Bueno. Tenía razón en una cosa: había aprendido la
lección. Había que confiar en el cerebro y no en el corazón.
Sin embargo, esa humillante experiencia era todo lo que
iba a conseguir de ella.
-Lali: Vete —dijo al tiempo que iba hacia la puerta y la
abría de par en par
-Peter: Vamos, osita, no te enojes —empezó con tono
condescendiente— Sabes que ha sido por tu bien.
-Lali: Lo sé y te doy infinitas gracias por haberme hecho
ver lo que es mejor para mí.
Peter la miró con suspicacia.
-Peter: Ese es un... sarcasmo, ¿verdad?
-Lali: Me complace observar que todavía te funcionan
algunas células grises —declaró con una desagradable sonrisa antes de cerrarle
la puerta en las narices.
Peter la oyó echar el cerrojo, oyó su bufido de rabia y
luego oyó que se entregaba al llanto. Entonces se apoyó contra la puerta con
los puños cerrados y estuvo a punto de implorarle que lo dejara entrar. Quería
abrazarla y decirle la verdad. Que se había vuelto loco por ella. Que no había
querido causarle dolor. Que su cerebro apenas funcionaba cuando la besó y que
luego había buscado una excusa tan estúpida y poco convincente para encubrir su
error.
¿Y qué había de cierto en ese
beso? «Quiero la verdad», se dijo con severidad.
Peter se acomodó en el asiento del conductor. La verdad
era que apenas sus labios se encontraron, había dejado de pensar en ella como
la osita Lali. Se había convertido en una mujer en sus brazos. Una mujer cuya
respuesta le había producido una súbita e intensa excitación sexual.
¿Qué habría sucedido si le
hubiera hecho el amor? ¿Y si no hubiera sido la hermana de Nico, la única razón
que le impedía acercarse a ella? Sin embargo, era del todo inútil hacerse esas
preguntas.
Peter se alejó lentamente de la casa de Lali. Maldito
Nico por ponerlo en esa situación. Maldito Teo por intentar seducirla. Y
malditas las noches de insomnio que había pasado agonizando ante la posibilidad
de que otro fuese el primer hombre que le hiciera el amor.
El estómago se le encogió ante ese pensamiento. Sabía que
no podía ser ese hombre. Lo sabía desde hacía años, como tampoco ignoraba que
desde siempre Lali había estado encaprichada de él. Y pensando en ella, siempre
había hecho lo imposible para desalentarla. Había creído sinceramente que con
el tiempo ella olvidaría su capricho. Sin embargo, acababa de comprobar que no
era así.
Tamborileando con los dedos sobre el volante, condujo al
Club de Ganaderos con la esperanza de tomarse una copa que de ningún modo
podría sustituir lo que realmente deseaba.
Nunca había entendido la atracción de ella hacia él.
Siempre había creído que era a causa de sus actividades en el ambiente de los
rodeos. Parecía que los jinetes eran la tentación de las mujeres y sólo el
Señor sabía cuánto beneficio había sacado de ello a través de los años. Peter
no se veía a sí mismo como un buen partido. No era lo suficientemente bueno
para ella.
Bueno, podía proporcionarle una seguridad económica.
Tenía mucho dinero, aunque no lo había ganado por su esfuerzo, así que no podía
atribuirlo a un mérito personal. Era una herencia que procedía del petróleo de
su abuelo y que su padre había sabido administrar muy bien. Sin embargo, ella
no necesitaba su dinero. Gracias a la previsión de Nico nunca tendría
necesidades económicas.
Aunque hacía mucho tiempo que había aprendido que el
dinero no hace a un hombre... al menos no al tipo de hombre que Lali necesitaba
para ser feliz. Tenía que ser un hombre que quisiera asentarse y formar una
familia. Y ése no era él. No estaba hecho para compartir el calor del hogar al
final del día.
Bueno, al menos lo pensaba porque, a decir verdad, nunca
había mantenido con una mujer una relación lo bastante duradera como para
descubrirlo. Y al parecer allí estaba la respuesta. Si siquiera alguna vez
hubiese considerado idea, tal vez lo habría intentado. No, no estaba seguro de
que se le diera bien la estabilidad de un hogar.
Se sentía bien en soledad desde que sus padres habían
abandonado las actividades del rancho Dusty E para ir a vivir a Palm Beach. Le
gustaba la ganadería y recorrer el rancho con Shamu trotando junto a su caballo
y también le gustaban las misiones esporádicas del Club de Ganaderos de Texas.
Le gustaba la vida en soledad, que de vez en cuando, aliviaba una noche en
brazos de una bonita mujer complaciente. Aunque últimamente la única mujer
bonita que ocupaba sus pensamientos era aquella que había dejado llorando.
Probablemente la haría llorar mucho más si cedía en sus
principios y hacía el amor con ella. Y eso era algo que estaba decidido a
evitar. Lali necesitaba un ancla para crearse un futuro y él todavía flotaba a
la deriva.
Necesitaba un tipo que cuidara de ella y la protegiera de
problemas como el que iba a tener si quedaba a merced de sus propios recursos.
Como Gorki, por ejemplo.
Y también estaba Nico. Su mejor amigo. Si se liaba con
Lali acabaría por perder su amistad, por no mencionar la crisma. Y a él le
gustaba mucho mantenerla en su lugar. Cuando al fin llegó al estacionamiento
del Club de Ganaderos, había resuelto sin el menor entusiasmo que ese primer
beso tendría que ser el último.
Continuará…
No me gusta nada que esten asi =/ y menos que la haga llorar! DIOS! q sea sincero y le diga lo que le pasa con ella me saca! y lo peor es que tambien pasan esas cosas en la vida real! es muy frustante ¬¬
ResponderEliminarQue estupido peter =/
ResponderEliminarahora lali si debrri olvidarse d el y ni siquiera hablarle asi se daria cuenta lo estupido que es y que la esta perdiendo y se las juegue por ellay se deje con la tontera de que es la hermana de su mejor amigo
subiii mas
@lali_peterlove
pobre Lali!!! :S
ResponderEliminarMas nove...
POBRE LALIIIª!!!! ESPERO EL SIGUIENTE!!! BESITOOOSSSS
ResponderEliminarFATY****