Capítulo 25

Lali se frotó la frente con la palma de la mano al sentir, de repente, un terrible dolor de cabeza. Tenía el cerebro a punto de explotar, y la boca tan seca que le dolía tragar. Y aún tenía que hablar más. Tenía que decir algo para que él no se diera cuenta de que ella estaba teniendo un ataque de nervios en aquel momento.

Tomó aire y lo expulsó temblorosamente de los pulmones antes de intentar hablar.

—Lali: Yo no soy ni tu novia para que tengas que preocuparte por mí, Peter.

¿Cómo era posible que un hombre pasara de ser un amante apasionado a un hermano mayor furioso en diez segundos? Y, por el amor de Dios, ¿cómo era posible que ella lo quisiera más por ello?

—Peter: Yo no he dicho eso —respondió él, subrayando cada una de las palabras con un tono de voz amargo—. Lo único que he dicho ha sido que...  

Ella alzó la mano para acallarlo, y se dio cuenta de que le temblaba el pulso. Entonces apretó el puño y dijo:

—Lali: Te he oído. Pero a ti no tiene por qué preocuparte que yo cierre o no cierre la puerta.

Sin embargo, sabía que él tenía razón, y aquello sólo servía para enfadarla más. Ella nunca se quedaba a trabajar por las noches en el garaje sin cerrar la puerta con llave. Sabía que Baywater era una ciudad segura, pero no corría riesgos estúpidos. Y si ella hubiera cerrado la puerta, entonces Peter no habría podido entrar y no habrían hecho el amor, y ella no habría tenido que enfrentarse a la asombrosa realidad de que se había enamorado de él.

—Peter: ¿Y ahora no puedo preocuparme por ti? —le preguntó él.

Lali le lanzó una mirada asesina, reforzada por la ira que sentía ante su propia estupidez.

—Lali: ¿Te preocupabas antes de que nos hubiéramos acostado?

Él abrió la boca para decir algo, pero la cerró de nuevo. Sin embargo, ella no necesitaba escuchar la respuesta. Ya sabía cuál era.

—Lali: No, no te preocupabas.

Lali sentía una furia salvaje. Él era igual que Benja, pensó frenéticamente. Aquello era como revivir lo que le había ocurrido, y Lali no quería. No quería recordar el dolor, la decepción, el arrepentimiento por haber querido tanto a alguien que no quería entenderla.

Al igual que Benja, Peter no era capaz de ver a la Lali real.

—Lali: Cuando éramos sólo amigos —le dijo acaloradamente— tú pensabas que yo podía cuidarme sola. Ahora que nos hemos acostado, parece que he perdido unas cuantas neuronas.

—Peter: No quería decir eso.

—Lali: Dios, Peter, lo tienes escrito en la frente.

—Peter: ¿De qué estás hablando?

—Lali: De ti. De mí. De todo esto. Yo ya he pasado por esto antes, Peter. Y créeme, no voy a pasarlo de nuevo.

—Peter: ¿Qué significa eso?

—Lali: Eres igual que Benjamín.

Él alzó ambas manos.

—Peter: ¿Quién demonios es Benjamín?

—Lali: Estuve comprometida con él hace tres años.

Peter se quedó boquiabierto otra vez. No daba crédito a lo que acababa de oír.

—Peter: ¿Comprometida? —repitió después de unos momentos—. ¿Has estado comprometida? ¿Y por qué yo no lo sabía?

—Lali: Nunca me lo habías preguntado.

Él abrió la boca y la cerró. Otra vez.

Ella sacudió la cabeza y lo miró. Estaba demasiado herida como para quedarse callada, aunque aquello habría sido lo mejor.

—Lali: Eres igual que él. Él nunca se fijó en mí hasta que me puse ropa femenina. Exactamente igual que tú, Peter. Y cuando volví a ser yo otra vez, sólo yo, perdió el interés. Incluso quiso que vendiera el garaje. Que me convirtiera en la esposa perfecta que hacía tartas y limpiaba la casa. Bueno, eso no tiene nada de malo, pero yo no soy así.

—Peter: ¿Y en qué me parezco yo a ese tonto?

—Lali: Oh, por favor. Tú nunca te habías parado a mirarme hasta aquella noche en el bar.

—Peter: Eso no quiere decir...

Ella lo interrumpió porque no quería escuchar más excusas.

—Lali: Cuando soy una mujer, quieres protegerme. Cuando soy yo misma, todo eso cambia. Bueno, pues ¿sabes una cosa, Peter? —le preguntó, y se agarró la tela del mono por la cintura— Ésta soy yo. La Lali de verdad. Y ella no es alguien que pueda gustarte. Acéptalo.

—Peter: Así que ahora le lees el pensamiento a la gente.

Lali se rió.

—Lali: El tuyo no es difícil de leer.

Demonios, todo se estaba estropeando, tal y como ella había pensado. No debería haber empezado con aquello. No debería haberle tendido una trampa, porque al hacerlo, ella era la que caminaba por arenas movedizas. Y el hecho de que casi deseara ser una mujer muy femenina, el tipo de mujer que le gustaría a Peter, sólo contribuía a irritarla más.

—Peter: Así que ya lo has entendido todo —le dijo él con aspereza.

—Lali: Sí.

—Peter: Estuviste comprometida con un imbécil y ahora piensas que todos los tipos son como él.

—Lali: No todos.

—Peter: Pero yo sí —Ella asintió. Si hablaba, era muy posible que se le quebrara la voz. —Ese hombre era un estúpido.

—Lali: Sí —dijo—, pero al menos era honesto en cuanto a lo que quería. Tú no estás siendo sincero, Peter. Ni contigo mismo, ni conmigo.

—Peter: Perfecto —farfulló él, y se puso las manos a los lados de la cabeza, como si quisiera evitar que le explotara.

Ella entendía muy bien cómo se sentía. Era raro que el delicioso cosquilleo que Lali había experimentado hacía sólo un rato se hubiera desvanecido por completo. Ya sólo le quedaba una sensación de pérdida. Y un pánico paralizante.

—Lali: Creo que deberías irte, Peter.

—Peter: No hasta que hablemos de esto.

Lali se rió y el sonido resultó estridente, incluso para ella misma.

—Lali: Ya hemos hablado, Peter. Y no hacemos más que dar círculos. ¿De qué más podemos hablar?

—Peter: De nosotros. De lo que está pasando, y de qué va a pasar.

—Lali: Ya hablamos anoche. Decidimos que seríamos amigos —¡Dios!, qué vacía sonaba aquella palabra—. ¿No te acuerdas?

—Peter: Sí —respondió él, y miró al capó del coche—. Y parece que eso está funcionando muy bien.

—Lali: Habría funcionado si no hubieras venido.

—Peter: Ah —asintió lentamente, con los ojos verdes brillantes por una emoción que ella no pudo descifrar, y que no estaba segura de querer descifrar—. Así que el truco para que podamos manejar esta situación es apartarnos el uno del otro.

—Lali: Eso parece.

—Peter: ¿Y nuestra amistad?

Lali: lo miró y sintió que se le derrumbaban las defensas. Si él se quedaba más tiempo, era posible que ella hiciera alguna idiotez como lanzarse a sus brazos. Sin embargo, aquello no iba a resolver nada. Sólo serviría para empeorar las cosas. Porque ella sabía qué Peter no estaba buscando amor.

No era un hombre con el que construir un sueño. Ella ya había aprendido su lección en cuanto al amor. Y en aquella ocasión, se lamería las heridas en privado.

Continuará...
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MAÑANA MÁS!! ;)