El optimismo de Lali se prolongó durante los ajetreados
días que pasó empaquetando sus cosas. A medida que los días pasaban, su
excitación iba en aumento, y cuando se despidió de su padre y su madrastra el
jueves por la mañana, de la segunda semana, ya no cabía en sí de impaciencia.
Aquella misma noche llegó al elegante barrio de
Bloomfield Hills donde se encontraba su nueva casa. Al principio, nada más
verlo, le resulto muy difícil hacerse a la idea de que a partir de entonces
tendría que vivir en un barrio tan lujoso formado por amplias calles bordeadas
de árboles e impresionables mansiones. Eran las diez en punto cuando detuvo el
coche en la entrada de la urbanización de estilo colonial. Inmediatamente, se
le acercó el conserje y, después de preguntarle su nombre, le dijo:
—El señor Whitworth ha llegado hará media hora. Coja
usted ese camino, le encontrará al final. Usted es la nueva vecina, ¿verdad? Yo
estoy aquí para ayudarla en todo lo que se le ofrezca.
Su casa, el número siento setenta y cinco, resulto ser un
chalecito blanco con patio delantero. Junto a la entrada del garaje se
encontraba el coche de Philip.
—¿Y bien? ¿Qué te parece? –preguntó aquel, media hora más
tarde, cuando había terminado de mostrarle el lujosos departamento.
—Me encanta. Pero la ropa nueva que tu tía ha dejado en
los armarios… ¿qué debo hacer con ella?
—A mi tía le encanta la ropa; es un auténtico vicio para
ella –le explicó Philip—. Creo que llamaré a alguna institución dedicada a la
caridad y les pediré que vengas a llevársela.
Lali abrió un armario y acarició un precioso vestido de
terciopelo rojo. Mirando la etiqueta, descubrió que, además de sus mismos
gustos, la tía de Philip usaba su misma talla.
—Philip, ¿sería posible que yo comprara parte de esta
ropa? Me gusta mucho, y casi todo está sin estrenar.
Philip se encogió de hombros.
—Coge lo que quieras y regala lo demás; así me quitaré un
problema.
—Pero estos vestidos son muy caros…
—Sé lo que cuestan –le interrumpió Philip bastante
molesto— porque lo he pagado yo. Coge los que quieras… son tuyos. Antes de
irme, te advertiré una cosa, mi mujer no sabe que compré este piso para mi tía.
Tiene ciertos reparos en mi familia, ¿sabes? Piensa que se aprovechan de mí.
Por eso te ruego que no le digas nada.
Cuando se quedó sola en aquel apartamento, decorado con
exquisito gusto y lleno de lujos y comodidades, incluidos los trajes que había
en los armarios, Lali lo comprendió todo… No, Philip no había comprado todo
aquello para su tía, sino para una “amiga” que ya no estaba en su vida. Pronto
decidió que aquel asunto no merecía más su consideración, pues no era cosa
suya.
Lo que hizo a continuación fue buscar el teléfono.
Afortunadamente, funcionaba; al día siguiente era viernes y Peter podía llamar.
A la mañana siguiente, muy temprano, Lali se sentó a la
mesa de la cocina y se puso a hacer la lista del mercado. Decidió incluir un
par de cosas especiales para cuando Peter fuera a visitarla: una botella de
whisky y otra de lico Grand Marnier. Antes de salir, miró al teléfono con
cierto temor, pensando que quizás Peter no llamaría. Pero apartó rápidamente
aquel pensamiento. Una cosa era segura: Peter la deseaba, y lo había demostrado
de sobra en Harbor Springs, así que aunque sólo fuera movido por la atracción
sexual, la llamaría.
Dos horas más tardes, volvió del supermercado con una
bolsa repleta de cosas. El resto del día lo pasó probándose ropa, eligiendo la
que se quedaba y la que necesitaba algún arreglo. Llegó la hora de dormir y
Peter no había llamado, pero Lali se fue a la cama plenamente tranquila,
confiando en que lo haría al día siguiente.
El sábado se dedicó a deshacer las maletas, sin alejarse
demasiado del teléfono. El domingo, se sentó en el porche, al sol, y elaboró
pacientemente un plan de gastos que le permitiera mandar a su casa la mayor
cantidad de dinero posible. En medio de los cálculos, recordó la gratificación
de diez mil dólares que Philip le había prometido si llevaba a feliz término la
labor de desenmascarar al supuesto espía… Aunque semejante acción la haría caer
a ella tan bajo como a aquél.
El lunes por la mañana, encontró en la tienda una lana de
color café verdusco, exactamente del color de los ojos de Peter. La compró y
decidió hacer un jersey, que según se dijo ella, sería el regalo de Navidad
para su hermano, aunque interiormente sabía que estaba dedicado a Peter.
El domingo por la noche, mientras preparaba la ropa para
su primer día de trabajo, se decía a sí misma que Peter iba a llamarla al día
siguiente, sin más tardanza. Sí, la telefonearía para desearla suerte en su
primer día de trabajo.
—Dígame, ¿ha decidido abandonar? –le preguntó en tono
jocoso su jefe, Pablo Martínez, al final de su primera jornada—. ¿O cree que
será capaz de quedarse?
Lali, sentada frente a él, con el cuaderno de notas
repleto de dictados sobre la falda, se encontraba exhausta. El día había sido
tan agotador que ni siquiera le quedó tiempo para entristecerse por el hecho de
que Peter no la hubiera telefoneado.
—Lo que creo –dijo con una sonrisa—, es que trabajar con
ustedes es como estar metido en el centro de un torbellino.
—La verdad es que al cabo de una hora de entrar usted por
esa puerta, habíamos estado trabajando tan a gusto, que ya ni me acordaba de
que fuese nueva.
Lali sonrió halagada. Era cierto; se habían entendido a
la perfección desde el principio.
—¿Y qué le parecen el resto de mis empleados? Todo el
mundo comentó que tengo la secretaria más guapa de toda la empresa. Me he
pasado el día contestando a las preguntas que me hacían sobre usted.
—Ah ¿sí? ¿Qué le preguntaban?
—Principalmente querían conocer su estado civil… si está
casada, prometida o soltera y sin compromiso… ¿Está usted disponible, Lali?
—¿Disponible, para qué? –pregunto Lali con la desagradable
sensación de que se refería a la naturaleza de su relación con Peter. Decidió
no contestar, y poniéndose de pie, añadió rápidamente—: ¿quiere que terminemos
el dictado antes de marcharme?
—No. Podemos dejar para mañana por la mañana.
Mientras recogía las cosas de su escritorio, Lali pensaba
si las preguntas que le había dirigido Pablo estaban dictadas por su interés
personal, y no por la curiosidad de los empleados, como pretendía hacerle
creer. Según le habían contado durante la comida, tres de las secretarias de
Pablo habían sucumbido a sus encantos, y después de salir con él, las tres
habían sido trasladadas de sección.
Según los chismorreos que corrían por la oficina, Pablo
era un buen partido por su posición social y económica, pero a él no le gustaba
en absoluto mezclar los placeres con los negocios. Aunque sin mucho entusiasmo,
Lali tenía que reconocer que era un individuo interesante y guapo… No había más
que verle: alto, morocho y con sus bonitos ojos…
Echó una mirada al reloj se apresuró, pensando que si
Peter tenía intención de llamarla, lo haría aquella misma noche, para preguntar
cómo se había desenvuelto en su primera jornada de trabajo. Pero si no
telefoneaba, después de dos semanas y un día, seria señal inequívoca de que ya
no pensaba llamarla y el simple pensamiento se le hacía insoportable.
Llegó a casa a toda prisa, se preparó un sándwich y se
sentó a ver la televisión. A las nueve y media subió al cuarto de baño a
ducharse, cuidando de dejar la puerta abierta para oír el teléfono.
Nada.
A las once en punto se metió en la cama. Peter ya no iba
a llamar; nunca. Tardó bastante en dormirse, y cuando lo hizo, la almohada
estaba empapada en lágrimas.
Continuará...
Q idiota q es peter
ResponderEliminarMaass
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ResponderEliminarMas!
ResponderEliminar+++++++++++++++
ResponderEliminarsube otro cap!! me encanta pobre lali
ResponderEliminarSubi masssss
ResponderEliminarPobrecita ,si k le pegó fuerte.
ResponderEliminarY Peter k no señales d vida.
Jajajajjajaja ,como siga así ,va a encontrar competencia con Pablo.
Pobre Lali, peter debe estar metido en un lío de sentimientos!! Otrooo :)
ResponderEliminarMASmasMAS
ResponderEliminarPobre lali se nota re ilusionada
ResponderEliminarNo se si es más tonto él por no llamar o ella por estar tan pendiente de su llamado!Veremos cómo va sucediendo todo! Por ahora flor e sacudida ambos merecen,jAJA!
ResponderEliminarAy obre Lali! Pero Dios! Que chica más ingenua!
ResponderEliminarVolví a leer, he estado muy ocupada :/