Capítulo 41 y 42

—Peter: Ya estás aquí.

—Lali: He llegado un poco pronto.

Peter apartó la mirada y la dirigió al hombre que tenía al lado.

—Peter: Señor Flannigan... mi esposa, la señora Lanzani.

Tras dedicarle un amistoso gesto con la cabeza, Flannigan se aclaró la garganta.

—Yo... eh... Voy a ver qué están haciendo los chicos en la planta de abajo.

En cuanto salió de la habitación, Lali caminó hacia Peter nerviosa, preguntándose por qué la miraba con tanta intensidad.

—Lali: Hay un montón de hombres en casa... —empezó a decir.

—Peter: Acabarán pasado mañana. Había que hacer algunas reparaciones.

—Lali: Por lo que he podido ver, la casa es encantadora.

—Peter: No tenemos todavía muchos muebles. Apenas una cama, algunas mesas y unas pocas sillas... —dijo mirando hacia la cajonera—. Y esta...

—Lali: ¿Monstruosidad?

—Peter: Eso siendo amables.

—Lali: ¿Aberración? —propuso acercándose un paso más.

—Peter: Eso está mejor.

¿Sería inapropiado besarlo antes de que él lo hiciese? Decidió que no. Colocó las manos en su pecho impulsivamente y le besó en la afeitada mejilla.

—Lali: ¿Cómo te han ido las cosas estos últimos dos días? ¿Has estado muy ocupado? —le preguntó. Él la rodeó la cintura con los brazos sin pensarlo siquiera. Era la primera vez que ella se le acercaba sin haber sufrido ningún tipo de coacción.

Al mirarla inclinando la cabeza, el recuerdo de sus propias palabras se interpuso en aquel agradable ritual.

«Vas a comportarte como la señora Lanzani ante mí y ante los demás...»

Peter lamentaba aquellas palabras más que cualquier otra cosa que hubiese hecho jamás. Sabía que ella las tenía tan presentes como él. Pero al mirar aquellos enormes ojos cafés, no vio otra cosa que dulce ingenuidad. Le habría gustado creer en lo que veía. ¿A qué estaba jugando Lali? Al parecer, se limitaba a hacer lo que le había pedido que hiciese.

«Vas a comportarte como la señora Lanzani ante mí...» 

Frunció el ceño, inclinó la cabeza y buscó sus labios con rabia, intentando alcanzar lo más profundo de su boca con la lengua para estar absolutamente seguro de que la respuesta de Lali era genuina. Una mágica dulzura creció entre ambos, más embriagadora que el vino, y Peter aflojó la tensión al sentir que Lali se relajaba entre sus brazos. Tenía el rostro arrebolado, los ojos aturdidos y los labios entreabiertos.

—Lali: Mi... mi padre está abajo... —dijo— con la vajilla y las cajas, y... el carromato...

—Peter: Puede esperar cinco minutos más. No va a ir a ninguna parte. —pasó la cabeza por debajo del ala del sombrero y la besó de nuevo. Lali deslizó las manos por su cintura y las llevó a la espalda de su marido, amoldando cada centímetro de su cuerpo al de él, respondiéndole con la misma pasión hasta que Peter gruñó—. Es tan estupendo abrazarte —murmuró colocando las manos a ambos lados de su cara y robándole unos cuantos besos de sus labios—. Maldita sea. Tendremos que esperar un buen rato hasta tener algo de privacidad. Cuando tu padre se haya ido y todos los demás también, tendremos que acudir a una cena...

—Lali: Podríamos olvidarnos de esa cena.

—Peter: Señora Lanzani... —dijo arrastrando las palabras, y ella se puso roja como un tomate al apreciar la maliciosa sonrisa de su marido—. Ojalá pudiéramos. Pero le dije a Pablo que tendríamos que comer fuera de casa durante los próximos días hasta que contratásemos el servicio, y él insistió en que cenásemos con él esta noche en el Parker House.

Lali suspiró con fuerza, demostrando su pesar por la larga noche que les esperaba. Pasarían horas y horas antes de que pudiesen estar juntos, a solas, y supo en ese momento lo mucho que deseaba estar a solas con él. 

Estaba ansiosa por descubrir lo lejos que iba a llevarla ese nuevo comienzo.

—Peter: Tenemos que ir —dijo golpeándole suavemente con la punta de un dedo en el mentón; le brillaban los ojos—. Pero después te compensaré. Te doy mi palabra.

—Lali: ¿Tu palabra de caballero?

—Peter: Por supuesto.

—Lali: Prefiero algo más fiable —respondió ella con una mirada seductora que provocó que él sonriese.

—Peter: Después —murmuró, y la dejó ir a regañadientes.

Capítulo 42

Pablo Martínez era más o menos como Lali había esperado que fuese. Le dedicó una primera mirada cuando les estaban conduciendo, a ella y a Peter, a una discreta mesa muy bien colocada del comedor del Parker House.

Pablo le tomó la mano, se la llevó a los labios en un gesto al que parecía estar acostumbrado y realizó todos los cumplidos de rigor. Vestido, al igual que Peter, con un traje a medida, unos inmaculados y brillantes zapatos y una estrecha corbata, poseía un innegable glamour que destacaba respecto al encanto de Peter.

Era alto. —unos cuatro o cinco centímetros más bajo que Peter— y su cabello negro, así como sus duras facciones, le aportaban un aspecto distante aunque atractivo. Cuando sonreía, resultaba doblemente atractivo, pero durante toda la cena sus sonrisas no parecían alcanzar a sus ojos.

Tras intercambiar algunos comentarios sobre Boston y pedir los platos, Pablo se volvió hacia Lali.

—Pablo: Espero que haber dejado Concord para establecerse en Boston no le haya supuesto un serio contratiempo, señora Lanzani.

—Lali: En absoluto. Ha resultado muy sencillo, a decir verdad. —Le dedicó una juguetona sonrisa a Peter y añadió—: Solo espero que sean capaces de poner en marcha el Examiner tan rápido como yo voy a intentar poner la casa en orden.

—Pablo: Por desgracia, nos va a tomar algo de tiempo —dijo para aclarar las dudas, y dio un trago de su copa de vino al tiempo que miraba con desinterés hacia el salón.

Lali comprendió que no tenía la más mínima intención de discutir con ella sobre cuestiones de negocios o de hablar de nada que tuviese que ver con el periódico.

Recordó en ese momento lo que le había dicho Peter cuando iban de camino al Parker House, que Pablo acostumbraba tratar a las mujeres como si no tuviesen nada en la cabeza. Lali se volvió hacia Peter y este le dedicó un encogimiento de hombros y una mirada que venía a decir «Ya te lo dije».

—Lali: ¿Ha sido necesario despedir a muchos de los antiguos empleados? —preguntó dispuesta a proseguir con el tema del Examiner.

Peter sonrió lentamente antes de responder, consciente de que lo que pretendía era provocar a Pablo.

—Peter: Gran parte del equipo editorial. Y también hemos tenido que permitir que se fuesen unos cuantos reporteros. Tenemos que encontrar nuevos reporteros a los que no les asuste correr algunos riesgos.

—Lali: ¿De dónde los van a sacar?

A Pablo pareció incomodarle la pregunta.

—Pablo: ¿De aquí y de allí? —dijo evasivamente.

—Peter: No hay razón alguna para dejar de lado a mi mujer, Pablo. —Miró a Lali a la cara; estaba expectante—. Los reporteros, por lo general, se pueden encontrar en las trastiendas de las imprentas, La. Pero me da la impresión de que tendremos más suerte si los buscamos en otros lugares. —Bajó la voz y le dio un tono conspirador tras guiñarle el ojo—. Si tenemos suerte, podremos robarles unos cuantos al Journal y al Herald.

—Lali: ¿En serio? ¿Pero eso no es poco ético?

—Peter: Muy poco ético. Pero es barato y menos problemático que formar a nuevos reporteros. Si ya tienen experiencia, podremos llegar más lejos.

—Lali: ¿Y qué les ofrecerán para que dejen los periódicos en los que trabajan? ¿Más dinero?

—Peter: Eso y unas condiciones razonables de trabajo. Y también les propondremos algunos retos.

—Lali: ¿Qué tipo de retos?

Pablo cortó la conversación.

—Pablo: Es muy largo de explicar, señora Lanzani. Estoy seguro de que le aburriría.

—Lali: Al contrario, señor Martínez. —Lo miró directamente a los ojos—. Estoy interesada en todo lo relacionado con los negocios de mi marido...

—Peter: Un interés —añadió con sequedad— que yo, al parecer, no he limitado en absoluto.

—Lali: Y acerca de los reporteros... —le dijo a Peter, que sonrió aprobando sus directas preguntas.

—Peter: Lo primero que vamos a hacer es prohibir esa ridícula prosa tan elaborada que a alguien se le ocurrió poner de moda. No quiero que nada sea engolado... Mi intención es conseguir que el lector medio pueda entenderlo todo. Y, por lo general, los reporteros no son lo bastante escépticos. Toman notas de lo que oyen y ven sin hacer preguntas, sin profundizar ni analizar. Hay montones de lectores que no pueden interpretar lo que leen, y parte de la responsabilidad del periódico es ayudarles a entender las noticias.

—Lali: ¿Pero cómo sabes que tu forma de interpretarlas es la correcta?

—Peter: Bueno, eso siempre será cuestión de opinión. En teoría, se supone que vamos a ser objetivos e imparciales, pero muy pocos periódicos lo son. El Examiner va a sentar unas nuevas bases al respecto. Y, sin duda, tendremos un fulgurante éxito o iremos a la bancarrota en cuestión de semanas.

Lali se echó a reír.

—Lali: Qué optimista. Es mi primera noche en Boston y ya me estás advirtiendo sobre una posible bancarrota. —Miró a Pablo—. ¿Está usted de acuerdo con esa política, señor Martínez?

Asintió brevemente.

—Pablo: En tanto que será rentable editar un periódico para la masa de gente común.

—Lali: Estoy segura de que la masa les estará agradecida —replicó ella, tal vez con excesiva dulzura, y después cerró la boca al notar que Peter le golpeaba el pie por debajo de la mesa.

Continuará...

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Nicole: Para nada me pareció que mala onda el comentario! :) en realidad estoy de acuerdo no debería haber quitado ciertas partes, pero lo que pasa es que tenía muchas dudas acerca de que si gustaría o no... pero tal vez debí ser más firme al respecto, porque al final TODO es lo que hace buena la historia no?... Tendré muy en cuenta tu comentario desde ahora, para futuras adaptaciones! :D

BESOSSSSSSSSSS!!!