Capítulo Ocho

«Maldito Peter Lanzani. Y maldito sea este pueblucho de mala muerte». Durante muchos días había estado buscando el modo de acercarse a Lali Espósito y cuando finalmente había surgido la oportunidad, Lanzani lo había desbaratado todo.

Hirviendo de rabia y todavía con el olor a fritura de ese restaurante barato en las narices, Teo entró en el apartamento que había alquilado el mes anterior en la zona oeste de Royal. Como una tromba fue a su dormitorio, tiró las llaves sobre la cómoda, se desabotonó la camisa y se quitó los pantalones.

—Llegas pronto— Teo volvió la cabeza a la cama donde una rubia platinada, totalmente desnuda bajo las sábanas, lo miraba sonriente. Entonces cerró los ojos con un juramento.

-Teo: ¿Qué haces aquí?

—Irritado, ¿no es así? ¿Qué sucede, cariño? ¿Tu cita con la dulce Lali Espósito no resultó tan bien como esperabas?

-Teo: Te dije que teníamos que ser cuidadosos. Todo el mundo supone que eres mi enfermera y nada más. Así que no deberías estar aquí —dijo al tiempo que se quitaba los calzoncillos.

—He tenido cuidado —dijo con un puchero y una mirada tan sugerente que despertó la lascivia del doctor— Nadie me vio entrar admite que te alegras de verme aquí. Por amor de Dios, no seas tan aburrido. Hace muchos días que no pasamos... un buen rato juntos. Te he echado de menos —dijo al tiempo que retiraba la sábana hacia atrás y le abría los brazos.

-Teo: Repito que no deberías estar aquí —replicó con una dura mirada.

—Realmente no queres que me vaya, ¿verdad Benjamín?

Teo dejó escapar un largo suspiro y se acercó a la cama.

-Teo: ¿Cuántas veces te dije que no me llames por mi verdadero nombre?

—De acuerdo. De acuerdo —repuso ella, impaciente— Teo. Conozco las reglas. Me las has repetido muy a menudo. Mientras estemos atrapados en este agujero, vos no sos el doctor Benjamín Amadeo, sino el doctor Teo Gorki. Y yo soy la enfermera Mary Campbell, no Marci Carson. Y ahora, dejarás que me quede, ¿no es así, Teo?

Él echó una mirada al cuerpo desnudo. No. No quería que se fuera. Al menos no durante un par de horas. Ella le ayudaría a relajar la tensión acumulada. Necesitaba organizar sus pensamientos, muy desordenados últimamente. Necesitaba volver a estudiar su plan de acción. Olvidarse de lo que había hecho al verdadero doctor Teo Gorki cuya identidad había usurpado. Sí, debía dejar de preocuparse de que lo descubrieran. Incluso si la policía de Dallas encontraba el cuerpo de Gorki, cosa que no iba a suceder porque se había asegurado de que no ocurriera, no podrían achacarle el crimen.

No, no era estúpido. Si lo fuera, no habría logrado llegar hasta donde se había propuesto. Todo lo que necesitaba era acceder a Rocío Igarzabal, esa mujerzuela. Ella era la que había estropeado las cosas. Había descubierto su participación en el mercado negro de bebés y se había esfumado con su hija y el dinero. Dinero que había acumulado de la venta de niños a fin de saldar sus cuentas con esos tiburones de los prestamistas que habían cubierto sus deudas de juego en Atlantic City.

Más le valdría estar muerto si no recuperaba el dinero y el bebé. Gracias a Rocío Igarzabal su vida estaba amenazada con la promesa de que no tendría una muerte dulce si no devolvía el dinero. Y pronto.

Teo se frotó el mentón. No, no quería que esa mujer, Merci, se marchara de su cama. Necesitaba aliviar la presión que sufría constantemente. Sabía que mantener su falsa identidad y la guardia alta contra los tiburones siempre pisándole los talones, se estaba cobrando su precio. No podía dormir y perdía peso a ojos vistas.

-Merci: Vamos, amor —ronroneó al tiempo que se recostaba contra los almohadones— Yo haré que te sientas mejor.

 Así que tras meterse en la cama, se tendió sobre ella. Por la mañana volvería a ocuparse de Lali Espósito. Esa estúpida bienhechora candorosa. Para él era sólo un medio para llegar a un fin, totalmente sustituible. Todos los habitantes de ese pueblucho de mala muerte eran fáciles de engañar... incluso el personal sanitario del hospital. Ni siquiera habían puesto en duda las credenciales profesionales que había sacado del despacho de Gorki. Estúpidos palurdos. Había sido muy fácil infiltrarse en la comunidad sanitaria y aprovechar sus privilegios. Sencillamente se había acercado al jefe de personal y le había dicho que estaba interesado en participar en el programa de intercambio de médicos. Dio la casualidad de que el administrador, buscaba un sustituto para un médico que hacía poco se había trasladado de Texas. Así que lo contrató de inmediato.

Sí, las cosas marchaban bien, controlaba la situación. Todo lo que tenía que hacer era ajustarse a su plan y utilizar a Lali Espósito para acceder a Nicolás Espósito, el camino, más directo para llegar a Rocío Igarzabal.

Y una vez que echara el guante a Rocío... le haría pagar caro el daño que le había hecho. Les haría pagar a todos. Nadie podía vencer a Benjamín Amadeo. Ni la Doña Perfecta de Lali, ni el idiota de Lanzani.

Bueno, en ese momento se complacía a sí mismo. Y no permitiría que una mujer como Rocío Igarzabal le ganara la partida.

Continuará…

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Chicas!... Lali sabe que tiene una sobrina, pero no sabe que Teo es Benja oki??....  listo ya no digo nada porque no hay que adelantar nada!... jaja además que cada vez las enredo más PERDON :P

Me gustó esa foto de Benja!... salió guapo =S  aunque prefiero a los morochos con lunares y que se parten mal! jaja...  HOY se estrena los únicos!... es hoy??... :O

Bueno me voy que tengan una linda noche y sueñen con los angelitos!...

osea Nico, Peter y Gas!... :P