Capítulo Diez

En el momento en que Peter descubrió a Lali y Teo sentados a una discreta mesa en una esquina del comedor, el elegante entorno desapareció de su vista. Y sólo tuvo ojos para Lali.

El resplandor vibrante de sus ojos y el color de sus mejillas rivalizaban con los destellos de las bujías que se reflejaban en su sedosa cabellera. Siempre había sabido que era bonita y había hecho lo imposible para evitar el pensamiento de que también era endiabladamente sexy, pero esa noche era imposible evitarlo a causa de su aspecto.

El profundo escote ponía de manifiesto la cremosa suavidad de sus pechos que subían y bajaban provocativamente cuando reía. Y el coqueto movimiento de la cabeza resaltaba las delicadas líneas de la garganta. Lucía increíblemente hermosa y Teo se la comía con los ojos.

No. Peter decidió que de ninguna manera iba permitir que ese baboso le pusiera sus pegajosas manos encima. No a su mujer.

Bueno, no era su mujer. Y nunca lo sería... pero era su responsabilidad. Se lo había prometido a Nico.

Hasta ese momento había sido una especie de ángel guardián a regañadientes porque pensaba que Teo era inofensivo. Pero esa noche no había nada de inofensivo en los ojos del hombre. La palabra depredador estaba escrita en su cara... y Lali era la presa más inocente.

Sí, podía ser un canalla; pero a sabiendas de que la causa era justa, Peter se encaminó directamente hacia ellos.

-Peter: Can, mira a quiénes tenemos acá... —dijo con fingida sorpresa. Cande le lanzó una mirada sorprendida mientras él la guiaba apresuradamente entre las mesas.

-Cande: ¿Qué te traes entre manos, Lanzani? —susurró.

-Peter: Nada, sólo cultivar la amistad, Can. Sólo eso.

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Lali no habría podido decir qué la puso en alerta, pero fue consciente de la presencia de Peter antes de verlo. Los finos cabellos de la nuca se le erizaron antes de oír que su voz de barítono irrumpía en la intimidad que Teo había creado con sus ardientes miradas.

-Peter: Mira, Can. ¿No te parece que forman una pareja formidable?

¡No, no, no! No podía estar sucediendo otra vez. Lali cerró los ojos pensando que cuando los abriera, la voz y la figura de Peter habrían desaparecido y que sólo vería la atenta sonrisa de Teo. Sólo que Teo no sonreía. En cambio, miraba la escena con las mandíbulas apretadas y una gruesa vena volvía a hincharse en su frente. La cara se le había vuelto del mismo color del vino que llenaba las copas.

-Lali: Pedro... —murmuró, con el corazón hundido.

-Peter: ¿Podes creer en mi buena suerte, Can? —dijo ignorando a Lali— Por segunda vez coincidimos en un restaurante.

La joven le lanzó una mirada llameante al verlo de pie junto a la mesa con una amplia y estúpida sonrisa. Junto a él, Cande miraba avergonzada.

-Teo: De haber sabido que veníais habríamos reservado una mesa más grande —dijo con una tensa sonrisa— Es una pena que no podamos cenar juntos.

-Peter: ¿Oíste eso, Can? Quiere que nos unamos a ellos. ¿No te dije que Leo es un buen chico? ¡Robert...! —llamó a un camarero que pasaba por allí— Por favor, trae un par de sillas y cubiertos para ésta mesa. El doctor nos ha invitado a cenar. Pero la cuenta la pago yo. De veras que sí —dijo al tiempo que malinterpretaba intencionadamente la mirada furiosa de Lali con una sonrisa magnánima— Insisto.

Tras acomodarse tranquilamente, Peter presentó a Cande con la sonrisa de un encantador de serpientes mientras Lali pensaba fríamente en el mejor modo de asesinarlo por lo que estaba haciendo.

Continuará…

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qué linda Lali!... :)