Enero de 1883
—Mi querido primo, el gran
duque Alexei, se casa hoy —dijo la condesa Von Loffler—Lisch, conocida más
cariñosamente como la tía Ploni, diminutivo de Appolonia. Era prima en segundo
grado de la madre de Peter y había venido desde Niza para asistir a la boda—.
Me han dicho que la novia no es nadie, una cazafortunas.
Lo mismo dirían de él si no
estuviera en línea directa de sucesión de un título ducal, se dijo Peter,
irónicamente. En cambio, sería Lali quien cargaría con el peso del sarcasmo que
su apresurada boda iba sin duda a generar, por sus hazañas en la escalada
social.
—Seguro que la boda de su
noble primo habrá sido un evento grandioso —dijo Peter.
—Muy probablemente. —La
anciana condesa asintió. Tenía el pelo de un raro matiz de pura plata y llevaba
un complicado peinado—. Zut! No puedo recordar el nombre de la novia. ¿Marta?
¿Scheffer—Stesel? ¿O ni siquiera se llama Marta?
Peter sonrió. La tía Ploni era
famosa por su prodigiosa memoria. Debía irritarla en extremo no poder recordar
algo que tenía justo en la punta de la lengua.
Se sentó junto a ella y le
sirvió más curasao en una copita.
—¿De dónde es la novia?
—De algún sitio en la frontera
con Polonia, creo.
—Conocemos a algunas personas
de allí —dijo él. A Martina, por ejemplo.
La condesa frunció el ceño y
trató de concentrarse en medio de la animada conversación que fluía en el
magnífico salón de Twelve Pillars. Treinta de los parientes de Peter habían
llegado del continente para asistir a su boda, pese a haberlos avisado con tan
poco tiempo. Y su madre estaba encantada de poder recibir, por fin, en una
mansión propia, por abandonada que estuviera.
—¿Schwein? —La tía Ploni se
negaba a rendirse—. Detesto hacerme vieja. Cuando era joven, nunca olvidaba un
nombre. Veamos. ¿Schwan?
—¿Schnur? ¿Von Schottenstein? —dijo Peter,
bromeando. Estaba de muy buen humor. A la mañana siguiente a esa misma
hora se casaría con la joven más extraordinaria que había conocido nunca. Y por
la noche...
—¡Stoessel! —exclamó la
condesa—. ¡Eso es! Todavía no he perdido del todo la chaveta.
—¿Stoessel? —Una vez se había
electrocutado accidentalmente durante un experimento en la Polytechnique. Ahora
sentía exactamente la misma descarga en las puntas de los dedos—. ¿Se refiere a
la viuda del conde Georg Stoessel?
—Cielo santo, no es tan
horroroso. Hablo de su hija, Martina, ese es su nombre, no Marta. El pobre
Alesha está loco por ella.
Algo sonaba en su cabeza, una
incipiente alarma que intentaba ahogar. Los títulos que tenían su origen en el
Sacro Imperio Romano se transmitían en perpetuidad por línea masculina. Bien
podría haber otro conde Georg, de una rama lateral de la familia Stoessel, que
tuviera una hija casadera llamada Martina.
Pero ¿qué probabilidades
había? No, se trataba de su Martina, de aquella cuya felicidad había esperado
garantizar, en un tiempo. Pero ¿cómo? ¿Cómo se podía casar con dos hombres en
un mes? Simplemente no podía. O bien la condesa se equivocaba o la propia Martina
se equivocaba. Una alternativa ridícula, claro. Por supuesto, Martina sabía
cómo se llamaba el hombre con quien iba a casarse. La condesa debía de estar
equivocada.
—La conocí hace años, cuando
estábamos en San Petersburgo —dijo, cautelosamente—. Creía que se había casado
con un príncipe polaco.
La condesa soltó un bufido.
—Vaya, eso sí que sería
interesante, una bígama real y auténtica. Por desgracia, no tengo ninguna
esperanza de que ese sea el caso. Según Alesha, su futura esposa es pura como
los campos de hielo del Ártico y tiene una madre que vigila cada paso que da.
Debes de estar equivocado, muchacho.
El clamor dentro de su cabeza
se acrecentó. Se sirvió un vaso lleno del digestivo y se lo bebió de un largo
trago. El coñac que era la base del licor le quemó la garganta, pero apenas si
lo notó.
—Son solo las dos de la tarde.
Un poco temprano para empezar tu última borrachera de soltero, ¿no? —dijo
riendo la tía Ploni—. No empezarás a tener el corazón en un puño, ¿eh?
No habría sabido si tenía el
corazón en un puño. No notaba ninguna parte de su cuerpo. Lo único que sentía
era confusión y una creciente sensación de peligro como si el sólido suelo bajo
sus pies se hubiera cuarteado de repente, abriendo una tela de araña de grietas
oscuras, fisuras y fracturas hasta donde alcanzaba la vista.
Se levantó y se inclinó ante
la condesa.
—No creo. Pero le ruego que me
disculpe, mi noble prima. Hay un pequeño asunto que requiere mi atención.
Espero verla de nuevo en la cena.
Peter no conseguía pensar con más claridad fuera
del salón. Recorrió los pasillos silenciosos, llenos de corrientes de aire,
mientras le daban vueltas por la cabeza retazos de lo que la tía Ploni había
dicho, igual que gallinas presas del pánico al enfrentarse a la invasión de una
comadreja.
No entendía exactamente por
qué, pero estaba asustadísimo. Lo que más miedo le daba era que, en lo más
profundo de su ser, sabía que la tía Ploni no se había equivocado.
Al doblar un recodo del
pasillo, cerca de la parte frontal de la casa, chocó contra un joven lacayo que
llevaba una bandeja con cartas.
—¡Perdón, milord! —El
sirviente se disculpó de inmediato y se agachó para recoger las misivas
esparcidas.
Mientras recogía las cartas, Peter
vio dos dirigidas a él. Reconoció la letra de sus amigos. El nuevo trimestre de
la universidad había empezado ya; debían de estar preguntándose por qué no
había vuelto. No había informado a sus compañeros de clase de su inminente
boda; Lali y él habían decidido dar una recepción sorpresa en París, en el
espacioso piso que su agente había localizado para ellos en la montagne
Sainte-Geneviève, en el Barrio Latino, a un paso de sus clases. Ya habían
puesto unas cuantas piezas de mobiliario en el piso, donde también se habían
instalado una cocinera y una doncella para preparar su llegada.
Alargó la mano hacia la
bandeja.
—Ya me las quedo yo, Elwood.
Elwood parecía desconcertado.
—Pero, señor, el señor Beckett
dijo que todas las cartas debían entregársele a él primero, para poder
seleccionarlas.
—¿Desde cuándo?
—Desde justo después de la
última Navidad, señor. El señor Beckett dijo que a su excelencia no le gustaba
recibir tantas cartas pidiéndole dinero para obras benéficas.
¿Cómo? Peter casi pronunció la
palabra en voz alta. Su padre no había tropezado en toda su vida con un mendigo
para quien no le sobrara una moneda. Era su bondadoso corazón lo que, en parte,
los había empobrecido.
Una sospecha atroz estaba
empezando a concretarse en la cabeza de Peter. Quería apartarla de su mente,
golpearla con algo pesado y fuerte —un bate, una maza— para disipar los
filamentos de las deducciones e inferencias que amenazaban con ahogar su
perfecta felicidad. Quería olvidar lo que acababa de saber sobre el mayordomo,
no hacer caso del clamor que bullía dentro de su cabeza, que se había
convertido en una sirena a toda marcha, y fingir que todo estaba exactamente
como debía estar.
Al día siguiente iba a
casarse. Ardía en deseos de acostarse con aquella mujer. Ardía en deseos de
despertarse junto a ella todas las mañanas, de deleitarse con su adoración, de
disfrutar de su temple.
—Está bien, llévaselas a
Beckett —dijo.
—Sí, señor.
Peter miró cómo el lacayo se
alejaba por el pasillo.
«Deja que se vaya. Deja que se
vaya. No hagas preguntas. No pienses. No investigues.»
—¡Espera! —ordenó.
Elwood se volvió, obediente.
—¿Sí, señor?
—Dile a Beckett que quiero
verlo en mis aposentos dentro de quince minutos.
Continuará...
Esto si que no esta bueno. Subi massss
ResponderEliminar+++++++++++++++
ResponderEliminarOoh se va a descubrir la mentira?? Otroooo :)
ResponderEliminarMaasss me encantaa
ResponderEliminar++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarQue Peter no investigue nada!
ResponderEliminarAllá va a no quedarse con la duda.
ResponderEliminarMe temo k será el comienzo del fin para Lali.
Aah no! Jaja si ve, hubiera dejado las cosas así y no habrían tenido un matrimonio alejados por 10 años
ResponderEliminarNoo ahí fue donde se entera y porque aún así se casa con Lali ?
ResponderEliminarMasss
ResponderEliminarnoo porquee? subi mas me cada vez me gusta masss
ResponderEliminarMe encanta
ResponderEliminarYo hasta hora no entiendo jajaja
ResponderEliminarExtraña tus noves
Ahora se entera? Entonces justo antes de la boda? Y si se entera antes de la boda, como es que sigue con el evento??...
ResponderEliminarMadre mía que adicción tengo con esta novela...
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ me encant esta noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee besos Naara
ResponderEliminar++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarMas mas mas mas mas
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