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martes, 26 de junio de 2012

CAPÍTULO 01



Lali Espósito había olvidado el nombre de su novio.

—Yo, Lali, te tomo a ti... —Se mordisqueó el labio inferior. Su padre los había presentado unos días antes, aquella terrible mañana cuando los tres habían ido a por la licencia matrimonial. Después él se había esfumado y no lo había vuelto a ver hasta hacía sólo unos minutos.

Lali casi podía sentir la enérgica desaprobación de su padre, que se encontraba a su espalda, pero eso no era nada nuevo para ella. Lo había decepcionado incluso antes de nacer y nunca había conseguido que cambiara de opinión sobre su hija.

Se arriesgó a mirar de reojo al novio que el dinero de su padre había comprado. Un semental. Un auténtico semental de estatura imponente, constitución delgada pero fibrosa y extraños ojos color verde. A la madre de Lali le habría encantado.

Gime Espósito había muerto el año anterior, en el incendio de un yate cuando dormía en brazos de una estrella de rock de veinticuatro años. Lali ya podía pensar en su madre sin sentir dolor y sonrió para sus adentros al darse cuenta de que el hombre que estaba junto a ella hubiera sido demasiado mayor para Gime. Debía rondar los treinta años y su madre solía fijar el límite en veintisiete.

Tenía el pelo tan oscuro que parecía negro y unos rasgos cincelados que harían que su cara pareciera demasiado bella si no fuera por la mandíbula firme y el ceño amenazador. Pero Lali los prefería más maduros y conservadores. No por primera vez desde que la ceremonia había comenzado, deseó que su padre hubiera escogido a alguien menos intimidante.

Intentó tranquilizarse recordándose que no iba a tener que pasar más que unas pocas horas con su nuevo marido. Todo acabaría en cuanto tuviera oportunidad de exponerle el plan que se le había ocurrido. Por desgracia, el plan conllevaba romper unos votos matrimoniales que ella consideraba sagrados.

Empezó de nuevo, esperando que el nombre le viniera a la mente.

—Lali: Yo, Lali, te tomo ti... —La voz se le apagó.

El novio en cuestión no le dirigió ni una simple mirada y, por supuesto, tampoco intentó ayudarla. Permaneció con la vista al frente, y las inflexibles líneas de aquel duro perfil le provocaron a Lali un cosquilleo en la piel. Él acababa de formular sus votos, así que tenía que haber pronunciado el dichoso nombre, pero la falta de inflexión en su voz no había traspasado la parálisis mental de Lali y no se había enterado.

—Peter…  —masculló su padre detrás de ella, y Lali pudo deducir por el tono de su voz que apretaba los dientes otra vez. Para haber sido uno de los mejores diplomáticos de Estados Unidos no se podía decir que tuviera demasiada paciencia con ella.

—Lali: Yo, Lali... —tragó saliva —te tomo a ti, Peter... —volvió a tragar saliva —como mi horrible esposo.

Oh no. Hasta que no escuchó la exclamación de Emilia, su madrastra, no se dio cuenta de lo que había dicho. El peculiar sentido del humor de Lali tomó el control y sintió que le temblaban los labios. Él alzó las cejas, y esos ojos profundos la miraron sin una pizca de diversión. Resultaba evidente que el semental no compartía sus problemas para contener una risa inoportuna.

Finalmente, el bloqueo mental desapareció y el apellido del novio irrumpió en su mente. Lanzani. Peter Lanzani. Era otro de los rusos de su padre.

Como antiguo embajador en la Unión Soviética, el padre de Lali, Max Petroff, tenía infinidad de conocidos en la comunidad rusa, tanto allí, en Estados Unidos, como en el extranjero. La gran mano del novio tomó la de Lali, mucho más pequeña, y ella sintió la fuerza que poseía cuando le puso la sencilla alianza de oro en el dedo.

—Peter: Con este anillo, yo te desposo —dijo él con voz severa e inflexible.

Ella contempló el sencillo aro con momentánea confusión. Por lo que podía recordar, acababa de entrar en lo que Gime denominaba la fantasía burguesa del amor: el matrimonio. Y lo había hecho de una manera que nunca hubiera imaginado posible.

—... por el poder que me otorga el estado de Nueva York, los declaro marido y mujer.

Lali se tensó mientras esperaba que el juez invitara al novio a besar a la novia. Cuando no lo hizo, supo que había sido una sugerencia de Max para ahorrarle la vergüenza de verse forzada a besar esa hosca y recia boca. No entendía cómo su padre había pensado en ese detalle, que sin duda se les había pasado por alto a todos los demás. Aunque no lo admitiría por nada del mundo, Lali desearía haberse parecido más a él en ese aspecto, pero si no era capaz de encargarse ella sola de los acontecimientos más importantes de su vida, ¿cómo iba a ocuparse de unos simples detalles?

Sin embargo, detestaba sentir lástima de sí misma, de modo que apartó a un lado ese pensamiento mientras su padre se acercaba a ella para besarle fríamente la mejilla como colofón de la ceremonia. Esperaba alguna palabra de afecto, pero tampoco se sorprendió al no recibirla. Incluso consiguió no sentirse dolida cuando él se apartó.

Max señaló al misterioso novio, que se había acercado a las ventanas que daban a Central Park. Los había casado el juez Rhinsetler. Los otros testigos de la ceremonia eran el chófer, que había desaparecido discretamente para atender sus deberes, y la esposa de su padre, Emilia, que destacaba entre los demás con aquel cabello rubio ceniza.

—Emi: Felicidades, cariño. Forman una bonita pareja Peter y tú. ¿No te parece, Max?—Sin esperar respuesta, Emilia abrazó a Lali, envolviéndolas a las dos en una nube de perfume almizcleño.

Emilia simulaba sentir un cariño sincero por la hija ilegítima de su marido, y aunque Lali era consciente de los verdaderos sentimientos de su madrastra, reconocía el mérito de Emilia guardando las apariencias. No debía de ser fácil para ella enfrentarse a la prueba viviente del único acto irresponsable que Max había cometido en su vida, incluso aunque hubiera sido veinticinco años antes.

—Emilia: No sé por qué has insistido en ponerte ese vestido, querida. Sería perfecto para una fiesta, pero no para una boda —La mirada crítica de Emilia evaluó con severidad el caro vestido dorado de Lali, con el corpiño de encaje y el bajo bordado, que acababa unos quince centímetros por encima de la rodilla.
—Lali: Es casi blanco.
—Emi: El dorado no es blanco, querida. Y es demasiado corto.
—Lali: La chaqueta es muy discreta —señaló, alisando las solapas de la prenda de raso dorado que le caía hasta la parte superior del muslo.
—Emi: Una cosa no tiene nada que ver con la otra. ¿No podías haber seguido la tradición y ponerte algo blanco? ¿O haber escogido al menos algo de seda?

Ya que ése no iba a ser un matrimonio de verdad, Lali pensaba que, de haber tenido en cuenta la tradición, se estaría recordando a sí misma que estaba vulnerando algo que debería haber sido sagrado. Incluso se había quitado la gardenia que Emilia le había prendido en el pelo, aunque ésta se la había vuelto a colocar en el mismo lugar poco antes de la ceremonia.

—Emi: El novio no parece feliz —susurró. —No me sorprende. ¿Por qué no tratas de evitar decir alguna otra tontería por ahora? Y te lo digo en serio, haz algo con respecto a esa molesta costumbre que tienes de decir lo que piensas.

Lali apenas pudo reprimir un suspiro. Emilia nunca decía lo que pensaba en tanto que Lali casi siempre lo hacía, y tal alarde de sinceridad molestaba a su madrastra.

Dirigió una mirada furtiva a su nuevo marido y se preguntó cuánto le habría pagado su padre para que se casara con ella. La parte más irreverente de Lali se moría por saber cómo se había efectuado la transacción. ¿Dinero en efectivo? ¿Un cheque? «Perdón, Peter Lanzani, ¿acepta American Express?» Mientras observaba al novio declinar una mimosa de la bandeja que le había tendido el camarero, intentó imaginar lo que él estaría pensando.
___

«¿Cuánto tiempo más debo esperar antes de poder sacar a la mocosa de aquí?»

Peter Lanzani echó un vistazo a su reloj. Otros cinco minutos más, decidió. Observó cómo el sirviente que pasaba con la bandeja de bebidas se paraba a adularla. «Disfrútalo, señora. Pasará mucho tiempo antes de que puedas volver a hacerlo.»

Mientras Max le mostraba al juez un samovar antiguo, Peter contempló las piernas de su nueva esposa, expuestas ante todo el mundo gracias a eso que ella llamaba vestido de novia. Eran torneadas y bien proporcionadas, lo cual le hizo preguntarse si el resto de ese cuerpo femenino, oculto a medias por la chaqueta, sería igual de tentador. Pero ni siquiera el cuerpo de una sirena lo compensaría de tener que casarse a la fuerza.

Recordó la última conversación que mantuvo con el padre de Lali.

—Max: Es maleducada, atrevida e irresponsable —había dicho —Su madre fue una mala influencia para ella. No creo que Lali sepa hacer algo útil. Por supuesto, no es todo culpa suya. Lali estuvo pegada a las faldas de su madre hasta que murió. Es un milagro que no estuviera a bordo del barco la noche que se incendió. Tienes que tener mano dura con mi hija, Peter, o te volverá loco.

Lo poco que Peter había visto de Lali Espósito hasta ahora no le habían hecho dudar de las palabras de Max. La madre, Gime Espósito, había sido una modelo británica famosa hacía treinta años. Como los polos opuestos se atraen, Gime y Max Petroff habían tenido una aventura amorosa cuando él comenzaba a destacar como experto en política exterior; Lali era el resultado.

Max le había asegurado a Peter que le había propuesto matrimonio a Gime cuando ésta se quedó embarazada inesperadamente, pero ella se había negado a sentar cabeza. No obstante, Max había insistido en que siempre había cumplido con su deber de padre hacia su hija ilegítima.

Sin embargo, todo indicaba lo contrario. Cuando la carrera de Gime había comenzado a desvanecerse, se había convertido en asidua de fiestas. Y donde quiera que Gime fuera, Lali la acompañaba. Al menos Gime había tenido una profesión, pensó Peter, pero Lali no parecía haber hecho nada útil en la vida.

Mientras miraba a su nueva esposa con más atención, observó algún parecido con Gime. Tenían el mismo color de pelo, oscuro como el ébano, y sólo las mujeres que no salían de casa podían tener esa tez tan pálida. Sus ojos eran de un marrón inusual. Pero Lali era más menuda —también parecía más frágil— y no tenía los rasgos tan marcados. Por lo que recordaba de viejas fotos, el perfil de Gime había sido casi masculino, mientras que el de su hija era mucho más suave, especialmente en la pequeña nariz respingona y en aquella boca absurdamente dulce.

No era exactamente la típica chica bonita y tonta —era demasiado culta para eso —pero a él no le costaba imaginársela como el caro juguete sexual de un hombre rico.

Peter siempre había elegido con cuidado a sus compañeras de cama, y aunque le atraía ese pequeño cuerpo, prefería otro tipo de mujer, una que fuera algo más que un buen par de piernas. Le gustaban las mujeres que fueran inteligentes, ambiciosas e independientes y que no se guardaran nada para sí mismas. Podía respetar a una mujer que lo mandara a la mierda, pero no tenía paciencia con lloriqueos y pataletas. El mero hecho de pensar en eso hacía que le rechinasen los dientes.

Al menos tenerla bajo control no sería un problema. Miró a su esposa y curvó una de las comisuras de la boca en una sonrisita sardónica. «La vida tiene maneras de poner a las pequeñas chicas ricas y mimadas en el lugar que les corresponde. Y, nena, eso es lo que te acaba de pasar.»
___

Al otro lado de la habitación, Lali se detuvo delante de un espejo antiguo para mirarse. Lo hacía por costumbre, no por vanidad. Para Gime, la apariencia lo era todo. Consideraba que llevar el rímel corrido era peor que un holocausto nuclear. El nuevo corte de pelo de Lali, a la altura de la barbilla y un poco más largo por detrás, era ligero, juvenil y delicado.

Lali vio acercarse a su novio por el reflejo del espejo. Compuso una sonrisa educada y se dijo a sí misma que todo saldría bien. Tenía que ser así.

—Peter: Coge tus cosas, cara de ángel. Nos vamos —A ella no le gustó ni un ápice aquel tono de voz, pero había desarrollado un talento especial para tratar con personas difíciles y lo pasó por alto.
—Lali: María está haciendo un soufflé Grand Marnier para el convite de bodas, pero no está listo aún, así que tendremos que esperar.
—Peter: Me temo que no. Tenemos que tomar un avión. Tu equipaje ya está en el coche.
Necesitaba más tiempo. No estaba preparada para estar a solas con él.
—Lali: ¿No podemos coger un vuelo más tarde, Pitt? Odio decepcionar a María. Es una joya y hace unos desayunos maravillosos —Aunque la boca del hombre se había curvado en una sonrisa, los ojos parecieron taladrarla. Eran de un inusual color ámbar pálido que le recordaba a algo vagamente estremecedor. Aunque no podía recordar lo que era, ciertamente la inquietaba.
—Peter: Mi nombre es Peter, y tienes un minuto para llevar ese lindo trasero tuyo hasta la puerta —A Lali le dio un vuelco el corazón, pero antes de que pudiera reaccionar, él le dio la espalda y se dirigió a los otros tres ocupantes de la habitación con voz tranquila pero autoritaria —Espero que nos disculpen, pero tenemos que tomar un avión.

Emilia dio un paso adelante y le dirigió a Lali una maliciosa sonrisa.

—Emi: Vaya, vaya. Alguien está impaciente por celebrar la noche de bodas. Nuestra Lali es un bocadito apetecible, ¿verdad?
De repente, a Lali se le fueron las ganas de tomar el soufflé de María.
—Lali: Me cambiaré de ropa —dijo.
—Peter: No tienes tiempo. Estás bien así.
—Lali: Pero...
La firme mano de Peter se posó en su espalda y la empujó resueltamente hacia el vestíbulo.
—Peter: Supongo que éste es tu bolso. —Ante el asentimiento de Lali cogió el bolsito de Chanel de la mesita dorada y se lo tendió. Justo entonces, el padre y la madrastra de Lali se acercaron para despedirse.

Si bien ella no pensaba llegar más allá del aeropuerto, quiso escapar del contacto de Peter que la conducía hacia la puerta. Se volvió hacia su padre y se odió a sí misma por el leve tono de pánico en la voz.

—Lali: Tal vez tú podrías convencer a Peter de que nos quedemos un poco más, papá. Apenas hemos tenido tiempo de hablar.
—Max: Obedécele, Lali. Y recuerda que ésta es tu última oportunidad. Si me fallas ahora, me lavo las manos. Espero que hagas algo bien por una vez en tu vida.

Continuara... 
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Espero que les guste el primer cap!!
:D 

Laura Capozucca Pylypciw Lau la escritora se llama: Maureen Child!! :D y la serie se llama Una apuesta imposible... me cope con el comentario que hiciste de tu suegra!! jajaja   Vale ...=)  ahyy me re olvide subirla para deskargar!! jaja inmediatamente lo hago... Lucia14 MuCHA suerte con la operacion! yo desde acá te banco en todas Lu!... :D SOS GENiALL! LovexLaliyPeter totalmente Juli!! @Ari_StaFe Querida seguidora maricona! GROSSA! debo decirte que antes de vos nadie me habia llamado PERRA (va que se yo! de frente nadie) y debo admitir que me gusto jaja consejo para esta nove: mantene la cajita de pañuelos cerca ;)  @Angie_232alma ufa que bajon!!! no te preocupes yo te aviso!  


Besotessssssssss!

24 comentarios:

  1. me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  2. Ya me esta dando pena Lali desde este cap!

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  3. masssssssssssssssssssss

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  4. noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  5. Hahajajaja me encanta esta muy buena mas mas

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  6. DANIIIII QUIERO MAS NOVELA CAP 2 SOLO ESO TE PIDO DALE MI GENIA MAS NOVELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

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  7. Me podes pasar el link de donde te bajas las novees?? me ayudarías mil!!
    Gracias :)

    Ana

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  8. cajita de pañuelos? Nooo
    Ahora va Boda rara y esta!

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  9. Jaajajajaja me muero!!!
    masssssssssss
    me encantaaaaaaaaaaaaaaa

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  10. No entiendooo nada pero me agrada :)

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  11. Aaaaaaawww que tiernaaaaa muchisiisiimas gracias :') encerio es lindo saber eso =$ gracias por el cap, me encanto! !! Seguro qe va a estar buenisima la noveee ;) QUIEROOO MASSS POR FASSSSSS encima pobre Lali ya empezó mal jajajajaja xD massssss @LuciaVega14

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  12. Este peter no me termina de gustar mucho espero q cambie un poco con el pasar del tiempo y lali me da la sensación de q no va a hacer nada fácil de controlar por peter!

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  13. ¡K duro Peter!,empezamos mal con el carácter.Pobre Lali a pesar d decir lo k piensa ,parece bastante frágil.¡La k le espera!.

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  14. Peter cree que lali es igual que su madre, pobre Lali la juzgaron sin conocerla.
    Lali a pesar de hacerse la dura tiene miedo.
    Me encantó la nove.
    Masi_ruth

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  15. Me encantò la nove
    Me da pena Lali :( Y Peter es muy duro

    Mas nove...
    @Teen_Angels94

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  16. A mi me parece que Lali se la va a hacer dificil a Peter...
    Me encanta la nove!
    Espero mas pronto!!! un beso!!
    Pasate por la mia y comenta por favor!!

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  17. Me encanta esta nove creo que los dos estan muy equivocados acerca del otro.
    Gracias por avisarme y si un bajon,espero mas

    @Angie_232alma

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  18. Quiero mas capi se muy interesante te la nove

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  19. Estuve un tiempo lejos de las novelas pero no me aguente y volví a leerlas! Pq no sé que tienen tus noves que amo a todas!

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  20. por favor sube cuanto antes el siguiente capitulo muero por saber como sigue la historia :)

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  21. diosssssssssssssssss espero lo demas no me imagino lo
    ke puede pasar
    ahhhhhhhhhhhhhhhhh
    odio a ese padre
    =)

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  22. puedo traducir las noves para el portugues del Brasil porfa??
    Me encanta la nove!:)

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