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domingo, 9 de septiembre de 2012

Capítulo Ocho



Volvió a casa a las tres de la mañana con la intención de golpear la puerta de Lali y exigir que dejaran de hacer ruido, así que sintió cierta decepción al descubrir que la fiesta había terminado. Del apartamento vecino no salía ni el más mínimo ruido.

Entró en el suyo y decidió aprovechar la paz que se respiraba para sentarse a trabajar. Después de hacerse un café bien fuerte, se sentó al ordenador para adentrarse en la obra, en la mente de unos personajes que estaban destrozando sus vidas porque no podían comprender su propio corazón.

El sol había salido ya cuando se levantó de la mesa, cuando desapareció la oleada de energía que lo había invadido. Era el primer trabajo realmente sólido que conseguía hilar en casi una semana y lo celebró acostándose completamente vestido.

Y soñó con un hermoso rostro con unos ojos del color de las hojas secas y con una voz que canturreaba como el agua de un arroyo.

«¿Por qué todo tiene que ser tan serio?» le preguntaba ella, riéndose mientras le echaba los brazos al cuello.  
«Porque la vida es algo muy serio».
«Pero eso es sólo una de las caras de la moneda. ¿No vas a bailar conmigo?»
En realidad ya lo estaba haciendo. Estaban en Delta’s y, aunque el local estaba vacío, la música sonaba llenando el aire de una sensual melodía.
«No voy a vigilarte. No puedo permitírmelo».
«Pero si ya lo estás haciendo». Levantó la mirada hacia él y al ver el modo en que se curvaban sus labios, Peter sintió que se le aceleraba el pulso. «Pero eso no es todo lo que quieres hacerme, ¿verdad?»
«No te deseo» 
Otra vez esa risa, ligera como el aire, burbujeante como el champán.
«¿Por qué mentir en tu propio sueño? Puedes hacerme todo lo que desees en tus sueños».
«No te deseo», se empeñó en decir una vez más mientras la tumbaba sobre el suelo.

Se despertó sudando, enredado en las sábanas, preocupado y sorprendido.

Cuando consiguió pensar con claridad decidió que aquella mujer era un peligro, pero que lo único que era cierto de aquel erótico sueño era que no la deseaba.

Se frotó la cara y miró la hora. Eran más de las cuatro de la tarde, lo que significaba que había conseguido dormir ocho horas seguidas después de casi una semana. ¿Qué importaba que no fuera en el momento en que solía hacerlo todo el mundo?

Bajó a la cocina, apuró el café que quedaba y se comió el único bollito que tenía. Tarde o temprano tendría que salir a la calle a comprar comida.

Estuvo haciendo ejercicio una hora y se alegró de que el sudor que cubría su cuerpo no tuviera nada que ver con ninguna fantasía sexual. Después se dio una larga ducha y se afeitó por primera vez en tres o cuatro días. Una vez vestido y con la mente más despejada, salió del apartamento con actitud alegre.

Lali dejó caer la mano que había levantado para apretar el timbre.
—Lali: Gracias a Dios que estás en casa.
La alegría se esfumó al recordar el sueño.
—Peter: ¿Qué?
—Lali: Tienes que hacerme un favor.
—Peter: De eso nada.
—Lali: Es una emergencia —lo agarró del brazo antes de que pudiera pasar de largo—. Es cuestión de vida o muerte. La mía y la del sobrino de la señora Julia, porque uno de los dos morirá si tengo que salir con él. Por eso le he dicho a la señora Julia que tenía una cita.
—Peter: ¿Qué te hace pensar que todo eso me interesa lo más mínimo?
—Lali: No te pongas antipático, Peter. Estoy desesperada. No tuve tiempo de pensar y no sé mentir; lo hago muy poco, por eso no se me da bien. No dejaba de preguntarme con quién iba a salir y, como no se me ocurría nadie, le dije tu nombre.
Era cierto que estaba desesperada, por eso se colocó frente a él bloqueándole el camino.
—Peter: A ver, déjame que te aclare una sola cosa. Todo eso no es problema mío.
—Lali: No, ya lo sé, es sólo mío. Me habría inventado algo mejor si la señora Julia no me hubiese pillado trabajando y con la cabeza en otra cosa —se pasó las manos por el pelo —. Va a estar mirando y sabrá si salimos juntos o no.

Se dio media vuelta, apretándose las sienes con las manos como si así pudiera estimular a su mente para idear algo.
—Lali: Mira, lo único que tienes que hacer es salir de aquí conmigo como si tuviéramos una cita; algo relajado. Nos tomaremos un café o algo así y después de un par de horas volveremos juntos, porque si no lo hacemos, se enterará. La señora Julia se entera de todo. Te daré cien dólares.

Eso último lo dejó atónito. Lo absurdo de la idea hizo que se quedara inmóvil antes de comenzar a bajar la escalera.
—Peter: ¿Vas a pagarme para que salga contigo?
—Lali: No es eso exactamente, pero más o menos. Sé que te vendrá bien el dinero y me parece justo compensarte de algún modo por tu tiempo. Cien dólares por un par de horas, Lanzani, y yo pagaré el café.

Peter se apoyó en la pared, observándola. La situación era tan ridícula, que despertó en él un sentido del absurdo que creía haber olvidado hacía mucho tiempo.
—Peter: ¿Sólo café? ¿Sin tarta?
Ella se echó a reír con alivio.
—Lali: ¿Quieres tarta? Eso está hecho.
—Peter: ¿Dónde está el dinero?
—Lali: Enseguida.

Entró corriendo a su apartamento. La oyó subir las escaleras.
—Lali: Deja que me arregle un poco —gritó desde dentro.
—Peter: El cronómetro está en marcha, niña.
—Lali: Está bien. ¿Dónde demonios está mi...? ¡ahí Dos minutos, sólo dos minutos. No quiero que me diga que podría conservar a algún hombre si me pusiera un poco de pintalabios.

Efectivamente fueron dos minutos, después apareció subida a otros de esos zapatos de tacón de aguja, los labios pintados de rosa oscuro y unos pendientes largos. Otra vez eran diferentes, se fijó Peter al tiempo que ella le daba un billete de cien dólares.

—Lali: Te lo agradezco mucho. Sé que debe de parecerte una estupidez, pero es que no quería ofenderla.
—Peter: Si para no ofenderla estás dispuesta a pagar cien dólares, es asunto tuyo —se metió el billete en el bolsillo sin dejar de mirarla con curiosidad—. Vamos, tengo hambre.
—Lali: ¿Quieres cenar? Podemos ir a cenar. Aquí cerca hay un lugar en el que sirven buena pasta. Bueno, vámonos. Finge que no sabes que nos está observando —le susurró cuando se acercaban a la puerta del edificio—. Actúa con naturalidad. ¿Podrías agarrarme de la mano?
—Peter: ¿Por qué?
—Lali: Por el amor de Dios —protestó tomándole la mano con firmeza—. Es nuestra primera cita, intenta hacer como si estuvieras pasándolo bien.
—Peter: Sólo me has dado cien dólares —le recordó y se sorprendió cuando ella se echó a reír.
—Lali: Eres un tipo difícil. Realmente difícil. Vamos a cenar, a ver si eso te pone de mejor humor.

Continuará...
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:D

quieren más caps hoy??? :o
oooo cuándo hacemos maratón??? 

17 comentarios:

  1. Si!!! Más!!! Lali es una linda loca!!!! Más!!!

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  2. si quiero mass por fissss me encanta
    @LaliterLoveFore

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  3. Quiero mas capis hoy porfis, es una historia hermosa

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  4. Q duro q se muestraq Peter y ella una desfachatada!Creo q va a ser muy divertido esto!

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  5. me encanta la nove y la actitud de lali es como muy no se jajaj me encanta y peter me pagas por salir y tu pagas con ganas ajja mas

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  6. inteligente lali una buena forma de conseguir una primer cita con el misterioso peter

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  7. jajajajajajja GENIAL!
    Me encanto el cap!
    Esta muy buena la nove!

    besos
    @vagomi

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  8. JAJAJAJAJA y encima queria mas dinero!!! guachooo!! qe frio qe es Peter :( pero igual me re gusta la nove esta buenisima! ♥ @LuciaVega14

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