Capítulo 60

Lali apenas durmió esa noche, sensible a cualquier movimiento de Peter, se despertó además en varias ocasiones para hacerle tomar el tónico y para colocar bien las mantas, pues seguía tiritando.

Debido a la ansiedad y la falta de sueño, se permitió dar una cabezadita cuando estaba a punto de amanecer. Se despertó horrorizada al descubrir que las sábanas estaban empapadas en sudor, y que el pelo de Peter estaba húmedo por completo. Tenía el camisón húmedo.

—Lali: ¿Peter? —Le subió las mantas intentando mantenerlo caliente hasta que volviesen a hacer la cama. El negó con la cabeza y abrió los ojos para mostrar una vidriosa mirada.

—Peter: No, no —murmuró, esforzándose por apartar las mantas—. Calor... Tengo calor...

—Lali: Ya lo sé —dijo ella con dulzura al tiempo que apoyaba la mano en su frente. Su piel parecía irradiar el calor del carbón—. Estate quieto... por favor, estáte quieto. Hazlo por mí.

Él masculló algo ininteligible y cerró los ojos, volviendo la cara.

Por fortuna, Bess había estado casada, no tenía remilgos acerca de las cuestiones personales. Demostraba una impagable combinación de eficiencia y pragmatismo. Lali se sentía muy agradecida por su ayuda al acomodar a Peter y cambiar las sábanas por otras limpias y secas.

—Lali: El doctor me dijo que esto duraría un día o dos —le dijo a la criada mientras entraban en la habitación cargadas con las sábanas limpias de lino.

—Bess: Eso está bien —replicó, mirando la inmóvil figura dentro de la cama. Sus anteriores movimientos habían sido un espejismo, pues Peter dormía como si lo hubiesen dejado inconsciente.

—Lali: ¿Alguna vez tuviste que cuidar así a tu marido? —preguntó, pálida y contrariada, aunque de algún modo totalmente tranquila.

—Bess: Sí, señora Lanzani.

—Lali: Supongo que la fiebre siempre es tan fuerte el segundo día...

—Bess: No siempre. —Al mirarse a los ojos, Lali supo la verdad: la fiebre de Peter era peor de lo que Bess había visto nunca.

—Lali: Creo... creo que después podríamos intentar darle algo de sopa. Un caldo suave —dijo ignorando la voz interior que le decía que el doctor se había equivocado y Peter estaba gravemente enfermo. No, estará enfermo durante un par de días, y después volverá a ser el de siempre.

Pero al día siguiente, la fiebre no había descendido. Era más alta, incluso, y Peter desvariaba.

Atrapado en un delirio incesante, primero sudaba y al instante siguiente tiritaba de frío, por lo que Lali se vio obligada a repetir varias veces el ciclo de lavarlo con una esponja, cambiar las sábanas y darle su medicina. Mandó a buscar al doctor Evans otra vez, y este visitó a Peter durante bastante más tiempo que en la ocasión anterior. Su rostro expresaba gravedad cuando se llevó a Lali lejos de la cama y le habló calmadamente.

—Si no baja la fiebre pronto, tendremos que envolverlo en hielo. Es peligroso que la fiebre sea tan alta.

Cubrieron la cama con ropa impermeable y lo envolvieron en hielo. Pero nada de lo que intentaron logró bajarle la fiebre.

Lali se sentó a solas con Peter en la habitación a oscuras, observando a aquel extraño cuya mente divagaba en el delirio, y cuyos labios formaban nombres que ella no podía reconocer, hablando con la voz de la locura.

Aquel hombre que sufría y temblaba espasmódicamente no era su Peter, su caballero de cabellos negros, su risueño marido. Solo durante breves fracciones de tiempo lo reconocía, y eran momentos dolorosamente breves y muy distantes unos de otros. Le habló, pero él no dio muestras de escucharla. Le hizo preguntas, pero él no parecía conocer las respuestas. Parecía haber retrocedido a un tiempo en el que no la conocía, y le dolió comprobar que no pronunció su nombre ni una sola vez.

Continuará...

___________________________________________________

Ahora si continuamos mañana!! jaja

perdón por tardar, se me complico la imagen!! 

GRACIAS por sus firmitas 

y mañana más maratón!!! capítulos imperdibles! :D

Besos