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viernes, 5 de octubre de 2012

Capítulos 20 y 21



Paralizada, Lali observó cómo Peter se hacía con una manta empapada que había en el suelo y subía los escalones. Nadie movió un dedo para detenerlo.

—Lali: No —dijo, aunque no con la suficiente fuerza para que le oyese, a medida que se acercaba a aquel infierno—. ¡No!
Si Peter oyó su grito, lo ignoró por completo, pues desapareció en el interior de la casa en llamas.

Cuando intentó dar un paso hacia delante, su padre la detuvo, susurrándole al oído que todo el mundo los estaba mirando. Le costaba respirar, tenía un nudo en la garganta; su corazón latía con tanta fuerza que le dolía el pecho. En algún lugar dentro de la casa se escuchó un poderoso estruendo, el sonido de otro pedazo de techo al caer. Su padre apoyó una mano sobre su brazo al notar su estremecimiento. No apartaría la vista de la puerta hasta que Peter apareciese. Dio la impresión de que pasaban horas, pero aun así no hubo signo de Peter.

—Lali, ¿qué sucede? —Escuchó la voz de Benjamín y se volvió. Parecía exhausto, pues respiraba con dificultad y no dejaba de estirar los músculos de sus hombros.
—Lali: El... Yo... El señor Lanzani está ahí dentro —dijo escuetamente—. ¿Es que no te preocupa?
—Benja: ¿Preocuparme? —repitió aferrándola por los codos y mirándola de frente. La confusión y la irritación se entremezclaban en sus ojos—. A todos nos preocupa... pero a nadie tanto como a ti. ¿Por qué, Lali?
—Lali: ¡Es un ser humano! ¿Por qué a nadie parece importarle lo que pueda sucederle? ¿Es que nadie lo entiende?
La voz de Benjamín sonó tranquila y mordaz cuando le respondió.

—Benja: Tú eras una niña durante la guerra... Eres tú la que no lo entiende. Dios mío, ¿sabes todo lo que nos hicieron los rebeldes durante la guerra? ¿Sabes las cosas que nos hicieron en aquellas horribles prisiones? Nos trataron como animales, nos dejaban morir sin darnos comida ni medicinas... Oh, no, yo no quiero olvidar ni perdonar. Y por lo que respecta a ese confederado en particular... Tal vez sea guapo y encantador como el mismísimo diablo, pero bajo la superficie es tan indeseable y sucio como todos los de su clase. No se merece que nos preocupemos por él.
—Lali: Pero ellos no fueron los únicos. También he oído hablar de lo que los soldados de la Unión hicieron a los sudistas —dijo enjugándose las lágrimas que le corrían por las mejillas—. Les quemaban las casas y los campos, y les hicieron cosas a sus mujeres que...
Benjamín no movió un solo músculo.
—Benja: ¿Qué estás diciendo? —le preguntó con cara pétrea y los ojos encendidos.
—Lali: No creo que se tratase de una guerra entre buenos y malos...
—Benja: Estás conmocionada por todo esto —interrumpió con frialdad— es por ese motivo por lo cual voy a olvidar esta conversación. No intentes pensar en cosas que van más allá de tu entendimiento, Lali. Si hubieses luchado en la guerra sabrías el tipo de gente que son esos sudistas, y te aseguro que los odiarías. Y si fuese tú, dejaría de preocuparme por tu infame rebelde, porque lo único que podría sacarlo con vida de esa casa es un milagro.

Lali se mordió el labio cuando Benjamín se alejó. ¿Por qué de repente todo el mundo le parecía ajeno? Benjamín, su padre, el pueblo al completo...  Lo único que tenía claro era que Peter estaba dentro de la casa en llamas y que le preocupaba con auténtica desesperación lo que podría sucederle. No le importaba quién era o qué había hecho en el pasado: no quería que muriese.

Presionó las palmas de las manos contra sus sienes para intentar aplacar el terrible dolor de cabeza que sentía y miró hacia el fuego.

Apreció movimiento en la puerta. Peter salió por ella, se deshizo de la manta y apretó con fuerza la caja blanca. Un nuevo pedazo del tejado y varias paredes se desplomaron a su espalda. La multitud lo miró sin decir palabra, y algunos se apartaron a su paso. Su rostro, su pecho y sus brazos estaban cubiertos de hollín. Miró con cautela a los que le rodeaban y después caminó hacia Emerson y le entregó el manuscrito.

—Gracias —dijo Emerson, asintiendo y aceptando la caja con un gesto parecido al de una partera que recibe a un recién nacido—. Estoy en deuda con usted...
—Peter: No lo está. Esto no significa que esté de acuerdo con usted o con sus opiniones más de lo que lo estaba antes —dijo con brusquedad, y se apartó cojeando hasta llegar a los árboles que crecían cerca del jardín trasero de la casa.

Lali bajó la vista para ocultar sus sentimientos, pues la sensación de alivio casi pudo con ella.


Capítulo 21


A medida que se aproximaba la mañana, la gente del pueblo empezó a organizar las cosas que había en el jardín y a recoger los papeles, las cartas y las notas que el viento había desperdigado sobre la hierba. Disimuladamente, Lali miró hacia el lugar por donde Peter se había ido y lo siguió cuando nadie la observaba.

—Lali: No debería haberlo hecho —dijo con vehemencia al tiempo que le alargaba un cazo con agua. Él lo tomó y bebió con ansia; el agua le corrió con el pecho y la camisa. Ella se acuclilló a su lado y sacó un pañuelo, dudando durante unos segundos antes de usar una punta para limpiarle el mentón. Peter descansó la cabeza en el tronco y la miró con cautela—. Un puñado de papeles no merecían que usted perdiese la vida —prosiguió Lali con el mismo tono severo—, sin importar lo que se haya escrito en ellos.
—Peter: Hay alguien que no estaría de acuerdo con eso... —respondió con voz rasposa, y después empezó a toser.
—Lali: Eso es ridículo —replicó ella con mordacidad; sus ojos color avellana resplandecían. Ahora le limpiaba la cara con mayor confianza.

Peter habría sonreído ante semejante muestra de cuidado de no haberse sentido totalmente agotado. Se preguntó si ella sería consciente del aspecto que tenía allí, a su lado, limpiándole las mejillas.
—Peter: Hace mucho tiempo que nadie me limpiaba así —dijo con voz ronca.
—Lali: ¿Cuánto?
—Peter: Hará unos veinte años. Mi madre casi me borraba la cara de tanto como la frotaba.
Lali dejó de frotar.
—Lali: Cierre los ojos —dijo tranquilamente, y limpió el hollín que los rodeaba—. ¿Por qué ha arriesgado su vida? Debería usted haberse quedado en casa —dijo, y él la agarró por la muñeca con una de sus grandes manos.
—Peter: Ya está bien.
Ambos sabían que no se estaba refiriendo al pañuelo. Sin embargo, ella dejó que el pañuelo colgase de su mano y no se resistió hasta que él la soltó.
—Lali: ¿Por qué todo lo que tiene que ver con usted es tan misterioso?
—Peter: No hay misterio alguno...
—Lali: Nunca ha querido contarme nada sobre su vida.
—Peter: ¿Qué es lo que desea saber? —preguntó frunciendo el ceño.
Ambos permanecieron en silencio durante unos segundos. Lali sabía que estaba pisando terreno prohibido.
—Lali: ¿De dónde es usted exactamente, de qué lugar de Virginia? ¿Y a qué se dedicaba su padre?
—Peter: Soy de Richmond. Mi padre era abogado. Tuvo que dejar de ejercer y dedicarse a la plantación de la familia en el condado de Henrico.
—Lali: ¿La plantación de los Lanzani?...
—Peter: Los Price. El nombre de mi padre era Haiden Price. Nunca viví con los Price en la plantación. Vivía en un hotel de Richmond con mi madre, Elizabeth Lanzani.
—Lali: Su madre y su padre... ¿no llegaron a casarse?
—Peter: No. Ella era una prima lejana que conoció a mi padre durante una visita familiar. Él ya estaba casado. La instaló en Richmond al descubrir que la había dejado embarazada. Como es lógico, nadie de la familia quiso saber nada de nosotros.
Lali se preguntó cómo habría sido para él crecer en un hotel, caído en desgracia sin haber hecho nada para merecerlo.

—Lali: ¿Su padre iba a visitarlo?
—Peter: De vez en cuando. Iba para comprobar si vestía del modo adecuado y si estaba recibiendo una buena educación... Eso fue todo lo que hizo por su hijo ilegítimo. Me enviaron al extranjero cuando cumplí los dieciocho, pero un mes después de que me fuese, Carolina del Sur declaró la secesión y... bueno, ya conoce el resto de la historia.
—Lali: ¿Y después de la guerra...?
—Peter: Acudí a la plantación como un maldito estúpido, creyendo que no les irían mal otro par de manos para ayudar. Y es cierto que necesitaban ayuda. Pero no mi ayuda.
—Lali: ¿Cómo... cómo murió? —le preguntó, pero él negó con la cabeza en silencio negándose a responder. El la miró con un deje retador en los ojos—. ¿Por qué vino aquí?
—Peter: No puedo decírselo.
—Lali: ¿Por qué no? ¿Acaso no lo sabe?
—Peter: Porque no quiero decírselo.
Ella sonrió de repente.
—Lali: Es usted muy terco.
Él se relajó y cerró los ojos.
—Peter: Supongo que tiene razón.

—Lali: Hizo que me temblasen las piernas cuando volvió a entrar en la casa —dijo en tono reprobatorio—. ¿Por qué lo hizo? ¿Quería demostrar algo?
—Peter: Quería preservar el manuscrito de Emerson para la posteridad —respondió imitando con tal perfección el modo pomposo con el que hablaba Bronson Alcott que casi la hizo reír.
—Lali: No diga tonterías.
—Peter: No le temo al fuego, y parecía evidente que todos aquellos que podían ir a buscar el manuscrito sí lo temían.
—Lali: ¿Por qué no le da miedo?
—Peter: Cuando has sufrido lo peor, ya no hay nada que temer.
Aquellas palabras, dichas con aquella suficiencia, la conmovieron. Lali no pudo dejar de limpiar el hollín que se había acumulado en su frente. El no dijo nada respecto al amable roce de su mano.
—Lali: ¿Lo peor? ¿Qué fue eso «peor» que le ocurrió a usted?
—Peter: Cuando era adolescente, el hotel se incendió. Yo volvía tarde después de una noche de... ¿Cómo lo diría...? Una noche de comportamiento poco caballeroso, y vi el humo a kilómetros de distancia. Mi madre estaba durmiendo en el piso de arriba. No llegaron a tiempo.

Ella murmuró algo inaudible. Deslizó los dedos ligeramente varias veces por entre los mechones de su pelo negro.
—Peter: ¿La? —dijo tras unos cuantos segundos de silencio. Su voz tenía un matiz soñoliento debido a los efectos del cansancio unido a las caricias de Lali.
—Lali: ¿Humm?
—Peter: Sigo muy enfadado con usted por haber entrado en la maldita casa.
—Lali: Tenía que hacerlo. Usted lo hizo.
—Peter: Son cosas diferentes —respondió alzando las oscuras pestañas para mirarla. Lali apartó de golpe la mano como si algo la quemase—. Tengo más experiencia en lo que a cuidar de mí mismo se refiere.
Ella frunció el ceño.
—Lali: Peter... ¿Cree usted que soy una niña?
—Peter: No. Ojalá lo fuese.
—Lali: ¿Porqué?
—Peter: Porque no sentiría lo que siento por una niña.


Peter se inclinó hacia delante y rozó con las puntas de los dedos la curva de su cuello. Antes de que Lali se diese cuenta, la atrajo hacia sí y se sintió rodeada por el aroma de su piel desnuda.
—Peter: Lali —susurró, y ella se estremeció ante el sonido cautivante de su voz—, no debería haber venido hasta aquí.
—Lali: Tenía que comprobar si se encontraba bien.
—Peter: No debería haberlo hecho.
¿Cuándo, con anterioridad, la había abrazado con tanto cuidado, de un modo tan posesivo? Parecía disfrutar del mero hecho de sentirla contra su pecho. Provocaba cierto mareo sentirse deseada de ese modo. Su manera de tocarla era diferente, especial, y durante un terrible segundo se preguntó por qué no podía ser así con Benjamín. Los abrazos de Benjamín eran familiares y confortables, pero nunca le habían hecho sentir que crecía en su interior una dulce y cálida corriente de disfrute.

¿Deseaba a Peter porque era algo prohibido? Apretó con fuerza los restos de su camisa.
—Lali: ¿Qué me está pasando? —susurró.
—Peter: Nada. Eres una mujer... y quieres que te necesiten. —Sonrió ligeramente—. Necesitas que te deseen.
—Lali: Pero Benjamín siente eso por mí...
—Peter: ¿Entonces por qué está empeñado en cambiar lo mejor de tu carácter?
—Lali: ¿Lo mejor? —repitió con incredulidad—. Mi temperamento...
—Peter: Me gusta tu temperamento.
—Lali: Y lloro...
—Peter: Eres sensible.
—Lali: Y no dejo de soñar despierta...
—Peter: Tienes imaginación —la corrigió con tacto—. No me gustaría que cambiases nada de eso. Excepto una cosa. No pareces sentirte amada, Lali... No pareces satisfecha.
El dolor que notó en su pecho la obligó a apartar la mirada.
—Lali: No diga eso. Tenía usted razón, no debería haber venido...
—Peter: Pero lo has hecho. Y ambos sabemos por qué. Quieres que vuelvan a rescatarte.

Sus palabras lo sorprendieron.
—Lali: ¿Q-qué?
—Peter: Finge que eres mía —prosiguió, abrazándola—. Solo durante unos segundos. Finge que nunca ha habido nadie más que yo, que soy yo con quien estás prometida. Hazlo por mí... Jamás volveré a pedírtelo.
Era su fantasía secreta. ¿Cómo había podido él descubrirlo?

Intentó pensar en Benjamín, pero su imagen se borró como el humo, y algo sobre lo que ella no ejercía control alguno la impulsaba a inclinar la cabeza y a fundir sus labios con los de Peter. El la besó muy despacio, apasionadamente, haciendo desaparecer el resto del mundo. Fue tan cálido, tan dulce... Lali olvidó que no era a Peter a quien pertenecía, olvidó que no estaba bien desearle. Arrastrada por la magia de su beso, la realidad se le escurrió entre los dedos.

Peter se inclinó hacia delante hasta apoyar a Lali contra la superficie de la roca, colocando el antebrazo bajo su nuca. Ella pudo ver los primeros destellos del sol en el cielo, y supo entonces adonde iba a llevarles estar tan cerca si no lo detenía e intentó librarse de su abrazo.
—Peter: No. Todo está bien. No te preocupes —murmuró él contra su cuello, apreciando el sabor de su piel.

Continuará...
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mmmmmmmm.... :O 

próximos caps IMPERDIBLES!!! 

22 comentarios:

  1. Noooooooo nos dejes asi!

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  2. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO MALVADA!!! ME LO DEJAS PICANDOOOOOOOOOOOO @LuciaVega14

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  3. NO SEAS CRUEL DANIII SUBI UNO MASSSS, POR FAS, TE LO RUEGO, TE LO SUPLICO, TE LO... RUEGO(? JAJAJAJAJAJ

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  4. Que cruel! Nos vas a dejar así?
    AMO a este Peter, es tan ahssgdhjsfkh.

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  5. Vos queres qe yo me qede con la intriga cuando Lali esta tan tierna con Peter y el esta tan ejlqedjlwejlwidl ♥ POR FAS!!!!

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  6. no qe eso fue injusto otro!! jijijiji :$

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  7. MAS NOVE MAS NOVE MAS ME ENCANTA
    @DaniiVasqueez

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  8. massssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  9. Nooo!!! Por favor no me dejes con la duda

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  10. Mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! no nos dejes asi
    @suugustinaa

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  11. NO PODESS! subi mas nos dejas mega intrigadisimaas please te lo rogamos estaa buenisimaa la novee para mi que lali ya se enamoro de peter *-*

    @mf_lazaro

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  12. Lali porq no aceptas la realidad a quien deseas es a Peter,las miradas venden,el cuerpo traiciona no todo puede ser gobernado por el cerebro,JAJA#Q es un gran amor?Es vivir tranquila?o es sentir q se mueve tu piso?Q no podes despegar tus ojos y tus manos de esa persona?

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  13. Se deja llevar x la dulzura d Peter.

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