Oh, Dios. No, no era cierto que había dicho eso...
Mortificada, le volvió la espalda.
Oh, Señor, pensó él con el corazón destrozado al ver los
delicados hombros hundidos de pesar. ¿Que no la deseaba...? Peter reprimió un
quejido. Si ella supiera... Sólo había que verla. Era hermosa, inteligente,
cariñosa y compasiva... y apasionada.
Y en ese momento, Lali temblaba presa de una mezcla de
rabia y vulnerabilidad tan intensa que Peter sintió una dolorosa punzada de
deseo. Con toda suavidad le tomó los hombros y la volvió hacia él al tiempo que
sentía que la lujuria se precipitaba desenfrenadamente por sus venas.
¿Qué hombre en su sano juicio no
la desearía? ¿Qué hombre de carne y hueso se resistiría a tomarla en sus brazos
y borrar con un beso la lágrima que se deslizaba por su mejilla? ¿Qué hombre
con algo de testosterona no mataría por sentir el fuego de su pasión?
Bueno, en ese momento él era todos esos hombres...
totalmente fuera de control. Y de pronto, no pudo contenerse. Con las manos en
los brazos de la joven, lentamente la atrajo hacia su cuerpo sin dejar de notar
las emociones que pasaban por su rostro mientras introducía la pierna izquierda
entre las de ella y presionaba sus pechos contra su torso.
Los ojos de Lali brillaban a causa de las lágrimas, del
asombro y de una intensa anticipación.
En ese instante, ninguna fuerza del mundo podría haber
impedido a Peter inclinar la cabeza, rozar sus labios con los suyos y luego
perderse en su calor.
Es un error, un error, un error. Las palabras
martilleaban en la zona de su cerebro que todavía funcionaba. Pero la razón
cedió a intensas emociones cuando su lengua le separó los labios y se introdujo
en el paraíso.
¡Santo cielo!, era tan dulce... Y
tan abiertamente sensual mientras se alzaba de puntillas, le rodeaba el cuello
con los brazos y se ceñía a su cuerpo como si hubiera sido una manta y él una
cama deshecha. Que el cielo lo asistiera... tenía que parar de inmediato.
Pero no podía, simplemente no podía.
Todo eso era demasiado bueno y la deseaba como nunca lo
había hecho con nadie en su vida. «En contra de todo lo que es correcto», pensó
al tiempo que ceñía el esbelto cuerpo femenino contra su erección con un gemido
que no dejó la menor duda de lo que deseaba y necesitaba para ambos.
Peter no podría haber explicado cómo sucedió, pero lo
próximo que supo es que la tenía contra la pared. Los dedos de ella se habían
enredado en sus cabellos y el beso se
mantuvo en un nivel de hondas sensaciones mientras las manos de Peter se
deslizaban bajo el jersey y acariciaban la piel desnuda. Sedosa, cálida.
La quería desnuda. Quería sentirse dentro de su cuerpo.
Quería su boca sobre sus pechos, la lengua entre los muslos. En segundos, Lali
lo había sacado de su papel de hermano protector convirtiéndolo en un
saqueador. Y no había ni un mensaje que su cerebro enviara a su libido lo
suficientemente intenso como para traspasar las nieblas de la excitación
sexual.
Pero no, no. Eso no podía suceder.
Por fin la sangre volvió a su cerebro y los pensamientos
racionales empezaron a fluir nuevamente. Con un gruñido de frustración, Peter
alzó la cabeza, aspiró una gran bocanada de aire... y miró el rostro que
acababa de saquear.
Sus labios estaban húmedos, hinchados, hermosos, y los
ojos velados de sensualidad mientras parpadeaba lentamente como si también
intentara volver en sí y comprender qué había sucedido.
«Una locura», pensó Peter. Eso era lo que había sucedido.
Un cortocircuito en su cerebro que lo había sobrecargado de energía sexual. Lo
único que deseaba era volver a besarla.
-Lali: Peter, por favor... haz el amor conmigo —murmuró
desesperada, con un suave suspiro.
Sus palabras obraron como una droga y casi, casi cedió a
la tentación.
Pero esa joven era Lali. Su osita Lali, la hermana menor
de Nico; la hermana que aun era virgen.
La verdad fue como un balde de agua fría arrojada sobre
su cabeza.
Muy a su pesar, lenta y deliberadamente se separó de
ella, y dio un paso atrás con las manos en los costados.
Maldiciéndose por su falta de control, miró los ojos
empañados de la joven mientras intentaba desesperadamente encontrar las
palabras adecuadas.
Furioso consigo mismo y un poco también con ella por no
apelar a su instinto de protección contra un depredador igual a Gorki, tomó una
decisión instantánea. No. No iba a ser agradable, pero sí efectiva y muy
necesaria.
«Hazme el amor». Apenas lo había pensado y al instante se
oyó a sí misma expresando su deseo en voz alta.
Entonces él se había apartado. Y en ese momento la miraba
con rabia. Una mirada siniestra.
La pasión que había sentido en su beso se había
transformado en ira. Y Lali no entendía la razón de ese cambio.
-Lali: ¿Peter?
-Peter: ¿Ves lo que sucede por no
saber comportarte?
Ella parpadeó, helada hasta los huesos, a pesar de que
sólo instantes atrás no había sentido más que calor. Lali se abrazó a sí misma,
con una creciente sensación de vulnerabilidad.
-Lali: ¿Comportarme?
Peter le lanzó una dura mirada.
-Peter: Acabo de darte una lección, pequeña. Espero que
la hayas aprendido.
-Lali: ¿Una lección? ¿De... de
qué estás ha blando?
-Peter: Estoy hablando de lo que sucede cuando una mujer
tienta a un hombre hasta sacarlo de sus cabales —declaró al tiempo que se ponía
bruscamente el sombrero— Fui testigo del modo en que permitiste que Gorki te
besara en el parque y cómo dejaste que te pusiera las manos encima.
Durante lo que le pareció una eternidad, Lali se quedó
mirándolo fijamente. Abrió la boca. Luego la cerró.
-Lali: ¿Qué tiene que ver Teo con
lo que acaba de suceder entre nosotros? —preguntó cuando pudo recuperar el
habla.
El sacudió la cabeza luego esbozó una sonrisa... la
imagen de la tolerancia benevolente.
-Peter: Cariño, eso es lo que intento decirte. Entre
nosotros no ha sucedido nada sino una breve lección de educación para adultos.
-Lali: ¿Educación para adultos?
-Peter: Exactamente, dulzura. Acabo de enseñarte que si
en vez de haber sido yo, que me preocupo por ti, hubiera sido Teo, a esta hora
estarías en una situación comprometedora.
Tras un largo instante, al fin Lali pudo comprenderlo. No
la había besado porque la deseara. Lo había hecho porque pensaba que necesitaba
protegerse de sí misma frente a un hombre, y él tenía que demostrar el error de
su comportamiento. La había besado porque pensó que no había sabido guardar la
compostura ante Teo y si él no hubiera intervenido, habría terminado en un una
situación comprometedora. Presa de rabia, Lali se pasó los dedos por los
cabellos. Qué escena más lastimosa. ¿Cómo pudo haber creído que él la había
besado sólo porque la deseaba y se hubiera mostrado ardiente como si estuviera
enamorado?
Bueno. Tenía razón en una cosa: había aprendido la
lección. Había que confiar en el cerebro y no en el corazón.
Continuará…
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Esta noche les subo otro.... :P
besoooosss
Peter que idiota!!!! pobre lali! espero el siguiente
ResponderEliminarfaty**** @fanovelitas_arg
Puedo decir una sola cosa: "Peter es un estupido".
ResponderEliminarEspero màs nove!!!
maldito infeliz peter si me hicieran eso creo que loodiaria tanto la re forma de humillarla =/
ResponderEliminarpobree lali
subiii otro
ahhh no! me bajo a Peter como le va a decir eso?! la ilusiona y le pincha el globo lo peor es que la quiere pero lo hace por Nico ajjjjj te mataria Juan Pedro!
ResponderEliminarjajajaj me enoje :P MAS NOVE!!!!