CAPÍTULO 75

—Max: Nosotros... hicimos lo que creímos más conveniente.

Peter se quedó paralizado. Pensó en el pequeño bote de las píldoras de Lali. Como si lo estuviera viendo en ese momento, recordó que no tenía precinto. En esta época de medicamentos precintados, aquellas píldoras no lo llevaban.

La presión que sentía desde que Lali desapareció le oprimió el pecho. Una vez más había dudado de su esposa y, de nuevo, se había equivocado.

—Peter: Lo planeaste tú, ¿no? Igual que planeaste todo lo demás. Reemplazaste sus píldoras.

—Max: No sé de qué me hablas.

—Peter: No quiero jugar al gato y al ratón. Dime la verdad, Max. Dímela ya.

El hombre pareció derrumbarse. Se le doblaron las rodillas y se hundió en la silla que tenía más cerca.

—Max: ¿No lo entiendes? Era mi deber.

—Peter: ¿Tu deber? Debí suponer que lo verías así. No puedo creer que haya sido tan estúpido. Siempre he sabido lo obsesionado que estás con la historia de mi familia, pero nunca se me ocurrió que pudieras hacer algo así. —La amargura le revolvió el estómago. Desde el principio, Lali y él no habían sido más que títeres de Max.

—Max: ¿Y qué? Por Dios, deberías agradecérmelo. —se levantó de un salto de la silla. Apuntó a Peter con un dedo tembloroso. —Para ser historiador, no respetas tu linaje. ¡Eres bisnieto del zar!

—Peter: Soy un Lanzani. Eso es lo único que significa algo para mí.

—Max: Una panda de vagabundos. Vagabundos, ¿me oyes? Eres un Romanov y tu deber era tener un hijo. Pero no querías ser padre, ¿verdad?

—Peter: ¡Ésa era una decisión mía, no tuya!

—Max: Esto es mucho más importante que un capricho egoísta.

—Peter: Cuando Lali me dijo que estaba embarazada pensé que lo había hecho a propósito. ¡La acusé de haberme mentido!

Max hizo una mueca y la justa indignación de Peter perdió fuelle.

—Max: Peter, míralo desde mi punto de vista. Sólo disponía de seis meses y tenía que aprovecharlos. No podía esperar que llegaras a enamorarte de ella, es imposible que un hombre con tu inteligencia se interese por alguien tan atolondrado como mi hija, salvo para acostarse con ella.

Peter sintió ganas de vomitar. ¿Cómo era posible que su educada e inteligente esposa sintiera cariño por un padre que tenía tan poco respeto por ella?

—Peter: Lali es más lista que nosotros dos juntos.

—Max: No es necesario que enmascares los hechos.

—Peter: No lo hago. No conoces a tu hija en absoluto.

—Max: No podía aceptar que su matrimonio finalizara sin intentar que hubiera un heredero Romanov.

—Peter: No era asunto tuyo.

—Max: Eso no es cierto. A lo largo de la historia, los Petroff siempre se han dedicado a hacer lo mejor para los Romanov, incluso aunque los Romanov no estuvieran de acuerdo.

Mientras miraba a Max, Peter se dio cuenta de que el padre de Lali estaba obsesionado con ese tema. Max podía ser un hombre coherente en todo lo demás, pero no en eso.

—Max: Ibas a dejar que muriera tu estirpe —dijo Max, —y yo no podía consentirlo.

No había nada más que discutir con él. Para Max el niño que Lali llevaba en su vientre no era más que un peón, pero ese bebé significaba algo muy diferente para Peter, y todos sus instintos paternos afloraron para protegerlo.

—Peter: ¿Qué mierda ha estado tomando Lali? ¿Qué le diste?

—Max: Nada que pudiera dañar al bebé. Pastillas de fluoruro, eso es todo. —se derrumbó en la silla. —Tienes que encontrarla antes de que haga algo estúpido. ¿Y si se ha librado del bebé?

Peter clavó los ojos en el anciano. Poco a poco la amargura se convirtió en piedad al pensar en todos los años que Max había desaprovechado, todos los años que había pasado sin conocer a su maravillosa hija.

—Peter: Nada conseguiría que Lali hiciera eso. Tiene agallas, Max. Hará lo que sea para mantener a salvo a ese bebé.

Continuará...

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Donde estará Lali?!?!??...

ustedes que dicen? la encuentra pronto?? :O

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