Capítulo TREINTA y NUEVE

Lali ladeó ligeramente la cabeza. 

—Lali: ¿Ridículo? 

—Belén: Tal vez esa no es la palabra correcta. Quise decir inadecuado. Porque un hombre con la posición de Peter necesita una mujer sofisticada. Una persona para apoyar su posición en la sociedad. Con su fama e influencia, puede entrar en la política algún día. Y él no podría hacer eso con una mujer que pasa la mayor parte de su tiempo en el bosque o en los establos. 

Ese delicado recordatorio fue como una flecha a través del corazón de Lali. “Ella encaja mejor en los establos que al salón" Dijo Peter una vez. 

Lali estiró los labios en una sonrisa despreocupada, esperando que no se pareciera a una mueca. 

—Lali: Sí, lo recuerdo. 

—Belén: Una vez más, mi agradecimiento — dijo con gusto. — Nunca he sido más feliz. Voy a cuidar de él mucho. Vamos a comprometernos pronto. — Miró a Peter, que estaba de pie cerca de la entrada del salón de baile con un grupo de caballeros. — Mira qué guapo es — dijo con afectuoso orgullo. — Yo lo prefiero en su uniforme, con todas esas medallas encantadoras, pero tiene un aspecto espléndido en negro, ¿no? 

Lali volvió a concentrarse en Belén, preguntándose cómo deshacerse de ella. 

—Lali: ¡Oh, mira! . . . Ahí esta Marietta Newbury. ¿Le has dicho acerca de tu compromiso inminente matrimonial? Estoy segura de que estará encantada de oírte hablar de ello. 

—Belén: ¡Oh, claro que lo estaría! ¿Quieres venir conmigo? 

—Lali: Gracias, pero tengo una sed terrible. Voy a ir a las mesas de refrescos. 

—Belén: Vamos a hablar de nuevo pronto — prometió. 

—Lali: Eso sería... encantador. 

Belén le dejó en un silbido de encaje blanco. 

Lali dejó escapar una bocanada exasperada y mando un mechón de cabello lejos de la frente. Echo otra mirada a Peter, quien participaba en una conversación. Aunque su actitud era tranquila, estoica incluso, había un brillo de sudor en su rostro. Mirando lejos de sus compañeros por un momento, discretamente pasó una mano temblorosa por la frente. 

¿Se sentía mal? 

Lali lo observaba de cerca. La orquesta estaba tocando una composición animada, obligando a la multitud en el salón de baile a hablar en voz alta sobre la música. Tanto ruido y calor... tantos cuerpos encerrados en un solo lugar. 

Una percusión vino de la cantina; tintineo de vasos, platos y cubiertos de China. Hubo un estallido de un corcho de champán, y Lali vio a Peter contraerse en respuesta. 

En ese momento lo comprendió. 

Todo era demasiado para él. Sus nervios estaban llegando al punto de ruptura. El esfuerzo de autodisciplina requería todo lo que tenía. Sin pensarlo dos veces, Lali se dirigió a Peter lo más rápidamente posible. 

—Lali: Aquí está, capitán Lanzani — exclamó. 

La conversación entre caballeros se detuvo con esa interrupción no deseada. 

—Lali: No sirve de nada esconderse de mí — continuó alegremente. – Recuerde que usted se comprometió a pasear conmigo a través de la galería fotográfica de Lord Westcliff. 

La cara de Peter estaba en calma. Sus ojos estaban dilatados, los iris verdes a punto de extinguirse por el negro. 

—Peter: Así que lo hice — dijo con frialdad. 

Los demás caballeros se adhirieron de inmediato. Era lo único que podían hacer frente a la audacia de Lali. 

— Nosotros ciertamente no le impediremos cumplir su promesa, Lanzani — dijo uno de ellos. 

Otro siguió el juego. 

— Sobre todo una promesa dada a una criatura tan hermosa como la señorita Espósito. 

Peter inclino la cabeza. 

—Peter: Con su permiso — les dijo a sus compañeros, y le ofreció su brazo a Lali. Tan pronto como estuvo fuera del circuito principal de habitaciones, comenzó a respirar pesadamente. 

Estaba sudando profusamente, los músculos de su brazo increíblemente duros bajo sus dedos. 

—Peter: Eso no le hace nada bien a su reputación. – Murmuró— refiriéndose a la forma en que se le había acercado. 

—Lali: No me molesta mi reputación. 

Continuará...

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