Al día siguiente, a la una en punto, cuando Lali entró en
el despacho de Julia, ésta la esperaba con el aviso de que Peter quería verla
inmediatamente.
Así lo hizo, y Peter, al verla ante él, dejó sobre la
mesa los documentos que tenía en la mano y la contempló con interés.
—El día que nos marchamos a Harbor Springs llevabas el
pelo así suelto también, ¿verdad? –comentó—. Me gusta cómo te sienta.
—Pues entonces a partir de ahora me lo recogeré –replicó
Lali jovialmente.
—¡Vaya! Veo que empezamos bien…
—¿Perdón? ¿Qué empezamos, si se puede saber?
—El juego… el primer enfrentamiento fue ayer.
—Yo no estoy jugando a nada, y menos contigo. No me
interesa el premio.
Pero no era cierto, muy a pesar de Lali, que quería a
Peter para ella sola y para siempre.
Mientras ella pensaba, Peter observaba con satisfacción
su expresión atormentada.
—Siéntate. Estoy revisando unos papeles que me acaban de
subir.
Lali se quedó sin aliento cuando Peter cogió la carpeta y
la abrió, pues en la cubierta se leía, con grandes caracteres: “Confidencial. Ficha personal de Lali M.
Espósito/empleado n° 98.753”.
Lali se sonrojó intensamente al recordar que allí se
encontraba el impreso que había rellenado con datos falsos y disparatados.
—Veamos… Lali Mariana Espósito. Mariana es un nombre
precioso, y Lali también. Los dos te van muy bien.
Lali no pudo resistirse y respondió en tono sarcástico:
—Me pusieron esos dos nombres por dos tías mías, las dos
solteras. Una era bizca, y la otra estaba llena de verrugas, la pobre.
Peter continuó leyendo en voz alta, como si no hubiera
oído.
—Color de ojos: cafés. Sí, con cafés –sentenció mirándola
por encima del papel—. Unos ojos preciosos como los tuyos pueden ser la causa
de la perdición de un hombre.
—Pues antes, torcía el ojo derecho lastimosamente.
Tuvieron que operarme.
—Te imagino… una niñita de ojos cafés un poco bizca.
Debías ser monísima.
—No era monísima. Tenía un aspecto espantoso. Además,
llevaba unas gafas horribles.
Peter continuó leyendo el formulario con una sonrisa
burlona, que se convirtió en una carcajada cuando llegó a la parte de abajo,
donde se especificaban los trabajos que se solicitaban por orden de
preferencia.
—¡Habrase visto! Weatherby y yo vamos a tener que
andarnos con cuidado. ¿Qué prefieres, ser presidente o jefe de personal?
—Ninguna de las dos cosas –repuso Lali secamente—. Puse
esa tontería porque cuando llegué allí, de pronto me dí cuenta de que en
realidad no me interesaba trabajar para Lanco.
—¿Y pusiste estas barbaridades para que no te
contrataran?
—Exactamente.
—Lali… —murmuró Peter en tono aterciopelado.
—Para que lo sepas, yo también he tenido el dudoso placer
de leer tu ficha personal… bueno, tu ficha de “prensa” –corrigió al ver que
Peter la miraba atónito—. Ahora ya lo sé todo acerca de Bebe Leonardos y la
actriz francesa. También he visto una fotografía tuya con Eugenia tomada justo
después de que tú me echaras de allí con el pretexto de que un socio tuyo iba a
ir a verte.
—Te ha dolido mucho –dijo entonces Peter en tono concluyente.
—Me disgusté un poco –dijo Lali con acritud—. Bueno, y
ahora, ¿te importa que nos pongamos a trabajar?
Un momento después, Peter tuvo que marcharse urgentemente
a una reunión que duró el resto de la tarde, dejando a Lali sola y tranquila.
Una tranquilidad rota a intervalos por las inquisitivas miradas de Julia.
A la mañana siguiente, a las diez empunto, Pablo, muy
abatido, comunicó a Lali que Peter quería verla en su oficina y que iba a
necesitarla todo el día.
Lali subió al despacho de Peter y entró sin llamar.
Estaba en mangas de camisa y sin corbata, aparentemente muy concentrado en unas
notas que estaba redactando.
—Pablo me ha dicho que quería que viniera inmediatamente.
¿Para qué me necesitas?
—Podías saludar primero, ¿no te parece? –preguntó Peter,
alzando la cabeza y mirándola con una sonrisa—. Pues, sí… se me ocurren un
montón de cosas para las que puedo necesitarte.
Lali hizo caso omiso de su insinuación.
—Si no he entendido mal, se trata de algo urgente…
—Exacto.
—Bien, ¿de qué se trata?
—Quiero que vayas a la cafetería y me traigas algo de
comer.
—¿Qué? –repitió Lali sin inmutarse.
—Porque se da la circunstancia de que estoy muerto de
hambre.
Lali apretó los puños.
—Mira, Peter, puede que para ti yo sea sólo un objeto que
te sirve de distracción, pero abajo tengo un importante trabajo que hacer, y
Pablo me necesita.
—Yo también te necesito, cariño. Llevo aquí desde…
—No te atrevas a llamarme “cariño” –exclamó Lali.
—¿Por qué no? –preguntó Peter con una sonrisa.
—Tú prueba llamarme “cariño” otra vez y verás, Bueno –añadió
en un tono más dulce, recordando que al fin y al cabo era su jefe—, ¿qué sueles
tomar de desayuno?
—Secretarias insoportables.
Cuando Lali salía, se cruzó con Julia.
—No necesitas dinero, Lali –le dijo la mujer—. Tenemos
cuenta en la cafetería.
Dos cosas llamaron la atención de Lali: En primer lugar,
que la acababa de tratar de tú, llamándola por su nombre de pila, y en segundo
que la estirada y fría señora sonreía abiertamente
.
Lali le devolvió la sonrisa.
—Qué suele tomar de desayuno? –preguntó con una sonrisa.
—Secretarias insoportables –respondió Lali, guiñándole un
ojo.
Como para recompensarla por lo anterior, Peter se deshizo
en exclamaciones de gusto ante los bollos calientes que le había llevado e
insistió que se tomara un café con él.
—Sí, pero no te molestes, Puedo servírmelo yo.
Para acabar de incomodarla, Peter se dirigió al mueble
bar y, allí apoyado, la contempló con su sempiterna sonrisa. Ni siquiera le
permitió coger la taza pues, antes de que pudiera hacerlo, estaba junto a ella cogiéndola
del brazo.
—Lali –dijo en voz baja—. Siento haberte hecho daño. No
era mi intención, te lo aseguro.
—No tienes que pasarte la vida pidiéndome perdón –replicó
Lali, quitándose cuidadosamente su mano de encima—. Lo mejor que podemos hacer
es olvidarnos de lo ocurrido.
Y llevándose su taza, se dirigió hacia la puerta.
—¡Ah, Lali! Se me olvidaba decirte que esta noche salgo
para Italia. Pero a partir del lunes, te voy a necesitar aquí por las mañanas
también.
—¿Hasta cuándo?
—Hasta que consiga ganar este juego que tenemos entre
manos.
Cuando Lali volvió a su escritorio, sonó el timbre del
intercomunicador. Peter la demandaba para dictarle una carta.
—Y trae tu taza –añadió.
En mitad del dictado que Lali se veía obligada a tomar a
toda velocidad. Peter bajó la voz y dijo:
—Cuando te da el sol en la cabeza, tu pelo brilla como el
oro.
Y siguió dictando con voz impersonal. Lali, que había
copiado maquinalmente la mitad del piropo, le dirigió una mirada asesina que él
recibió con una pequeña carcajada.
A la una de la tarde, Peter le pidió que se quedara en el
despacho tomando notas en una reunión que se iba a celebras allí. La reunión tuvo lugar, en efecto, y
Peter pasó la mayor parte de ella mirándole las piernas mientras ella se revolvía
inquieta, sacudida por una perturbadora sensación de calor. Al final, cuando ya
se habían marchado todos los ejecutivos, Lali se levantó resuelta a marcharse,
pero Peter no se lo iba a permitir tan fácilmente.
—¿Has terminado de pasar al italiano la traducción de las
preguntas que quiero hacerle al señor Rossi? No me gusta meterte prisa, cariño
pero es que quiero llevármelas a Casano.
Lali se mordió los labios, furiosa consigo misma por
estremecerse cada vez que la llamaba “cariño”.
—Ya está pasado.
—Bien. ¿Y después de todo lo que has hecho tienes ya una
idea de lo que es el proyecto Rossi?
—No. No comprendo los términos técnicos. Lo único que sé
es que Rossi es un químico que vive en Casano y que ha inventado una cosa que a
ti te interesa. También sé que estas considerando la posibilidad que financiar
sus investigaciones y dedicarte a fabricar su producto en el futuro.
—La verdad es que debería habértelo explicado antes,
porque así el trabajo te habría resultado más agradable. Rossi ha conseguido
cierta sustancia química que aplicada a cualquier material sintético, incluido
el nylon, se hace resistente al agua, al fuego, al calor y al frío y a la
suciedad. Además, tiene la ventaja de que no altera el aspecto del tejido, ni
su textura. En una palabra, alfombras, tapices y ropa hechos con este tejido,
no se estropearía nunca.
Por primera vez desde el fatídico fin e semana, Peter la
trataba como a una profesional y Lali no se sentía incómoda a su lado.
—¿Pero seguro que ese producto químico funciona sin
alterar ni cambiar nada?
—La verdad es que no lo sé con seguridad. Precisamente
por eso me desplazo a Italia. Hasta ahora sólo he visto algunas demostraciones.
Quiero una muestra para probarlo en uno de nuestros laboratorios, pero Rossi
está obsesionado con su secreto, y dice que ahora lo importante es “probarme a
mí”.
Lali arrugó la nariz.
—Debe estar un poco loco, ¿no?
—Sí, es un excéntrico. Vive en una pequeña aldea de
pescadores, rodeado de perros para protegerse, El laboratorio se encuentra en
un cobertizo, a un kilómetro de la casa, y sin ningún tipo de protección.
—Bueno, por lo menos has visto alguna demostración.
—Pero las demostraciones no sirven para nada si no van
acompañadas de pruebas exhaustivas. Por ejemplo; es un producto químico hace
que la tela sea impermeable al agua, pero, ¿qué ocurriría si lo que se vierte
es leche? ¿O un refresco que contenga ácido?
—¿Y en caso de que el producto sea tan eficaz como su
inventor dice?
—En ese caso formaría un consorcio, es decir, una alianza
entre Global Industries y otras dos corporaciones que están colaborando y nos
lanzaremos al mercado con el producto de Rossi.
—Seguramente él se resiste a darte una muestra porque
teme que quién lo analice en el laboratorio descubra la fórmula y le robe el
descubrimiento.
—Así es –respondió Peter con una sonrisa—. Te traeré un
regalo de Italia, lo que tú quieras.
—Los pendientes de mi madre –dijo Lali, y dando media
vuelta, salió del despacho.
Peter la siguió con la mirada y experimento un extraño
sentimiento nada familiar, una especie de ternura que le hizo sentirse
vulnerable.
Continuará...
Wow! Me re entusiasme leyendo la novela. Seguila! Saludos! May.-
ResponderEliminarOtroooo pliss
ResponderEliminarhahahahahahahahahahahaha
ResponderEliminarNo entiendo a peter por momentos me parece hermoso y en otros un patan
ResponderEliminarGanas de decirle de todo a peter pero al mismo tiempo de no hacerlo.... me pone nerviosaaa jajajaja espero el proximo,
ResponderEliminarJjajajajja,k persistente k es Peter.
ResponderEliminarDefinitivamente bipolar,lali lo tiene en un puño!
ResponderEliminarMe encanta esta nove!!!
ResponderEliminarMe puse suerte contenta cuando entro a mi inicio de mi blog y veo que has subido capítulos nuevos ! Me encanta esta novela y me gusta ver a Peter medio malillo y Lali es una tierna pero me gustaría que fuera más cabrona para mi gusto,pero así esta perfecta la historia y ojala pase algo y tengan que viajar los dos a Italia y ahí quien sabe lo que pasará
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaaassssssssss
ResponderEliminarMuy bien Lali, así me gusta, se difícil Jajaj Otrooo :)
ResponderEliminarMaaas!!!
ResponderEliminar++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarMe encanta la actitud de Lali
ResponderEliminarMasssss!!! Plis doble cap!!
ResponderEliminarPues a mi me parece que la está acosando un poco en el trabajo...y por otro lado pienso que empieza a tener sentimientos???
ResponderEliminarGenial!
ResponderEliminarJa! Pelee va a salir perdiendo en el juego que quiere jugar con Lali, se va a enamorar