Capítulo CUATENTA y TRES

Sin inmutarse, Peter le empezó a desabotonar la camisa. Lali frunció el entrecejo con exasperación. 

–Lali: Muy bien, entonces – le espetó ella – ¡Haz lo que quieras! Tal vez después podamos gestionar un debate coherente – después de decir esto se volvió hasta quedar acostada sobre su estomago. Peter se quedó inmóvil. Después de una larga vacilación, le oyó preguntar con una voz mucho más normal. 

–Peter: ¿Qué estás haciendo? 

–Lali: Te lo estoy poniendo más fácil – fue su respuesta desafiante – Adelante, empieza. 

Otro silencio. 

–Peter: ¿Por qué estás echada hacia abajo?

–Lali: Porque así es como se hace – dijo tratando de mirarlo por encima del hombro. Una punzada de incertidumbre la llevó a preguntar – ¿O no? 

Su rostro estaba blanco. 

–Peter: ¿Jamás lo has hecho? 

–Lali: No, pero he leído sobre ello... 

Peter se levanto de encima de ella, aliviándola de su peso. 

Tenía una extraña expresión al preguntar 

–Peter: ¿Qué libros? 

–Lali: Manuales de Veterinaria. Y he observado a las ardillas en primavera, y los animales de la granja y... 

Se interrumpió cuando Peter se aclaró ruidosamente la garganta. 

Una mirada punzante se dio cuenta de que estaba tratando de ahogar la risa. Lali empezó a sentirse indignada. Su primera vez en la cama con un hombre, y él se reía. 

–Lali: Mira – dijo ella de manera profesional – He leído sobre los hábitos de apareamiento de más de dos docenas de especies, con excepción de los caracoles, cuyos órganos genitales están en el cuello, todos ellos... – se interrumpió y frunció el ceño – ¿Por qué te ríes de mí? 

Peter se había derrumbado riéndose a carcajadas, superando su humor característico. Al levantar la cabeza y ver su expresión ofendida, luchó valientemente con otro estallido. 

–Peter: Lali. Yo no... No me estoy riendo de ti. 

–Lali: Lo estas haciendo. 

–Peter: No, no es así. Es que. . . – birló una lágrima por el rabillo del ojo, y contuvo una risita – Las ardillas. . . 

–Lali: Bueno, puede ser divertido para ti, pero es un asunto muy grave para las ardillas. 

Esto lo pusieron nuevamente en marcha. Era un alarde de insensibilidad a los derechos reproductivos de los mamíferos pequeños, Peter enterró la cara en la almohada, sus hombros temblaban. 

–Lali: ¿Qué es tan divertido sobre las ardillas? – preguntó irritada. Para entonces ya había entrado en una apoplejía. 

–Peter: No... más... – jadeó – Por favor. 

–Lali: Tengo entendido que es lo mismo para la gente – dijo Lali con gran dignidad, internamente mortificada. – ¿No lo hacen del mismo modo que los animales? 

Luchando para controlarse a sí mismo, Peter rodó por su rostro. Tenía los ojos brillantes de risas contenidas 

–Peter: Sí. No. Eso es, sí, pero. . . 

–Lali: ¿Pero no lo prefieres así? 

Peter extendió la mano para alisar su cabello en desorden, dándose cuente de que le debía una respuesta 

–Peter: Me gustaría, estoy muy entusiasmado con ello, en realidad. Pero no es adecuado para tu primera vez. 

–Lali: ¿Por qué no? 

Peter la miró con una sonrisa lenta curvando sus labios. Su voz era profunda cuando preguntó: 

–Peter: ¿Quieres que te lo muestre? 

Lali se quedo paralizada. 

Tomando su silencio como un asentimiento, Peter se acercó despacio. La tocó con cuidado, atrayéndola hacia su cuerpo. Un suspiro se le escapó al sentir sus caderas acoplarse a las de ella. Su miembro despertó, la presión se acomodo contra sus muslos en el hueco en medio de sus piernas, miró su cara enrojecida. 

–Peter: De esta manera – dijo él – ...es más agradable por lo general para una mujer. 

El movimiento suave envió una descarga de placer a través de ella. Lali no podía hablar, sus sentidos estaban llenaos de él. Levantó la vista hacia la superficie de su pecho, cubierto de vello color bronce-oro. Peter bajó aún más su boca hasta quedar a unos centímetros de la ella. 

–Peter: Frente a frente. . . Podría besarte todo el tiempo. . . de esta manera. . . – tomó sus labios convenciéndola de abrirlos. 

Lali se estremeció, sus brazos se levantando alrededor de su cuello. Sintió a lo largo de su cuerpo, su calor y el peso de su excitación. La beso a lo largo de su garganta, mientras tiraba de los botones de su camisa. Sólo llevaba una camisa corta debajo, los tipos normalmente utilizados como cobertura corsé. Bajando la correa de encajes, expuso la redondez de su pecho pálido, el pezón erecto color de rosa. Inclinando la cabeza lo acarició con la boca y la lengua. Sus dientes rozaron ligeramente sobre su piel sensible. 

Y todo el tiempo, el solo deseaba ser su dueño, creando una necesidad imposible. Sus manos acunaron su cabeza mientras la besaba de nuevo, con la boca abierta y profunda, como si estuviera tratando de sacarle el alma de su cuerpo.

Lali respondió con entusiasmo, abrazándolo con brazos y las piernas. Pero luego la soltó con una exclamación ronca, y se alejó. 

–Lali: No – se escuchó gemir – Por favor. 

Sus dedos tocaron sus labios, acariciándolos suavemente en silencio. Estaban uno frente al otro, luchando por recuperar el aliento. 

–Peter: Dios mío, te necesito tanto... – sonaba lejos de sentirse complacido por el hecho. Su pulgar recorrió sus labios hinchados. 

–Lali: ¿A pesar de que te molesta? 

–Peter: No me molesta – cuidadosamente volvió a abotonar su camisa – Pensé que era la emoción del principio. Pero ahora me doy cuenta de que es algo más parecido a lo que sientes cuando se te queda dormido un pie y luego intentas moverlo. La sangre que regresa no se siente cómoda. . . pero es una sensación agradable ¿Entiendes lo que quiero decir? 

–Lali: Sí. Que pongo a tus pies un cosquilleo. 

Una sonrisa apareció en sus labios. 

–Peter: Entre otras cosas. 

Continuaron estándo juntos, mirando el uno al otro. Tenía la cara más atractiva que había visto, pensó Lali. Fuerte, sin defectos. . . y sin embargo, la frialdad de las líneas de humor en las esquinas de sus ojos, el toque de sensualidad en su boca. Lo hacían parecer. . . con experiencia. Era el tipo de cara que hacia el corazón de una mujer latir más rápido. Tímidamente Lali toco la cicatriz de bayoneta en el hombro. Su piel era de un raso muy sedoso, a excepción de las heridas. 

–Lali: Qué doloroso debe haber sido – susurró – ¿Aun duelen tus heridas? 

Peter negó con la cabeza ligeramente. 

–Lali: Entonces. . . ¿Qué es lo que te preocupa? 

Continuará...

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