Capítulo TRES

Las insoportables caniches empezaron a ladrar como locas en cuanto Peter detuvo el coche frente a la casa.

Haciendo una mueca, apagó el motor y miró hacia el jardín, donde las furiosas enanas estarían seguramente intentando arañar la valla para llegar hasta él.

Sacudiendo la cabeza, Peter bajó del coche y se preguntó de nuevo por qué aquellas perras lo odiaban tanto. Quizá en otra vida había sido empleado de la perrera o algo sí.

-Peter: ¡Calladas!... shhh —les gritó, aunque sabía que no valdría de nada. Todo lo contrario. Los ladridos aumentaron de volumen, como era de esperar— pesadas.

Lo único malo de vivir en el apartamento que le había alquilado a Angelina Espósito era soportar a sus perras. Pero era lo único.

Alquilar ese apartamento de una sola habitación era un buen acuerdo tanto para él como para Angelina. A la anciana le gustaba tener a alguien cerca por si le pasaba algo y él conservaba su intimidad, porque al apartamento se accedía sólo a través de una escalera exterior.

Además, no tenía que preocuparse por perderlo cuando lo enviaban de servicio al otro lado del mundo y disfrutaba de una dulce ancianita que cocinaba de maravilla y que de vez en cuando, lo invitaba a cenar. En general, merecía la pena soportar a Muffin y a Peaches.

Además, había otra cosa buena: Angelina era la abuela de su ex mujer y de ese modo, Peter mantenía una tenue conexión con Lali. Seguramente no era sano, pero aunque llevaban casi cinco años divorciados, Lali siempre estaba en sus pensamientos.

Los ladridos aumentaron de volumen cuando se dirigía a la escalera y él maldijo en voz baja a las «ratas peludas», como solía llamarlas cuando Angelina no podía oírlo. Pero entonces se abrió la puerta de la casa y...

Peter se quedó paralizado.

Era como si todo el aire que contenían sus pulmones se hubiera esfumado y una bola de algo duro se instalara en la boca de su estómago.

-Lali: A juzgar por tu expresión —dijo— no te alegras mucho de verme...

La luz del sol la iluminaba como si fuera una actriz en medio de un escenario. Sus enormes ojos castaños brillaban, divertidos. El largo pelo oscuro caía sobre sus hombros. Llevaba un top verde pálido sin mangas y... casi se alegraba de no poder ver nada más desde allí.

-Peter: Lali… —consiguió decir, después de tragar saliva— ¿Qué haces aquí?

-Lali: He venido para cuidar de «las niñas» mientras mi abuela está en Italia —Las niñas eran, por supuesto, Muffin y Peaches.

-Peter: Angelina no me dijo que fueras a venir.

-Lali: ¿Y por qué tenía que decírtelo?

-Peter: ¿Y por qué no iba a decírmelo? —replicó.

-Lali: Ah —sonrió— El mismo Peter de siempre. Contestando a una pregunta con otra pregunta.

Las perritas seguían ladrando y tenían que gritar para hacerse oír. Además, el corazón de Peter daba unos saltos muy preocupantes.

Angelina debería haberle advertido.

Debería haberle dado la oportunidad de irse de Baywater.

Pero, como seguramente intuía que saldría corriendo, ésa era la razón por la que no le había dicho nada. La anciana nunca había mantenido en secreto, que en su opinión, Lali y él deberían estar juntos. Era típico de ella intentar emparejarlos incluso estando a miles de kilómetros de distancia.

Y era demasiado tarde para hacer nada, de modo que debía calmarse.

Lali abrió la puerta del jardín y, enseguida, las perritas se lanzaron sobre Peter como si fueran lobas para morder los cordones de sus zapatillas y el bajo de los vaqueros. Él las miró, casi agradeciendo la interrupción.

-Peter: Déjenme en paz.

-Lali: No les gustas nada, ¿eh? —bromeó— Mi abuela me dijo que no se llevaban bien contigo, pero pensé que estaba exagerando.

Peter la oía, pero no estaba escuchando. Sencillamente, la miraba pensando que debería haberse quedado en el porche. Porque, como había imaginado, llevaba pantalones cortos. Y las piernas...

La sangre se le fue hacia esa zona del cuerpo que siempre respondía en presencia de Lali. Desde su primera cita, la atracción entre ellos había sido inmediata. Y seguía afectándole de la misma forma.

Lo peor que podía pasarle en aquel momento, pensó.

Porque dos semanas atrás había hecho esa maldita apuesta con su hermano Camilo. Dos semanas sin sexo y ya estaba de los nervios. Cuando hubieran pasado los tres meses, habría perdido la cabeza. Y la presencia de Lali no iba a ayudar nada.

-Peter: Angelina debería haberme dicho que ibas a venir  —Lali levantó la barbilla, desafiante, en un gesto que él recordaba bien. Sus peleas habían sido tan apasionadas como el sexo. Y el sexo siempre había sido increíble.

-Lali: Yo le pedí que no te lo dijera.

-Peter: ¿Por qué? —preguntó, moviendo el pie para quitarse a Peaches de encima. Pero, por supuesto, la perra ni se inmutó.

-Lali: Porque sabía que si te lo decía saldrías corriendo —Eso le molestó un poco, pero sólo porque tenía razón. Habría pedido que le pusieran horas extra, que lo mandaran a una misión secreta, que lo enviaran a Oriente Medio, cualquier cosa con tal de no estar allí.

¿Cuándo, se preguntó entonces, se había convertido en un cobarde?

Pero no quiso seguir pensando en ello porque el asunto era irrelevante.

-Peter: ¿Y por qué iba a salir corriendo?

-Lali: No lo sé —contestó ella, cruzándose de brazos. Al hacerlo, Peter se fijó en sus pechos, que se marcaban claramente bajo la tela de la camiseta. Y tuvo que hacer un esfuerzo para apartar la mirada—Pero siempre sales corriendo... —siguió Lali— Cada vez que he venido a visitar a mi abuela, tú, qué coincidencia, no estabas en casa.

No era ninguna coincidencia. Desde que se divorciaron, Peter había intentado evitarla.

-Peter: Quería ponértelo fácil. Que pudieras visitar a tu abuela sin tener que...

-Lali: ¿Ver al hombre que se divorció de mí sin darme una explicación? —terminó la frase por él. Seguía enfadada. Lo veía en el brillo de sus ojos. Y era lógico.

-Peter: Mira, Lali...

-Lali: No importa… —lo interrumpió ella— No quería empezar una discusión. Sólo quería verte.

Peter la observó, deseando poder leer sus pensamientos. Tratar con Lali nunca había sido fácil, pero siempre fue una aventura. Y si la conocía bien, quería algo más que decirle hola.

Pero, ¿la conocía de verdad?

Habían estado casados un año y llevaban cinco separados. De modo que quizá no, quizá no la conocía. A lo mejor había cambiado, se había convertido en una extraña. Esa idea lo dejó helado.

-Peter: ¿Por qué querías verme? —preguntó, suspicaz.

-Lali: Peter, tranquilízate. ¿No puede una saludar a su ex marido sin someterse a un interrogatorio?

-Peter: ¿Has venido desde California para decirme hola?

-Lali: Y para cuidar de dos...

-Peter: ...monstruos peludos —terminó la frase, intentando quitarse a Peaches del tobillo. Seguramente quería trepar por su pierna para morderle la yugular.

Lali soltó una carcajada y Peter la miró con el rabillo del ojo como un hombre hambriento mira un filete. Estaban divorciados, se recordó a sí mismo, pero el sonido de su risa le llegaba muy dentro, hasta sitios que llevaban mucho tiempo vacíos.

Continuará… 

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El reencuentro! yeeeee!! ^-^

HOLAA! antes que nada quería aclarar algo: YO... me equivoqué!... Aclaro, en el primer cap no mencione que Peter, Pablo y Vico son trillizos o sea son idénticos... y para que sea mejor les voy a cambiar el nombre si? Pablo de ahora en adelante es Germán y Vico es... Eliseo para evitar futuras confuciones! Perdón!! creo que me comí un párrafo y como siempre les pongo a los hermanos de Peter, Vico o Pablo me REE equivoqué! les juro que no me dí cuenta... lo sé, soy la peor adaptadora de ficciones Laliter del mundo jajajaja :) 

ca_amorlaliter: Gracias Dul!! y no me olvido que mañana cumplís 15!!! :D ansiosa?? aunque falta para la fiesta no... tengo un banner especial de cumpleaños y mañana lo pongo para vos, ese será mi regalo! :)

chiki_87  totalmente de acuerdo con vos!!! jaja nosotras tenemos el control!!  jaja vamos con el GIRL POWER!!...

+20 FIRMAS 

y mássss...

Perdón por el retraso!...