CAPÍTULO 10

Cuando Lali salió de la caravana por la tarde, se tropezó con una joven, espigada y rubia, que llevaba un chimpancé sobre los hombros. La reconoció como Jill, de «Jill y Amigos», un número en el que participaban un perro y el chimpancé. Tenía la cara redonda, la piel perfecta y el pelo con las puntas abiertas, algo en lo que Lali podría ayudarla si le daba la oportunidad.

—Bienvenida al circo de los Hermanos Quest —dijo la mujer. —Soy Jill.

Lali le devolvió la cordial sonrisa.

—Lali: Yo soy Lali.

—Jill: Lo sé. Alai me lo ha dicho. Éste es Frankie.

—Lali: Hola, Frankie. —Lali levantó la cabeza hacia el chimpancé encaramado en los hombros de Jill, luego dio un salto atrás cuando él le enseñó los dientes y chilló. Ya estaba bastante nerviosa tras un día sin nicotina y la reacción del chimpancé sólo consiguió exacerbarla aún más.

—Jill: Cállate, Frankie. —Jill le palmeó la pierna peluda. —No sé qué le pasa. Le gustan todas las mujeres.

—Lali: Los animales no suelen ser demasiado cariñosos conmigo.

—Jill: Eso es porque te dan miedo. Ellos siempre lo notan.

—Lali: Supongo que será eso. Me mordió un pastor alemán cuando era pequeña y desde entonces les tengo miedo a todos los animales. —El pastor alemán no había sido el único. Recordó una excursión del colegio a un zoo de Londres cuando tenía seis años. Se había puesto histérica cuando una cabra había comenzado a mordisquearle el uniforme.

Una mujer con unos pantalones bombachos negros y una camiseta enorme se acercó y se presentó como Madeline. Lali sabía que era una de las chicas que había entrado a la pista a lomos de uno de los elefantes. Su ropa informal hizo que Lali se sintiera demasiado arreglada. Había querido tener buen aspecto en su primer día en la taquilla; para ello se había puesto una blusa de seda color marfil con unos pantalones gris perla de Donna Karan en lugar de los vaqueros y la camiseta del outlet que Peter había insistido en comprarle antes de llegar.

—Jill: Lali es la novia de Peter—dijo sonriendo.

—Madeline: Ya lo he oído —contestó —Qué suerte la tuya. Peter está como un tren.

Lali abrió la boca para decirles a esas chicas que era la esposa de Peter, no su novia, pero se echó hacia atrás cuando Frankie comenzó a gritarle.

—Jill: Calla, Frankie. —le dio al chimpancé una manzana, luego miró a Lali con el evidente placer de quien ama un buen cotilleo. —Peter y tú deben ir en serio. Jamás había visto que trajera a una chica a vivir con él.

—Madeline: A Euge le va a dar un ataque cuando regrese. —Parecía que a Madeline le complacía tal posibilidad.

Frankie miró a Lali fijamente, poniéndola tan nerviosa que le costó prestar atención a las dos jóvenes. Observó alarmada que Jill bajaba al chimpancé al suelo, donde se le agarró firmemente a la pierna.

Lali dio otro paso atrás.

—Lali: No tendrás una correa por ahí, ¿verdad?

Jill y Madeline se rieron.

—Jill: Está amaestrado —dijo —no necesita correa.

—Lali: ¿Seguro?

—Jill: Sí. ¿Cómo se conocieron Peter y tú? Jack Daily, el maestro de ceremonias, nos ha dicho que Peter no le ha contado nada de su amiguita.

—Lali: Soy algo más que su amiguita. ¿Estás segura sobre la correa?

—Jill: No te preocupes. Frankie no le haría daño ni a una mosca.

El chimpancé pareció perder interés en ella, y Lali se relajó.

—Lali: No soy la amiguita de Peter.

—Madeline: ¿No están viviendo juntos? —preguntó.

—Lali: Claro que sí. Soy su mujer.

—Jill: ¡Su mujer! —soltó un chillido de placer que estremeció a Lali hasta la punta de los pies. —¡Peter y tú están casados! Es genial.

Madeline miró a Lali con resentimiento.

—Madeline: Voy a fingir que me parece bien, aunque llevo más de un mes intentando ligármelo.

—Jill: Tú y medio circo —rio.

—¡Lali ---  Lali!

Vio que Alai la llamaba a voces desde el lado del patio.

—Alai: ¡Lali! —gritó la adolescente. —Peter dice que te estás retrasando. Está bastante mosqueado contigo.

Lali se sintió avergonzada. No quería que aquellas chicas supieran que Peter y ella no se habían casado por amor.

—Lali: Es un impaciente. Supongo que será mejor que me vaya. Encantada de haberos conocido. —Se dio la vuelta con una sonrisa, pero sólo había dado unos pasos, cuando sintió un golpe en la espalda. —¡Ay! —Se volvió con rapidez y vio una manzana mordida en el suelo al lado de ella. Más allá, Frankie gritaba con deleite mientras Jill le dirigía una mirada avergonzada.

—Jill: Lo siento —gritó. —No sé por qué actúa de esta manera. Deberías estar avergonzado, Frankie, Lali es nuestra amiga.

Las palabras de Jill mermaron el deseo de Lali de estrangular a la pequeña bestia, así que se despidió de las dos mujeres con la mano y se dirigió hacia la caravana de la taquilla.

Alai se puso a su lado y ajustó su paso al de ella.

—Alai: Quería pedirte perdón por haber sido grosera contigo ayer. Estaba de mal humor.

Lali sintió que por fin veía a la persona que se ocultaba tras aquella fachada de hostilidad.

—Lali: No pasa nada.

—Alai: Peter está muy cabreado. —Lali se sorprendió al oír un atisbo de simpatía en la voz de Alai. —Euge dice que es el tipo de hombre que nunca está demasiado tiempo con una mujer, así que estate preparada para... ya sabes.

—Lali: ¿Qué?

—Alai: Ya sabes. Para que pase de ti. —Soltó un suspiro de pesar. —Debe de ser una pena ser su novia tan poco tiempo.

Lali sonrió.

—Lali: Yo no soy su novia. Soy su mujer.

Alai se paró en seco y se puso pálida.

—Alai: ¡No es cierto!

Lali también se detuvo y, cuando vio la reacción de la chica, le tocó el brazo con preocupación.

—Lali: Peter y yo nos casamos ayer por la mañana, Alai.

Alai se zafó de ella.

—Alai: No te creo. ¡Mientes! Sólo lo dices porque yo no te gusto.

—Lali: No estoy mintiendo.

—Alai: Peter no se ha casado contigo. ¡No lo ha hecho! ¡Euge me dijo que él jamás se casaría!

—Lali: Pues Euge se ha equivocado. -Para asombro de Lali, a Alai se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Alai: ¡Te odio! ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Odio que te hayas burlado de mí! —Dio varios pasos hacia atrás antes de volverse y correr hacia las caravanas. Lali la siguió con la mirada, intentando comprender la razón de la hostilidad de la chica hacia ella. Sólo se le ocurrió una explicación. Alai debía de estar enamorada de Peter.

Lali experimentó una inesperada punzada de compasión. Recordaba demasiado bien lo que se sentía al ser una adolescente sin ningún control sobre las acciones de los adultos que la rodeaban. Con un suspiro, se encaminó al vagón rojo.

Continuara....

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