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jueves, 25 de octubre de 2012

Capítulo 46



Con el fin de tener tiempo suficiente para vestirse y arreglarse el pelo para la cena con baile, Lali no había acudido a la conferencia semanal a la que asistía todos los viernes.

Con la ayuda de una de las criadas, se lavó el pelo y lo aclaró con agua y limón. Necesitó muchos alfileres, y dejó escapar más de una maldición, para arreglar aquellos sedosos mechones a la moda, recogiéndolo en un bucle sobre la frente y dejando sueltos los largos rizos atrás. Su vestido era una elaborada creación de brocado negro de satén bordado con hojas doradas y plateadas. Cuando Lali se miró en el espejo, suavizó el gesto de sus cejas con la punta humedecida del dedo y se mordió los labios para enrojecerlos.

—Quieta. Yo me ocuparé de eso —le llegó la voz de Peter desde la puerta de la habitación, y ella se volvió para sonreírle. Estaba arrebatador con su traje formal en blanco y negro, que enfatizaba el color verdoso de sus ojos y el negro de su cabello.
—Lali: ¿De qué te ocuparás?—preguntó.
A modo de respuesta, se acercó a ella, cubrió sus hombros desnudos con las manos y se inclinó para besarla, con tanta fuerza que se vio obligada a separar los labios.

—Lali: ¡Peter! Si necesitase tu-tu ayuda, te la habría pedido. —Se volvió hacia el espejo de inmediato, culpándose en silencio por permitir que él la agitase con tanta facilidad. Tenía las mejillas rojas y los labios suaves y turgentes.
—Peter: Creí que querías un poco de color en tu cara.
—Lali: ¡Y así era! Pero no quiero que parezca que acabo de revolcarme en la cama contigo.
Él se echó a reír y se le acercó para posar las manos en su cintura.
—Peter: Si tuviésemos tiempo...
—Lali: Sí, ya lo sé —dijo librándose de sus manos y estirándose en busca de los polvos de maquillaje sobre el tocador—. Ahora déjame en paz cinco minutos más para que pueda acabar.

Con burlesca obediencia, Peter se sentó indolente en la minúscula silla que había a un lado para observar todos sus movimientos.
—Lali: ¿No tienes nada que hacer? —le preguntó—. Ahí sentado pareces un gato perezoso. —Al ver que no respondía, se empolvó ligeramente la nariz y lo miró de soslayo—. Estás muy guapo —dijo con la voz algo más suave. Él esbozó una sonrisa, se puso en pie y caminó hasta la ventana como si le incomodase su escrutinio.

Tan elegante y lustroso y perfecto, pensó Lali echándole un último vistazo antes de volverse de nuevo hacia el espejo. Pero justo cuando pensaba que era demasiado guapo para ser real, su cicatriz de la sien le recordó que a pesar de parecer un ángel, no era ni con mucho perfecto. Aquella cicatriz era una marca que le recordaba que había sido herido de un modo imposible de detectar. Peter había desarrollado un sistema de defensa impenetrable para protegerse, y no se había desprendido aún de él, a pesar de no serle necesario. De vez en cuando, sentía que estaba separado de ella incluso en los momentos más íntimos. Si confiase en ella lo suficiente para dejarle ver que era vulnerable... Si fuese capaz de mostrarle a Lali que la quería para algo más que para divertirse u obtener placer sexual...

Tal vez alguien podría haber dicho que eran el matrimonio perfecto. Lali sabía que mucha gente debía de envidiarles por la amistad y la pasión que compartían. También había libertad en su relación, una voluntad de permitirle al otro crecer, y un buen puñado de sinceridad. Y entonces, ¿por qué le preocupaba aquel creciente sentimiento de insatisfacción que no parecía tener intención de remitir?

Porque se preocupaba por él, hasta el punto que le atemorizaba admitir cuánto, incluso a sí misma.

Tras colocarse unos largos pendientes de ónice que colgaban a medio camino de sus hombros y golpeaban contra su cuello al balancearse, Lali dejó escapar un suspiro.
—Lali: Ya podemos irnos.
—Peter: La... —la miró con seriedad. Caminó hacia ella muy despacio y a Lali se le aceleró el pulso al apreciar el nerviosismo en su voz—. Antes de irnos, hay algo que quiero aclarar. Pensé en ello hace unas semanas y... Es algo que debería haber hecho justo después de casarnos.
—Lali: No puedo imaginar de qué me estás hablando —dijo con una forzada sonrisa.
—Peter: Supongo que lo que debería es disculparme por haberlo pasado por alto... —La voz de Peter se apagó al tiempo que se miraban a los ojos.
—Lali: ¿El qué? —susurró ella.
Silencio. El silencio se extendió durante unos larguísimos segundos.

Peter recorrió con la punta del pulgar la línea que dibujaba el mentón de Lali; le rozó el cuello con los nudillos. ¿Qué era lo que intentaba decirle con aquella tierna caricia? Seguían mirándose fijamente y él le besó la palma de la mano, y la suavidad de su piel afeitada le provocó un escalofrío.

No seas tierno conmigo..., quiso gritar. No tengo defensa posible contra tu ternura.

Algo frío y suave se deslizó sobre su dedo, rodeándolo a la altura del nudillo para llegar finalmente a la base. Lali se miró la mano, todavía escondida entre las de su marido, y vio el destello de un enorme y brillante diamante. Un anillo de compromiso. Un símbolo de algo que jamás habían fingido sentir el uno por el otro.
—Lali: No... —intentó decir, pero se quedó sin voz—. No tenías por qué...
—Peter: Debería habértelo dado hace mucho tiempo...
—Lali: Pero si ni siquiera lo había tenido en...
—Peter: Sé que nuestro compromiso fue muy corto, y que no hubo tiempo...
—Lali: Peter... No sé qué...
—Peter: ¿Te gusta?
—Lali: Sí, claro...
—Peter: Si prefieres algo diferente, podemos...
—Lali: No. Es precioso. Es que... —Sus ojos brillaron con más fuerza que el diamante. No iba a preguntarle por qué había pensado en eso, o por qué había tenido que dárselo en ese preciso momento, pues temía que su respuesta no fuese la que ella deseaba—. Gra-gracias. —Le cayó una lágrima por la mejilla, pero él la detuvo antes de que llegase a sus labios.
—Peter: No pretendía hacerte llorar —murmuró él.
—Lali: ¿Y qué crees que iba a hacer? —le preguntó entre risas y toses, buscando un pañuelo en el bolsillo de su abrigo. Pero antes de que pudiese secarse los ojos, sus bocas se unieron en un beso de desconcertante desesperación.

Su llorosa confusión desapareció al instante, desintegrada por el insistente fuego de aquel beso. Un deseo cargado y ardiente se abrió paso por todo su cuerpo. Peter se inclinó más sobre ella y la apretó contra sí con fuerza. Algo cálido y tierno había germinado en su interior, traspasando capa tras capa y dejándola abierta y dolorosamente vulnerable.

Cuando apartó la boca de Lali y echó hacia atrás la cabeza un par de centímetros, vio que a Peter le caía un mechón de pelo por la frente, y ella se lo recogió hacia atrás con dedos temblorosos.
—Lali: Peter —susurró, obnubilada por el profundo color verde de sus ojos.

No pudo acabar lo que quería decir. Lo miró en silencio y apreció el matiz de pregunta que reflejaban sus ojos. Ahh, por primera vez, él no entendía su silencio. Dio gracias por ello.
—Peter: Tenemos que irnos —le dijo sin mover un músculo, y ella asintió lentamente.

Continuará...
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Comenzamos la maratón!!!!
+15 FIRMAS y más capítulos... 
;)

19 comentarios:

  1. Aaaaa qe lindos :DD
    Espero maaas, beso!

    Arii

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  2. masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  3. mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove

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  4. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!! @flordemariia

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  5. Q tiernos!me encantó!

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  6. Son tan dulces y tiernos :)

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  7. Lali preguntándose xk el no es totalmente sincero ,y Peter aparece con el anillo d compromiso.¡¡como no llorar!!!.

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  8. Awwwww me encantoo!!! el es tierno a su manera ♥ ME RE GUSTO ESTA NOVE ESTA BUENISISISIMA! ojala llegue pronto el dia en que Peter se sincere con Lali asi ella no tendria tantas dudas u.u ME ENCANTOOO!!! @LuciaVega14

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