Capítulo DIECINUEVE y VEINTE

Fuera, la Madre Naturaleza aullaba. Dentro, estaba de celebración.

Incluso cuando aún sentía los últimos espasmos del orgasmo, Peter quería poseer a Lali otra vez pero, si era posible, con mucha más intensidad que antes.

Él nunca había experimentado nada semejante. Nunca había conocido deseo que no pudiera ser satisfecho ni anhelo que no pudiera ser saciado. Incluso en ese momento, aún dentro de ella, su cuerpo se tensaba como preparándose para otro asalto.

-Lali: Ha sido increíble -dijo apoyando la cabeza sobre el hombro de Peter.

Él sonrió, le besó la cabeza y murmuró.

-Peter: Y eso que no se me da muy bien...

-Lali: No intentes tomarme el pelo -respondió alzando la cabeza para mirarlo. Sus miradas se encontraron y él vio cómo en sus pupilas volvía a verse reflejado el deseo.

Ella se movió hacia él y levantó las caderas levemente. El cuerpo de Peter reaccionó al instante.

-Lali: ¿Otra vez? -susurró ella mordisqueando su cuello y besando su febril piel.

-Peter: Una y otra vez -le prometió.

Una parte de su cerebro lo torturaba al escuchar los aullidos del viento y la fuerza de la lluvia, pero intentó no prestar atención. Ellos estaban calentitos. Estaban a salvo. Juntos. Y eso le era bastante.

La aupó en sus brazos y la dejó caer en las frescas sábanas blancas que olían a lavanda. Sólo se desenganchó de ella para poder sentir el placer de penetrarla de nuevo. De cualquier otra forma, hubiera sido feliz de permanecer unido y sumergido en ella para toda la eternidad.

Lo que podían haber sido minutos e incluso ho­ras después, Peter giró la cabeza sobre la almohada y miró a la preciosa mujer que yacía junto a él. Bajo aquella tenue luz, tenía un aspecto místico, parecía una criatura de otro mundo.

Aquel pensamiento le hizo sonreír. Peter pensó que, definitivamente, el irlandés que había en él estaba saliendo a flote. Con aquella piel tan pálida y suave y un cabello tan castaño parecía que hubiera sido esculpida en alabastro por un escultor de talento.

Pero ella era real. Y él estaba allí para comprobarlo.

Ella giró la cabeza y sus miradas se encontraron. Lali sonrió.

-Lali: Bueno, supongo que ahora sí que has perdido la apuesta.

El hizo una mueca, pero no parecía importarle mucho.

-Peter: Supongo que sí. ¡Dios! Mis hermanos van a mortificarme.

Ella se acercó a él y se apoyó sobre un codo para mirarlo.

-Lali: ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué lo has tirado todo por la borda cuando estabas a punto de ganar?

Peter se detuvo a pensar un momento. Pero ahora ya no necesitaba mucho tiempo para saber cuál era su respuesta. Ya lo había hecho antes ese mismo día. De hecho, lo había, hecho durante todo el día cuando había estado alejado de ella, cuando acababa de saborear un pedacito de ella y estaba deseoso de más. Girando hacia la derecha, él, también, se apoyó sobre un codo y la miró mientras que deslizaba la yema de uno de sus dedos a lo largo de uno de sus pechos.

-Peter: Porque -dijo aún sorprendido por aquella revelación-, te deseaba más de lo deseaba ganar la apuesta.

-Lali: ¿Es un cumplido?

-Peter: Totalmente -dijo él-. Créeme.

Ella le agarró la mano y entrelazaron sus dedos.

-Lali: ¿Pero por qué tenías tantas ganas de ganar esa estúpida apuesta?

-Peter: Para ser el mejor -respondió sin dudarlo un segundo-. Para ser el Lanzani que más hubiera resistido.

-Lali: Y ahora, ¿qué?

Él sonrió.

-Peter: Bueno, ahora... Camilo recibirá sus diez mil dólares y podrá construir un nuevo tejado para su iglesia -se detuvo un momento para oír  la fuerza de la lluvia y el viento-. Y a juzgar por la tormenta, creo que va a necesitarlo muy pronto.

-Lali: Eso está bien, ¿no crees?

-Peter: Claro que sí. Bueno, yo iba a darle el dinero de todas formas -admitió, percatándose de que ella era la primera persona a quien confesaba su intención. Entonces se preguntó por qué se sentía tan cómodo con Lali hablando sobre su vida, sobre su familia y, en definitiva, de cosas que eran importantes para él. Sin embargo, dejó a un lado esos pensamientos -. Simplemente quería ganar.

-Lali: ¿Tan importante es?

-Peter: En mi familia, sí.

-Lali: Pero te has rendido.

-Peter: Y volvería a hacerlo -le aseguró.

-Lali: Por pasar una tarde como ésta -dijo ella-, yo también lo haría.

-Peter: Me alegra oír eso.

Ella se rió y su sonrisa hizo que una reacción en cadena se apoderara de su cuerpo haciéndole sentir la pasión de nuevo.

-Lali: Por favor -dijo ella-. ¿Acaso no sabes lo bien que lo he pasado hoy?

-Peter: El día aún no ha terminado.

-Lali: Me alegra oír eso -dijo ella arrimándose un poco más hacia él-. Hoy ha sido un día muy... especial. Sí, supongo que ésa es la palabra correcta. Hacía mucho tiempo que no estaba con nadie.

Él lo había supuesto, pero le alegraba oírselo decir en voz alta. No quería imaginarse a Lali con ningún otro hombre y tampoco quería pensar en que, en tan sólo un par de semanas, ella saldría de su vida.

Así que Peter sonrió.

-Peter: Bueno, también ha sido bastante tiempo para mí.

-Lali: Pobrecillo.

-Peter: Sarcasmo de una mujer desnuda. Me gusta.

El cambió de postura haciendo que ella se recostara sobre su espalda. Peter agachó la cabeza y la besó en el vientre hasta que su lengua fue deslizándose más y más abajo.

Ella deslizó sus dedos entre su pelo y le hacía cosquillas en la cabeza con las uñas.

-Lali: La razón por la que digo que hace mucho tiempo que no estoy con nadie es que no quiero que pienses que soy ese tipo de mujer.

-Peter: ¿Y qué tipo es ése?

-Lali: Ya sabes…  Apenas nos conocemos hace una semana!... Soy mucho más complicada que eso -se detuvo-. Aunque, después de lo de hoy, quizá no me creas.

Peter se rió contra la planicie de su abdomen.

-Peter: La, créeme, ya sabía que eras complicada. Pero gracias por avisarme.

En aquel momento empezaron a oírse truenos y el viento empezó a golpear las ventanas. Lali se asustó y Peter utilizó su boca y sus manos para calmarla.

Después de un par de minutos, Lali comenzó a hablar de nuevo.

-Lali: Sólo ha habido tres hombres en mi vida. Uno al que quise, uno al que pensé que amaba y tú.

Él se detuvo. Incluso el corazón parecía haber disminuido el ritmo. Fuera la tormenta azotaba las ventanas y las puertas buscando la forma de abrirse paso, pero, en aquella habitación, estaba a punto de estallar otra tormenta. La que se estaba gestando en el corazón de Peter. 

¿Amor? 

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Ella se rió.

-Lali: No me mires con esa cara, Peter. No me estoy declarando.

El le devolvió la sonrisa de mala gana.

-Lali: Sólo estoy diciendo -continuó ella colocándose unos almohadones detrás de la cabeza para poder verlo mejor-, que esto significa algo para mí.

El alzó la cabeza para mirarla a los ojos.

Sinceramente, le dijo:

-Peter: También significa algo para mí, pero no sé el qué, La. No puedo decírtelo. Pero significa algo.

-Lali: Gracias.

-Peter: ¿Por qué?

-Lali: Por no tratar de mentirme. Por no fingir ser el amor de mi vida. Por respetarme lo suficiente como para hablarme con sinceridad.

-Peter: Siempre seré sincero contigo, La.

Ella sonrió.

-Lali: Sabes, es muy interesante. Está empezando a gustarme que me llames así.

-Peter: Pues seguiré haciéndolo con mucho gusto -volvió a besarla en el vientre y siguió un poco más abajo.

Ella suspiró.

-Lali: De todas formas, no busco enamorarme, Peter.

Aquello le llamó la atención. La pena y el dolor que había en su voz sabía que se reflejaría en sus ojos. Sabía que, si la miraba, volvería a ver en sus pupilas las sombras que le habían obsesionado desde el momento en que la había conocido.

Pero no pudo evitarlo. Y la miró.

Y vio aquel dolor que tanto le hacía lamentarse de ella.

-Peter: ¿Quién era él?

Ella volvió a suspirar.

-Lali: Se llamaba Eric.

A Peter ya le parecía estar odiándolo. Sin duda sería alto, musculoso y lo bastante estúpido como para dejar escapar algo tan bueno.

-Peter: ¿Qué sucedió?

Lali cerró los ojos.

-Lali: Murió…

¡Maldita sea! Peter empatizó con ella.

-Peter: ¡Dios, Lali! Lo siento.

-Lali: Hace ya mucho tiempo.

-Peter: ¿Cuánto? -se preguntó ya que, por el dolor que reflejaban sus ojos, parecía ser una pérdida bastante reciente.

-Lali: Seis años.

El pestañeó. Lali ahora no parecía tener más de veinticinco años.

-Peter: Eras una niña.

-Lali: No tanto -se acurrucó contra él como recordándole que tan sólo un minuto antes la había estado besando y no le importaba que volviera a hacerlo-. No quiero hablar de eso ahora, ¿si?

-Peter: Muy bien -dijo él a regañadientes a pesar de que su cuerpo le urgía para entrar en materia.

Volvió a inclinar la cabeza para deslizar sus labios y su lengua por su vientre e ir más y más abajo hasta el triángulo de pequeños rizos castaños sobre los que descubrió la marca plateada de una vieja cicatriz.

Con uno de sus dedos acarició la marca y, manteniendo la voz firme, le hizo la pregunta de la que, estaba seguro, conocía la respuesta.

-Peter: ¿Qué es esto?

Ella cerró los ojos y dijo.

-Lali: Es la cicatriz de una operación.

-Peter: Sí, ya lo veo. Pero, ¿de qué tipo?

Lali suspiró.

-Lali: Una cesárea.

-Peter: ¡Tuviste un hijo!

-Lali: Sí.

-Peter: Cuando eras una adolescente.

-Lali: Sí.

-Peter: Eric -dijo él lamentándose de ella.

-Lali: Sí. Eric mi hijo -los ojos de Lali se llenaron de lágrimas aunque trataba de parpadear frenéticamente para evitar el llanto. ¡Qué estúpida! No debería haber comenzado a hablar. No debería haber iniciado una conversación que, inevitablemente, iba a conducirla a aquella situación.

-Peter: ¿Qué pasó?

Mirando al cielo, Lali se concentró en los colores que reflejaban los cristales de la lamparita.

-Lali: ¿Por qué quieres saberlo?

El se incorporó y la miró a la cara. Lali se sintió agradecida por ver la conexión que tenía con Peter. Hacía mucho tiempo que no conectaba con alguien y haberlo hecho en medio de una tormenta con un perfecto desconocido era como un regalo para ella.

-Peter: Porque veo sombras en tus ojos, La -le respondió besándola-. Las vi desde el preciso instante en que te conocí. Y quiero saber qué las provoca -volvió a besarla con dulzura en los labios.

Asintiendo con la cabeza, Lali miró sus profundos ojos verdes y retrocedió en el tiempo. Regresó a un pasado que sentía muy presente pero del que, a la vez, se mantenía distanciada.

-Lali: Mi familia es rica. Muy rica.

-Peter: ¿Y bien?

-Lali: Mi hermano mayor era el perfecto heredero y yo era la princesa, la chica buena que lo hacía todo bien.

El volvió a besarla para animarla a continuar.

-Lali: Hasta que cumplí los diecisiete y me enamoré del hijo mayor del mejor amigo de mi padre.

-Peter: Y te quedaste embarazada.

-Lali: Sí -y en aquel momento recordó el pánico, el miedo de saber que un nuevo ser crecía en su interior. Errores como ése jamás habían ocurrido en la familia Espósito. Todo estaba planeado, planificado, incluso los bebés.

-Lali: El padre de la criatura estaba asustado.

-Peter: ¿Y tú no?

Ella sonrió agradeciéndole su solidaridad.

-Lali: Aterrada -le aseguró-. Cuando se lo dije a mis padres montaron en cólera. Me dijeron que les había decepcionado, pero que se ocuparían de aquel incidente para que nadie jamás supiera nada.

Era sorprendente, pero aún le dolía recordar aquella noche. Asustada, se había enfrentado a sus padres sabiendo que se disgustarían. Sin embargo, en secreto había esperado que le mostraran su apoyo, su compresión.

-Lali: Lo dispusieron todo para que abortara. No podían concebir tener una madre adolescente y soltera en la familia, pero tampoco querían que me casara con Randolph.

Peter se rió.

-Peter: Randolph. Qué nombre tan insignificante.

-Lali: Randolph era una persona insignificante. El no quería, pero le habían criado para serlo. Además, era muy joven. En fin, me negué a abortar y decidieron enviarme a París. Me quedaría en casa de mi tía hasta que el bebé naciera y después lo daría en adopción.

Una lágrima brotó del rabillo de uno de sus ojos

-Lali: Pero no pude hacerlo. Cuando nació, mi bebé me miró como si me conociera. Sonrió. Era mío.

Peter volvió a besarla y le secó la lágrima con la yema de su pulgar.

-Lali: Les dije a mis padres que iba a quedarme con el bebé. Ellos me dijeron que no podía regresar, así que me quedé en París en casa de mi tía durante una temporada. Después, utilicé la herencia de mi abuela y conseguí un apartamento para mi hijo y para mí.

Fueron unos días muy emocionantes llenos de amor y proyectos de futuro. Días en los que conoció el amor de manos de su hijo. Un amor que jamás había conocido antes. Nunca había imaginado que podía amar tanto y tan profundamente.

Eric era pequeñito, indefenso, pero le proporcionaba todo el amor del que ella jamás habría podido soñar. El era su mundo hasta que...

-Peter: ¿Lali? ¿Qué pasó?

Ella volvió a cerrar los ojos, pero al hacerlo las imágenes le resultaban más reales, más duras.

-Lali: Sólo tenía cinco meses. Una mañana no me despertó. Dormí hasta las nueve y me levanté pensado «Genial. Por fin ha dormido una noche de tirón. Esto lo hará todo más fácil» -se mordió los labios, miró a Peter a los ojos y entonces dijo-. Fui a buscarle y le dije «Buenos días, dormilón» y lo toqué, pero no se movió, no reaccionó.

Ella tragó saliva.

-Lali: Recuerdo que pensé «Qué raro» y entonces me incliné para besarlo. Estaba frío.

Peter la estrechó más en sus brazos.

-Lali: El doctor dijo que fue SIDS. No podríamos haber hecho nada. Simplemente murió en mitad de la noche.

-Peter: Lo siento mucho...

-Lali: Lo sé.

Peter la besó y saboreó sus lágrimas. Ella sintió su calor y su deseo de reconfortarla así que dejó que lo hiciera.

Después, él se detuvo y la miró a los ojos aterrado.

-Lali: ¿Qué pasa?

-Peter: No puedo creerlo. No puedo creer que lo haya hecho, que lo hayamos hecho. Nunca antes me había sucedido, te lo juro.

-Lali: ¿El qué?

-Peter: Hablar sobre Eric me ha hecho pensar en ellos. Protección, La. No hemos usado protección. Ninguna de las veces -el rostro de Peter estaba desencajado-. Sabiendo lo que sé ahora, no puedo creer que te haya puesto en peligro.

-Lali: ¡Shh! -puso un dedo sobre sus labios para hacer que se callara. Su propio corazón latía deprisa. Ella tampoco había pensado en usar protección y ella, más que nadie, debería haber prevenido la situación. Pero, al menos que él no estuviera sano, no le importaba -Tomo la píldora para regular mis periodos.

Dejó caer la frente sobre la de ella.

-Peter: Menos mal -entonces volvió a alzar la vista. Sus pupilas verdes reflejaban una serie de emociones que le era difícil descifrar. Pero eso no era importante ahora. Ahora quería volver a sentirse viva, sentir como su corazón latía con fuerza, sentir el cuerpo de Peter moverse dentro del suyo.

-Lali: Ahora creo que deberíamos volver a nuestros asuntos. Y, Peter…

-Peter: ¿Sí?

-Lali: No te preocupes por mí.

Continuará...

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Pobre Lali!!! D:

Perdón por el retraso!!... :0

les dejo los dos últimos caps de hoy!

mañana hacemos maratón!... voy a hacer los caps de dos en dos para que así podamos terminar la nove más rápido! les parece?? igual es mi culpa q estemos retrasadas por no postear seguido!... asi q les agradezco por no dejar de leer la nove! :D 

si vamos a este ritmo posiblemente la nove la terminemos MAÑANA! 

BESOS ENORMES! 

Danii ;D