13 de mayo de 1893
El coche de punto se detuvo.
—Ya hemos llegado, caballero
—dijo el cochero.
Una larga hilera de landos y
clárens bordeaba toda la acera alrededor de la residencia Tremaine. Al parecer,
su esposa daba una fiesta a la que asistían unas treinta o cuarenta personas. Peter
había estado ausente cuatro días visitando a sus padres. ¿Es que ella celebraba
ya su desaparición de la faz de la tierra?
El mayordomo, aunque
consternado por su regreso, lo ocultó hábilmente bajo una capa de puntillosa
solicitud. Milord debe de estar cansado. ¿Milord querría tomar un baño?
¿Afeitarse? ¿Qué le llevaran la cena a sus aposentos? Peter casi esperaba que
le ofreciera una dosis de láudano, para que milord cayera rápidamente en un
profundo sueño, de forma que la soirée de milady pudiera continuar sin
obstáculos.
—¿Se esperan más invitados?
—preguntó. Debía de ser así, si iba a haber un baile.
—No, señor —respondió Goodman
ceremonioso—. Solo es una cena.
Peter consultó la hora. Las
diez y media. A estas alturas los invitados estarían en el salón, tanto los
hombres como las mujeres, preparándose para despedirse en la siguiente media
hora, para poder seguir con la ronda de bailes y soirées dansantes.
Abrió la doble puerta del
salón y lo primero que vio fue a su esposa, espléndida con un exceso de
diamantes y plumas de avestruz. Junto a ella había un hombre excepcionalmente
apuesto que, con el ceño fruncido, parecía estar reprendiéndola. Ella lo
escuchaba con una expresión de exagerada paciencia.
Lentamente, de uno en uno y
luego de dos en dos y de tres en tres, los invitados comprendieron quién era
él, aunque ninguno lo conocía. El murmullo de las conversaciones se fue
apagando, hasta que incluso ella tuvo que mirar hacia la puerta para ver qué
era lo que había provocado el silencio.
Sus labios se tensaron al
descubrir su presencia, pero no dejó pasar ni un segundo antes de que una
sonrisa alegre y falsa apareciera en sus labios, y se acercó a él.
—Peter, ya estás de vuelta.
Ven, te presentaré a algunos de mis amigos. Todos se mueren de ganas de
conocerte.
Qué insolencia tan increíble.
Qué desfachatez. Peter cogió a su esposa por los codos, la acercó y la besó
suavemente en la frente. Había oído decir que el suyo era el matrimonio más
civilizado de toda la sociedad. Bien, para qué iba él a contradecir esa
opinión.
—Por supuesto. Estaré
encantado.
Siguiendo el ejemplo de Lali,
sus invitados lo recibieron amigablemente, aunque la mayoría no consiguieron
actuar con su misma soltura. Ella le presentó al hombre apuesto de su
tête-à-tête en último lugar y, para entonces, junto a él había una mujer alta y
morena tan singularmente atractiva como él.
—Permitan que les presente a
lord Tremaine —dijo su esposa— Peter, lord y lady Wrenworth.
Así que este era lord
Wrenworth, el Caballero Ideal, según la señora Espósito, y antiguo amante de Lali.
—Es un placer, milord —dijo
lord Wrenworth, con toda la untuosa inocencia de un hombre que nunca le hubiera
puesto los cuernos a Peter.
Peter descubrió que casi se
estaba divirtiendo. Apreciaba un poco de farsa.
—Lo mismo digo. ¿No será usted
el mismo Pablo Wrenworth que firmaba aquel fascinante artículo sobre la captura
de cometas por Júpiter?
Esto los desconcertó a todos,
especialmente a lady Tremiane.
—¿También es usted un
entusiasta de la astronomía, milord? —preguntó lady Wrenworth, con tono
indeciso.
—Sin ninguna duda, mi querida
señora —respondió Peter con una sonrisa.
Su esposa miró incómoda a su
antiguo amante.
Los invitados, ante el dilema
de tener que elegir entre ser los primeros en observar y chismorrear sobre la
aparición de los Tremaine juntos, en público, o asistir a un baile no tan
diferente de algún otro al que habían acudido tres días antes, se olvidaron de
marcharse.
Peter no los decepcionó. Era
un anfitrión encantador, pero mejor todavía, era franco en grado sumo.
«¿Cuánto tiempo pensaba
quedarse en Inglaterra?» Un año, por lo menos.
«¿Le gustaba su casa?» Su
casa, que le gustaba sobremanera, estaba en la Quinta Avenida, en Manhattan.
Pero la residencia de su esposa le parecía muy agradable.
«¿No tenía lady Tremaine un
aspecto magnífico esta noche?» Magnífico era una palabra demasiado insípida.
Conocía a Lali desde que era prácticamente una niña y su aspecto siempre había
sido espectacular.
«¿Conocía ya a lord Benjamín Amadeo»
¿Lord qué?
Después de la medianoche, y
después de unos cuantos recordatorios intencionados de su esposa sobre sus
siguientes compromisos, sus invitados se dispusieron por fin a marcharse. Lord
y lady Wrenworth fueron los últimos en irse. Mientras lady Wrenworth salía
fuera, lord Wrenworth se volvió, atrajo a Lali hacia él y le susurró algo al
oído, como si su esposo no estuviera a solo unos pasos de distancia.
Ella se echó a reír con una
súbita carcajada de regocijo, y empujó, literalmente, a lord Wrenworth a la
calle.
—Déjame que lo adivine. ¿Te ha
propuesto un ménage à trois? —preguntó Peter, sin darle importancia, mientras
subían las escaleras uno al lado del otro.
—¿Pablo? No. Desde que se
casó, se ha convertido en un aburrido defensor del hogar y la familia. De
hecho, antes de que tú llegaras, se ha pasado toda la noche argumentando muy
fastidiosamente contra el divorcio. —También ella fingió de una manera encantadora—.
Bien, si quieres saberlo, ha dicho: «Follatelo hasta dejarlo sin sentido».
—¿Y vas a seguir su sabio
consejo?
—¿Respecto a olvidarme del
divorcio o a follarte? —dijo riendo, con su inconfundible aureola de atractivo
sexual—. En esta coyuntura no acepto los consejos de lord Wrenworth ni de nadie
lo bastante estúpido para pensar que debería seguir casada contigo.
Francamente, esperaba algo mejor de él. Benjamín lo considera un amigo.
«Pobre Benjamín», pensó él.
—Bien —dijo ella mientras se
disponían a irse cada uno por su lado—, ¿debo esperar tu visita esta noche?
—Es poco probable. No quiero
descomponerme el estómago. Pero estate atenta los próximos días.
Ella puso los ojos en blanco.
—Se me hará muy larga la
espera.
Le había dicho lo mismo antes,
una vez, el último día de su efímera felicidad. Entonces lo había dicho de
verdad, con las mejillas arreboladas de placer y anticipación.
—A mí no —respondió él.
Ella suspiró, un cansado
aleteo en el aire.
—Vete al infierno, Peter.
Continuará...
Muy directa Lali.
ResponderEliminarY muy estúpido Peter con ella.
Massssss
ResponderEliminar+++++++++++++++
ResponderEliminar+++++++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
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ResponderEliminar@x_ferreyra7
Me encanto lali!
ResponderEliminarEspero el siguiente cap :)
@ligiaelenaCM
Y qur fue lo que paso entre estos cuando el se fue?? Otroo
ResponderEliminarYa! Jajaja ya quiero saber bien que fue lo que paso antes para que todo esté así!
ResponderEliminarMe encanta! Quiero mas
Un beso
Lali directisima,y peter un autentico estupido!!!!
ResponderEliminarPor favor subi pronto, que ya no aguanto
ResponderEliminarYa quiero saber q paso entre ellos porq su relación es así
ResponderEliminarDe verdad que la intriga que tengo de por qué Peter se fue por tanto tiempo empieza a ponerme nerviosa jajaja
ResponderEliminarLa verdad q prefiero el otro tipo de historias
ResponderEliminarAl fin al dia,perdon la demora estoy cortisima de tiempo,una lali asi en esa epoca ha de haber sido una revolucion y Peter se mete a todos en el bolsillo JAJA
ResponderEliminarNecesito con urgencia maratón porfaaa!!Estoy enganchadisiiiiiiiiiiíiima a tu nove es muy buena!!!!
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