Epílogo

26 de junio 1857 
Hyde Park, Londres 

Peter esperó con la Brigada del rifle en un espacio grande en el lado norte de Hyde Park, a una milla media de ancho y tres cuartos de milla de largo, reservado para los nueve mil hombres de todas las compañías. Había infantes de marina, Dragones, Rifles, Húsares, guardias de corps, montañeses, y más, todo brilla bajo el abundante sol. 

- Tenemos los uniformes más feos del Imperio – murmuro uno de los rifles lanzando una mirada al uniforme más espléndido de los Húsares cercanos - Odio estar de color verde oscuro sombrío. 

- Bastante objetivo que harías, arrastrándote por delante de la primera línea en color rojo brillante y oro - respondió otro rifle en tono despectivo – Tendrías un disparo en un pestañeo. 

- No me importa. Las mujeres aman a los de casacas rojas. 

Una leve sonrisa curva la boca de Peter. Echó un vistazo a la grada cerca de las galerías Grosvenor Gate, donde siete mil familiares se había sentado. Lali y el resto de los Espósito estaban allí, así como su abuelo, Cande, y varios primos. 

Después de que esta presentación elaborada, Peter y su inmensa familia regresarian al Hotel Rutledge. Otro de los invitados a la cena familiar en el Rutledge seria Agustín Sierra, que había vendido su comisión del ejército y se disponía a tomar las riendas de su negocio con su familia. 

Le había llevado meses recuperarse del trauma de sus experiencias durante la guerra, y el proceso estaba lejos de estar completo. Sin embargo, una larga estancia en el hogar Lanzani le había hecho mucho bien. Con el apoyo y la comprensión de sus amigos, había vuelto poco a poco a ser el mismo. Ahora, más y más, Agustín parecía el pícaro apuesto e inteligente que había sido una vez. 

Incluso después de regresar a su finca familiar, Agustín visitaba con frecuencia a Peter y Lali en Riverton. Sucedió que durante una de estas visitas, se había encontrado con Cande, quien había llegado para quedarse dos semanas. La reacción de Cande hacia el ex soldado de cabello oscuro había sido más que un poco desconcertante. Peter no entendia por qué su cuñada normalmente optimista llegó a ser tan tímida y torpe cada vez que Agustín estaba cerca. 

-Lali: Es porque es un tigre - le había explicado en privado - y Cande es un cisne, los tigres siempre hacen a los cisnes ponerse nerviosos. Ella lo encuentra muy atractivo, pero piensa que no es el tipo de caballero con quien deba estar. 

Agustín, por su parte, parecía estar con Cande, pero cada vez que había hecho un avance para acercarse a ella, se retiraba. Y luego con una rapidez sorprendente, parecieron haberse convertido en amigos. Se fueron a los juegos y paseos juntos, mantuvieron correspondencia con frecuencia cuando estaban separados. 

Cuando estuvieron en Londres, se les vio siempre en la compañía del otro. Desconcertado por el cambio en su relación, Peter pregunto a Agustín lo que había pasado para alterarlo. 

-Agus: Le dije que era impotente por las heridas de guerra a mi edad. Eso calmó sus nervios considerablemente. 

Desconcertado, Peter se había visto preguntar con cautela 

-Peter: ¿Lo eres? 

-Agus: Por supuesto que no - fue la respuesta indignada - Sólo se lo dije porque estaba tan asustadiza a mi alrededor. Y funcionó. 

Peter le dirigió una mirada sardónica. 

-Peter: ¿Alguna vez vas a decirle la verdad? Una sonrisa pícara había jugado en las comisuras de los labios de Agustín. 

-Agus: Puedo decir que me ha curado... - admitió. Al ver la expresión de Peter añadio a toda prisa que sus intenciones eran totalmente honorables. Era un buen partido. Y en opinión de Peter, su hermano lo habría aprobado. 

El saludo real sonó, los cañones de artillería pesada en pleno auge. El himno nacional cuando la inspección de las filas comenzó. Lentamente, el cortejo real cabalgó a lo largo de las líneas. Los ganadores de medallas, sesenta y dos en total, fueron convocados al estrado. 

Como muchos de los otros hombres, Peter estaba vestido con ropas privadas, después de dejar las filas a la conclusión de la guerra. A diferencia de los otros hombres, Peter estaba sosteniendo una correa de perro. Por razones que no se habían explicado, había llevado a Albert a la presentación. Los Rifles le susurraron cuando Albert caminó dócilmente junto a Peter. 

- ¡Hey buen chico! 

- ¡Mira tipo inteligente! 

- Sin accidentes en frente de la reina 

- Y todo eso va para ti también, Albert - agregó alguien, haciendo que la gran cantidad de ellos se rieran. Su Majestad era aún más baja y gruesa de lo que esperaba. Iba vestida con un abrigo de montar a caballo rojo. Una banda de crespón negro de luto, en señal de duelo habitual de militar, había sido atada alrededor de un brazo. Tan pronto como Peter y Albert se acercaron a la tarima, quedó desconcertado al oír un grito de júbilo de la multitud creciente, expandiendo y creciendo hasta que el ruido era ensordecedor. Albert lo miró con inquietud. 

-Peter: Tranquilo, muchacho - murmuró. La reina los miro a ambos, curiosamente cuando se detuvieron frente a ella. 

- Capitán Lanzani – dijo - El entusiasmo de nuestros soldados le honra. 

Peter respondió con cuidado. 

-Peter: El honor le pertenece a todos los soldados que han luchado en el servicio de Su Majestad y a los familiares que esperaban su retorno. 

La reina le dirigió una enorme sonrisa, al bajar la mirada su atención fue capturada por Albert.

- ¿Cuál es el nombre de su compañero? 

-Peter: Su nombre es Albert, Su Majestad. 

Sus labios se arquearon como si estuviera tentada a sonreír. 

- Estamos informados de que hizo campaña con usted en Inkerman y Sebastopol. 

-Peter: Sí, Su Majestad. Realizó muchas tareas difíciles y peligrosas para salvar a los hombres. Esta cruz pertenece en parte a lo que él ayudó para rescatar a oficiales heridos bajo el fuego enemigo. 

El general encargado de entregar las órdenes de la reina se acercó y le dio un curioso objeto. Parecía... ¿Un collar de perro? 

- Hacia adelante, Albert - dijo. Albert obedeció con prontitud, sentado en el borde de la tarima. La reina alargó el brazo y lo ato alrededor de su cuello con una eficiencia hábil.  

- Este collar - le dijo a Albert, como si pudiera entender - Ha sido grabado con distinciones y honores del regimiento de batalla. Hemos añadido un broche de plata para elogiar la valentía y la dedicación que ha mostrado en nuestro servicio. 

Albert esperó pacientemente hasta que el cuello estaba amarrado y, a continuación, le lamió la muñeca. 

- Impertinente – lo regaño en voz baja, y le acarició la cabeza. Envió una breve sonrisa, discreta a Peter al salir para dar paso al siguiente destinatario. 

-Lali: Albert, el amigo de la realeza - dijo esa tarde en el Hotel Rutledge, riendo mientras se sentaba en el suelo de su baño y examinaba el nuevo collar. - Espero que no te pongas difícil ahora. 

Peter, quitándose la chaqueta y el chaleco, se sentó en el sofá, disfrutando del frescor de la habitación. Albert se fue a beber de su copa de agua, rodando ruidosamente. Lali fue a Peter, sentándose encima de él. 

-Lali: Estaba tan orgullosa de ti hoy - dijo ella, sonriéndole - Y tal vez un poquito presumida con que todas las mujeres suspiraban por ti, pero yo soy quien te tiene en casa. 

Arqueando una ceja, Peter preguntó: 

-Peter: ¿Sólo un poquito petulante? 

-Lali: Oh, muy bien. Enormemente satisfecha - empezó a jugar con su pelo - Ahora que paso todo este asunto de la medalla, tengo algo que discutir contigo. 

Cerrando los ojos, Peter disfruto de la sensación de sus dedos acariciando su cuero cabelludo. 

-Peter: ¿Qué es? 

-Lali: ¿Qué dirías sobre la adición de un nuevo miembro a la familia? 

Esto no era una pregunta inusual. Puesto que había establecido una familia en Riverton, Lali había aumentado el tamaño de su colección de animales salvajes, y estaba ocupada constantemente con organizaciones benéficas relacionadas con los animales. 

También había recopilado un informe para la sociedad de historia natural de reciente creación en Londres. Por alguna razón no había sido en absoluto difícil convencer al grupo de entomólogos de edad avanzada, ornitólogos, naturalistas y otros incluir a una mujer joven y hermosa en medio de ellos. Sobre todo cuando se hizo evidente que Lali podría hablar durante horas sobre los patrones de migración, los ciclos de las plantas, y otras cuestiones relativas a los hábitats de los animales. 

Manteniendo los ojos cerrados, Peter sonrió perezosamente. 

-Peter: ¿Escamas o plumas? - preguntó en respuesta a su pregunta anterior. 

-Lali: Ninguno de esos. 

-Peter: Dios. Algo exótico. Muy bien, ¿Dónde esta esa criatura que viene? ¿Tendremos que ir a Australia para recogerla? ¿Islandia? ¿Brasil? 

Un temblor de risa pasó por ella. 

-Lali: Es que ya está aquí, en realidad. Pero no serás capaz de verla en, por ejemplo... ocho meses más. 

Los ojos de Peter se abrieron de golpe. Lali estaba sonriendo, mirándolo ansiosa, tímida y un poco más que satisfecha de sí misma. 

-Peter: Lali - se volvió con cuidado para no lastimarla. Su mano llegó al lado de su cara. - ¿Estás segura? - Ella asintió con la cabeza. Abrumado, Peter le cubrió la boca con la suya, la besaba con fiereza. - Mi amor...  

-Lali: ¿Es lo que querías, entonces? - preguntó entre besos, aunque ya sabía la respuesta. Peter miró a través de un brillo luminoso de alegría que hizo todo borroso y radiante. 

-Peter: Más de lo que jamás soñé. Y ciertamente más de lo que merezco. 

Lali deslizó los brazos alrededor de su cuello. 

-Lali: Te voy a mostrar lo que te mereces - le informó, y lo besó otra vez. 

-FIN- 

GRACIAS por compartir otra historia conmigo, linduras!!!! :'D

Espero que les gustara muchooo muchooo muchooo... 

y nada no tengo mucho para decirles solo... 

GRACIAS POR SEGUIR LEYENDO!!! :D .... 

o es leendo?? nooo esta mal eso... :s

no me hagan caso...

NOS LEEMOS PRONTITO...

Abrazos de oso!!

Bye.