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viernes, 11 de mayo de 2012

Capítulo 4



Después de su dieciocho cumpleaños, Peter había comenzado a cambiar a velocidad sorprendente. Crecía tan rápidamente que hacía exclamar a la señora Julia en afectuosa exasperación que no tenía sentido sacarle a sus pantalones, cuando tendría que volver a hacerse a la semana siguiente. Él estaba vorazmente hambriento todo el tiempo, pero ninguna cantidad de comida servía para satisfacer su apetito o para llenar su larguirucha figura de huesos grandes.

-Julia: El tamaño del muchacho presagia bien su futuro -dijo orgullosamente mientras discutía de Lanzani con el mayordomo, Jasper. Sus voces llegaron claramente desde el vestíbulo ribeteado con piedra hasta el balcón del segundo piso por donde pasaba por casualidad Lali.

Alerta a cualquier mención de Lanzani, se paró y escuchó intensamente.

-Jasper: Indiscutible -dijo- Casi un metro noventa… podría decirse que logrará con facilidad las proporciones de un lacayo algún día.

-Julia: Quizás debería ser traído de las cuadras y comenzar su aprendizaje como lacayo -dijo en un tono apocado que hizo hacer una mueca a Lali. Ella sabía que detrás de esas maneras casuales había un fuerte deseo de traerlo de la posición más baja de mozo de escuadra a algo más prestigioso- El cielo sabe -continuó el ama de llaves- que podríamos usar otro par de manos para cargar carbón y limpiar la plata, y para sacar brillo a los espejos.

-Jasper: Mmm -Hubo una larga pausa- Creo que tiene razón, señora Julia. Recomendaré al conde que Lanzani sea hecho lacayo. Si está de acuerdo, ordenaré que se le haga un uniforme.

A pesar del incremento de la paga y del privilegio de dormir en la casa, Lanzani de algún modo no estaba agradecido por su nuevo status. Había disfrutado trabajando con los caballos y viviendo en la relativa privacidad de las cuadras, y ahora pasaba al menos la mitad de su tiempo en la mansión vistiendo un uniforme convencional completo compuesto de calzones negros de felpa, un chaleco color mostaza, y una levita azul. Lo que era todavía más agraviante, se le pedía acompañar a la familia a la iglesia cada domingo, abrir el banco para ellos, quitarle el polvo, y disponer en él sus libros de oración, el resto del tiempo de Lanzani estaba ocupado en jardinería y en limpiar los coches, lo que le permitía llevar sus gastados pantalones y una camisa suelta blanca. Se puso profundamente bronceado, y aunque el tinte bronce de su piel proclamaba claramente que pertenecía a la clase obrera, destacaba el vívido verde de sus ojos y hacía que sus dientes parecieran todavía más blancos de lo habitual. No era de sorprender que Lanzani comenzara a atraer la atención de las huéspedes femeninas de la finca, una de las cuales incluso intento contratarle fuera de Stony Cross Park.

A pesar de los mejores esfuerzos de seducción de la señora, Lanzani rechazó la oferta de empleo con tímida discreción. Desafortunadamente, ese sentido del comedimiento lleno de tacto no fue compartido por el resto de los criados, que se burlaron de Lanzani hasta que este se puso rojo bajo su bronceado.

Lali le preguntó por la oferta de las señoras tan pronto como encontró una oportunidad para estar a solas con él. Era mediodía, justo después de que Lanzani había terminado sus tareas en el exterior, y tenía unos pocos preciosos minutos de tiempo libre antes de que debiera vestirse con su uniforme para trabajar en la mansión.

Se repantigaron juntos en su punto favorito del río, donde un prado bajaba a la ribera. Hierbas altas los camuflaban de la vista cuando se sentaron en las rocas planas que se habían tornado suaves por el silenciosamente persistente flujo del agua. El aire estaba pesado por los aromas del mirto de la orilla y por el brezo calentado por el sol, una mezcla que apaciguó los sentidos de Lali.

-Lali: ¿Por qué no te vas con ella? -preguntó, subiendo sus rodillas bajo las faldas y rodeándoselas con los brazos. Estirando su cuerpo, Lanzani se subió sobre un codo.

-Peter: ¿Con quién? -Ella puso los ojos en blanco ante su fingida ignorancia.

-Lali: Lady Brading, la mujer que quería contratarte. ¿Por qué la rechazaste?- Su lenta sonrisa casi la cegó.

-Peter: Porque mi sitio está aquí.

-Lali: ¿Conmigo?

Lanzani se quedó callado, su sonrisa demorándose mientras la miraba a los ojos. Palabras no dichas colgaban entre ellos… palabras tan tangibles como el mismo aire que respiraban. Lali quería enroscarse a su lado como un gato perezoso, relajándose a la luz del sol y al amparo de su cuerpo. En su lugar, se forzó en quedarse quieta.

-Lali: He escuchado casualmente a uno de los lacayos diciendo que podrías haber obtenido el doble de salario del que ganas ahora, sólo que tendrías que darle un tipo de servicio distinto del que estás acostumbrado.

-Peter: Debe haber sido cosa de James -murmuró- Maldita sea su lengua suelta. ¿Cómo puede saberlo él, en cualquier caso?

Lali se quedó fascinada al ver cómo el rubor cubría la parte alta de sus mejillas y el pesado puente de su nariz. Entonces lo comprendió. La mujer quería contratar a Lanzani para llevarlo a su cama. Una mujer de al menos dos veces su edad. Lali se sintió comenzar a arder, y entonces su mirada se deslizó por el amplio perfil de sus hombros, bajando hacia la enorme mano que descansaba sobre el lecho verdinegro de musgo.

-Lali: Ella quería que durmieras con ella -Dijo más que preguntó, rompiendo el silencio que se había vuelto repentinamente íntimo.

Los hombros de Lanzani se contrajeron en señal del más puro encogimiento de hombros.

-Peter: Dudo que dormir fuera su objetivo.

Su corazón se aceleró en una violenta cadencia cuando comprendió que no era la primera vez que le había ocurrido tal cosa a Lanzani. Ella nunca se había permitido demorarse plenamente sobre la experiencia sexual de Lanzani la perspectiva era demasiado perturbadora para contemplarlo. Él era suyo, y era insoportable pensar que él se volviera hacia alguien más para necesidades que ella se desesperaba por complacer. Si sólo, si sólo…

Sofocada bajo el peso de los celos, Lali fijó su mirada sobre la mano grande de Lanzani. Alguna otra mujer conocía a Lanzani mejor que ella, mejor de lo que ella nunca podría. Alguien había tomado su cuerpo sobre ella, dentro suyo, y había conocido la dulce calidez de su boca, y el roce de su mano sobre su piel. Se retiró cuidadosamente un mechón de pelo que se le había deslizado en los ojos.

-Lali: ¿Cuándo… cuándo fue la primera vez que tu…? -se vio forzada a parar cuando las palabras se le atascaron en la garganta. Era la primera vez en la vida que ella le preguntaba sobre sus asuntos sexuales, una materia en la que ella siempre había tenido escrupuloso cuidado por evitar.

Lanzani no contestó. Levantando la mirada hacia él, Lali vio que parecía perdido en la profunda contemplación de un bicho mientras escalaba una larga hoja de hierba.

-Peter: No creo que debamos hablar sobre eso -dijo finalmente con voz muy suave.

-Lali: No te culpo por dormir con otras muchachas. Lo esperaba, en realidad, yo sólo… -sacudió su cabeza levemente, dolorida y aturdida cuando se forzó a si misma a admitir la verdad- Yo sólo desearía que pudiera ser yo. -consiguió decir mientras el nudo en su garganta se hacía mayor.

Lanzani agachó la cabeza, la luz del sol deslizándose sobre su negro cabello. Suspiró y buscó su rostro, retirando el mechón de cabello cuando volvió a caer sobre su mejilla. Lali llevó la mano a la mejilla de Peter y con la yema de su dedo acarició el pequeño lunar que siempre parecía fascinarle tanto.

-Peter: Nunca podrás ser tú -murmuró. Lali asintió, mientras una cruda emoción hacía su boca contraerse y sus ojos entornarse contra la amenaza de las lágrimas.

-Lali: Lanzani.

-Peter: No -advirtió rudamente él, retirando su mano, sus dedos cerrándose apretadamente en el aire vacío- No lo digas, La.

-Lali: No cambia nada, si lo digo o no. Te necesito. Necesito estar contigo.

-Peter: No.

-Lali: Imagina cómo te sentirías si yo durmiera con algún otro hombre -dijo ella en temeraria desdicha- sabiendo que él me estaba dando el placer que tú no puedes, que él me tomaba en sus brazos por la noche y…

Lanzani hizo un sonido gutural y rodó con rapidez sobre ella, extendiéndola bajo él sobre la dura tierra. Su cuerpo era pesado y poderoso, instalándose con mayor firmeza cuando las piernas de Lali se abrieron instintivamente bajo sus faldas.

-Peter: Lo mataría -dijo Lanzani roncamente- No podría soportarlo.

Él miró su rostro lleno de lágrimas y luego su mirada se movió a su ruborizada garganta y al rápido movimiento de sus pechos alzados. Una curiosa mezcla de triunfo y alarma llenó a Lali cuando vio el calor sexual de su mirada, y sintió la agresiva energía masculina de su cuerpo. Estaba excitado, podía sentir la dura e insistente señal de ello entre sus muslos.

Lanzani cerró los ojos, luchando por controlarse.

-Peter: Tengo que dejarte ir -dijo entre dientes.

-Lali: Todavía no -susurró. Se retorció un poco, sus caderas levantándose contra las suyas, y el movimiento provocó una marea de sensaciones en lo profundo de su abdomen. Lanzani gruñó, cerniéndose sobre ella, mientras sus dedos se hundían en la densa capa de musgo que cubría la tierra.

Lali se movió de nuevo, embargada con un peculiar sentimiento de urgencia, queriendo cosas para las que ella no podía encontrar palabras. Deseando su boca, manos, cuerpo, queriendo poseerlo y ser poseída. Sintió su cuerpo henchido, el tierno lugar entre sus piernas doliéndole delirantemente con cada lento roce contra la cresta de su erección.

-Lali: Te amo -dijo ella, buscando a tientas un modo de convencerlo de la enormidad de su necesidad- Te amaré hasta el día en que muera. Sos el único hombre que siempre querré, Lanzani, el único…

Sus palabras fueron sofocadas cuando él apresó su boca en un suave, sincero beso. Ella gimió de satisfacción, dado la bienvenida a la tierna exploración, la punta de su lengua buscando el delicado interior de sus labios. La besó como si estuviera robando secretos de su boca, devastándola con exquisita gentileza. Vorazmente, ella deslizó las manos bajo su camisa y sobre su espalda, saboreando el tacto de sus músculos flexionándose y del lustre de su piel. Su cuerpo era duro, músculos esculpidos recubriendo acero, un cuerpo tan sano y sin defectos que ella sentía reverencia por él.

La lengua de él entró en su boca más profundamente, causándole un lloriqueo por los sutiles grados de incremento del placer. Sus brazos se curvaron a su alrededor protectoramente, y aligeró su peso para evitar aplastarla, incluso mientras continuaba devorándola con besos dulces que le robaban el alma. La respiración de él era irregular y demasiado rápida, como si hubiera corrido kilómetros sin parar. Lali presionó sus labios contra su garganta, descubriendo que el compás de sus latidos hacía pareja con los suyos propios. Él, como ella, sabía, que cada momento de prohibida intimidad venía con un precio que ninguno de ellos podían permitirse. Inflamado más allá del punto de la cautela, Lanzani tomó los botones frontales de su vestido, entonces dudó mientras batallaba una vez más con su conciencia.

-Lali: Sigue -dijo con voz confusa, su corazón golpeándole en el pecho. Besó la dura línea de su mandíbula, sus mejillas, cada parte de su rostro que ella podía alcanzar. Encontrando un punto sensible a un lado de su cuello, se concentró en el lugar vulnerable hasta que todo el cuerpo de él tembló– No pares -susurró fervientemente- No pares todavía. Nadie puede vernos. Lanzani, por favor ámame…

Las palabras parecieron erosionar su voluntad de resistir, el hizo un sonido gutural cuando sus dedos trabajaron con rapidez en la fila de botones. Ella no llevaba corsé, nada excepto una delgada capa de camisa que se adhería a la redonda curva de sus pechos. Después de abrir su corpiño, Lanzani tiró hacia abajo la camisa, exponiendo las suaves puntas rosas de sus pezones.

Incapaz de detenerse a sí misma, Lali deslizó sus dedos por la cintura de sus pantalones, y soltó los broches de sus tirantes. La superficie de su estómago estaba firmemente musculada, la piel suave como el satén. Su mano tembló cuando buscó el primer botón de sus pantalones. Pero antes que pudiera hacer algo Lanzani atrapó sus muñecas con sus manos y colocándolas sobre su cabeza. Sus ojos verdes brillaban y su mirada caliente viajó desde su boca a sus pechos.

-Peter: Apenas puedo controlarme a mí mismo así. Si me tocas, no seré capaz de detenerme a terminar esto.

Ella se contorsionó bajo él

-Lali: Quiero que lo hagas…

-Peter: Lo sé -murmuró, inclinándose para enjugar la frente sudorosa con su manga, mientras mantenía su cuidadoso agarre sobre las muñecas de ella- Pero no voy a hacerlo. Tienes que seguir siendo virgen.

Lali tiró casi con enfado de sus brazos prisioneros.

-Lali: ¡Haz lo que deseo, y maldito sea todo el mundo!

-Peter: Valientes palabras -se burló él gentilmente- Pero me gustaría oír lo que le dirías a tu marido en tu noche de bodas, cuando descubra que tu doncellez ya ha sido tomada.

El arcaico sonido de la palabra "doncellez" hizo a Lali sonreír desagradablemente a pesar de su desdicha. Virginidad, la única cosa que el mundo parecía esperar de ella. Relajándose bajo él, dejó quedarse lacias sus muñecas en su agarre. Le miró a los ojos, sintiendo que todo el mundo se había cubierto de sombras y que él era la única fuente de luz.

-Lali: No me casare con nadie excepto contigo, Lanzani -susurró ella- Y si alguna vez me dejas, me quedaré sola el resto de mi vida.

-Peter: Lali -dijo con la voz reverente que podría haber usado para una plegaria- Yo nunca te dejaré a no ser que me digas que me vaya.

Su boca descendió a sus pechos desnudos. Lali empujo hacia arriba impulsivamente, ofreciéndose sin reservas, dando un grito cuando él tomó un pezón duro y erguido en su boca. Él rebuscó bajo las capas de muselina, y encontró la cintura de sus calzones. Diestramente, desató las cintas que sujetaban la prenda, y entonces se paró para mirarla a sus ojos medio cerrados.
-Peter: Debería parar -su cálida mano se colocó sobre su estómago, por encima de los calzones- Es demasiado peligroso, Lali -Presionó su frente contra la de ella, hasta que sus transpiraciones se mezclaron y sus alientos llenaron la boca del otro en cálidos, tiernos jadeos- Oh, Dios, cómo te quiero -dijo él roncamente.

El peso de su mano la hizo estremecerse. Instintivamente se estiró abriendo sus muslos y se subió sobre los codos con fuerza, intentando llevar los dedos de él donde más lo necesitaba. Con gran cuidado, buscó bajo el velo de delgado de algodón, tocándola entre sus piernas completamente abiertas. Acarició la mancha de elásticos rizos, las puntas de sus dedos excavando tiernamente para encontrar el redondo monte de debajo. Lali se concentró en el profundo deslizamiento de su dedo, en el placer que se arremolinaba y presionaba a través de sus caderas y de su espina dorsal, hasta que perdió la conciencia de todo excepto de sus manos, su boca, del peso de su pesado cuerpo posado sobre ella. Se imaginó su sexo entrando en ella, rasgándola y estirándola y llenándola… y de repente, no se pudo mover cuando voluptuosos espasmos comenzaron a arrollarla… olas de alivio tan intenso la hicieron sollozar, mientras la boca de él cubría precipitadamente la suya para ahogar todo sonido.

Cuando al fin fue capaz de bajar a la realidad, Peter rodó sobre sí mismo fuera con un gemido, sus dedos hundiéndose en la húmeda tierra y arrancando grandes puñados de musgo.

-Peter: Cúbrete. No puedo tocarte más, o no será capaz de detenerme -se interrumpió con un sonido ahogado que traicionaba lo muy cerca que estaba de tomarla- Bájate las faldas. Por favor.

No se atrevió a desobedecer, no cuando pudo oír esa nota punzante en su voz. Dejando escapar un suspiro, forcejeó para arreglar sus ropas. Después de un momento Lanzani se puso sobre su costado para mirarla. Parecía retomado el control sobre sí mismo, aunque sus ojos todavía brillaban de pasión no satisfecha. Lali sacudió su cabeza con una melancólica sonrisa.

-Lali: Nadie me mirará nunca como lo haces tú, como si me amaras con cada parte de tu cuerpo.

Lentamente, él se estiró y empujó un bucle de pelo tras su oreja.

-Peter: Así es como me miras tú a mí también.

Ella tomó su mano y besó la ruda superficie de sus nudillos.

-Lali: Prométeme que siempre estaremos juntos.

Pero él permaneció en silencio, porque ambos sabían que era una promesa que él no podía hacer.

Continuará…

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Cap largo y hot! ;)
+ 25 y subo el siguiente!! ^-^

10 comentarios:

  1. Muy bueno..pobre peter, fuerza de voluntad q tiene! Más!!!!

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  2. Más nove, más nove!
    @vale_cadenas

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  3. Vivu ( @Lina _AR12)12 de mayo de 2012, 0:24

    Re lindo!Cuanto amor1q fuerza de voluntad Peter!

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  4. Quiero masssssssss esta nove tiene mucho drama pero sobre todo mucha pasión entre ellos dos

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  5. kdjswdjkwnfjo maaaaaas

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  6. Mil gracias por el cap, excelente y Doy Gracias a Dios que estamos en estas épocas y no en esa medievales jaja:)-
    Que Peter se arriesgue o sean amantes, creo que para que Peter se arriesgue tiene que llegarle un galán a Lali.
    Ruthy_lu

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  7. KAJAJAJAJJAJJ SUBIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

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  8. Me encanto! Estubo genial
    Peter la cuida mucho y es muy concientes de lo que podria pasar si llegan a mas y eso esta bn y megusta por uqe la tiene que proteger pero aasshh como me gustaria que se atreviera! jajaja
    Besos
    @vagomi

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  9. :( hayyh me encanta como lo ama lalai ♥
    mass novee

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  10. Aawwwwwwwww me morí me morí me mmoriiiii re tiernoosss todos lo que se dijeron fue re amorrr ME ENCANTO AME ESTE CAP BUENISIMOO pobrecitos no se qieren separar :( desearía qe no se separaran pero se que va a pasar u.u AMO que se celen. Muchasss graciassss. Un beso enormee ;)

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