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miércoles, 23 de mayo de 2012

Capítulos 32 y 33



Había dos clases de espectadores: aquellos a que realmente disfrutaban de la obra, y luego la gran mayoría que habían ido por razones puramente sociales.

El teatro era un lugar para ser visto, para intercambiar cotilleos, y para llevar a cabo amoríos. Sentada en un palco junto a Pablo Shaw, Lanzani, la señora Smedley y otras dos parejas, Cande pronto dejo todos los intentos de escuchar lo que ocurría sobre el escenario, ya que la mayoría de la audiencia había elegido hablar durante toda la función. En lugar de eso, se echó hacia atrás y observó el desfile de hombres y mujeres que venían a su palco. Era remarcable la cantidad de atención que ese par de saludables industriales americanos atraían.

Pablo era un experto en chanzas sociales, pareciendo relajado y sonriente mientras charlaba con los visitantes. Lanzani, por otro lado, era con mucho más reservado, haciendo pocas observaciones y eligiendo sus palabras con cuidado. Cande estaba más que un poco intimidada por Lanzani.

Cuando Pablo fue a conseguirle un vaso de limonada, y un cordial para la señora Smedley, Cande tuvo una oportunidad para hablar con Lanzani de una forma más o menos privada, ya que la acompañante era sorda como un poste. A pesar de la fachada invulnerable de Lanzani, vio los signos de la fatiga en su rostro, y las sombras bajo sus ojos revelaban muchas noches sin dormir. Ella sabía cuán terrible era amar a alguien que no podías tener, y era incluso peor para Lanzani, porque nunca sabría por qué Lali le había rechazado. Cuando la conciencia culpable de Cande le recordó el papel que había jugado en causar que Lanzani fuera expulsado de Stony Cross durante todos aquellos años, sintió como se ponía roja. Para su consternación, Lanzani notó el rubor delator.

-Peter: Candela… -murmuró- ¿te perturba mi compañía por alguna razón?

-Cande: No -dijo ella de inmediato. Lanzani sostuvo su mirada cuando replicó gentilmente.

-Peter: Creo que sí. Encontraré otro sitio desde el cual ver la obra, si eso alivia tu incomodidad.

Cuando Cande miró en sus fatigados ojos verdes, y recordó el enérgico muchacho que una vez había sido, y pensó en la disculpa que había querido hacerle durante muchos años. Se llenó de agitación cuando consideró la promesa que le había hecho a Lali, pero esa promesa había sido no hablar nunca de las cicatrices. No había prometido no hablar de las manipulaciones de su padre.

-Cande: Lanzani -dijo vacilantemente- mi incomodidad surge del recuerdo de algo que hice hace mucho tiempo. En realidad, de una injusticia que hice contigo.

-Peter: ¿Te refieres a la época en la que estaba al servicio de Stony Cross Park? -le preguntó frunciendo levemente el ceño- Sólo éramos unos niños.

-Cande: Me temo que las niñas son bastante adeptas de hacer travesuras, y yo no era la excepción. Esa fue la razón por la que tú fuiste enviado a Bristol tan repentinamente -Lanzani la miró con brusca intensidad, permaneciendo en silencio mientras ella continuaba- Ya sabes cómo solía seguir a Lali por todas partes, viendo todo lo que hacía. Yo la adoraba. Y por supuesto, sabía el apego que había entre los dos. Supongo que estaba un poco celosa, queriendo todo el amor y atención de mi hermana, que era mi modelo a seguir. Por lo tanto, cuando por casualidad los vi en la cochera un día, mientras los dos estaban… -Cande se paró y se sonrojó incluso un poco más.

-Cande: Hice lo peor que se podía hacer, no entendí cuáles serían las consecuencias, fui a mi padre y le conté lo que había visto. Y es por eso por lo que fuiste despedido y enviado a Bristol. Después de aquello, cuando comprendí los resultados de mi acción y vi cómo sufría Lali, sentí el peor tipo de remordimiento. Siempre me he arrepentido de lo que hice, y aunque no espero que me perdones, quiero decirte cuánto lo siento.

-Peter: ¿Sufriendo? -repitió con voz atónita- Lali me envió a Bristol porque se arrepintió de tener sentimientos por un criado. Ella sabía que pronto me convertiría en una vergüenza para ella.

-Cande: No -le interrumpió- Fue nuestro padre. No puedes saber qué tipo de hombre vengativo era él. Le dijo a mi hermana que si ella te volvía a ver, te destruiría. Juró que no descansaría hasta que te quedaras sin casa ni ningún medio de subsistencia. Que terminarías muerto o en prisión. Y Lali le creyó, porque lo conocía y sabía de lo que era capaz. Nunca quiso que te fueras de Stony Cross, pero hizo lo necesario para protegerte. Para salvarte. De hecho, la única razón por la que mi padre arregló tu contrato de aprendizaje en Bristol, en lugar de arrojarte a las calles, fue porque Lali se lo exigió.

Lanzani le arrojó una mirada burlona.

-Peter: Entonces, ¿por qué no me lo dijo a tiempo?

-Cande: Mi hermana creyó que si te daba algún motivo de esperanza, lo hubieras arriesgado todo para volver con ella -Cande bajó la mirada a su regazo, alisando la seda de su vestido mientras murmuraba -¿Estaba equivocada en eso?

Transcurrió un silencio inacabable.

-Peter: No -susurró finalmente él.

Levantando su mirada, Cande cómo Lanzani miraba ciegamente hacia la obra del escenario. Parecía compuesto, hasta que notó la humedad del sudor en su frente, y la superficie blanca de sus nudillos al descansar el puño en su muslo. Cande reflexionó incómoda que ella había revelado demasiado, pero una vez que había comenzado, encontró difícil el parar. Tenía que poner las cosas claras, si sólo hiciera comprender a Lanzani la verdad de una faceta del pasado.

-Cande: Después de que te fueras -dijo- Lali nunca volvió a ser la misma. Ella te amaba Lanzani, lo suficiente para que ella eligiera el hacer que la odiaras, antes que verte dañado de ningún modo -Su voz sonaba confusa por la hostilidad condensada.

-Peter: Si eso fuera así me lo hubiera dicho ya. Tu padre está muerto y no hay nada que pueda detener a Lali de enderezar las cosas.

-Cande: Quizás -dijo cuidadosamente- ella no quiere que te sientas obligado hacia ella de ningún modo. O quizás tiene miedo, por alguna razón que tú todavía tienes que aprender. Si sólo…

Se quedó callada cuando Lanzani abrió sus manos repentinamente y le hizo un gesto para que se detuviera, mientras su mirada ciega permanecía fija en el escenario. Notando el leve temblor de su mano, Cande comprendió que la información le había molestado, cuando había pensado que la recibiría con gratitud, o incluso con alivio. Mordiéndose el interior de su labio inferior, Cande se sentó en abatido silencio, mientras Lanzani bajaba su mano y continuaba enfocando algún objeto distante.

Vio con alivio volver a Pablo al palco con su limonada. Él miró alternativamente su rostro y el de Lanzani, sensible a la tensión quebradiza en el aire. Volviendo a tomar su sitio al lado de Cande, Pablo empleó con ella su sencillo encanto hasta que el rubor de incomodidad palideció, y ella fue capaz de sonreír con naturalidad. Lanzani, por otro lado, parecía como si estuviera mirando a las entrañas del infierno. La transpiración de su rostro se acumuló hasta que la humedad se había transformado en pesadas gotas, y cada línea de su cuerpo estaba tensa y apretadamente dispuesta. Parecía inconsciente de lo que ocurría a su alrededor, o incluso de dónde estaba. Cuando pareció que no podía soportarlo más, se levantó de su asiento con un murmullo, y dejó rápidamente el palco.

Pablo se giró hacia Cande con una mirada atónita.

-Pablo: ¿Qué le pasó a Peter? ¿De qué hablaron mientras no estaba?

--

Pasando las enormes columnas que apuntalaban la entrada con frontón, Lanzani se paró al resguardo de la más lejana, donde podía permanecer en sombras. Su cuerpo y mente eran un caos. El eco de las palabras de Cande zumbó en sus oídos, erosionando su autocontrol, haciéndole preguntarse con irritación qué demonios debía creer. La idea de que todo lo que había pensado durante seis años pudiera no ser verdad, le sacudía hasta el puro núcleo. Le aterrorizaba.

De repente recordó sus propias palabras de antaño.

-Peter: Lali, nunca te dejaré a menos que me digas que me vaya…

Eso no había sido totalmente cierto. El hecho era que hubiera necesitado bastante más que eso. Si Lanzani hubiera retenido alguna esperanza de que Lali le amara, habría seguido regresando a ella, empujado por una necesidad que con mucho pesaba más que cualquier sentido de auto conservación.

Lali había sido consciente de eso.

Lanzani arrastró la manga de su fina chaqueta de paño por su rostro. Si era cierto, Lali le había enviado lejos de ella para protegerlo de la venganza del viejo conde, luego ella lo había amado. Quizás no quedara nada de ello en este momento, pero ella le había amado una vez. Se esforzó en dejar de creerlo, mientras al mismo tiempo se llenaba con la agonía de una emoción que parecía imposible que la carne de un mero humano pudiera contener. Necesitaba ir con ella, y preguntarle si era cierto. Pero ya conocía la respuesta, que estaba confirmada por una repentina certeza que de repente había emanado del interior de sus huesos.

Lali lo había amado, el conocimiento le hizo tambalearse.

--

Pablo fue a ver a Cande más tarde esa noche, deslizándose en la casa y subiendo a su dormitorio. La desvistió cuidadosamente y le hizo el amor durante largo rato, moviéndose en su interior con deslizamientos profundos, lánguidos, levantándola gentilmente para que intercambiaran sus posiciones. Sus gemidos fueron apaciguados con sedosos e inquisitivos besos, mientras su cuerpo tembloroso agradecía su peso afirmador.

-Cande: Ere insaciable -le acusó con un temblor de risa en su voz.

-Pablo: No más que tú.

-Cande: Te confieso, Pablo que me estoy apasionando bastante contigo.

-Pablo: ¿Apasionando? -se burló él- Estás locamente enamorada de mí- Cande sintió que su corazón se saltaba un latido, pero mantuvo su tono ligero.

-Cande: Dime, ¿Por qué debería ser tan tonta como para enamorarme de ti?

-Pablo: Hay una multitud de razones -le informó- No sólo te satisfago en la cama, además da la casualidad de que soy uno de los hombres más ricos del mundo civilizado.

-Cande: No me importa tu dinero.

-Pablo: Ya lo sé, maldición -Ahora él comenzó a sonar contrariado -Esa es una de las razones que tengo de tenerte.

-Cande: ¿Tenerme?
-Pablo: Casarme -Frunciendo el ceño, Cande comenzó a apartarse, pero él la retuvo- Mereces considerarlo ¿no? -preguntó él.

-Cande: ¡No cuando no nos conocemos uno a otro más de quince días!

-Pablo: Entonces dime cuánto tiempo de noviazgo quieres. Puedo esperar.

-Cande: Tienes que volver a Nueva York.

-Pablo: Puedo esperar -repitió él tercamente. Suspirando, Cande bajó el rostro hasta su pecho y dejó descansar su mejilla. Se esforzó en ser honesta.

-Cande: Nada me induciría a casarme contigo, cariño -Los brazos de Pablo la rodearon entonces. La sostuvo un poco demasiado apretadamente, y dejó correr las manos sobre su espalda en una larga, suplicante caricia.

-Pablo: ¿por qué no?

-Cande: Porque me importas demasiado para ver cómo te destruyes a ti mismo -La resignación aplastó su voz.

-Pablo: Quieres que deje de beber.

-Cande: No. No quiero tomar parte de esa decisión.

-Pablo: Pero ¿considerarías el casarte conmigo si no bebiera? -Después que ella lo dudara largo rato, la urgió en que levantara la cabeza y lo mirara.

-Cande: Sí -dijo ella a regañadientes- En ese caso, probablemente lo consideraría.

La expresión de Pablo era cerrada, su boca torciéndose como si estuviera mirando dentro de él, y no estuviera satisfecho con lo que veía.

-Pablo: No sé si puedo parar -murmuró con una franqueza que admiró pese a que las palabras no eran bien acogidas- Ni siquiera sé si quiero hacerlo. Preferiría sólo continuar bebiendo, y tenerte a ti a también.

-Cande: No puedes -dijo ella rotundamente- Incluso aunque seas un Martínez.

-Pablo: Te daría todo lo que siempre has querido. Te llevaría a cualquier lugar del mundo. Cualquier cosa que pidieras…

-Cande: Se interpondría entre nosotros, con el paso del tiempo -Cande comenzó a preguntarse si no estaría loca, rechazando una propuesta por la que la mayoría de las mujeres habrían caído de rodillas por gratitud. Una sonrisa trémula vino a sus labios cuando vio la expresión de él. Estaba claro que no era un hombre acostumbrado a ser rechazado por ninguna razón- Vamos sólo a disfrutar el tiempo que tenemos juntos ahora. Regresaré a Stony Cross en unos pocos días, pero hasta entonces…

-Pablo: ¿Unos pocos días? No, quédate más, y regresa conmigo -Ella sacudió la cabeza

-Cande: No podríamos viajar juntos. La gente hablaría.

-Pablo: Me importa un comino -La desesperación se filtró en su voz- Sólo acéptame como soy, Cande.

-Cande: Quizás pudiera si me importaras menos -le contestó ella, manteniendo los ojos cerrados mientras él rozaba con los labios las delicadas cejas, sus pestañas, sus cálidas mejillas, la punta de su nariz- Pero no me someteré a mi misma al proceso de perderte poco a poco, hasta que o te hayas matado o te hayas convertido en alguien que no reconozca.

Pablo levantó la cabeza y le lanzó una mirada malhumorada.

-Pablo: Al menos dime una cosa. ¿Me amas? -Cande se quedó callada, sin saber si la admisión haría ponerse las cosas mejor o peor -Tengo que saberlo -dijo, su boca torcida con auto desprecio mientras escuchaba la súplica en su propia voz- Si voy a cambiar mi vida por ti, tengo que tener alguna esperanza.

-Cande: No quiero que cambies por mí. Tendrás que tomar la misma decisión cada día, una y otra vez, debe ser sólo por ti mismo. De otro modo llegarás a resentirte conmigo -Vio cuánto quería él pelear con ella. En su lugar, se puso a su lado, envolviéndole flojamente la cintura con su brazo.

-Pablo: No quiero perderte -susurró él. Acariciando la parte de atrás de su mano, Cande suspiró.

-Cande: He estado a la deriva durante tanto tiempo, incluso desde la muerte de Victorio, y ahora finalmente estoy lista para volver a comenzar a vivir. Viniste justo en el momento en que te necesitaba, y por eso siempre te recordaré con cariño y gratitud.

-Pablo: ¿Cariño? -repitió él, su boca torcida- ¿Gratitud?

-Cande: No voy a admitir nada más que eso -Refunfuñando en voz baja, Pablo se alzó sobre ella.

-Pablo: Quizás puede poner a prueba tu resolución.

-Cande: Me encantaría que lo intentaras -dijo rodeándolo con los brazos como si pudiera de algún modo protegerlo de los demonios de su interior.


Lali suspiró mientras extraía otra hoja de papel, cerca de una docena de cartas estaban apiladas delante de ella, de amigos y parientes que estaban sin duda resentidos por su tardanza en contestar.

Lali frunció el ceño a las tres cartas que ya había terminado. Hasta ahora había descrito asuntos menores de la casa, relatado algunos escogidos cotilleos, e incluso comentado el tiempo reciente.

-Lali: Que diestra te has vuelto en contarlo todo excepto la verdad -se comentó a sí misma con una sonrisa auto despectiva. Pero dudaba que sus novedades reales fueran música para los oídos de sus pariente - …he tomado recientemente un amante, y he participado en dos encuentros decididamente tórridos, uno en el bosque, y otro en el gabinete de mi dormitorio. Mi hermana Candela goza de buena salud, y está actualmente de visita en Londres, donde en este momento probablemente estará rodando por la cama con un americano perpetuamente embriagado….

Imaginándose cómo sería recibida una misiva como esa por su almidonada prima Georgina, o por su Tía abuela Maude, Lali reprimió una sonrisa. La voz de su hermano vino de la entrada, suministrando una bienvenida interrupción.

-Gas: Buen Dios. Debes estar completamente sin nada que hacer, si has recurrido a escribir cartas -Ella levantó la mirada hacia Gastón con una sonrisa bromista.

-Lali: Habla la única persona del mundo que es más abominable con la correspondencia que yo.

-Gas: Aborrezco cada aspecto de ella -Admitió- De hecho, la única cosa peor que escribir una carta es recibir una. Dios sabe por qué alguien podría pensar que estaría interesado en las pequeñeces de su vida -Continuando sonriendo, Lali bajó su pluma y miró una pequeña mancha de tinta en la punta del dedo –Hablando de correspondencia… Ha llegado un mensajero de Londres.

-Lali: ¿Todo el camino desde Londres? Si son las ostras que envié buscar, llegan dos días pronto.

-Gas: No son ostras -Gastón caminó hacia la entrada y le hizo un gesto- La entrega es para ti. Ven a la entrada.

-Lali: Muy bien -Se levantó del escritorio y siguió a Gastón al hall de la entrada. El aire estaba impregnado por la embriagadora fragancia de las rosas, como si todo el hall hubiera sido bañado en caro perfume- Buen Dios -exclamó parándose en seco ante los enormes montones de flores que estaban siendo traídas de un carro de fuera. Montañas de rosas blancas, algunas apretados capullos, otras en pleno glorioso florecer. Dos lacayos habían sido reclutados para asistir al conductor del carro, y los tres seguían yendo fuera para traer ramo tras ramo envuelto en rígido papel de encaje blanco.

-Gas: Quince docenas de ellas -dijo bruscamente- Dudo que quede una sola rosa blanca en Londres.

Lali no podía creer lo rápido que le latía el corazón. Se movió lentamente hacia delante y tiró de una única rosa de uno de los ramos. Acunando el delicado cáliz de la flor con los dedos, inclinó la cabeza para inhalar su perfume. Los pétalos eran un roce de fría seda contra la mejilla.

-Gas: Hay algo más -dijo. Siguiendo su mirada, Lali vio al mayordomo dirigiendo a otro lacayo incluso para abrir una enorme canasta de madera llena de bultos del tamaño de un ladrillo envueltos en papel marrón.

-Lali: ¿Qué es eso, Jasper?

- Con su permiso, señora, lo descubriré. El anciano mayordomo desenvolvió uno de los bultos con gran cuidado. Extendió el papel marrón encerado abriéndolo para revelar un húmedamente fragante pan de jengibre, su especia añadiendo una nota acre al olor de las rosas.

Lali se puso la mano sobre la boca conteniendo una burbujeante risa, mientras alguna inidentificable emoción hacía temblar su cuerpo entero. La ofrenda la preocupaba terriblemente, y al mismo tiempo, estaba locamente complacida por su extravagancia.

-Gas: ¿Pan de jengibre? -preguntó incrédulamente Gastón- ¿Por qué demonios te enviaría Lanzani una canasta entera de pan de jengibre?

-Lali: Porque me gusta -fue su respuesta sin aliento- ¿Cómo sabes que es de Lanzani? -Gastón le lanzó una mirada reveladora, como si a sólo un imbécil se le ocurriera otra cosa.

Palpando un poco a tientas el sobre, Lali extrajo una hoja de papel doblada. Estaba cubierta de una apretada escritura, su caligrafía práctica y sin florituras:

Ni millas de plano desierto, ni la peligrosa altura de las montañas
Ni mares de azul interminable
Tampoco palabras, ni lágrimas, ni temores callados
Evitarán que regrese a ti.

No había firma, no era necesario. Lali cerró los ojos, mientras su nariz le picaba y cálidas lágrimas se exprimían de sus pestañas. Presionó sus labios brevemente contra la carta, sin importarle lo que pensara Gastón.

-Lali: Es un poema -dijo con inseguridad- Uno terrible -Era la cosa más adorable que nunca había leído. Lo mantuvo contra su mejilla y usó luego la manga para enjugar sus ojos.

-Gas: Déjame verlo -Inmediatamente Lali plegó el poema dentro de su corpiño.

-Lali: No, es privado -Luchó contra la cerrazón de su garganta, deseando que retrocediera la fuente de indómita emoción. Suspirando tenso, Gastón le dio su pañuelo.

-Gas: ¿Qué puedo hacer? -murmuró, embrollado por la vista de las lágrimas de una mujer. La única respuesta que Lali le pudo darle era la que él más odiaba escuchar.

-Lali: No hay nada que puedas hacer -Ella pensó que él iba a rodearla con los brazos para un abrazo consolador, pero ambos se distrajeron por la aparición de un visitante que entró en el hall con la estela de ocupados lacayos. Vagando hasta dentro con las manos hundidas en los bolsillos de su chaqueta, Adam, Lord Sandridge, miró la proliferación de rosas blancas con una expresión divertida.

-Adam: Me imagino que son para ti -le dijo a Lali, sacando las manos de los bolsillos al aproximarse.

-Gas: Buenas tardes, Sandridge -dijo, sus modales volviéndose como de negocios cuando estrecharon sus manos- Tu llegada es justo a tiempo, creo que Lali necesita alguna distracción placentera.

-Adam: Entonces me esforzaré en ser tanto placentero como distraído –replicó con una mueca fortuita. Se inclinó graciosamente sobre la mano de Lali.

-Lali: Ven a pasear conmigo por el jardín -le urgió ella, los dedos apretados en los suyos.

-Adam: Qué idea excelente -tomó uno de los ramos acumulados en la mesa de la entrada, rompió un capullo marfil perfecto, y lo puso en su solapa. Extendiendo su brazo hacia Lali, caminó con ella atravesando el hall hacia las puertas francesas de la parte trasera de la casa.

Sintiéndose calmada por la serenidad del jardín y por la presencia tranquilizante de Adam, Lali dejó escapar un prolongado suspiro.
-Lali: Las rosas eran de Lanzani -dijo finalmente.

-Adam: Eso he entendido -replicó.

-Lali: Había un poema también. Lo extrajo de su corpiño y se lo dio -Adam era la única persona en el mundo a quien ella permitiría leer algo tan íntimo. Parándose en el centro del camino, Adam desdobló la hoja de papel y examinó las pocas líneas. Cuando la miró, pareció leer en sus ojos la exquisita mezcla de dolor y placer.

-Adam: Muy conmovedor -dijo él sinceramente, devolviéndole el poema- ¿Qué vas a hacer sobre eso?

-Lali: Nada. Voy a enviarle lejos, como planeé originalmente -Considerando las palabras cuidadosamente, Adam pareció inclinado a aventurar una opinión, luego pareció pensárselo mejor. Se encogió de hombros.

-Adam: Si eso es lo que crees mejor, que así sea -Nadie más entre sus amigos le habría dado una respuesta como esa. Lali tomó su mano y la mantuvo apretada mientras seguían caminando.

-Lali: Adam, una de las cosas que más adoro de ti es que nunca intentas aconsejarme qué hacer.

-Adam: Desprecio el dar consejo, nunca funciona.

-Lali: He considerado el decirle a Lanzani todo -le confió- pero se volvería peor, no importa cómo respondiera.

-Adam: ¿Cómo es eso, dulzura?

-Lali: En el momento en que le mostrara a Lanzani mis cicatrices, o las encontraría demasiado horribles de aceptar, o lo que es peor, me compadecería, y se sentiría obligado por el deber para hacerme una proposición por la obligación o el honor y entonces con el tiempo él se arrepentiría de su decisión, y desearía librarse de mí. No podría vivir así, mirando en sus ojos cada mañana y preguntándome si ese es el día en que me dejará por algo mejor.

Adam hizo un sonido suave y lleno de simpatía.

-Lali: ¿Estoy haciendo lo incorrecto? -le preguntó ella

-Adam: Nunca defino esos asuntos en términos de correcto o incorrecto -replicó. Uno debería hacer la mejor elección posible dadas las circunstancias y luego evitar una segunda reflexión por la salud de la propia cordura de uno. Lali no pudo evitar sino contrastarlo con Gastón, que creía tan firmemente en los absolutos: correcto y equivocado, bueno y malo, y su boca se curvó con una amarga sonrisa.

-Lali: Adam, querido, he considerado tu proposición durante estos últimos pocos días… Y no puedo aceptarla -le dijo- sería injusto para ambos. Supuse que si no podía tener un matrimonio de verdad, podría ser feliz con una imitación, pero por lo mismo, prefiero compartir una genuina amistad contigo que un matrimonio falsificado -Viendo el brillo de desdicha en sus ojos, Adam se estiró para envolverla en un fuerte, cálido abrazo.

-Adam: Querida Lali -murmuró- mi oferta permanece indefinidamente. Seré tu auténtico amigo hasta el día de mi muerte. Y si por casualidad cambiaras de opinión sobre el matrimonio, sólo tienes que chasquear los dedos -Sonrió torcidamente.

-Lali: He descubierto que las imitaciones pueden a veces llegar a ser condenadamente atractivas, cuando uno no se puede permitir la cosa auténtica.

Continuará…

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Ya estamos en el principio del FIN!!! 
probablemente en la maratón de mañana y el jueves la terminamos!

espero que les gusten los caps!! ^-^

gracias por leer!! 

Besos :D
@Fics_Laliter

18 comentarios:

  1. Bien por cande, por ahora la reacción de peter es buena esperemos a ver como sigue y q hace cuando la tenga enfrente más!

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  2. aaa que lindo me encanta me emocione toda con el regalo depeter no me imagino lali y luego gaston de amargado no puede entender ooo y cande con pablo dios, bueno tieen razon el lo tiene uqe hacer por su voluntad no por qeu ella lo obligue y cande muy bien en decirle a peter toda la verdad :P

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  3. He estado un poco alejada de leer noves pero ya he vuelto y me encuentro que vas por este capitulo, madremía que maratón me espera para leer...aunque por otro lado estoy encantada jajaja. Voy a ponerme al día para poder seguirte como se debe

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  4. Lina (@Lina_AR12)23 de mayo de 2012, 8:18

    Me encanta!Muy bien Cande por hablar con Lanzani y por su actitud con Pablo,creo q hizo lo correcto!Peter será rudo pero en el fondo es un romántico y AMARA por siempre a Lali,esta escrito q son el uno para el otro!Muy bueno!

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  5. me encantaaaaaa maaaaaaaaaaaaaaaas
    por fin peter ya see esta enterando la verdad

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  6. me encantaron los caps... Y AL FIN PETER SE ESNTERO DE PARTE DE LA VERDAD.....!!!! Ahora solo queda convenser a Lali q lo mejor no es alejarlo y q le cuente lo de sus cicatrices... Peter no se va a comportar de ninguna manera q ella piensa... ese no es Peter..!!!!
    Espero q subas mas nove.....
    Besos q estes bien...!!!! ☺ ♥

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  7. woooow quedo demasiado buena la noveeee :D
    muero por saber que pasaraaa despuess
    sube mas

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  8. ME ENCANTO... PORFIN LANZANI SE ENTERO DE LA VERDAD

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  9. AJDLKHF Me encantaaaa :)
    espero el proximo cap!
    Un beso
    Juli♥

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  10. me encanta mas novela porfis♥

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  11. me encanta la nove
    sube mas plissssssss

    saludos
    carmen

    =)

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  12. hola aqui una nueva lectora, lei dos novelas seguidas tengo los ojos que no puedo con ellos, me encantaron la anterior y esta esta emosionante, espero capitulo

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  13. Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww TE AMO ♥ JAJAJAJAJA MUCHAS MUCHAS MUCHAS MUCHAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS!!!!!!!!!!!!!!!!! NO SABES LO FELIZ QE ME PONES!! ME ENCANTOOO!!!! LO AME!! QE TIERNOO TDO LO QUE LE MANDO A LALI ESPERO QE NO SE TOME MAL Y NO PASE NADA DE LO QUE DIJO LALI QE IBA A PASAR SI LE MOSTRABA LAS CICATRICES!! YA QUIERO QUE SE VUELVAN A ENCONTRAR =$ ♥ PERFECTO LOS CAPS ME ENCANTARONNN!!!!!! ♥ =3

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