter: ¿Sobre qué? —preguntó, cruzando los brazos al pecho.

— Benja: Si no te importa, vamos a un sitio un poco más privado —sugirió.

Peter arqueó una ceja, y siguió la mirada de Benjamin, que estaba clavada en Lali y las niñas. Todos sus instintos protectores se pusieron en alerta.

—Peter: Me importa —le espetó, sin molestarse en ocultar lo que pensaba de él—. ¿De qué querías hablarme?

El desagradable tono de voz hizo que Benjamin se moviera incómodamente sobre sus pies, pero no le borró la hipócrita sonrisa que llevaba pegada en los labios.

—Benja: Sí, verás... quería hablar contigo sobre Lali —empezó.

—Peter: ¿De qué? —preguntó con suspicacia, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.

—Benja: Sólo quería decirte que aunque entiendo que has sido una persona muy importante en la vida de Lali y de las niñas, mis intenciones hacia Lali son muy honorables.

—Peter: No me digas —respondió serio, sin saber muy bien adonde quería ir a parar.

—Benja: Sí, totalmente —confirmó con un asentimiento de cabeza—. Y aunque sé qué Lali ha sufrido mucho desde la muerte de su marido, en el futuro pienso asegurarme de que tenga todo lo que necesite.

—Peter: Y por lo que veo crees que lo que ella necesita eres tú, ¿no? —preguntó con incredulidad.

¿Cómo podía ser tan arrogante? El tipo no tenía ni idea de lo que Lali quería o necesitaba.

Benjamin sonrió, y se pasó un dedo por el cuello de la camisa.

—Benja: Pues sí, así es —respondió—. Vamos, Peter, ¿no esperarás que Lali se tome en serio a alguien como tú?

—Peter: ¿Perdona?

—Benja: No estoy ciego. Es muy evidente que sientes... algo por Lali.

—Peter: ¿Algo? —repitió.

—Benja: Sí. En fin, Peter, lo entiendo perfectamente porque Lali es una mujer maravillosa...

—Peter: Es la primera cosa que te oigo decir con la que estoy totalmente de acuerdo —le interrumpió, notando que estaba empezando a perder la paciencia.

—Benja: Peter, tenemos que ser realistas.

—Peter: ¿Tenemos?

—Benja: Sí —titubeó antes de continuar—. Supongo que te haces cargo de lo extraño que puede ser tener a la familia del difunto marido de Lali inmiscuyéndose en nuestras vidas, sobre todo después de que nos casemos.

—Peter: ¿Casarse?

—Benja: Sí. Casarnos —la expresión de Benjamin cambió, como sorprendido—. Oh, cielos. Lo siento. ¿No lo sabías?

Peter sintió que algo le ardía en las entrañas.

—Peter: ¿Me estás diciendo que Lali y tú ya hablaron de matrimonio?

Lali no le mentiría, pensó Peter. De eso estaba seguro. En los diez años desde que la conocía, nunca le había mentido o engañado, y tampoco creía que fuera a empezar ahora.

Lali le había dicho que no estaba interesada en casarse, que ni siquiera estaba entre sus consideraciones.

Pero Benjamin le estaba diciendo lo contrario.

El hombre tenía que estar mintiendo.

A pesar de todo, el fantasma de la duda y el miedo empezó a abrirse paso en Peter, a pesar de sus intentos por rechazarlo.

—Benja: Bueno, aún no —reconoció, a regañadientes.

Peter dejó escapar un suspiro que ni siquiera sabía que había estado conteniendo.

—Benja: Pero estoy seguro —continuó—, de que lo hablaremos el romántico fin de semana que pasaremos juntos muy pronto.

—Peter: ¿Lali y tú van a pasar un fin de semana juntos? —repitió, sin poder dar crédito a lo que estaba oyendo.

—Benja: Sí. He pensado que un romántico fin de semana solos es lo que Lali necesita, y ahora que estás tú aquí para quedarte con las niñas, es el momento más conveniente.

—Peter: ¿Conveniente? —repitió.

Benjamin titubeó, notando la expresión de incredulidad en el rostro de Peter. Pero enseguida sonrió.

—Benja: No me crees, ¿verdad? —el hombre no esperó la respuesta—. Si no me crees, pregúntale a Lali. Precisamente esta misma tarde hemos estado hablando del viaje en mi despacho.

Lali no le mentiría, volvió a decirse Peter. Ella misma le había dicho que sólo había salido una vez con Benjamin, así que ¿por qué iba a hablar con él de pasar un fin de semana juntos? Peter no entendía qué era lo que estaba pasando, pero desde luego no parecía propio de Lali, al menos de la Lali que él conocía, que jamás dudaba en ser honesta y directa, independientemente de las circunstancias.

Lali no podía ir en serio con ese tipo, estaba seguro.

Pero entonces Peter recordó la noche que hablaron de su cita con Benjamin, y de la actitud a la defensiva que había adoptado Lali. Quizá se debía a que no estaba preparada para hablar con él de su relación con Amadeo.

Además, ¿no le había preguntado hacía poco cuándo se iba a ir? ¿Había sido quizá porque estaba ansiosa por verlo desaparecer?

Peter no lo sabía, pero desde luego lo iba a averiguar. Pensó en Aleli y en Luz, y en el miedo que se reflejaba en el rostro de la pequeña Aleli cada vez que pensaba en el subdirector del colegio.

—Benja: Sí, Peter, vamos a pasar un fin de semana juntos. De hecho, mañana por la mañana voy a cambiar la reserva. Lali y yo nos estamos tomando esto con mucha calma, pero no tengo la menor duda de que al final se dará cuenta de que soy el mejor hombre para ella. Y entre nosotros, estoy seguro de que tu presencia en las vidas de Lali y de las niñas puede resultar un poco molesta.

Sin dejar de sonreír, Benjamin dio unas palmaditas a Peter en el brazo, y continuó, ajeno a la expresión en la cara de Peter.

—Benja: Estoy seguro de que te haces cargo. Después de todo, siempre he sido de la opinión de que en la vida es mejor empezar desde cero, con la pizarra limpia y organizada, sin restos de relaciones pasadas que puedan interferir en lo que verdaderamente importa, ¿no estás de acuerdo?

—Peter: Benjamín, entérate. No estoy de acuerdo con absolutamente nada de lo que has dicho —le espetó, furioso.

Benjamin se tensó.

—Benja: En fin, siento que te pongas así, Peter. Pero basta decir que cuando Lali y yo nos casemos, pienso limpiar su vida y deshacerme de todos los parásitos y gentuza que no hacen más que chuparle la sangre, el tiempo, y las emociones. He esperado mucho tiempo para encontrar a la mujer adecuada, Peter y créeme, no permitiré qué un par de asuntos insignificantes desbaraten mis planes. Lali y yo nos casaremos — declaró con total seguridad en sí mismo.

—Peter: ¿Parásitos y gentuza? —repitió arqueando una ceja, a punto de perder la paciencia por completo.

—Benja: Sí —aseguró—. Cuñados bohemios y padres irresponsables. Hay mucha gente que abusa de Lali, de su amabilidad y su lealtad, de su generosidad. Ella no tiene valor para decirles que ahora su vida es diferente, y que en esa vida ya no hay sitio para ellos.

—Peter: Me estás diciendo que Lali te ha dicho que no hay sitio en su vida para mí.

—Benja: No sólo para ti, Peter —continuó—. Su madre también. De verdad. Esa mujer es una pésima influencia para las niñas, con su ilustre pasado, por no mencionar esos ridículos novios que lleva siempre detrás.

Peter dio un paso hacia él, con los puños tan apretados que casi le dolían. Peter adoraba a Julia y desde luego ella no se merecía que un imbécil como aquél la ridiculizara o la insultara.

—Benja: Sí, es la madre de Lali —continuó con total desprecio—, pero eso no la convierte en una buena influencia. Francamente, Peter, Lali es demasiado buena para apartar de su vida a esos irresponsables parásitos, así que tendré que ser yo quién se ocupe de librarla de ellos.

Peter no podía dar crédito a lo que oía.

—Peter: Supongo que uno de esos irresponsables parásitos soy yo.

—Benja: Lo siento, Peter, pero es la verdad... —abriendo las manos, ofreció a Peter una compungida sonrisa—. Como he dicho, estoy seguro de que lo entenderás.

—Peter: Lo único que de verdad entiendo —dijo Peter, que estaba a punto de estallar—, es que eres un completo imbécil.

Peter dio un paso más hacia el hombre hasta que sus botas desgastadas tropezaron con los relucientes zapatos de Benjamin.

—Peter: Escucha, yo también tengo que decirte algo —continuó—. Yo en tu lugar tendría mucho cuidado con lo que digo, y a quien insulto. Y no lo digo sólo por mí, sino por la madre de Lali. También tendría mucho cuidado, muchísimo cuidado, con lo que digo a las niñas, y cómo se lo digo. Porque ya sabes lo que pasa cuando los parásitos irresponsables se enfadan —los ojos de Peter brillaban peligrosamente.

—Benja: ¿Me estás amenazando con violencia? —preguntó, en tono autosuficiente, aunque algo tembloroso.

Sonriendo benévolo, Peter sacudió lentamente la cabeza.

—Peter: No te estoy amenazando, Benjamin. Sólo te estoy diciendo que no me haría ninguna gracia que hagas alguna de esas cosas a las niñas. Y sé que no quieres que me enfade.

Peter le dirigió una última y amenazadora mirada, y después atravesó el gimnasio hacia donde estaban Lali y las niñas, dejando a Benjamin anonadado y mirándolo con la boca abierta.

—Peter: Lali.

Al llegar junto a ella, Peter sintió que parte de la tensión que sentía se relajaba.

—Lali: ¿Qué? —Alarmada por la expresión de su cara, Lali le tocó el brazo—. ¿Qué ha pasado?

—Peter: Nada —dijo él—. Todo está... perfecto.

Continuará...
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Hola hola hola!!!!

Perdón por no postear ni ayer ni el viernes lo q pasa es que Cami no pudo subirles porque yo no habia dejado caps!!!! Lo siento mucho!! :S

Bueno creo que tienen razón!... ya es hora de una buena maratón...... MAÑANA!!! :D