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sábado, 19 de mayo de 2012

Capítulos 22 y 23



Cada tarde desde que Victorio había muerto, Cande se dormía con imágenes suyas filtrándose por su mente. Hasta la última noche.

Parecía extraño preocuparse por otro hombre que no fuera Victorio, especialmente cuando él era tan diferente. Recordando el rostro delgado de Pablo y la delicada maestría de su contacto, Cande se sintió culpable, cautivada e intranquila. Sí, bastante diferente de Victorio.

Su prometido no había sido un hombre complicado. No había capas de oscuridad en él, nada que le impidiera dar y aceptar amor con naturalidad. Él provenía de una familia de gente agradable, que era rica, pero nunca arrogante, y escrupulosamente atenta a su deber para todos aquellos en circunstancias menos afortunadas. Victorio había sido sumamente atractivo, con claros ojos castaños y el pelo de un castaño brillante, y un favorecedor remolino que hacía que los mechones cayeran en una tentadora curva que le atravesaba la frente. Él había sido delgado y había estado en forma, le encantaban los deportes y los juegos y los largos paseos.

Apenas sorprendió que se hubieran enamorado, ya que para todos era obvio lo bien que encajaban. Victorio sacaba a la luz un lado de la naturaleza de Cande del cual ella nunca había sido totalmente consciente. En sus brazos, ella se había vuelto desinhibida.

Ahora que Victorio había muerto, Cande había estado sin un hombre durante mucho tiempo.

Ella deambuló por el bosque de robles y avellanos, que estaba excepcionalmente oscuro durante la mañana, mientras el cielo todavía estaba cubierto de una neblina gris plateada.

Cande no era consciente que alguien más seguía la vereda hundida hasta que oyó una serie de pasos subiendo con fuerza detrás de ella. Dándose la vuelta, vio la alta figura de un hombre acercándose, respiró con más rapidez cuando se dio cuenta que Pablo Martínez la había encontrado.

Tan espectacular como había estado a la luz de la luna, Pablo estaba aún más impresionante a la del día, su rostro hermoso pero completamente masculino, la nariz angosta y larga, los pómulos altos, los ojos increíblemente azules. Por alguna razón Pablo se detuvo cuando sus miradas se encontraron, como si él hubiera entrado corriendo en una pared invisible.

-Cande: Buenos días, señor -el sonido de su voz parecía arrastrarlo hacia adelante. Él se acercó despacio, como si temiera que un movimiento repentino pudiera hacerla huir asustada.

-Pablo: Anoche soñé contigo. -dijo él. Como táctica conversacional, la declaración era algo alarmante, pero aún así Cande sonrió.

-Cande: ¿De que trataba el sueño? -preguntó, inclinando su cabeza mientras le miraba fijamente- ¿O es una pregunta peligrosa? -El viento despeinó un mechón de pelo que había caído sobre su frente.

-Pablo: Sin duda una pregunta peligrosa -Cande se dio cuenta que estaba coqueteando con él, pero parecía no poder evitarlo.

-Cande: ¿Ha venido a pasear conmigo, Sr. Martínez?

-Pablo: Si no tiene ninguna objeción a mi compañía.

-Cande: Lo único a lo que me opondría es su ausencia. -le dijo, disfrutando al verle repentinamente sonreír relajadamente. Haciéndole señas para que se le uniera, se dio la vuelta y siguió por de la vereda hundida, hacia el jardín de casa del guardabosques a lo lejos.

-Pablo: Sabes -dijo de manera despreocupada- no voy a permitir que te apartes de mí otra vez sin decirme quien eres.

-Cande: Prefiero permanecer misteriosa.

-Pablo: ¿Porque?

-Cande: Porque hice algo escandaloso en el pasado, y ahora es terriblemente delicado salir en sociedad.

-Pablo: ¿Qué tipo de escándalo? -Su tono sardónico le aclaró que él esperaba que su trasgresión fuera menor- Fue a algún sitio sin carabina, supongo. O dejó que alguien le robara un beso en público -Ella sacudió la cabeza con una sonrisa sardónica.

-Cande: Sin duda no tiene ni idea del mal comportamiento que nosotras las damas podemos tener.

-Pablo: Me gustaría que me ilustrase -Ante el silencio indeciso de Cande, Pablo dejó el tema, y fijó su mirada en el enredado jardín de la casita de campo excesivamente sembrado delante de ellos - Muy bonito –comentó. Balanceando su sombrero, Cande le condujo al invernadero, un rincón acogedor que no podrían ocupar más que dos personas al mismo tiempo.

-Cande: Cuando era una niña, solía sentarme en este invernadero con mis libros y mis muñecas, y fingir que era una princesa en una torre.

-Pablo: Creciste en Stony Cross Park, entonces. -dijo él. Ella abrió la puerta del invernadero y miró dentro. Estaba limpio y ordenado, el asiento de madera brillaba por un reciente pulido.

-Cande: Lord Westcliff es mi hermano. -admitió finalmente- Soy Candela Espósito.

-Pablo: Lali mencionó que tenía una hermana -dijo- sin embargo, yo tenía la impresión que usted vivía lejos de la hacienda.

-Cande: No, sin duda soy residente de Stony Cross Park. Pero me lo guardo para mí misma. El escándalo, entiende.

-Pablo: Me temo que no. -Las comisuras de su boca se elevaron en una sonrisa relajada- Cuéntemelo, Princesa Candela ¿por qué tiene que quedarse en su torre? -El suave ruego le hizo sentir a Cande como si se derritiera por dentro. Ella rió intranquila, deseando durante un momento atreverse a confiar en él.

-Cande: Sr. Martínez -comenzó, cometiendo el error de mirarle.

-Pablo: Pablo. -susurró él- Quiero saber tus secretos, Candela -Una amarga medio sonrisa tocó sus labios.

-Cande: Los oirá tarde o temprano de otra gente.

-Pablo: Quiero oírlos de ti -Como Cande comenzó a retirarse en el invernadero, Pablo hábilmente agarró el pequeño cinturón de tela de su vestido de paseo. Sus largos dedos se engancharon bajo el tejido reforzado. Incapaz de alejarse de él, Cande sujetó con fuerza su mano sobre la suya, mientras un agitado rubor inundó su rostro. Sabía que él estaba jugando con ella, y que ella una vez podría haber sido capaz de manejar esta situación con relativa facilidad. Pero no ahora. Cuando habló, su voz era ronca.

-Cande: No puedo hacer esto, Sr. Martínez -Para su asombro, él pareció entender exactamente lo que quería decir.

-Pablo: No tienes que hacer nada, -dijo él suavemente- Solamente déjame acercarme más y estar junto a ti. -Su cabeza se inclinó, y él encontró su boca con facilidad.
La persuasiva presión de sus labios hizo que Cande se balanceara vertiginosamente, y él la agarró firmemente contra sí. Pablo Martínez la estaba besando, el libertino sinvergüenza nada moderado sobre el que su hermano la había advertido. Y oh, él era tan bueno en eso. Ella había pensado que nada sería jamás tan agradable como los besos de Victorio, pero la boca de este hombre era caliente y paciente, y había algo maliciosamente erótico en su completa carencia de urgencia. Para su asombro, se encontró rodeándole el cuello con los brazos e inclinándole la cabeza hacia atrás para exponer su garganta del todo. Todavía delicado y controlado, besó la piel frágil, bajando hacia el hueco en la base de la garganta.

Ella sintió su lengua girar en el cálido hueco, y se le escapó un gemido de placer. Pablo levantó su cabeza para acariciar con la nariz el lado de su mejilla, mientras le acariciaba la espalda con la su mano. Sus reparaciones se mezclaban en rápidos y calientes soplos, su pecho duro se movía contra el suyo en un ritmo errático.

-Pablo: Dios mío -dijo finalmente contra su mejilla- eres un problema -Cande rió.

-Cande: No, tú lo eres. -logró acusar a cambio, justo antes de que él la besase otra vez.


Cuando Lali vio la considerable cantidad de comida sin consumir que se había devuelto a la cocina, ella y dos camareras lo embalaron en tarros y cestas, para distribuirla a aldeanos en Stony Cross. Como la señora de la finca en ausencia de su madre, Lali tenía en cuenta visitar a las familias que tenían necesidad de provisiones adicionales de alimentos y de casa. Entraría en casa tras casa, se sentaría junto a la chimenea, escucharía diligentemente las quejas, y repartiría consejos cuando fuera necesario.

Lali temía no estar suficientemente dotada tanto de la sabiduría como de estoicismo que tales visitas requerían. Por otra parte, el saber lo poco que poseían los habitantes de las casas, y lo duro que trabajaban, nunca dejaba de darle una lección de humildad.

En los últimos meses, Lali a menudo lograba persuadir a Cande para que la acompañara al pueblo, y la presencia de su hermana siempre hacía que el día pasara mucho más rápido.

Lamentablemente a Cande no se la encontraba por ninguna parte esa tarde. Perturbada, Lali se preguntó si su hermana estaba todavía en compañía del Sr. Martínez, porque él también estaba ausente. Seguramente no, Cande no había pasado tanto tiempo con un hombre durante años. Por otra parte, sencillamente era posible que Pablo hubiera sido capaz de sacar a Cande de su cáscara.

¿Pero era algo bueno o malo? Se preocupó silenciosamente Lali. Sería sencillamente típico de Cande, el terco diablillo, concentrar su atención en un licencioso libertino más que en algún caballero honrado. Riendo con arrepentimiento, Lali levantó una pesada cesta en sus brazos e hizo su salida del carruaje.

- Ah, señora -llegó la voz de una criada desde detrás suyo, mientras caminaban desde las cocinas- ¡Déjeme cogerle eso, por favor! -Echando un vistazo sobre su hombro, Lali sonrió cuando vio que la joven criada ya estaba cargada con dos pesadas cestas.

-Lali: Puedo arreglármelas, Gwen -contestó, resoplando ligeramente mientras subía un tramo corto de escaleras. Un obstinado tirón de una cicatriz hizo que su rodilla derecha la lastimara. Apretando los dientes, Lali se obligó a continuar.

- Milady -persistió Gwen- si solamente la pone a la orilla, volveré por ella.

-Lali: Eso no es necesario. Quiero cargar estas en el carro y marcharme, porque ya ando muy escasa de… -Lali se interrumpió de pronto cuando vio a Lanzani de pie cerca de la entrada que daba al pasillo de los criados. Él hablaba con una camarera que se reía tontamente, apoyando un hombro de manera despreocupada contra la pared. Parecía que su habilidad para encantar a las mujeres no se había desvanecido, él estaba sonriendo a la criada morena, tendiendo la mano para dar un ligero toquecito de broma bajo su barbilla.

Aunque Lali no hizo ningún ruido, algo debió de haber alertado a Lanzani de su presencia. Él echó un vistazo en su dirección, su mirada se volvió cautelosa.

Al instante la camarera se marchó, mientras Lanzani siguió mirando fijamente a Lali.

Ella se recordó a si misma que no tenía ningún derecho de sentirse posesiva con él. Después de todo, ella ya no era una muchacha de diecinueve años encaprichada por un muchacho del establo. Sin embargo, una ardiente cólera la atravesó a toda velocidad ante la evidencia de que ella no era la única mujer que Lanzani se había propuesto seducir. Sentía el rostro rígido mientras seguía hacia el vestíbulo.

-Lali: ¡Vamos! -le murmuró a Gwen, y la muchacha obedientemente se apresuró delante de ella. Lanzani alcanzó a Lali con unas largas zancadas. Su rostro oscuro era ilegible cuando alargó la mano a la cesta.

-Peter: Déjame llevar eso -Lali lo apartó de él de un tirón.

-Lali: No, gracias.

-Peter: Estas cojeando -Su observación hizo que zarcillos de alarma se extendieran por su estómago.

-Lali: Me torcí el tobillo en la escalera -dijo brevemente, resistiendo mientras él tiraba de su cesta- Suelta. No necesito tu ayuda -Sin hacerle caso, Lanzani llevó la cesta con facilidad, su frente se arrugó cuando la miró.

-Peter: Deberías dejar que la Sra. Julia vendara eso antes que empeore.

-Lali: Ya parece mejor -dijo exasperada- Ve a buscar a otra a quién molestar, Lanzani. Estoy seguro que hay muchas otras mujeres con las que deseas jugar hoy.

-Peter: No estaba tratando de seducirla -Ella respondió con una mirada que habla por sí sola, y sus cejas oscuras se levantaron en una media luna burlona-¿No me crees? -preguntó.

-Lali: En realidad no. Creo que ella es tu seguro, en caso de que no tengas éxito en llevarme a la cama a mí.

-Peter: Primero, no tengo ninguna intención de acostarme con una de las camareras. Estaba tratando de obtener alguna información de ella. Segundo, no necesito seguro -La arrogancia de su declaración fue suficiente para hacer que Lali enmudeciera. Ella nunca había encontrado a un hombre tan abominablemente seguro de sí mismo, y fue una suerte que no hubiera espacio suficiente en el mundo civilizado para acomodar más de un puñado de hombres como él. Cuándo pensó que podría hablar sin tartamudear, finalmente preguntó con la voz cortada.

-Lali: ¿Qué información tendría una camarera que pudiera interesarte?

-Peter: Averigüé que ella fue empleada aquí en el tiempo de aquella enfermedad misteriosa tuya. Estaba tratando de hacer que me contara algo sobre ello -Lali fijó su mirada en el nudo de su corbata, con todo su cuerpo poniéndose tenso.

-Lali: ¿Y qué te contó?

-Peter: Nada. Parece que ella y el resto de los criados están decididos a guardar tus secretos -Su respuesta le proporcionó a Lali un alivio ilimitado. Ella se relajó ligeramente mientras contestaba.

-Lali: No hay secretos que descubrir. Tuve una fiebre. A veces le ocurre a la gente sin razón aparente, y les debilita. Me recuperé con el tiempo, y eso fue todo -Él le lanzó una mirada dura cuando contestó.

-Peter: No te creo.

-Lali: Obviamente creerás lo que quieras, -dijo ella- No puedo hacer más que ofrecerte la verdad -Una de sus cejas se elevó ante su tono de ofendida dignidad.

-Peter: Como aprendí en el pasado, La, juegas rápido con la verdad cuando te conviene -Lali frunció el ceño por su propia incapacidad de defender sus acciones pasadas, sin tener que contarle mucho más de lo que jamás querría que él supiera.

Antes de que pudiera contestar, Lanzani la dejó pasmada arrastrándola a un lado del estrecho corredor. Él dejó la cesta y se enderezó para afrontarla. Mientras estaban de pie en el pasillo con sus cuerpos casi rozándose, una conmovedora urgencia atravesó el cuerpo de Lali como un zumbido. Encogiéndose para alejarse de él, sintió que sus hombros se alzaban contra la pared.

Lanzani se estaba lo bastante cerca. Sus labios se endurecieron en alineación severa, hasta que unos paréntesis se formaron a ambos lados de su boca. Lali quiso besar aquellas líneas de tensión, probar las comisuras de sus labios. Desesperadamente apartó los pensamientos y bajó su rostro para evitar la vista de su boca.

-Peter: No tiene ningún sentido que te hayas quedado sola tanto tiempo -llegó su voz grave, irritada- Quiero saber que te pasó hace tantos años, y por qué no te casaste. ¿Qué pasa con los hombres de Hampshire, que ninguno de ellos te ha tomado para sí mismo? ¿O es un problema contigo? -Eso estaba tan cerca de la verdad que Lali sintió un escalofrió de inquietud.

-Lali: ¿Es esto un ejemplo de tus habilidades seductoras, Lanzani? -preguntó resueltamente- ¿Llevar a una dama al pasillo de los criados y someterla a una inquisición? -Esto provocó una sonrisa repentina, su perpleja frustración desapareciendo con alarmante rapidez.

-Peter: No, -admitió él- Puedo hacerlo mucho mejor.

-Lali: Uno así lo esperaría -Ella trató de pasar por delante de él, pero él dio un paso adelante, su peso sólido la impulsó contra la pared hasta no había ninguna posibilidad de dar marcha atrás. Lali jadeó al sentir su cuerpo, la gruesa porción de músculos de su muslo entre los suyos, el roce de su aliento contra su oído. Él no intentó besarla, sólo siguió sujetándola con cuidado, como si su cuerpo absorbiese todos sus detalles- Déjame pasar -dijo Lali con la voz pastosa -Él no pareció haberla oído.

-Peter: El sentirte... -murmuró. La conciencia ascendía y descendía atravesándola mientras estaba atrapada entre la pared fría y dura y el cuerpo caliente y duro que la sujetaba. Su cuerpo era diferente de como ella lo recordaba, ya no ágil y angosto, sino más grande, más pesado, lleno de la fuerza de un hombre vital en su apogeo. Lanzani ya no era el muchacho encantador que recordaba, se había convertido en alguien completamente diferente. Un hombre poderoso, cruel, con un cuerpo a juego. Fascinado por las diferencias de él, Lali no pudo evitar deslizar sus manos bajo su abrigo. Sus dedos pasaron sobre los músculos en expansión de su pecho, la fuerte bóveda de sus costillas. Lanzani se quedó inmóvil, controlándose tan severamente que un temblor debido al esfuerzo atravesó sus miembros.

-Lali: ¿Por qué estás sólo aún? -susurró, flotando en su olor, una fragancia salada, calentada por el sol que hizo que su corazón palpitara con latidos casi inquietantemente fuertes- Ya deberías haberte casado.

-Peter: Nunca he conocido a una mujer que deseara tanto -murmuró. Él se puso más rígido cuando sus manos avanzaron sobre ambos lados de su delgada cintura- ser encadenado por los votos del matrimonio me volvería -Se interrumpió y comenzó a respirar como un caballo de carreras jadeante cuando Lali le acarició su abdomen tenso con el dorso de sus dedos.

Entusiasmada por una repentina sensación de poder mezclado con una ardiente excitación, Lali prolongó el momento, dejando que él se preguntara si ella se atrevería a tocarlo del modo en que él ansiaba tan obviamente. Su cuerpo estaba completamente excitado, el calor le llegaba en oleadas. Ella deseaba sentir la impecable forma masculina bajo las capas de algodón y lana veraniega. Apenas capaz de creer su propia feroz imprudencia, deslizó sus dedos sobre el exterior de su pantalón, hasta que se curvaron con delicadeza sobre la longitud saliente de su erección. Una sacudida de placer la atravesó, los nervios en sus palmas le cosquilleaban en contacto con su carne dura, rígida. Los recuerdos de éxtasis físico provocaron emociones de respuesta de su cuerpo hambriento de sensación, los delicados tejidos se inflamaron con la anticipación.

Lanzani gimió débilmente y descansó las manos sobre sus hombros con los dedos extendidos como si tuviera miedo de apretarla demasiado fuerte, bajó la cabeza, su boca acarició su rostro con la suavidad de alas de una mariposa. Su reverencia la asombró. Sus labios avanzaron sin esfuerzo hacia las comisuras de su boca, demorándose en ellas, entonces buscó por su mandíbula hasta que su lengua tocó el suave lóbulo de su oído. A tientas, Lali volvió su boca hacia la suya, deseando toda la presión de su beso. Él se lo dio despacio, poseyéndola atormentadoramente despacio, haciéndola gemir cuando él finalmente colocó su boca totalmente sobre la suya. Combándose contra él, Lali se abrió a la penetración de su lengua. Él la probó con cuidado, acariciando el interior satinado de su boca con una habilidad exquisita que demolió su capacidad de pensar.

El ritmo de su respiración se volvió desesperado. Tratando de acercarla aún más, Lanzani encorvó sus hombros sobre los suyos y con una mano sujetó con fuerza sus nalgas, poniéndola de puntillas. Su boca vagó hacia su garganta, volviendo luego a sus labios, besándola una vez tras otra, como si tratase de descubrir todos las formas en que sus bocas podrían encajar. Sus labios atraparon los suyos en un ángulo particularmente delicioso, y un gemido suave se elevó en su garganta, y ella se retorció con la necesidad de sentir toda su longitud contra ella. El movimiento de sus pechos contra el suyo provocó un áspero sonido en él. De pronto él rompió el beso con una maldición en voz baja.

Lali se envolvió con sus propios brazos y miró incapaz de hablar, sabiendo que su temblor debía haber sido visible para él, tal como el suyo lo era para ella. Lanzani se apartó de ella y cruzó los brazos sobre el pecho, inclinando la cabeza mientras miraba el suelo.

-Peter: Por desgracia demasiado autocontrol -refunfuñó, las palabras comprimidas por su mandíbula rígida.

El saber que había estado a punto de perder toda la capacidad de dominarse y el hecho de que estaba dispuesto a admitirlo, llenó a Lali de un absurdo entusiasmo que tardo en disminuir.

Parecía que les llevaría toda una vida recuperar su autodominio. Finalmente Lanzani se inclinó para recoger la cesta ignorada y con un gesto silencioso le indicó que le precediera. Aturdida, Lali le enseñó el camino al vestíbulo, donde se encontró a la camarera Gwen, que volvía para llevar la última cesta.

Lanzani se negó a ceder el pesado paquete a la muchacha.

-Peter: No es necesario -dijo de buena gana- Yo lo llevaré por ti, solamente muéstrame donde lo quieres.

- Sí, señor. -dijo Gwen inmediatamente.

Él se dio la vuelta para intercambiar una breve mirada con Lali, sus ojos verdes entrecerrados y oscuros. Cruzaron un mensaje silencioso... más tarde... y luego se marchó con largas y relajadas zancadas. Permaneció inmóvil mientras trataba de recomponerse, Lali se distrajo por la inesperada aparición de su hermano, que llevó un perturbado ceño mientras iba hasta la entrada del vestíbulo.

-Gas: ¿Dónde está Cande? –exigió sin preámbulo- Ha estado desaparecida toda la mañana -Lali vaciló antes de contestar, manteniendo la voz baja.

-Lali: Sospecho que puede estar en compañía del Sr. Martínez.

-Gas: ¿Qué?

-Lali: Creo que él se unió a Cande para su paseo de la mañana -dijo, esforzándose en parecer despreocupada- Por lo que se, ninguno de ellos ha sido visto desde entonces.

-Gas: ¿Y le dejaste ir con ella? -susurró- Por Dios, ¿por qué no hiciste algo para detenerle?

-Lali: Ah, no sigas por ahí, créeme, Gastón, Cande es absolutamente capaz de decirle a un hombre que la deje en paz. Y si ella desea pasar algo de tiempo en compañía del Sr. Martínez, creo que se ha ganado el derecho de hacerlo así. Además, él parece ser un caballero, independientemente de su reputación.

-Gas: Él no se parece a los caballeros a los que Cande está acostumbrada. Él es el americano. -El particular énfasis que colocó en la última palabra lo hizo parecer un insulto.

-Lali: ¡Creí que te gustaban los americanos!

-Gas: No cuando husmean alrededor de una de mis hermanas -su mirada era tensa por la sospecha, mientras la miraba con más atención- ¿Y qué has estado haciendo tú?

-Lali: Yo... -Brevemente desconcertada, Lali se puso una mano en la garganta, lo que se convirtió en el foco de su oscuro ceño- ¿Por qué me miras así?

-Gas: Tienes una mancha roja en el cuello- dijo con gravedad. Decidiendo a hacerse la ignorante, Lali le lanzó una mirada en blanco.

-Lali No seas tonto. Es simplemente un poco de irritación causada por un collar.

-Gas: No llevas collar -Lali sonrió y se puso de puntillas para besarle en la mejilla, sabiendo que debajo de su exterior ceño, él le aterrorizaba que pudieran herir a una de sus adoradas hermanas.

-Lali: Cande y yo somos mujeres adultas -dijo ella- y hay ciertas cosas de las que no puedes protegernos, Gastón -Su hermano aceptó su beso y no ofreció ninguna remota queja, pero cuando Lali se alejó de él, ella lo oyó murmurar algo que sonaba a desconfianza.

-Gas: Por supuesto que puedo.

Esa noche Lali encontró una rosa roja sobre su almohada, sus lozanos pétalos ligeramente desplegados, su largo tallo cuidadosamente despojados de espinas. Recogiendo la fragante flor la acercó a su mejilla y a sus labios abiertos.

Lali,
Flores y una serenata llegaran inmediatamente.
Aunque para la poesía... tendrás que darme un poco más de inspiración.
Tuyo, L

Continuará...

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Hola chicas!! perdón pero por desaparecer pero bueno... tengo que adaptar la nove, subirla, leer más noves y mis profes todavía creen que tengo tiempo para hacer las tareas??!! o_O no puedo hacer tanto!!! jaja ;) 

-Va: gracias por ofrecerme tu ayuda siempre!... sos re linda gracias!! 

más tarde les subo más caps para compensar los que no subí estos días !!

15 comentarios:

  1. Me haz hecho reir con eso de que los profes te dejan tarea cuando tu tienes mucho x hacer aajajaja
    eres lo masss =)

    me encanto el cap un pretendiente para Lali???? :ooooooo
    mas :D

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  2. hahahahahahaah! me matastes cn tu comment!
    qiieroo maas!

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  3. el siguienteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee porfis

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  4. Mas mas mas mas mas!!!!!!!!!!!!!!

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  5. Lina (@Lina_AR12)19 de mayo de 2012, 18:22

    Q bueno,Peter no podré llevar adelante su venganza...la ama y pierde la cabeza cdo está con ella!Re lindo cap!

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  6. ooo que lindo me encanta lanzani y espero ver su serenata :P ajja y gas todo protector ajajja :P mmm me parece qeu gaston no podra hacer nada con los americanos que llegaron al parecer por sus hermanas :P

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  7. massssssssssssssssssssssssssss noveeeeeeeeeeeeeeee
    besos

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  8. Hermoso mensaje le dejo peter a lali con esa flor me encanto lis capi con mucha emiciones para las hermanas espositos

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  9. ay noooo! yo quiero un lanzani para miiii! ♥ jaojaso
    mas noveeeeee porfavoooor!

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  10. Me encanto!
    Me alegro por Cande ya era hora que empiece a rehacer su vida, ademas que ayudaría a rehacer la vida de Pablo que esta bastante mal!
    Me encanto lo de la flor! adhkfsl
    Que autocontrol, eh! Yo pensé que ya no iban a parar! jajaja
    Me preocupa que Peter este averiguando sobre Lali, aunque por otro lado tal vez lo que averigüe le ayude a entender que lo que esta haciendo es una estupidez!

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  11. Gracias a vos por subir!
    No hay nada que agradecer es con todo el gusto!
    Besos
    @vagomi

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  12. haaa nooo pero q buenos caps!!
    masss
    me encanto eso ultimo "tuyo siempre L" ♥

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  13. AAwwwwwwww (ahora estoy en la compu) :D ME ENCANTO LA CARTA el "Tuyo, L" qedo re wowwwww y lo qe paso con Gaston a mi me matan si me encuentran uno de esos AJAJAJAJAJAJA xD AMO ESTA NOVEE!!!! gracias!!!!!!!!!!!!!! :)

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