Lali contempló el ir y venir de las azules aguas del lago
Michigan que iba a morir a la playa con suaves olas erizadas de espuma.
—Ya estamos a punto de llegar –dijo Peter cuando
abandonaron la autopista y se internaron en una carretera comarcal.
Poco después, tomaron un camino privado de la finca,
bordeado de naranjos cargados e frutos, Cuando llegaron al pequeño aparcamiento
repleto de lujosos automóviles, el sol del crepúsculo lo llenaba todo con su
luz anaranjada. Un poco más allá, se levantaba una gran mansión de estilo
modernista de tres pisos, rodeada por un extenso jardín con mesitas y sombrillas,
que iba a dar a la playa. Los camareros se afanaban pasando bandejas entre los
invitados, que superaban el centenar y que pululaban por la playa o reposaban
en la tumbonas que rodeaban la piscina.
En el horizonte dorado del lago se encontraban los
perfiles de varias embarcaciones de recreo, que navegaban perezosamente por sus
tranquilas aguas.
Peter salió del coche y abrió la portezuela de Lali.
Después, la cogió del brazo y la condujo por entre los lujosos coches
deportivos hasta un grupo de invitados. Lali reconoció entre ellos a varios
actores de cine famosos y otras caras conocidas del mundo del espectáculo.
Peter no parecía impresionado no intimidado ante aquel
despliegue de belleza y opulencia, por el contrario, daba la impresión de que
la presencia de aquella gente le irritaba.
—Lo siento, Lali, si yo hubiera sabido que la “reunión
intima” iba a ser una cosa así, no te habría traído. Esto va a ser una fiesta
ruidosa y llena de gente.
Lali intentó sonreír, sin mucho éxito.
—No te preocupes, con un poco de suerte no se darán
cuenta de que estamos aquí.
—No cuentes con ello.
Se detuvieron junto a la pequeña barra improvisada para
uso de los invitados. Mientras Peter servía las copas, Lali, en lugar de
quedarse mirándole como una estúpida intentó adoptar una actitud natural y se
dedicó a contemplar los alrededores. No había pasado ni un minuto cuando una bellísima
pelirroja se acercó a Peter, abandonando precipitadamente el grupo donde se
encontraba.
—¡Peter, cariño! –dijo entre risas, abrazándole.
Peter dejo la botella de licor que tenía en la mano y le
dio un beso, después, observo a Lali. La pelirroja no se separó ni un centímetro
de él y le miró fijamente a los ojos, con una cálida sonrisa.
—Ya empezábamos a pensar todos que nos ibas a dejar
plantados –dijo—. Aunque yo sabía que tenías que venir, porque el teléfono no
ha dejado de sonar en toda la tarde. Llamaban de tu oficina, preguntando por
ti. Los criados tienen un montón de recados para ti. Dime, ¿quién es tu amiga? –añadió,
soltándole y mirando a Lali con curiosidad.
—Lali, te presento a Bárbara Leonardos.
—Llamame Bebe. Mis amigos me llaman así –y a continuación
se volvió a Peter, como si ella no estuviera—. Yo pensaba que ibas a venir con
Eugenia –dijo.
Peter hizo una mueca.
—¿Ah, si? Y yo creía que tú a estas alturas estarías en
Roma con Alex.
—Hemos estado, pero he venido para verte.
Cuando su amiga se hubo marchado, Peter empezó a darle
explicaciones.
—Bebe es…
—No te molestes, sé quién es. La heredera de la mayor
fortuna americana del petróleo, casada con un armador griego. Estoy harta de verla
en las revistas y en los periódicos.
Peter le dio su bebida, cogió la suya y luego señaló a
una pareja que en aquel momento pasaba junto a ellos, cogidos del brazo.
—¿Conoces a aquellos?
—No –respondió Lali—. No me suenan de nada.
Peter le sonrió.
—Pues en ese caso, te los presentaré. Son los anfitriones
de la fiesta, y además muy buenos amigos míos.
Lali contempló con curiosidad a la pareja: una bella
mujer de treinta y tantos años y un hombre maduro, rayando en los sesenta,
bastante grueso.
—¡Peter! –exclamó la mujer sonriendo encantada y
abrazándole cuando salieron a su encuentro—. ¡Hacía meses que no sabíamos nada
de ti! ¿Dónde te habías metido?
—Ten en cuenta que todavía queda gente que tiene que
trabajar para ganarse la vida –respondió Peter con una sonrisa—. Mira Lali, te
presento a nuestros anfitriones, Andrea y George Middleton.
—Hola, Lali, me alegro mucho de conocerte. Pero vamos a
ver –añadió volviéndose a Peter—, ¿qué hacen aquí ustedes dos solos, lejos de
todo el mundo? Nadie se habrá dado cuenta de que llegaron.
—Precisamente por eso hemos venido aquí detrás –dijo Peter
bruscamente.
Andrea se echó a reír, sonrojándose ligeramente.
—Ya sé que te prometí que esto iba a ser una reunión íntima,
pero es que no se me pasó por la imaginación que fuera a venir tanta gente.
Tenemos un lío tremente en la casa. Apropósito, la gente se está vistiendo ya
para la cena. ¿Ustedes irán a la Cueva o prefieren vestirse aquí?
Lali sintió deseos de que se la tragase la tierra. ¿Cómo
iba a cambiarse si no había llevado ningún vestido de fiesta? Disimuladamente,
pellizcó el brazo de Peter, pero él, haciendo caso omiso, dijo:
—Será mejor que Lali se vista aquí. Mientras tanto yo iré
a la Cueva para contestar a las llamadas que me hayan hecho y volveré vestido.
Andrea sonrió a Lali.
—La casa está rebosante de gente; si te parece bien tú y
yo podemos meternos en mi habitación y George buscará otro lugar para
cambiarse. ¿Vamos?
—Perdona un momento –intervino Peter—. Creo que Lali
quiere decirme algo. Ve tú delante.
En cuanto la pareja se hubo alejado, Lali miró a Peter
angustiada.
—Peter, no tengo nada que ponerme, ¿no tendrás tú algo en
tu casa?
—Sí, hay bastantes cosas en la Cueva. Creo que encontraré
un vestido para ti –dijo Peter en tono tranquilizador—. Yo me encargare de
mandártelo, no te preocupes. Estará en la habitación de Andrea cuando te vayas
a vestir.
El interior de la casa era un hervidero de bullicio,
voces y risas de los invitados; camareros que corrían de acá para allá con ropa
recién planchada y bandejas de bebidas… Peter detuvo a uno de los criados y le
preguntó por los recados telefónicos. Al momento le entregaron un papel.
—Lali, nos veremos fuera, junto a la piscina, dentro de
una hora. ¿Podrás arreglártelas sin mí hasta entonces?
—Sí, no te preocupes, Tú tomate todo el tiempo que
necesites.
—¿Seguro?
Con aquellos maravillosos ojos verdes clavados en los suyos,
Lali no estaba segura ni de su propio nombre, pero no obstante se despidió con
una sonrisa. Cuando Peter se hubo marchado, se encontró con Bebe junto a ella,
mirándola sin ningún disimulo.
—Bebe, ¿sabes dónde hay un teléfono? –le preguntó Lali—.
Quiero llamar a casa.
—Sí por supuesto. Y a propósito, ¿dónde está tu casa?
—En Fenster, en el estado de Missouri.
—¿Fenster? –repitió Bebe, arrugando la nariz, en una
mueca de desagrado.
Y acto seguido se marchó, dejándola solo en una salita.
La conferencia con su padre no fue demasiado larga, pues
ambos sabían lo mucho que costaba. Pero su padre tuvo tiempo para reírse de
lleno de orgullo y asombro cuando se enteró del trabajo que había conseguido, además
del piso que le ofrecía Philip Whitworth sin cobrarle alquiler. Por supuesto,
por no preocuparle, Lali no mencionó en qué consistía el trabajo para Philip;
con asegurarle de que sus problemas económicos habían terminado, era bastante.
Después de colgar el aparato, cuando se disponía a abrir
las puertas correderas de la salita para salir, Lali oyó una chillona voz
femenina que provenía del pasillo.
—¡Bebe, querida, qué guapísima estás! ¡Qué vestido tan
bonito! Oye, ¿tú sabias que Peter Lanzani iba a venir y que todavía no ha
aparecido?
—Sí, ha venido –respondió Lali—. He estado hablando con
él.
—Pues menos mal que ha venido, porque Carlton me ha
sacado a la fuerza de la playa divina en la Bermudas sólo para verle a él. Al
parecer tiene que hablarle de u asunto de negocios muy importante.
—Pues tendrá que ponerse en la cola –dijo Bebe con
indiferencia—. Porque Alex y yo también hemos venido a verle. Alex va a
proponerle que se asocie con él para montar una cadena de hoteles por todo el
mundo. Llevaba dos semanas intentando localizarle por teléfono desde Roma, pero
como no contestaba, no hemos tenido más remedio que coger un avión y venir.
—Pues tampoco he visto a Eugenia –comentó la otra.
—No la has visto porque Peter no la ha traído… ¡Ya verás
cuando conozcas su nuevo fichaje! ¡Es increíble! Es una cría de dieciocho años
directamente importada de una granja de Missouri. Hace un momento Peter le
estaba diciendo que tenía que dejarla sola durante una hora y le preguntaba si
podría arreglárselas sin él.
En aquel punto, las voces se alejaron, pues las dos
mujeres, salieron del pasillo.
Lali salió de la salita con ganas de asesinar a alguien,
pero, con un suspiro, decidió que lo mejor que podía hacer era tranquilizarse,
pues al fin y al cabo no merecía la pena.
Continuará...
Ufff todos creen que lali aun es una adolecente, yo las hubiera matado !!!!
ResponderEliminarMassss
Maaasssss
ResponderEliminarMejor así!!.
ResponderEliminarLali a mantener el orgullo bien alto!!!
Matar a alguien ,jajajjajaja,ya se dió cuenta quien es Peter
Creo q Lali les va a dar una sorpresa a todos ahi,JAJA
ResponderEliminarEsa fiestecita va a ser todo un desafío para Lali y sorpresas para todos
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