Llegó el día y mientras contemplaba en el espejo de su
cuarto el efecto del vestido de gasa color oro viejo sobre su esbelta figura,
Lali no podía, por más que lo intentaba, sentirse tranquila. La razón era que
estaba a punto de encontrase cara a cara con el hombre que la había seducido
son la menor contemplación, despidiéndola después con la promesa de que la
ayudaría en caso de que se hubiera quedado embarazada; el multimillonario a
quién había invitado a almorzar en un día aciago.
Después de abrocharse la parte de arriba del vestido, que
dejaba al descubierto sus hombros y su espalda, Lali empezó a pensar cómo se
comportaría en la fiesta. Después de lo ocurrido, probablemente Peter esperaría
encontrarla furiosa y entristecida, que era exactamente como estaba, pero
estaba dispuesta a no demostrárselo. Por el contrario, le haría creer que el
fin de semana en Harbor Springs para ella había significado, cómo para él, una
aventurilla divertida y sin importancia. Bajo ningún concepto le trataría con
frialdad, pues semejante actitud delataría sus verdaderos sentimientos. Lo más
eficaz era la indiferencia y el tono amistoso, aunque el esfuerzo la
destrozase.
Mientras meditaba estas cosas, Lali buscaba
infructuosamente los pendientes de su madre, que no aparecían por ninguna
parte. No podía haberlos perdido, porque siempre los trataba con mucho cuidado,
por ser el único recuerdo material que le quedaba de ella. De pronto, se hizo
una luz en su mente: recordó que los había llevado puestos en la fiesta, y que
después, en la cueva, cuando estaban en la cama, Peter se los había quitado…
¡Los pendientes de su madre se habían quedado entre las
sábanas revueltas de la cama de la novia de Peter!
Lali se apoyó con desaliento sobre la cómoda. Para
aumentar sus males, ahora descubría que los pendientes de su madre se
encontraban en poder de Eugenia.
Cuando las puertas de ascensor se abrieron en el piso
ochenta y uno y se dispuso a entrar en el elegante restaurante del brazo de
Pablo, Lalu distaba mucho de sentirse tranquila. Lo primero que pensó al verse
rodeada de gente fue que Peter se encontraba allí, en alguna parte, y no pudo
evitar un estremecimiento.
Se acercaron a la barra y, mientras Pablo pedía las
bebidas, Lali miró a su alrededor. Entonces, un grupo se desplazó hacia un
lado, y allí estaba Peter…
En el extremo opuesto del salón, de pie, riendo con
muchas ganas, se encontraba Peter. Lali le miró a hurtadillas, con el corazón
palpitante, y reconociendo aquellas facciones armoniosas; la elegancia de su
porté; la fuerza contenida de sus movimientos. Junto a él, la mujer rubia
hablaba y reía, mientras se apoyaba en su brazo de una manera que denotaba
familiaridad.
Por la angustia que la invadió en aquel momento, Lali
habría jurado que no era sangre, sino ácido caliente lo que corría por sus
venas. Aquella era Eugenia Suárez, su novia oficial, y el vestido de punto
color arena que llevaba era el mismo que Peter le había prestado a ella en
Harbor Springs.
Lali apartó rápidamente la mirada y se volvió a Pablo,
con la intención de hablar con él, pero lo encontró distraído, con los dientes
apretados y la mirada clavada en la preciosa mujer rubia que acompañaba a
Peter. En su rostro se leía el deseo, la amargura y la rabia de los celos. No
cabía duda, pensó Lali; Pablo estaba enamorado de Eugenia.
-Ten tu copa, Lali. Tengo una idea: ¿qué te parece si
charlas un rato con Peter acerca de la fiesta o de tu nuevo trabajo, y después,
con una encantadora sonrisa, te despides y te largas conmigo?
Lali aplaudió la idea.
-Me parece estupendo, pero tampoco hay necesidad de ir a
su encuentro, ¿no crees? Como es el anfitrión, lo más normal es que Peter se dé
una vuelta preguntándole a todo el mundo que tal lo está pasando.
-Tienes razón –asintió Pablo-. Esperaremos a que ellos
vengan a nosotros.
En el transcurso de la hora siguiente, Lali tuvo la
ocasión de confirmar sus sospechas de que su jefe estaba enamorado de Eugenia,
pues Pablo desplegó todos los medios necesarios para que la pareja anfitriona
se fijara en ellos. Cada vez que Eugenia los miraba, Pablo se volvía a Lali y
le sonreía o le contaba cualquier cosa para hacerla reír. Lali por su parte,
cooperaba en aquella pequeña comedia, fingiendo que se lo estaba pasando
divinamente… aunque lo hacía sólo por Pablo, pues sabía perfectamente que a
Peter le traía sin cuidado cómo estuviese ella.
Cuando apuraba su segunda copa, Pablo le pasó el brazo
por los hombros sin previo aviso.
-Lali, ¿ves a ese grupo de ahí? –añadió, esbozando una
sonrisa bien visible-. Son los miembros del consejo directivo: todos ellos son
industriales acaudalados. El del extremo de la izquierda es Horacio Suárez, el
padre de Eugenia. La familia Suárez –aclaró- se dedica al petróleo desde hace
varias generaciones. El hombre que está a su lado es Crawford Jones. Él y su
esposa pertenecen a dos poderosas familias unidas por fuertes lazos.
-Entonces, ¿son inseparables? –preguntó Lali con una
sonrisa burlona.
Una voz dolorosamente conocida se unió a la conversación en
aquel punto, diciendo:
-Sí son inseparables, Los dos son bastante feos, y a
nadie le gustaría que anduviesen juntos por ahí, asustando a los niños.
Lali se puso tensa y giró sobre sus talones hasta
encontrarse cara a cara con Peter, que a miraba con expresión burlona.
Afortunadamente, el orgullo pudo más que la pena que sentía al verle y reunió
fuerzas suficientes para estrecharle la mano con una sonrisa.
-Hola, Peter.
-Hola, Lali –repuso él sonriente.
Inmediatamente después, Pablo le presentó a Eugenia.
-Llevo toda la tarde fijándome en tu vestido Lali –dijo la
joven-. Es precioso.
-Gracias, eres muy amable –contestó Lali, Y sin mirar a
Peter, añadió-: Yo también me he fijado en tu vestido nada más entrar. Mira,
Pablo, ahí está el señor Simmons. ¿No querías hablar con él? ¿No perdonan un
momento?
Y dicho y hecho, Lali y Pablo se alejaron de los
anfitriones sin mirar atrás. Poco después, Pablo se enfrascó en una animada
conversación con el vicepresidente, así que Lali tuvo que echar mano a toda su
simpatía y sus mejores encanto para desenvolverse sola en la fiesta, y lo
consiguió con mucho éxito, pues pronto estuvo rodeada por un grupo de
admiradores que no se separaron de ella. Lali evitó en todo momento dirigir la
mirada en dirección a Peter, aunque un par de veces se encontró con sus ojos
verdes sin querer. Pasaron tres horas, y al final, la tensión de saberse con él
en la misma habitación se le hizo insoportable, y sintió la necesidad imperiosa
de escapar un momento. Así que hizo una ligera seña a Pablo, que se encontraba
charlando con un grupo de hombres en la barra, indicándole que le esperaba en
la terraza. Pablo asintió con una sonrisa.
Lali atravesó la puerta cristalera y se dejó envolver por
el fresco aire nocturno, respirando profundamente. Avanzó hacia la barandilla y
contempló el espectáculo de luces y sombras que se extendía a sus pies, ochenta
y un pisos debajo. Permaneció allí, recreándose en el silencio y sorbiendo su
bebida, hasta que escuchó el rumos de la puerta corredera al abrirse y
cerrarse.
-¿Qué tal lo estoy haciendo? –preguntó sin volverse, dado
por hecho que se trataba de Pablo.
-Lo estás haciendo muy bien –respondió la profunda voz de
Peter-. Ya estoy completamente convencido de que me he vuelto invisible.
Lali se puso a temblar violentamente.
-La fiesta está siendo muy agradable –comentó con la voz
más serena que pudo fingir.
-¿Me has echado de menos?
Lali abrió mucho los ojos.
-No, He estado muy ocupada.
Peter se apoyó en la barandilla y la contempló
detenidamente.
-Entonces –dijo-. ¿No me has echado de menos? ¿Ni un
poquito?
-Te repito que he estado muy ocupada. Además, ¿por qué
iba a echarte de menos? Tú no eres el único hombre disponible en el estado de
Michigan, ¿sabes?
Peter arqueó las cejas fingiendo que cavilaba.
-¡Vaya, vaya! ¿insinúas que te has dedicado a… enriquecer
tu experiencia? En ese caso, ahora que cuentas con elementos de juicio para
comparar, ¿podrías decirme cual es mi calificación?
-Esa pregunta es estúpida.
-Tienes razón. Vamonos.
Dicho eso Peter apuró de un trago lo que quedaba de
bebida en su vaso, y, cogiéndola de la mano, la condujo hacia una puerta que se
abría en otra de las paredes del edificio.
Pero antes de que la hiciera entrar, Lali recuperó el dominio
sobre sí misma, y se detuvo.
-Peter, me gustaría hacerte una pregunta, y quiero que me
contestes con sinceridad. Cuando nos separamos en Harbor Springs, ¿tú tenías
intención de volverme a ver… es decir, de salir conmigo?
-No –contestó Peter, mirándola tranquilamente a los ojos.
Aprovechando la impresión que su cortante repuesta había
provocado en Lali, Peter tiró de ella y la hizo pasar por la misteriosa puerta.
-¡Un momento! ¿Dónde vamos?
-A mi casa o a la tuya; da lo mismo.
-¿Para qué?
-Para una chica tan lista como tú, esa me parece una
pregunta bastante estúpida.
Ante aquello, Lali no se pudo callar.
-¡Eres el tipo más egoísta y más cretino que he
encontrado en mi vida! Para que te enteres, yo no voy por ahí acostándome con
todo el mundo, y además, no me gusta la gente que es capaz de… ¡la gente como
tú, en una palabra!
-Pues hace cuatro semanas, bien que te gustaba –replicó él
fríamente.
Lali sintió que la vista se le nublaba y que la sangra se
le agolpaba en la cara.
-¡Hace cuatro semanas yo creía que eras una persona
especial! Hace cuatro semanas, yo no sabía que eras un playboy millonario que
se dedicaba a acostarse con mujeres como quién se cambia de ropa. ¡Eres un
hombre despreciable: promiscuo, inmoral y sin principio! ¡Eres despiadado y
egoísta, y de haberte conocido un poco más, ten por seguro que no te habría
dado ni los buenos días!
Peter la contempló impasible, y dijo en tono desafiante:
-Entonces, ahora que me conoces, no quieres nada conmigo,
¿verdad?
-¡Exactamente! –Gritó Lali-. Y…
Con un rápido movimiento, Peter la envolvió con sus
brazos y la asaltó con un beso lleno de fuerza y sensualidad. En el momento en
que la tocó, todo el cuerpo de Lali se estremeció con el deseo de ser poseída
por Peter. Sin darse cuenta apenas, como si hubiera perdido la razón, le rodeó
con sus brazos y se apretó contra él, recreándose en la sensaciones que aquel
cuerpo viril producía en ella.
-Esto es una locura –murmuró Peter cuando se separaron,
jadeantes-. Puede salir alguien en cualquier momento… ¿Quieres venir conmigo?
Lali le contempló, apoyada en la pared.
-No. Ya te lo he dicho…
-Por favor, ahórrate una lección de moral. Si tanto
espanto te produzco, búscate un hombre tan ingenuo como tú y acuéstate con él,
a ver qué sacan en claro entre los dos.
Lali estaba tan furiosa que en aquel momento no le
dolieron aquellas durísimas palabras.
-Espera un momento –dijo-. Tu amiguita, o tu novia o lo
que sea esa tal Eugenia, tiene los pendientes de mi madre. Los olvidé en su casa,
es su cama, cuando estaba con su amante. Por mí se puede quedar contigo, tú ya
no me interesas. Pero quiero que me devuelva los pendientes cuando antes.
Quiero esos pendientes… -repitió con la voz temblorosa por la pena que empezaba
a embargarle con una fuerza irresistible.
Continuará...
Peter se paso y me gustaria verla con la actitud de la fiesta pero que no fuera fingido
ResponderEliminarQue estupido peter, lo odio, cm le dice esas cosas??!!!
ResponderEliminarMassss
++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarQ odioso resultó,bien ahi ella poniendo distancia aunq no se cuanto le puede durar ,evidentemente su cuerpo responde a él!
ResponderEliminarLo del vestido ha sido el colmo!!!!!!!!!!!! Darle el vestido de la otra y dejar q Eugenia lo use para una fiesta en la q sabia la veria a ella,!!!!!!!!
ResponderEliminarMasss plis
ResponderEliminarCapituloon! Subí otro porfaa!!
ResponderEliminarMe encantó el capitulo..quiero mas.
ResponderEliminarQue le dirá Peter??? Aaay!!! Ya quiero que subas el siguiente capitulooo!! Me vuelvo loca!
ResponderEliminarMas!!!
ResponderEliminarOtro!!
ResponderEliminarMe encanto maaaaassss
ResponderEliminarMuy bien Laali, otrooo :)
ResponderEliminarpeter es un cretino .....lo odio
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSSSS
ResponderEliminarmas mas mas mas mas
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarmas masssssssssss
ResponderEliminarPeter muy prepotente y seguro d si mismo.
ResponderEliminarMassssss !! Plis
ResponderEliminarA mi me gusta este peter frio, cuando se de cuenta q lo q siente no es solo pasional se irá suavisando..seguii
ResponderEliminarHolaaaaa que bueno que ya volviste!!!
ResponderEliminarMe estaba poniendo al día con los caps..
Me podrías avisar cuando subas nove Porfa..
Ahhhhhh que prepotente es Peter... En serio lo del vestido fue demasiado.... Pobre Lali.. Osea le presto el vestido de Euge...
Ay vamos!!!! Bien dicho Lali..
Por lo que veo Lali y Pablo se llevarán muy bien jajaja
Uhhhhh Peter detrás de Lali..
Que dirá Peter?! Skksksksks ya quiero otro Cap
@angie_garciaa