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sábado, 18 de febrero de 2012

Capítulo Catorce




Bueno. Tenía razón en una cosa: había aprendido la lección. Había que confiar en el cerebro y no en el corazón.
Sin embargo, esa humillante experiencia era todo lo que iba a conseguir de ella.
-Lali: Vete —dijo al tiempo que iba hacia la puerta y la abría de par en par
-Peter: Vamos, osita, no te enojes —empezó con tono condescendiente— Sabes que ha sido por tu bien.
-Lali: Lo sé y te doy infinitas gracias por haberme hecho ver lo que es mejor para mí.
Peter la miró con suspicacia.
-Peter: Ese es un... sarcasmo, ¿verdad?
-Lali: Me complace observar que todavía te funcionan algunas células grises —declaró con una desagradable sonrisa antes de cerrarle la puerta en las narices.

Peter la oyó echar el cerrojo, oyó su bufido de rabia y luego oyó que se entregaba al llanto. Entonces se apoyó contra la puerta con los puños cerrados y estuvo a punto de implorarle que lo dejara entrar. Quería abrazarla y decirle la verdad. Que se había vuelto loco por ella. Que no había querido causarle dolor. Que su cerebro apenas funcionaba cuando la besó y que luego había buscado una excusa tan estúpida y poco convincente para encubrir su error.

¿Y qué había de cierto en ese beso? «Quiero la verdad», se dijo con severidad.
Peter se acomodó en el asiento del conductor. La verdad era que apenas sus labios se encontraron, había dejado de pensar en ella como la osita Lali. Se había convertido en una mujer en sus brazos. Una mujer cuya respuesta le había producido una súbita e intensa excitación sexual.
¿Qué habría sucedido si le hubiera hecho el amor? ¿Y si no hubiera sido la hermana de Nico, la única razón que le impedía acercarse a ella? Sin embargo, era del todo inútil hacerse esas preguntas.

Peter se alejó lentamente de la casa de Lali. Maldito Nico por ponerlo en esa situación. Maldito Teo por intentar seducirla. Y malditas las noches de insomnio que había pasado agonizando ante la posibilidad de que otro fuese el primer hombre que le hiciera el amor.

El estómago se le encogió ante ese pensamiento. Sabía que no podía ser ese hombre. Lo sabía desde hacía años, como tampoco ignoraba que desde siempre Lali había estado encaprichada de él. Y pensando en ella, siempre había hecho lo imposible para desalentarla. Había creído sinceramente que con el tiempo ella olvidaría su capricho. Sin embargo, acababa de comprobar que no era así.

Tamborileando con los dedos sobre el volante, condujo al Club de Ganaderos con la esperanza de tomarse una copa que de ningún modo podría sustituir lo que realmente deseaba.

Nunca había entendido la atracción de ella hacia él. Siempre había creído que era a causa de sus actividades en el ambiente de los rodeos. Parecía que los jinetes eran la tentación de las mujeres y sólo el Señor sabía cuánto beneficio había sacado de ello a través de los años. Peter no se veía a sí mismo como un buen partido. No era lo suficientemente bueno para ella.

Bueno, podía proporcionarle una seguridad económica. Tenía mucho dinero, aunque no lo había ganado por su esfuerzo, así que no podía atribuirlo a un mérito personal. Era una herencia que procedía del petróleo de su abuelo y que su padre había sabido administrar muy bien. Sin embargo, ella no necesitaba su dinero. Gracias a la previsión de Nico nunca tendría necesidades económicas.

Aunque hacía mucho tiempo que había aprendido que el dinero no hace a un hombre... al menos no al tipo de hombre que Lali necesitaba para ser feliz. Tenía que ser un hombre que quisiera asentarse y formar una familia. Y ése no era él. No estaba hecho para compartir el calor del hogar al final del día.

Bueno, al menos lo pensaba porque, a decir verdad, nunca había mantenido con una mujer una relación lo bastante duradera como para descubrirlo. Y al parecer allí estaba la respuesta. Si siquiera alguna vez hubiese considerado idea, tal vez lo habría intentado. No, no estaba seguro de que se le diera bien la estabilidad de un hogar.

Se sentía bien en soledad desde que sus padres habían abandonado las actividades del rancho Dusty E para ir a vivir a Palm Beach. Le gustaba la ganadería y recorrer el rancho con Shamu trotando junto a su caballo y también le gustaban las misiones esporádicas del Club de Ganaderos de Texas. Le gustaba la vida en soledad, que de vez en cuando, aliviaba una noche en brazos de una bonita mujer complaciente. Aunque últimamente la única mujer bonita que ocupaba sus pensamientos era aquella que había dejado llorando.

Probablemente la haría llorar mucho más si cedía en sus principios y hacía el amor con ella. Y eso era algo que estaba decidido a evitar. Lali necesitaba un ancla para crearse un futuro y él todavía flotaba a la deriva.

Necesitaba un tipo que cuidara de ella y la protegiera de problemas como el que iba a tener si quedaba a merced de sus propios recursos. Como Gorki, por ejemplo.

Y también estaba Nico. Su mejor amigo. Si se liaba con Lali acabaría por perder su amistad, por no mencionar la crisma. Y a él le gustaba mucho mantenerla en su lugar. Cuando al fin llegó al estacionamiento del Club de Ganaderos, había resuelto sin el menor entusiasmo que ese primer beso tendría que ser el último.

Continuará…

4 comentarios:

  1. No me gusta nada que esten asi =/ y menos que la haga llorar! DIOS! q sea sincero y le diga lo que le pasa con ella me saca! y lo peor es que tambien pasan esas cosas en la vida real! es muy frustante ¬¬

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  2. Que estupido peter =/
    ahora lali si debrri olvidarse d el y ni siquiera hablarle asi se daria cuenta lo estupido que es y que la esta perdiendo y se las juegue por ellay se deje con la tontera de que es la hermana de su mejor amigo

    subiii mas

    @lali_peterlove

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  3. POBRE LALIIIª!!!! ESPERO EL SIGUIENTE!!! BESITOOOSSSS

    FATY****

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