CAPÍTULO 60

Por un momento Nico no dijo nada, luego se levantó de un salto.

—Nico: ¿¿¡¡Qué!!??

Alai levantó la mirada hacia su padre e incluso en la oscuridad de la noche pudo ver su expresión furiosa. Se le cayó el alma a los pies, pero se obligó a continuar.

—Alai: Fui yo... Yo cogí el dinero y luego me colé en su caravana y lo escondí en su maleta para que todos pensaran que lo había robado ella.

—Nico: ¡No me lo puedo creer! —comenzó a dar patadas a diestro y siniestro, golpeando la pata de la silla sobre la que estaba sentada ella y haciendo que se cayera. Antes de que tocase el suelo, él la agarró por el brazo y comenzó a sacudirla. —¿Por qué hiciste algo así? ¿Por qué mentiste?

Aterrada, Alai intentó zafarse de él, pero su padre no la soltó y la chica ya no pudo contener las lágrimas.

—Alai: Quería... quería que Lali tuviera problemas. Fue...

—Nico: Fue tu culpa.

Volvió a sacudirla.

—Nico: ¿Sabe Peter algo de esto?

—Alai: No.

—Nico: Has consentido que todos piensen que Lali es una ladrona cuando fuiste tú. Me pones enfermo.

Sin ningún miramiento, la arrastró por el recinto. A Alai le goteaba la nariz y estaba tan asustada que comenzaron a castañetearle los dientes. Había sabido que su padre se enfadaría con ella, pero no había imaginado hasta qué punto.

Rodearon la caravana de Euge, y se dirigieron hacia la de Peter y Lali, que estaba aparcada al lado. Con brusquedad, Nico levantó el puño y golpeó la puerta. Se encendieron las luces del interior y Peter abrió de inmediato.

—Peter: ¿Qué pasa, Nico?

La cara de Lali apareció por encima del hombro de Peter y, cuando vio a Alai, pareció preocupada.

—Lali: ¿Qué ha pasado?

—Nico: Díselo —le exigió su padre.

Alai se explicó entre sollozos.

—Alai: Fui yo... fui yo quien...

—Nico: ¡Míralos a la cara mientras hablas! —Le cogió la barbilla y le alzó la cabeza, sin lastimarla pero obligándola a mirar a Peter a los ojos. Alai quiso morirse.

—Alai: ¡Yo cogí el dinero! —sollozó. —No fue Lali. ¡Fui yo! Luego me colé en la caravana y lo escondí en su maleta.

Peter se puso tenso y mostró una expresión tan parecida a la de su padre que Alai dio un paso atrás.

Lali soltó un grito ahogado. Aunque era una mujer pequeña logró apartar a Peter a codazos y bajar un escalón. Intentó abrazar a Alai pero su padre la apartó.

—Nico: No te compadezcas de ella. Alai ha sido una cobarde y será castigada por ello.

—Lali: ¡Pero no quiero que la castigues! Hace meses que pasó. Ya no importa.

—Nico: Cuando pienso en todos los desaires que te hice...

—Lali: No importa. —tenía la misma expresión testaruda que cuando sermoneaba a la chica por su lenguaje. —Esto es cosa mía, Nico. De Alai y mía.

—Nico: Estás equivocada. Alai es carne de mi carne, mi responsabilidad, y nunca pensé que llegaría el día en que me avergonzaría tanto de ella como ahora. —Miró a Peter. —Sé que es un problema del circo, pero te pido que dejes que me encargue yo mismo de esto.

Alai se echó hacia atrás al ver la mirada escalofriante en los ojos de Peter cuando éste asintió con la cabeza.

—Lali: ¡No, Peter! —Lali intentó acercarse de nuevo a Alai, pero Peter la atrapó desde atrás.

Nico la arrastró entre las caravanas sin decir ni una palabra. Alai no había estado tan asustada en toda su vida. Su padre nunca le había pegado, pero claro, ella nunca había hecho nada tan malo.

Él se detuvo en seco cuando Euge surgió de las sombras de su gran caravana RV. Llevaba puesta una bata verde de seda con estampados de aves y flores por todos lados. Alai se alegró tanto de verla que a punto estuvo de lanzarse en sus brazos, pero la horrible mirada en los ojos de la dueña del circo le hizo darse cuenta de que Euge lo había oído todo.

Alai sacudió la cabeza y comenzó a llorar de nuevo. Ahora Euge también la odiaba. Debería haberlo esperado.

Euge habló con voz trémula:

—Euge: Quiero hablar contigo, Nicolás.

—Nico: Más tarde. Tengo que ocuparme de unos asuntos...

—Euge: Mejor ahora. —Luego se dirigió a la chica: —Vete a la cama, Alai. Tu padre y yo hablaremos contigo a primera hora de la mañana.

—Alai: ¿Y a ti qué más te da? —quiso gritar —Tú odias a Lali.

Pero sabía que eso no importaba ahora. Euge era tan dura como su padre a la hora de seguir las reglas del circo.

Su padre la soltó, y Alai huyó. Mientras corría a la seguridad de su cama, supo que había perdido la última oportunidad de conseguir que su padre la amara.

Continuará...

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Volví!!!!!!!!!!!!
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