Philip Whitworth levantó la vista de sus papeles al oír
un rumor de pasos, amortiguados por la mullida alfombra que cubría el suelo de
su despacho presidencial.
—¿Y bien?— preguntó con impaciencia—. ¿Han anunciado ya
quien es el misterioso competidor?
El vicepresidente se acercó a la mesa.
—Sí. Ha sido Lanzani. Al parecer hizo una oferta bajo
cuerda… Pedía treinta mil miserables dólares menos que nosotros, y la National
Motors ha firmado con él el contrato de compra de todos los aparatos de radio
para los automóviles. Ese bastardo de Peter Lanzani nos ha robado un contrato
de cincuenta millones de dólares rebajando nuestro precio un uno por ciento.
¡Maldita sea! – concluyó dando una fuerte palmada en la mesa.
Afortunadamente, Philip no estaba alterado, pero un buen
observador habría advertido una ligera tensión en sus facciones que delataba su
agitación.
—Es la cuarta vez en un año que nos roban un contrato de
esta importancia. ¿No te parece demasiada coincidencia?
—¿Coincidencia? –repitió el vicepresidente—. ¡Philip, tú
sabes perfectamente que esto no tiene nada de coincidencia! ¡Uno de mis
empleados está vendido a Peter Lanzani! Ese individuo, quien quiera que sea, se
dedica a espiarnos; averigua la cantidad de nuestras ofertas y pasa la
información a Lanzani. ¡Así de fácil! Entonces él rebaja los precios. Te digo
una cosa, Philip: solamente seis de mis empleados conocían exactamente la
cantidad que pedíamos a la National Motors. Pues bien, uno de ellos tiene que
ser un espía.
Philip se hundió en su asiento hasta apoyar su canosa
cabeza en el respaldo.
—Me parece muy bien, pero después de investigar a esos
seis hombres, lo único que has conseguido averiguar es que tres de ellos
engañan a sus mujeres.
—¡Eso ha ocurrido porque no hemos investigado lo
suficiente! Mira, Philip, yo comprendo que el hecho de que Lanzani sea tu
hijastro es un obstáculo, pero no vas a tener más remedio que tomar medidas
para pararle los pies. Se ha propuesto destruirte y, como siga así, lo va a
conseguir.
La mirada de Philip se tornó cortante como el hielo.
—Yo nunca he reconocido a Lanzani como mi hijastro; ni
siquiera mi mujer le reconoce como hijo suyo. Una vez hecha esta salvedad,
¿serías tan amable de decirme qué me propones para pararle los pies?
—Muy sencillo: introduce un espía en su empresa para que
averigüe quién es su contacto aquí. ¡Puedes hacer lo que quieras, con tal de
que hagas algo!
En aquel momento, sonó el timbre del intercomunicador.
—¿Sí, Helen?
—Perdone la interrupción, señor, pero hay aquí una tal
señorita Lali Espósito que dice tener una cita —con usted para hablar de un
puesto de trabajo.
—¡Es cierto! –suspiró Philip—. Dígale que la atenderé
dentro de uno minutos.
El vicepresidente lo miró con curiosidad.
—¿Desde cuándo entrevistas tú personalmente a los futuros
empleados?
—Esto se trata de un compromiso. Su padre es pariente
lejano mío, primo quinto o sexto, si no recuerdo mal. Fue uno más de los
muchachos parientes que mi madre desenterró cuando hacía la investigación para
su libro sobre nuestro árbol genealógico. Cada vez que descubría a un nuevo
familiar, le invitaba a pasar un fin de semana a casa para convencerlo a fondo
y decidir si lo incluía en el libro o no. Por entonces, Espósito era profesor
en la universidad de Chicago, no pudo venir, así que envió a su mujer, una
concertista de piano, y a su hija. Pocos años después, la señora Espósito murió
en un accidente de automóvil. Desde entonces no volví a saber más de ellos, hasta
que la semana pasada me llamó el señor Espósito pidiéndome que entrevistara a
su hija por si podía ponerla a trabajar en la empresa. Según me dijo, no
encontraba nada en Missouri, donde viven ahora.
—¿No es abuso de confianza por su parte llamarte así, por
las buenas?
Philip esbozó una sonrisa de aburrida resignación.
—Hablaré uno minutos con la chica y después la mandaré de
vuelta a su casa. Como comprenderás, no tenemos ningún puesto aquí para una
licenciada en música; y aunque lo tuviera, no se lo daría a Lali Espósito. Es
la chica más pesada, insoportable y consentida que he conocido en mi vida.
Cuando la vi, era un ser espantoso de nueve años, lleno de pecas y con una mata
de pelo que parecía estropajo.
Continuará...
____________________________________________
Holaa!!!... ya sé!... dije que postearia tempranito...
buenoooo es domingo!! esto es temprano para mi!!
No saben lo que me alegró abrir el blog y leer sus comentarios!! Anais, Juli, Chari, Ari, Andre, anónimos... :D Subiré un promedio de dos capítulos por día... hoy subiré otro cap en la noche... asi vamos avanzando rapidito.
Por lo pronto no podré avisar por twitter porque recién me estoy organizando... el mail del blog: ficslaliter@hotmail.com YA NO VA MAS!!! ni me escriban ahi porque desde que deje el blog que no lo visito, y no es por mala, es por tonta que me olvide la contraseña y ahora no puedo entrar (lo sé soy la PEOR administradora de blog que existe)... suerte que no me olvide la contraseña del blog que la tengo grabada y la de twitter que es super fácil y que no me la podré olvidar jamas!... en cuanto a las descargas de las otras novelas; también me olvide la contraseña de mi cuenta en 4shared que era donde las subia para la descarga... TENGAN PACIENCIA!!! les pido por favor!! poco a poco iré arreglando todo...
Espero que les guste el capítulo y lueguito subo otro.
Se ve que va a ser difícil que la contrate
ResponderEliminarJajaja es entendible tu tranquila!
ResponderEliminarMe encanta!
ResponderEliminarEspero el siguiente capitulo :)
@ligiaelenaCM
Se va a sorprender del cambio.!!!!
ResponderEliminarTranqui ,ya estás aquí,así k poco a poco.
Gracias!!!
Me encanta que hayas vuelto!!!
ResponderEliminarJajaja uno preocupada todos este tiempo, enviando mails de casi SOS para saber si estaba viva! Jajajaja
ResponderEliminarAhora, se ve buena la nove! A seguir leyendo!
ResponderEliminar