Capítulo 09

—Peter: Sí, señor.

—Lucas: Ve con él, Lali.

Lali le llevó hacia la parte trasera de la tienda y después bajaron por una estrecha escalera. A medida que se alejaban, pudo escuchar la voz de su padre: «En mi tienda, muchachos, se trata con respeto a todos los clientes, sean del Norte o del Sur, franceses o esquimales. Y si no les gusta el modo en que llevo mi negocio...».

Llegaron al sótano y se detuvieron frente a unas estanterías de madera en las que se apilaba toda una serie de paquetes embalados.

—Lali: Lo siento. Le pido disculpas por Benjamín... por todos ellos. Benjamín no acostumbra ser... ser...

—Peter: ¿Un idiota intolerante y engreído? —propuso amablemente.

—Lali: Los conozco a todos desde que era pequeña. Ninguno de ellos le habría dicho nada si estuviesen solos, pero al estar en grupo...

—Peter: Lo sé. Y no puedo decirle que no habría ocurrido lo mismo si uno de ellos hubiese tenido que pasar por algo similar en el Sur. Excepto que allí, le habrían linchado antes de que pudiese responder.

Alzó la vista y algo de su enfado desapareció con aquel gesto. Peter no parecía enojado. Ni siquiera parecía haberle molestado la escena que había tenido lugar en la tienda, ¡era ella la que lo había pasado mal! Respiró hondo con la intención de recuperar la calma. No era propio de Lali mostrarse en contra de Benjamín, y menos si su oponente era un extraño.

—Peter: ¿Cómo se encuentra? —preguntó.

—Lali: Bien. Ni siquiera me resfrié después de... después de ya sabe qué.

Él sonrió ante aquella vaga referencia al incidente del río.

—Peter: Me alegro. Supongo que Benjamín no hizo preguntas.

—Lali: No.

—Peter: ¿Arreglaron los problemas por los que habían discutido?

—Lali: Bueno... En realidad, no.

—Peter: Qué vergüenza.

Lali no pudo evitar evitar reír.

—Peter: Admito que Benjamín responde a lo que esperaba de él. Pero no dijo usted nada de su bigote.

—Lali: Le da un aire distinguido, ¿no le parece?

—Peter: Tal vez me deje crecer uno yo también.

—Lali: ¡No! —respondió de inmediato, con total sinceridad. Sus mejillas no tardaron en enrojecer y Peter se echó a reír.

—Peter: Lo que usted diga. Así que no es especialmente partidaria de los bigotes...

—Lali: Excepto del de Benjamín.

—Peter: Ese hombre la tiene hechizada, ¿verdad? ¿O es que se está tomando su tiempo? Tal vez... si espera un poco más... alguien podría hacer que usted se preocupase por él tanto como por Benjamín.

—Lali: En absoluto. Benjamín y yo estaremos juntos para siempre. Nosotros... Bueno, hemos crecido juntos. Nada puede romper ese tipo de lazos.

—Peter: ¿Nada puede romperlos? Si algo he aprendido en los últimos años, cariño, es que no se puede estar seguro de nada.

Ella le dedicó una larga y expresiva mirada, advirtiéndole que la conversación se estaba haciendo demasiado personal.

—Lali: Y le rogaría que no volviese a llamarme así nunca más.

Él sonrió con malicia.

—Peter: ¿Podría comprobar si alguno de esos paquetes es el mío, señorita Espósito?

En silencio, Lali se volvió hacia los estantes y buscó en el extremo de uno de ellos poniéndose de puntillas. Cogió un paquete y empezó a tirar de él. Peter pasó las manos por encima de ella desde atrás y agarró el cristal envuelto apartándolo del vacilante movimiento de Lali. Durante unos segundos, ella sintió el contacto y la presión de aquel cuerpo fuerte contra su espalda, por lo que se volvió al instante para decir con rabia:

—Lali: No. Déjeme hacerlo a mí, ¿de acuerdo?

—Peter: No lo he hecho con mala fe. La he visto tambalearse sobre las puntas de los pies mientras agarraba el cristal de ventana... Lo pedí hace casi un mes, y eso es más de lo que puedo soportar.

—Lali: ¡No me estaba tambaleando!

—Peter: Ya entiendo. Prefiere pensar que me he sentido tan atraído por sus encantos que he buscado cualquier excusa para...

—Lali: No, no es eso... Yo... ¡Oh, apártese!

Él señaló hacia la escalera con un gesto que era burlesco y deferente al mismo tiempo; sus ojos brillaban.

—Peter: Después de usted, señorita Espósito.

Ella le precedió con paso regio de regreso a la tienda y se detuvo en el lugar habitual que ocupaba tras el mostrador. Aceptó su dinero sin contarlo siquiera y lo llevó a la caja.

—Lucas: Si se espera un minuto —le dijo a Peter— le haré el recibo...

—Peter: Se lo agradezco, pero no lo necesito.

Todos observaron en silencio al alto sudista dirigirse hacia la puerta. 

Continuará...

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Perdón por tardar chicas!:S

ODIO cuando llamas a una amiga para saludar o hablar cualquier boludes y te terminás enterando de que tenés una super importante tarea para mañana q si o si tenés que hacer!!!!! mierda!... >:( para que la llamé ¬¬

les parece si mañana continuamos con más maratón???

Ah siii! la nove "Rosas Rojas", en unos cuantos días les subo el link de la descarga ;D