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sábado, 18 de febrero de 2012

Capítulo Trece



Oh, Dios. No, no era cierto que había dicho eso... Mortificada, le volvió la espalda.

Oh, Señor, pensó él con el corazón destrozado al ver los delicados hombros hundidos de pesar. ¿Que no la deseaba...? Peter reprimió un quejido. Si ella supiera... Sólo había que verla. Era hermosa, inteligente, cariñosa y compasiva... y apasionada.

Y en ese momento, Lali temblaba presa de una mezcla de rabia y vulnerabilidad tan intensa que Peter sintió una dolorosa punzada de deseo. Con toda suavidad le tomó los hombros y la volvió hacia él al tiempo que sentía que la lujuria se precipitaba desenfrenadamente por sus venas.

¿Qué hombre en su sano juicio no la desearía? ¿Qué hombre de carne y hueso se resistiría a tomarla en sus brazos y borrar con un beso la lágrima que se deslizaba por su mejilla? ¿Qué hombre con algo de testosterona no mataría por sentir el fuego de su pasión?

Bueno, en ese momento él era todos esos hombres... totalmente fuera de control. Y de pronto, no pudo contenerse. Con las manos en los brazos de la joven, lentamente la atrajo hacia su cuerpo sin dejar de notar las emociones que pasaban por su rostro mientras introducía la pierna izquierda entre las de ella y presionaba sus pechos contra su torso.
Los ojos de Lali brillaban a causa de las lágrimas, del asombro y de una intensa anticipación.

En ese instante, ninguna fuerza del mundo podría haber impedido a Peter inclinar la cabeza, rozar sus labios con los suyos y luego perderse en su calor.

Es un error, un error, un error. Las palabras martilleaban en la zona de su cerebro que todavía funcionaba. Pero la razón cedió a intensas emociones cuando su lengua le separó los labios y se introdujo en el paraíso.

¡Santo cielo!, era tan dulce... Y tan abiertamente sensual mientras se alzaba de puntillas, le rodeaba el cuello con los brazos y se ceñía a su cuerpo como si hubiera sido una manta y él una cama deshecha. Que el cielo lo asistiera... tenía que parar de inmediato.

Pero no podía, simplemente no podía.

Todo eso era demasiado bueno y la deseaba como nunca lo había hecho con nadie en su vida. «En contra de todo lo que es correcto», pensó al tiempo que ceñía el esbelto cuerpo femenino contra su erección con un gemido que no dejó la menor duda de lo que deseaba y necesitaba para ambos.

Peter no podría haber explicado cómo sucedió, pero lo próximo que supo es que la tenía contra la pared. Los dedos de ella se habían enredado en sus cabellos  y el beso se mantuvo en un nivel de hondas sensaciones mientras las manos de Peter se deslizaban bajo el jersey y acariciaban la piel desnuda. Sedosa, cálida.

La quería desnuda. Quería sentirse dentro de su cuerpo. Quería su boca sobre sus pechos, la lengua entre los muslos. En segundos, Lali lo había sacado de su papel de hermano protector convirtiéndolo en un saqueador. Y no había ni un mensaje que su cerebro enviara a su libido lo suficientemente intenso como para traspasar las nieblas de la excitación sexual.

Pero no, no. Eso no podía suceder.

Por fin la sangre volvió a su cerebro y los pensamientos racionales empezaron a fluir nuevamente. Con un gruñido de frustración, Peter alzó la cabeza, aspiró una gran bocanada de aire... y miró el rostro que acababa de saquear.
Sus labios estaban húmedos, hinchados, hermosos, y los ojos velados de sensualidad mientras parpadeaba lentamente como si también intentara volver en sí y comprender qué había sucedido.
«Una locura», pensó Peter. Eso era lo que había sucedido. Un cortocircuito en su cerebro que lo había sobrecargado de energía sexual. Lo único que deseaba era volver a besarla.
-Lali: Peter, por favor... haz el amor conmigo —murmuró desesperada, con un suave suspiro.
Sus palabras obraron como una droga y casi, casi cedió a la tentación.

Pero esa joven era Lali. Su osita Lali, la hermana menor de Nico; la hermana que aun era virgen.

La verdad fue como un balde de agua fría arrojada sobre su cabeza.
Muy a su pesar, lenta y deliberadamente se separó de ella, y dio un paso atrás con las manos en los costados.
Maldiciéndose por su falta de control, miró los ojos empañados de la joven mientras intentaba desesperadamente encontrar las palabras adecuadas.

Furioso consigo mismo y un poco también con ella por no apelar a su instinto de protección contra un depredador igual a Gorki, tomó una decisión instantánea. No. No iba a ser agradable, pero sí efectiva y muy necesaria.

«Hazme el amor». Apenas lo había pensado y al instante se oyó a sí misma expresando su deseo en voz alta.
Entonces él se había apartado. Y en ese momento la miraba con rabia. Una mirada siniestra.
La pasión que había sentido en su beso se había transformado en ira. Y Lali no entendía la razón de ese cambio.
-Lali: ¿Peter?
-Peter: ¿Ves lo que sucede por no saber comportarte?
Ella parpadeó, helada hasta los huesos, a pesar de que sólo instantes atrás no había sentido más que calor. Lali se abrazó a sí misma, con una creciente sensación de vulnerabilidad.
-Lali: ¿Comportarme?
Peter le lanzó una dura mirada.
-Peter: Acabo de darte una lección, pequeña. Espero que la hayas aprendido.
-Lali: ¿Una lección? ¿De... de qué estás ha blando?
-Peter: Estoy hablando de lo que sucede cuando una mujer tienta a un hombre hasta sacarlo de sus cabales —declaró al tiempo que se ponía bruscamente el sombrero— Fui testigo del modo en que permitiste que Gorki te besara en el parque y cómo dejaste que te pusiera las manos encima.

Durante lo que le pareció una eternidad, Lali se quedó mirándolo fijamente. Abrió la boca. Luego la cerró.
-Lali: ¿Qué tiene que ver Teo con lo que acaba de suceder entre nosotros? —preguntó cuando pudo recuperar el habla.
El sacudió la cabeza luego esbozó una sonrisa... la imagen de la tolerancia benevolente.
-Peter: Cariño, eso es lo que intento decirte. Entre nosotros no ha sucedido nada sino una breve lección de educación para adultos.
-Lali: ¿Educación para adultos?
-Peter: Exactamente, dulzura. Acabo de enseñarte que si en vez de haber sido yo, que me preocupo por ti, hubiera sido Teo, a esta hora estarías en una situación comprometedora.

Tras un largo instante, al fin Lali pudo comprenderlo. No la había besado porque la deseara. Lo había hecho porque pensaba que necesitaba protegerse de sí misma frente a un hombre, y él tenía que demostrar el error de su comportamiento. La había besado porque pensó que no había sabido guardar la compostura ante Teo y si él no hubiera intervenido, habría terminado en un una situación comprometedora. Presa de rabia, Lali se pasó los dedos por los cabellos. Qué escena más lastimosa. ¿Cómo pudo haber creído que él la había besado sólo porque la deseaba y se hubiera mostrado ardiente como si estuviera enamorado?

Bueno. Tenía razón en una cosa: había aprendido la lección. Había que confiar en el cerebro y no en el corazón.

Continuará…

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Esta noche les subo otro.... :P
besoooosss

4 comentarios:

  1. Peter que idiota!!!! pobre lali! espero el siguiente

    faty**** @fanovelitas_arg

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  2. Puedo decir una sola cosa: "Peter es un estupido".
    Espero màs nove!!!

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  3. maldito infeliz peter si me hicieran eso creo que loodiaria tanto la re forma de humillarla =/
    pobree lali

    subiii otro

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  4. ahhh no! me bajo a Peter como le va a decir eso?! la ilusiona y le pincha el globo lo peor es que la quiere pero lo hace por Nico ajjjjj te mataria Juan Pedro!

    jajajaj me enoje :P MAS NOVE!!!!

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