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sábado, 5 de mayo de 2012

Capítulo 8



Aquel iba a ser un trabajo arduo, de largos días, noches cortas y constantes exigencias físicas y mentales. Lali iba a disfrutar de cada instante.
 Los productores de la serie estaban cooperando plenamente con Marshell, pues la estrategia global de la cadena redundaba en beneficio de todos. La palabra clave era «audiencia». Pero era Lali quien tenía que sacar tiempo para ambos proyectos y quien tenía que aprenderse los cientos de páginas de guión correspondientes a los personajes de Rae y Marianella.

La idea de trabajar dieciocho horas diarias y de levantarse a las cinco de la madrugaba no mitigaba su entusiasmo. Aquel ritmo despiadado era algo natural en ella. Y la ayudaba a no pensar en el juicio sobre la custodia de Chris, previsto para el mes siguiente.

Luego estaba Peter. La sola idea de trabajar con él entusiasmaba a Lali. Su presencia cotidiana resultaría estimulante, la mantendría alerta. La fase de preproducción había puesto en evidencia que Peter pensaba implicarse en la película tanto como cualquier otro miembro del equipo y del reparto... y que ejercía una autoridad incuestionable. Durante las reuniones, a menudo desquiciadas, él conservaba la calma y apenas abría la boca. Pero, cuando hablaba, sus palabras rara vez eran discutidas. En opinión de Lali, no era una cuestión de arrogancia, ni de desdén. Sencillamente, Peter Lanzani, no malgastaba saliva a menos que tuviera buenas razones para ello.

Tal vez, si el destino, así lo quería, se irían acercando el uno al otro a medida que avanzara la película. Emoción. Eso era lo que Lali quería darle a Peter y lo que, al mismo tiempo, esperaba de él. Tiempo… Lali sabía que el tiempo era un factor esencial en su incipiente relación. Confianza. Eso era, ante todo, lo que necesitaban... y lo que les faltaba por encima de todo.

A veces, durante la fase de preproducción de la película, Lali había sentido que Peter la observaba con excesiva frialdad y que se distanciaba de ella sin esfuerzo alguno. Eso la inquietaba profundamente. Cuanto mejor hacía ella el papel de Rae, más distante se mostraba Peter. Lali lo comprendía y se sentía incapaz de evitarlo.

El decorado era elegante; la iluminación, tenue y seductora. Sentados a ambos lados de una pequeña mesa rococó, Rae y Phil tomaban crema de nécora y champán, Lali lucía un vestido ceñido de seda negra. En sus orejas y su garganta relucían diamantes y zafiros. La presencia en el estudio de un guardia de seguridad atestiguaba que en una producción Marshell no se usaba bisutería.

En realidad, la cena íntima estaba teniendo lugar a las ocho de la mañana, en presencia de todo el equipo de rodaje.

Bebiendo en una copa de tulipa un ginger ale que semejaba champán, Rae profirió una risa áspera y se inclinó hacia Phil.
Lali sabía lo que requería la situación: una sexualidad cruda y primitiva bajo una fina pátina de sofisticación. Tendría que transmitir todas aquellas impresiones al espectador usando un simple ademán, una mirada, una sonrisa, en vez del diálogo. Ambición y pericia formaban una combinación letal cuando a ellas se añadía la belleza. Rae poseía esas tres cualidades y la capacidad de usarlas. El objetivo de Lali era mostrar de modo sutil la dualidad de su naturaleza.

La escena acabaría en el dormitorio. Esa parte se rodaría otro día. Ahora, la tensión sexual debía crecer hasta el punto de que tanto Phil como el espectador se sintieran completamente seducidos por Rae.

-¡Corten!

Chuck se pasó una mano por la nuca y guardó silencio. Los actores y los miembros del equipo de rodaje reconocieron aquel gestó de su director y permanecieron callados y alerta. La escena no estaba gustándole a Chuck, y este intentaba averiguar el porqué. Lali no permitió que su tensión se disipara. Necesitaba mantener la crispación para preservar la imagen de Rae. La visión del ginger ale y el olor de la comida que tenía frente a ella le revolvían el estómago. Ya estaban en la cuarta toma. Mientras procuraba mantener la calma, Lali vio cómo volvían a llenar la copa y reemplazaban el plato. «Cuando esto acabe», pensó, «no volveré a tomar ginger ale en toda mi vida».
-Mariano: Qué asco, ¿no?
Lali alzó la mirada y vio que Mariano hacía una mueca de repugnancia. Guardó a Rae en un compartimento estanco de su cerebro antes de sonreír a su partenaire.
-Lali: Me muero de ganas de una taza de café y un bollo.
-Mariano: Por favor -él se apartó de la mesa reclinándose hacia atrás- no me hables de comida de verdad.
-Chuck: Más felina -dijo de repente, fijando su mirada en Lali-. Así es como veo a Rae. Como una gata negra que se hace la manicura en las zarpas -Lali sonrió ante aquella imagen. Sí, así era Rae-. Cuando digas: «Una noche no será suficiente», debes prácticamente ronronear.

Lali asintió mientras flexionaba las manos. Sí, Rae ronronearía al decir aquella frase al tiempo que calculaba sus posibles repercusiones. Lali pensó en un gato: refinado, seductor y casi perverso.

Un instante antes de que sonara la claqueta de la siguiente toma, Lali se topó con la mirada de Peter. Este la miraba con el ceño fruncido, de pie junto a una cámara. Tenía las manos metidas en los bolsillos y una expresión reposada y serena, pero Lali sintió el cerco de tensión que lo rodeaba. Incapaz de derribar aquella muralla, procuró utilizar la impresión que le produjo su mirada para volver a meterse en la piel de Rae.

A medida que se desarrollaba la escena, se olvidó del sabor tibio e insípido del ginger ale y de la presencia intrusiva de las cámaras y del equipo de rodaje. Concentró toda su atención en el hombre sentado frente a ella, el cual no era ya un compañero de profesión, sino una víctima de sus manejos. Sonrió a algo que dijo él y Peter reconoció de inmediato aquella sonrisa. Era seductora como el satén negro y fría como el hielo. No podía haber ni un hombre sobre la tierra inmune a ella.

Al llegar a la frase que Chuck le había indicado, Lali se detuvo un instante.
Rae hundió un dedo en la copa de Phil, se tocó lentamente la boca y después acercó el dedo a la boca de él.

Aquella seductora improvisación hizo subir la temperatura en el plató. Aunque mentalmente aprobara el gesto y la intuición de Lali, Peter sintió que los músculos de su estómago se contraían.

Lali conocía su papel, se dijo, casi tan bien como él. Tan bien que a menudo le costaba disociarla de Rae. Aquella atracción que lo obsesionaba, ¿a quién iba dirigida? La punzada de celos que sintió inesperadamente cuando, en el decorado, Lali pareció derretirse en brazos de otro hombre, ¿quién lo inspiraba realmente? En aquel guión había entrelazado con suma habilidad realidad y ficción. Ahora se sentía atrapado en aquella trama. La mujer a la que deseaba, ¿era la sombra o la luz?

-Chuck: ¡Corten! ¡Edítenla! Ha sido fantástico -sonriendo de oreja a oreja. Chuck se acercó y besó a Lali- Ha sido un milagro que la cámara no se haya fundido en esta escena.
Mariano les lanzó una, sonrisa de blanquísimos dientes.
-Mariano: Lo que es un milagro es que no me haya fundido yo. Eres condenadamente buena, Lali -puso una mano sobre su hombro- Tan buena que voy a tomarme una taza de café y a llamar a mi mujer.
-Chuck: ¡Diez minutos de descanso! -anunció- Prepárense para los primeros planos. Peter, ¿qué te ha parecido?
-Peter: Excelente -con los ojos fijos en Lali, Peter se acercó a ellos. Lali había dejado de parecer un gato. Ahora parecía un tanto cansada. Peter refrenó el deseo de acariciarle la mejilla- Creo que a ti también te vendría bien un café.
-Lali: Sí -de nuevo, se vio obligada a alejar la personalidad de Rae. Deseaba relajarse por completo, pero sabía que no debía hacerlo- ¿Invitas tú?
Asintiendo, él la condujo al lugar, fuera del plató, donde la mesa del catering estaba dispuesta con café, dónuts y pastas. A Lali se le encogió el estómago al pensar en comer, pero aceptó la taza de café humeante, sosteniéndola con ambas manos.
-Peter: Este horario es duro -comentó.
-Lali: Mmm -ella se encogió de hombros y dejó que el café se llevara el regusto del ginger ale-. En realidad, no es peor que el de la serie. En cierto modo, es hasta más llevadero. Lo difícil era esta escena.
Él alzó una ceja.
-Peter: ¿Por qué?
El olor del café era sólido y real. Lali casi olvidó la comida reseca que había tenido que masticar durante las dos horas anteriores.
-Lali: Porque Phil es listo y cauteloso. No es un hombre fácil de seducir, ni de engañar. Rae ha de hacer ambas cosas, y tiene prisa -miró por encima del borde de la taza- Claro que eso tú ya lo sabes.
-Peter: Sí -Peter la agarró suavemente de la muñeca antes de que ella pudiera beber otra vez-. Pareces cansada.
-Lali: Solo entre toma y toma -ella sonrió, conmovida por su preocupación-. No te preocupes por mí, Peter. Me gusta el ajetreo.
-Peter: Pero te pasa algo más.
Ella pensó en Chris. «No se me debería notar», pensó.
-Lali: Eres muy perspicaz -murmuró-. Pero, claro, la perspicacia es la principal herramienta de un escritor.
-Peter: Estás desviando la cuestión.
Lali sacudió la cabeza. Si pensaba en ello, empezaría a perder el control.
-Lali: Es algo que tengo que solucionar, pero no interferirá en mi trabajo.
Él la tomó de la barbilla con firmeza.
-Peter: ¿Acaso hay algo capaz de interferir en tu trabajo?
Por primera vez, Lali sintió que una punzada de ira la atravesaba.
-Lali: No me confundas con mi papel, Peter... ni con otra mujer -le apartó la mano y, dándose la vuelta, regresó al plató.

Aquella muestra de temperamento complació a Peter, quizá porque le resultaba más fácil confiar en las emociones negativas. Apoyándose en la pared, tomó una decisión. La haría suya esa misma noche. Ello mitigaría en parte su tensión y aliviaría sus dudas. Luego ambos, cada cual a su modo, tendrían que afrontar las consecuencias.

Lali comprendió que la ira que sentía le facilitaba las cosas. Bajo la piel de Rae, pensó, bullía en todo momento la cólera. Una cólera que se sumaba a la ambición y al desasosiego. En lugar de intentar librarse de ella, Lali la utilizó para ahondar en un personaje ya de por sí complicado. Mientras se ciñera al carácter veleidoso y despótico de Rae, no sentiría su propio cansancio, ni sus inquietudes.

A las seis, cuando acabó el rodaje, Lali descubrió que Rae la había consumido por entero. Tantas horas bajo los focos habían hecho que le dolieran los huesos. La cabeza le daba vueltas de tanto repetir las mismas líneas, de tanto sumergirse en aquel vaivén de emociones. Solo llevaban una semana rodando y ya se sentía como si hubiera corrido un maratón.

Nadie había dicho que aquello fuera fácil, se recordó mientras entraba en el camerino para ponerse su ropa. El problema era que empezaba a equiparar su éxito en aquel papel con su éxito en su relación con Peter. Si podía desconectar de lo uno, también podría desconectar de lo otro.

Sacudiendo la cabeza, Lali se quitó el traje y se despojó de Rae tan ansiosamente como del vestido de seda. Aquella idea, pensó, era una trampa. Rae era un personaje ficticio, por más entrelazado que estuviera con la realidad. Peter, en cambio, pertenecía a la vida real: a su vida. No debía olvidarlo.

Se quitó el maquillaje y sintió respirar su piel. Se sentó y apoyó los pies en la cómoda de modo que el quimono corto que llevaba puesto se le deslizó sobre los muslos. Procuró relajarse y se deshizo el elegante moño, dejando que su pelo cayera suelto. Con un suspiro de alivio, echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y se sumió en un somero letargo.

Así fue como la encontró Peter.

El camerino estaba atestado de cosas entre las que Lali parecía el único remanso de paz. El aire rebosaba de olores: a maquillaje, a crema facial, al mismo popurrí de hojas secas con un leve aroma a lilas al que olía la casa de Lali. Las bombillas alrededor del espejo brillaban con intensidad. La respiración de Lali era suave y pausada.

Al cerrar la puerta tras él, Peter dejó que su mirada recorriera las esbeltas y hermosas piernas de Lali, expuestas de los pies a los muslos. Lali llevaba el quimono flojo y anudado con cierto descuido, de modo que se le abría tentadoramente desde el centro de su cuerpo hasta la cintura. Su cabello caía revuelto tras la silla, formando un elegante contraste con la curva de su cuello y de sus hombros. Su rostro parecía un tanto pálido y frágil sin el denso maquillaje que requerían las cámaras. Una sombra ligerísima se adivinaba bajo sus ojos. Peter sintió un doloroso deseo de poseerla tal y como estaba en ese momento. Sin apenas pensar en lo que hacía, echó el cerrojo de la puerta. Se sentó en el brazo de una silla, encendió un cigarrillo y aguardó.

Lali se despertó lentamente. Solía dormirse de inmediato y despertarse poco a poco. Antes de emerger de su duermevela comprendió que se sentía refrescada. La siesta no había durado más de diez minutos. Con un suspiro comenzó a desperezarse. Entonces advirtió que no estaba sola. Sorprendida, giró la cabeza y miró a Peter.
-Lali: Hola.
Él no distinguió vestigio alguno de ira en sus ojos, ni de frialdad en su voz. Hasta el cansancio que había advertido en ella fugazmente parecía haberse evaporado de pronto.
-Peter: No has dormido mucho -su cigarrillo se había consumido casi hasta el filtro sin que apenas lo notara. Lo apagó- Claro que no conozco a nadie que pueda pegar ojo en esa postura.
-Lali: Para echar una cabezadita de diez minutos, yo puedo dormir en cualquier parte -tensó las puntas de los pies, estirando los músculos, y luego los relajó-. Necesitaba recargar energías.
-Peter: Una comida decente te sentaría bien.
Lali se llevó una mano al estómago.
-Lali: Sí, no me vendría mal.
-Peter: Apenas has tocado el almuerzo,
A ella no la sorprendió que lo hubiera notado, pero sí que se lo dijera.
-Lali: Normalmente me habría atiborrado, pero comer crema de nécora al amanecer me ha revuelto el estómago. Yo prefiero desayunar un dónut. O un cuenco de Krispies -dijo ella con una media sonrisa. Deslizó con desgana los pies hasta el suelo. La raja de la bata se movió, y ella tiró distraídamente de las solapas- Ya hemos acabado por hoy, ¿verdad? ¿No hay ningún problema?
-Peter: Hemos acabado, sí -dijo él-. Pero hay un problema.
El cepillo que ella había alzado quedó suspendido en el aire.
-Lali: ¿Qué clase de problema?
-Peter: Personal -él se levantó y le quitó el cepillo de la mano- Toda esta semana te he estado observando, escuchándote, oliéndote. Y todos los días te he deseado -le aplicó el cepillo al pelo con una larga y suave pasada mientras, en el espejo iluminado, sus ojos se encontraban. Al ver que ella no se movía, Peter volvió a pasarle el cepillo, agarrando la curva de su hombro con la mano libre- Me pediste que pensara en ti. Y eso he hecho.
«A flor de piel», pensó Lali, alarmada. Sus emociones estaban a flor de piel. Pero no podía hacer nada al respecto.
-Lali: Toda esta semana -comenzó ella con la voz ligeramente enronquecida-, me has visto y oído actuar como otra persona. Puede que en realidad a quien desees sea a otra.
Él siguió mirándola a los ojos mientras inclinaba la cabeza hacia su oído.
-Peter: Ahora no estoy mirando a otra.
Lali sintió un vuelco en el corazón.
-Lali: Pero mañana...
-Peter: Al diablo con el mañana -dejó caer el cepillo e hizo que Lali se pusiera en pie-. Y con el ayer -su mirada era intensa y ardiente.

Lali notó la garganta seca. Se preguntaba qué pasaría si Peter daba rienda suelta a sus emociones. Aquella era su pasión, e iba a arrastrarla consigo.

Si no lo hubiera amado... Pero, naturalmente, lo amaba. Toda precaución se disipó cuando sus bocas se encontraron. Había momentos para pensar y momentos para sentir. Había un tiempo para replegarse y un tiempo para entregarse por entero. Había un instante para la razón y otro para el romanticismo.

Abrazándose a él, Lali se le ofreció por entero. Sintió que el suelo vacilaba y que el aire se helaba antes de perderse en sus propios anhelos. Sus labios se entreabrieron, invitadores; su lengua se movió provocativamente. Su respiración se hizo entrecortada.

Ella era fuerte, al igual que él, y sin embargo mucho más delicada. Al sentir el cuerpo de Peter sobre ella, el deseo la embargó por completo. Un placer líquido la inundó como vino caliente. Al sentir que él aumentaba la presión de sus manos, se derritió más aún, hasta que se volvió tan maleable como la fantasía de cualquier hombre. Y, sin embargo, era real.

Peter nunca había conocido a una mujer como ella, tan espontánea en sus emociones que estas afloraban incesantemente, hasta amenazar con ahogarlo. Esperaba su pasión y allí estaba, pero además sentía en ella un flujo de emociones infinitamente más intensas, dulces e irresistibles.

Al verla en el plató, la había deseado. Pero, al entrar en el camerino y verla dormida, su deseo se había disparado irremediablemente. En aquel, instante, mientras ella parecía vibrar con emociones que él apenas se atrevía a nombrar, Peter sintió que la necesitaba como nunca había necesitado a nadie.

Demasiado tarde. Pensó de pronto que era demasiado tarde para ella... y para él. Entonces enterró las manos en el pelo de Lali y sus pensamientos se convirtieron en un caleidoscopio de sensaciones.

Ella olía ligeramente al limón de su crema facial, su pelo exhalaba la fragancia acostumbrada y levemente sexual. El fino tejido del quimono se deslizó entre las manos de Peter cuando este lo abrió buscando el cuerpo de Lali. Su piel era suave como un sueño, tan delicada que por un instante temió hacerla daño. Entonces su cuerpo se arqueó, apretándose contra las manos de Peter, y su fortaleza aumentó la excitación de este. Con un gemido de rendición, Peter ocultó la cara contra su garganta.

A pesar de que su mente parecía flotar, Lali comprendió que necesitaba sentir la carne de Peter contra la suya. Sus manos se deslizaron lentamente hacia arriba por los costados de Peter, levantándole el suéter. Prosiguió aquel movimiento por encima de sus hombros, hasta que no quedó nada que entorpeciera su exploración, ni nada que impidiera que su piel erizada se encontrara con la de él.

Cuando Peter la tendió en el suelo, Lali se plegó sin resistencia alguna. Con la espalda apoyada contra el sofá, juntó las manos tras la nuca de Peter y atrajo su cara hacia sí. El sabor de la pasión de Peter se apoderó de ella y prendió un nuevo fuego. Lali se movió bajo él, generando alfilerazos de excitación que los atravesaban a ambos. Aceptó sin rechistar la súbita vehemencia de Peter. Su beso se prolongó, haciéndose cada vez más profundo y húmedo, mientras con las manos recorrían ávidamente sus cuerpos.

Peter podía sentir el latido frenético del corazón de Lali bajo las palmas de sus manos. Cuando acercó los labios a sus pechos, la sintió estremecerse. Un deseo furioso de poseerla se apoderó de él mientras empezaba a saborear la variedad de gustos de su piel, con los labios, con la punta de la lengua. A veces, en algunos lugares, su sabor era intenso; en otros, dulce; pero siempre era Lali.

Las luces reverberaban en la habitación, reflejadas por el espejo. Peter emprendió un intenso y osado viaje de exploración del cuerpo de Lali. La curva de su hombro lo fascinó de modo insospechado. La piel de la parte interior de su muñeca era tan delicada que casi creyó oír el flujo de la sangre por las venas. Allí donde tocaba, sentía su pulso. Era tan generosa... Solo eso bastaba para que la cabeza le diera vueltas.

Ella, por su parte, también acariciaba, saboreaba y tomaba a manos llenas. Si las exigencias de Peter se hacían más urgentes, ella respondía del mismo modo, poniéndose a su paso. O quizá fuera él quien se ponía al de ella. Peter comprendió lo que era hallarse al borde del delirio, a un paso del cielo.

Lali solo deseaba lo que Peter podía darle. Gestos de ternura que la conmovían. Estallidos de pasión que la atormentaban. El cabello de Peter rozaba su piel y eso bastaba para excitarla. La pasión y la lucha por mantener el control humedecieron su carne. Lali comprendió entonces que el placer en sí mismo era superficial, pero el placer combinado con el amor era perfecto… Juntos comprendieron que no podían esperar más. Las últimas barreras de su ropa fueron apartadas con impaciencia. Ella se abrió para él. El delirio y el placer se hicieron uno.

Lali se sentía capaz de correr kilómetros y kilómetros. Su cuerpo rebosaba de sensaciones. Su mente bullía con ellas. Tumbada junto a Peter, sentía un cosquilleo de emoción cuya irradiación alcanzaba hasta las puntas de sus dedos de los pies y de las manos. Con los ojos cerrados, el cuerpo aún alineado bajo él, contaba los latidos del corazón de Peter, cuyo eco sentía sobre ella. En aquel mundo privado y líquido en el que habían entrado, Peter no se había mostrado sereno y distante. Dejando que sus párpados se abrieran temblorosos, Lali sonrió. La mano de Peter permanecía entrelazada con la suya. Se preguntaba si él se daba cuenta de ello. Peter la había deseado. A ella, no a otra, Peter yacía saciado, agotado, consciente solo del cuerpo cálido y esbelto de Lali bajo el suyo. No recordaba haber experimentado nunca algo parecido a aquello, ni siquiera remotamente. Una relajación perfecta, una completa falta de tensión. Ni siquiera tenía fuerzas para analizar aquel sentimiento, de modo que se limitó a disfrutarlo. Dejando escapar un sonido de puro placer, volvió la cara hacia la garganta de Lali. Se sentía tan feliz como sonaba la risa gutural de Lali.
-Peter: ¿De qué te ríes? -murmuró él.
Lali deslizó las manos por su espalda y luego de nuevo hasta su cintura.
-Lali: Estoy a gusto. Muy a gusto -sus dedos se deslizaron por las caderas de Peter- Y tú también.
Cambiando ligeramente de postura, Peter se alzó sobre el codo para poder mirarla. Los ojos de Lali parecían reír. Con la punta de un dedo, Peter acarició un lugar bajo su mandíbula cuya piel le había parecido especialmente suave y sensible.
-Peter: Todavía no sé qué hago contigo.
Ella le apartó el pelo de la frente.
-Lali: ¿Siempre tienes que buscar una razón intelectual?
Él frunció el ceño, pero sus dedos se desplegaron sobre la cara de Lali como si fuera ciego y quisiera grabar su rostro en la memoria.
-Peter: Sí, siempre.
Ella deseó suspirar, pero en lugar de hacerlo sonrió. Tomando la cara de Peter entre sus manos, lo atrajo hacia sí para besarlo.
-Lali: Yo desafío al intelecto.
Aquello le hizo reír. Lali lo empujó levemente, tumbándolo de espaldas. Tendida sobre él, se estiró y le beso el hombro. Peter notó bajo su cuerpo unos papeles arrugados y un montón de ropa.
-Peter: ¿Sobre qué estoy tumbado?
-Lali: No sé. Sobre esto y aquello.
Arqueándose, él extrajo de debajo de su costado izquierdo un folleto arrugado.
-Peter: ¿No te ha dicho nadie que eres un desastre?
-Lali: De vez en cuando.
Peter miró distraídamente el folleto sobre la caza de crías de foca y lo dejó caer al suelo. Tomó otro papel pegado a su hombro derecho. Un albergue para mujeres maltratadas. Lleno de curiosidad, se movió un poco y encontró otro papel. Era otro panfleto.
-Peter: Lali, ¿qué es todo esto?
Ella le dio un último beso en el hombro antes de apoyar la mejilla sobre él. Peter sostenía en la mano varios folletos arrugados.
-Lali: Supongo que podrías llamarlo mi hobby.
-Peter: ¿Tu hobby? -él le puso la mano libre bajo la barbilla y le alzó la cara-. ¿A cuál te refieres?
-Lali: A todos ellos.
-Peter: ¿A todos? -miró de nuevo los panfletos y se preguntó cuántos más habría bajo él- ¿Quieres decir que colaboras con todas estas organizaciones?
-Lali: Sí, más o menos.
-Peter: Pero, Lali, nadie tiene tiempo para hacer tantas cosas.
-Lali: Qué va -ella se removió y cruzó los brazos sobre el pecho de Peter- Eso de la falta de tiempo no es más que una excusa. Si se quiere, se saca tiempo -ladeó la cabeza hacia los papeles que él sujetaba-. Esas crías de foca, ¿tú sabes lo que les hacen?
-Peter: Sí, pero...
-Lali: Y esas mujeres maltratadas... La mayoría de ellas llegan al albergue sin autoestima, sin ningún apoyo emocional ni económico. Y luego están...
-Peter: Espera un momento -él dejó los papeles en el suelo y la agarró de los hombros. De pronto se dio cuenta de lo frágiles que eran- Todo eso lo entiendo, pero ¿cómo puedes participar en todas esas causas, seguir con tu vida y además tener una carrera?
Ella sonrió.
-Lali: El día tiene veinticuatro horas. Y a mí no me gusta malgastar ninguna.
Viendo que hablaba completamente en serio, Peter sacudió la cabeza.
-Peter: Eres una mujer excepcional.
-Lali: No, no lo soy -inclinó la cabeza y le besó el mentón- pero tengo mucha energía. Necesito invertirla en algo.
-Peter: Podrías invertida en promocionar tu carrera -comentó él-. En seis meses, serías la reina de las taquillas. Te convertirías en una estrella.
-Lali: Tal vez. Pero no sería feliz.
-Peter: ¿Por qué?
Lali sintió de nuevo las dudas y los recelos de Peter. Dejando escapar un suspiro, se sentó. En silencio recogió su quimono y se lo puso. Qué rápido podía tomarse el calor en frío.
-Lali: Porque necesito más.
Insatisfecho, Peter la tomó del brazo.
-Peter: ¿Más de qué?
-Lali: Más de todo -dijo ella con una repentina vehemencia que sorprendió a Peter- Necesito saber que hago todo lo que puedo, y no solo en un área de mi vida. ¿De veras crees que soy tan limitada?
El fuego de sus ojos intrigaba a Peter.
-Peter: Creo que lo que he dicho dejaba clara tu falta de limitaciones.
-Lali: Profesionalmente, sí -replicó ella- Pero yo soy ante todo una persona. Necesito saber que ayudo a los demás -se pasó las manos por el pelo, exasperada-. Necesito preocuparme por la gente. El éxito no es solo una estatuilla dorada que poner en la estantería de los trofeos, Peter- girándose, abrió la puerta de su armario y sacó su ropa.
Peter se sentó, haciendo crujir los papeles que había bajo él.
-Peter: Estás enfadada.
-Lali: ¡Sí! -dándole la espalda, se puso las braguitas.
A través del espejo, Peter podía ver su expresión de enojo.
-Peter: ¿Por qué?
-Lali: Tu pregunta favorita -arrojó el quimono al suelo y se pasó una camiseta de manga corta por la cabeza-. Te daré la respuesta, pero me temo que no va a gustarte. Todavía me sigues comparando con ella -le espetó. Peter comenzó a vestirse-. Todavía -continuó ella- incluso después de lo que acaba de ocurrir entre nosotros sigues midiéndome por su rasero.
-Peter: Puede ser -él se levantó y se pasó el jersey por la cabeza-. Es posible que tengas razón.
Lali lo miró fijamente un momento y luego se puso los pantalones.
-Lali: Pues me hace daño.
Peter se quedó muy quieto al sentir que aquellas palabras traspasaban su piel. No esperaba su sencillez, su honestidad. Ni esperaba su propia reacción ante ellas.
-Peter: Lo siento -murmuró. Acercándose a ella, le tocó el brazo y aguardó a que levantara la mirada. Sus ojos tenían una expresión dolida- Nunca he sido un hombre particularmente justo, Lali.
-Lali: No -dijo ella-. Pero me resulta difícil comprender que alguien tan inteligente como tú pueda estar tan ciego.
Él sacudió la cabeza.
-Peter: Tal vez sea más sencillo, decir que no entrabas en mis planes.
-Lali: Eso está claro -dándose la vuelta, ella empezó a cepillarse metódicamente el pelo-. Ya te dije que tiendo a precipitarme. Comprendo también que no todo el mundo va a la misma velocidad. Pero creía que a estas alturas ya te habrías dado cuenta de que yo no soy el personaje que creaste... ni la mujer que lo inspiró.
-Peter: Lali… -la tomó por los hombros y sintió que se tensaba-. Lali -repitió, apoyando la frente en su cabeza- volveré a hacerte daño -dijo suavemente-. No podré evitar hacerte sufrir si continuamos viéndonos.
El cuerpo de Lali se relajó con un suspiro. ¿Por qué se resistía a lo inevitable?
-Lali: Sí, lo sé.
-Peter: Pero aun así, aun sabiendo lo que esto puede significar, no quiero dejar de verte.
Ella alzó la mano y la puso sobre la de Peter, que permanecía apoyada sobre su hombro.
-Lali: Pero no sabes por qué.
-Peter: No, no sé por qué.
Lali se giró en sus brazos y lo abrazó. Por un instante permanecieron unidos, la cabeza de ella sobre el hombro de él, las manos de Peter en su cintura.
-Lali: Invítame a cenar -dijo ella y, echando la cabeza hacia atrás, le sonrió-. Estoy muerta de hambre. Quiero estar contigo. Esos son dos hechos concretos e irrefutables. El resto, los afrontaremos según lleguen.
Peter pensó que no se había equivocada al decir que era una mujer excepcional. Presionó los labios contra su frente.
-Peter: Está bien. ¿Qué te apetece cenar?
-Lali: Pizza con champiñones -respondió ella de inmediato- Y una botella barata de chianti.
-Peter: Pizza...
-Lali: Una pizza enorme... con champiñones.
Riendo, él la abrazó más fuerte. Ya no sabía si podría dejarla marchar.
-Peter: Parece un buen comienzo.

Continuará…

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1º cap de la maratón tón tón de hoy!!! yeeee :0 
+ 20 firmitas y subo el siguiente

25 comentarios:

  1. y avisa q estas subiendo maraton yo de casualidad me meti osino ni sabria lo del cap xD

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  2. muero por ver el prox y saber q pasara

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  3. maaaaaaas, yo te relleno los 20 si quieres pero subeee

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  4. Ayyyyyyyyyy rock Jajajajaj Quiero mass♥

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  5. la podrías acabar hoy??

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  6. Cuantos caps le quedan a la noveee?

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  7. mas mas mas mas mas mas mas mas

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  8. me encantò el capitulo...
    ahora voy a dormir que acà es muy muy tarde,manana quiero muchos capitulos,eh! ajajaja
    besooooooooooos

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  9. Vivu ( @Lina _AR12)5 de mayo de 2012, 19:39

    Cómo me gusta,lali va a lograr matar ese fantasma,es fantastica!

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  10. Me encanta!! Son muyy tiernos!!
    fresy07

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  11. No me voy a cansar de repetir que Lali es genial! Si todos fueran como ella el mundo seria diferente... Y Peter cada vez me cae mejor!
    Fresy07

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  12. Uhooooo maraton maraton!!!!!

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  13. hayy esta mnovee es excepcional! cada vez me deja con mas intrigas! espectacular
    massssssssss

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  14. ME FASCINO EL CAPITULO!
    Besos
    @vagomi

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  15. Lali va a terminar rompiendo las barreras d Peter.

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  16. fue muy tierno el momento hasta qe Peter lo arruino y despues volvio a ser tierno espero qe siga asi :$ ♥ me encantaa°!!!! gracias :D

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