Lali miró el termómetro de la pared y decidió ponerse unos
pantalones y su jersey amarillo de lana. A pesar de que era domingo y de que la
tarde estaba soleada y apacible, se sentí sola y triste encerrada en su lujosa
casita. Para matar el aburrimiento, había decidido salir a buscar un regalo
para Pablo, y en ello pensaba precisamente cuando el sonido del timbre vino a
sorprenderla.
Abrió la puerta y se quedó unos momentos paralizada,
contemplando con sorpresa al visitante que parecía llenar la entrada con su
elevada estatura. Era Peter, tan guapo como siempre, en mangas de camisa y con
un jersey sobre el hombro.
—Hola, ¿qué estás haciendo aquí?
—No tengo ni idea.
—No irás a contarme la típica historia de que paseabas
por aquí y se te ocurrió hacerme una visita…
—¡Vaya! ¿Cómo no se me habrá ocurrido? –Exclamó Peter en
tono burlón—. Bien, ¿vas a invitarme a entrar o no?
—No lo sé. ¿Tú crees que debería?
Peter la miró lentamente de arriba abajo, deteniéndose especialmente
es sus labios y volviendo por fin a sus ojos.
—Yo en tu lugar cerraría la puerta ahora mismo.
Aunque aquella muda insinuación no podía resultar más
tentadora, Lali se ratificó en su propósito de no ceder ni un palmo.
—Muy bien, en ese casi, seguiré tu consejo. Adiós, Peter –y
mientras se disponía a cerrar la puerta, añadió—: Gracias por pasarte por aquí.
Peter acató su decisión con un gesto vago, y Lali, muy a
su pesar, cerró de golpe y se alejó de allí aunque las piernas querían negarse
a obedecerla, mientras se repetía una y otra vez que hubiera sido una locura
darle la oportunidad de acercarse a ella. Sin embargo, cuando llegó al salón,
su voluntad cedió al impulso de sus deseos. Se dirigió a la puerta, la abrió de
golpe y se encontró cara a cara con un Peter muy sonriente.
—Hola, Lali. Pasaba casualmente por aquí y he decidido
hacerte una visita.
Lali suspiró y le miró a los ojos:
—¿Qué quieres, Peter?
—Te quiero a ti.
Lali se dispuso a cerrar la puerta de nuevo, pero Peter
se lo impidió:
—¿De verdad quieres que me vaya?
—Ya te dije el miércoles que lo que yo quiera no tiene
nada que ver con lo que es mejor para mí, así que…
—Te prometo que no voy a quitarte los vestidos, ni los
novios, ni nada… Y si me prometes que no me llamaras nunca “Piti”, tampoco te
morderé.
Lali se dio finalmente por vencida y le dejó pasar.
—Pensándolo bien –murmuró Peter—, me retracto de lo
dicho, porque creo que sí voy a morderte.
—¡Pervertido! –exclamó Lali, que estaba tan nerviosa que
no sabía muy bien lo que decía.
—Si vienes aquí te demostraré en un momento lo muy
pervertido que soy.
—De eso nada. ¿Quieres un café o un refresco?
—Cualquier cosa, me da igual.
—Entonces haré café.
—Bésame primero.
Lali le lanzó una mirada asesina por encima del hombro y
se dirigió a la cocina. Peter la siguió y se quedó contemplándola desde la
puerta, mientras ella preparaba el café.
—¿Con lo que yo te pago puedes permitirte vivir en una
casa como esta?
—No. En esta zona hay un gran problema con los ladrones,
así que vivo aquí gratis con la condición de vigilar la casa.
Peter avanzó hacia ella y se colocó detrás.
—¿Me has echado de menos?
—¿Tú que crees?
Peter se echó a reír.
—Vamos bien. ¿Cómo cuánto?
—¿Qué pasa? ¿Es que estás deprimido y necesitas que te
halaguen un poco?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque una preciosidad de veintitrés años me ha estado
rechazando y no puedo dejar de pensar en ella.
—Qué pena me das –dijo Lali disimulando a duras penas su satisfacción.
—¡Y que lo digas! Una verdadera lástima… esa chica es
como una espinita que llevo clavada a todas horas: tiene unos ojos de ángel, un
cuerpo alucinante y tiene una lengua afilada como un cuchillo.
—Gracias…
Peter la rodeó con sus brazos.
—Además… me gusta.
Empezó a besarla lentamente las sienes, las mejillas, y
cuando Lali esperaba con los ojos cerrados el dulce contacto de sus labios en
la boca, él se desvió intencionadamente, recreándose en la suavidad de la piel
de su cuello, mientras Lali, atrapada contra la mesa de la cocina, no podía
hacer más que quedarse inmóvil, abandonándose a aquel torbellino de sensaciones
deliciosas.
—Bésame, Lali –susurró Peter, acercándose mucho a sus
labios.
—No –repuso ella con voz trémula.
Peter siguió recorriendo con sus labios su rostro y su
cuello, dejando en su piel un rastro húmedo y caliente. Lali temblaba.
—Dios mío –susurró Peter, estremeciéndose.
—Peter, por favor.
—Por favor, ¿qué? –Murmuró él sin despegar los labios de
su sien—. ¿Quieres que me vaya?
—¡No!
—¿No? ¿Quieres que te bese, que te quite la ropa y que te
haga el amor?
Sus labios se encontraban cerca, muy cerca, y Lali ardía
en deseos de tomarlos entre los suyos y revivir su sabor…
—Por favor, bésame –murmuró Peter—. No sabes cuántas veces he soñado con tus besos y
con tu piel suave y…
Con un suave gemido, Lali deslizó las manos por su pecho
y le besó la boca. Peter se estremeció en cuanto le tocó, y después la estrechó
contra sí casi con furia, devolviéndole el beso con una pasión arrolladora.
Cuando se separaron, el deseo inundaba todos los sentidos
de Lali como un torbellino.
—¿Dónde está el dormitorio? –murmuró Peter con voz ronca.
Lali le miró a los ojos, vio en ellos una tormenta de
pasión desencadenada, y recordó aquella otra vez en que sus ojos habían ardido
del mismo modo y ella se había rendido confiadamente a sus deseos. Recordaba
cómo le había hecho el amor en Harbor Springs, acariciándola como si nada le
pareciese bastante y después la había mandado al casa fríamente… Porque al fin
y al cabo él era capaz de hacer el amor con una mujer sólo por el placer físico
que ello le procuraba… sin sentir nada más por ella.
—Peter, antes de nada, creo que debemos conocernos mejor.
—Si ya nos conocemos… íntimamente.
—Lo que yo quiero decir es que… deberíamos conocernos
mejor antes de empezar nada.
Peter la miró con impaciencia.
—Nosotros ya hemos empezado, Lali, y yo quiero seguir. Y
tú también.
—No, yo…
Lali se interrumpió con un quejido porque Peter acababa
de acercas la manos a sus pechos.
—¿No lo ves? Estoy sintiendo cómo me deseas –dijo,
atrayéndola hacia sí por la cintura.
Lali sintió la rigidez inequívoca de su virilidad.
—¡Yo también te deseo! –añadió Peter con voz enronquecida—.
Dime, ¡qué más necesitamos saber el uno del otro? Lo demás no importa…
—¿Qué lo demás no importa? –dijo Lali indignada,
separándose de él a la fuerza—. ¡Cómo puedes afirmar eso! Ya te he dicho que yo
no puedo no quiero iniciar una relación vacía y pasajera en la que los sentimientos
no cuenten para nada. ¿Qué es lo que quieres hacer conmigo?
—Estoy intentando entrar contigo a ese dormitorio para
liberar de una vez la pasión que nos ha estado atormentando a ambos desde hace
dos semanas. Quiero hacer el amor contigo has que no nos queden fuerzas. En una
palabra, quiero…
—Y después, ¿qué? —preguntó Lali acaloradamente—. ¡Quiero
estar al tanto de las reglas del juego, maldita sea! Hoy hacemos el amor y
mañana seremos como simples conocidos, ¿no es eso? Mañana tú puedes acostarte
con otra mujer si te apetece y a mí no debe importarme, ¿no es eso? También yo
puedo acostarme con cualquier otro hombre, que a ti te traerá son cuidado… ¿no
es cierto?
—Sí.
Lali ya sabía en qué lugar se encontraba: Peter la
deseaba más que antes, era cierto, pero sus sentimientos hacia ella seguían siendo
nulos.
—El café ya está listo –dijo con voz cansada.
—Yo también estoy listo –dijo Peter con aspereza.
—¡Pues yo no! –Estalló Lali—. No estoy dispuesta a ser tu
compañera de cama del domingo por la tarde. Si te aburres, búscate otra que no
le importe divertirse contigo un rato en la cama.
—¿Se puede saber qué quieres de mí?
“Quiero que me ames”, pensó Lali con tristeza.
—No quiero nada de ti. Márchate de una vez y déjame en
paz.
Peter la midió con una mirada insolente.
—Antes de marcharme, déjame que te dé un consejo:
¡procura madurar un poco!
—¡Tienes toda la razón! –gritó Lali, que había llegado al
colmo de su paciencia—. A partir de hoy, voy a dedicarme a madurar, y para ello
seguiré tu consejo y me acostaré con todos los hombres que me atraigan. Pero
contigo no, porque eres demasiado cínico para mi gusto y no lo soporto. ¡Ahora
lárgate de aquí!
Peter casó un pequeño es tuche del bolsillo y lo arrojó
sobre la mesa.
—Te debía un par de pendientes –dijo, saliendo de la
cocina a grandes pasos.
Lali abrió la caja con manos temblorosas, pero, en lugar
de encontrar los pendientes de oro de su madre, descubrió en su interior dos
perlas alargadas, en forma de lágrima… cerro la caja de golpe, ¿qué era
aquello? ¿Su regalo de Italia?
Lali subió a coger el bolso, con la idea de marcharse a
buscar un regalo para Pablo como si nada hubiera ocurrido. Peter Lanzani ya no
iba a atormentarla nunca más. ¡Nunca más! Abrió de un tirón el último cajón de
la cómoda y apareció ante sus ojos el jersey de lana verde que había tejido para
aquel… idiota.
Lali lo sacó de un tirón. Pablo debía usar
aproximadamente la misma talla que Peter, y el color gris le gustaba mucho. Sería
un estupendo regalo de cumpleaños.
Continuará...
Mas!
ResponderEliminarLa proxima vez que lo vea que le tire la cajita a la cara. Ella quiere sus pendientes! No cualquier regalito de los que acostumbrara hacerle a sus amantes
ResponderEliminarMas
Inma
Porfavor pero q quiere de ella??!!! Me desespera peter
ResponderEliminarLe va a regalar a pablo la camisa q hizo para peter hahhahhaha
Kmáaaaaaaaasssss
ResponderEliminarKmáaaaaaaaasssss
ResponderEliminarSe puso firme Lali,por lo menos por fuera! Bien y la pobre quiere recuperar los pendientes de su madre!Lo va a volver loco a P,él se nota no esta acostumbrado a q lo rechacen!Bien por su fuerza de voluntad!
ResponderEliminarAhhh estoy en una disyuntiva .. Onda el nunca le prometió nada como para q se enoje
ResponderEliminar.Pero si la re acosa cuando ella ya le dijo que poemas que lo quiera no va estar con el. Y el sigue .. Eso no es ser inmadura ..
+++++++++
@x_ferreyra7
Otroooo :)
ResponderEliminarHolaaa!!!
ResponderEliminarPeter no saben si que es lo que siente el cree que es "deseo" pero poco a poco se dará cuenta que ko es así...
Igual es un cínico, porque no la deja en paz...
Lo bueno fue que Lali pudo mantenerse firme, y no se acostó con el..
Aghhh no quiere cualquier pendientes quiere los de su mamá...
Ohohoh estoy segura que Peter se va a enojar cuando se de cuenta ta que le regaló el sweter a Pablo porque Lali ya le comento que se o había echo para el...
Mas me gusta mucho
Jajaja muy bueno!
ResponderEliminarTuvo de todo el capítulo!
ResponderEliminarDanii, entonces como hago para hablarte! Para saber de vos, como vas con la carrera q estas estudiando o que! Escríbeme al tw @vagomi
Besos y gracias
Maaass
ResponderEliminarSe impuso Lali.
ResponderEliminarJajajajajajajaja,ese jersey puesto en Pablo ,no le va a gustar nada a Peter.
Los pendientes d su madre quiere ,y aún Peter no los recupera.
Jajajaj me encanto este cap
ResponderEliminarHa pasado mas de un mes!! Vuelve
ResponderEliminarMe pare re bien la actitud de lali , q no haga lo q peter quiere hasta que tenga otros sentimientos
ResponderEliminarMASsssssss
ResponderEliminarMasss plis
ResponderEliminarCuándo vas a subir más?? Es casi una semana sin fic
ResponderEliminarDonde te metiste todas las bloggeras han desaparecido
ResponderEliminar