Capitulo NUEVE y DIEZ

De inmediato, Lali se dio cuenta de su error.

Había pensado que besar a Peter sería muy sencillo. Después de todo, tenía mucha práctica. O la había tenido cinco años antes.

Pero con lo que no había contado era con su propia reacción. Había pensado que sería una reacción normal. Que reaccionaría con la cabeza fría. Que lo controlaría. Pero no controlaba nada.

Estaba en un tren en marcha y con cada segundo, el tren aumentaba de velocidad.

Peter la apretó contra su pecho y sujetando su cabeza con una mano, la sostuvo allí. Y Lali sólo podía sentir: sus labios, el calor de su cuerpo, su olor, tan masculino, el roce de su barba, su aliento.

Había pasado mucho tiempo, demasiado tiempo desde la última vez que su sangre burbujeó como el champán. Demasiado tiempo desde la última vez que sintió escalofríos al besar a un hombre. Lali le devolvía el beso con la misma ferocidad. Sus lenguas se enredaban y tuvo que agarrarse a él como si la tierra temblara bajo sus pies.

Peter acariciaba su espalda y sus manos, tan grandes, la hacían temblar de deseo. Luego, cuando se apartó y empezó a besarla en el cuello, ella, conteniendo el aliento, echó la cabeza hacia atrás y rezó en silencio para que no parase.

Peter tiró hacia abajo del top para dejar sus pechos al descubierto y Lali contuvo el aliento, esperando.

-Peter: Lali... —murmuró él, inclinando la cabeza para acariciar sus pezones con la lengua. Parecía insaciable, como si no se cansara de ella. Como si su sabor fuera más importante que respirar. Y no dejaba de tocarla, de pasar las manos por su espalda, sus pechos, sus muslos. Luego metió una mano entre sus piernas y la acarició por encima del pantalón. Al sentir la presión, Lali supo que deseaba más. Necesitaba sentirlo a su lado, desnudo.

-Lali: Peter... —murmuró— Te deseo tanto... —El levantó la cabeza para buscar aire. El instinto le decía que la tumbase en el suelo y la tomará allí mismo, rápido, sin pensar. La estaba tocando y a través de la tela, podía sentir su calor, llamándolo, excitándolo.

Peter la miró y por un momento, se perdió en sus ojos. Lo deseaba. Él la deseaba. ¿Por qué tenía que ser más complicado que eso?

Pero lo era.

En todos los sentidos.

Sí, la apuesta, pensó. Pero un minuto entre sus brazos y la apuesta podía irse al infierno. Había algo más importante en juego. Llevaban cinco años separados. No había sido fácil, pero era lo mejor para los dos. ¿Se atrevía a arriesgarlo todo sólo por un momento de pasión?

Peter disfrutó de unos segundos más, acariciándola, sintiendo el roce de su pelo, la presión de sus senos, su aliento en la cara. Conocía bien sus suspiros, sus gemidos. Y los había echado tanto de menos... Más de lo que hubiera creído posible.

-Lali: Peter...

-Peter: Lali —pronunció su nombre como un suspiro que le desgarrase el pecho.

-Lali: No... no te vayas. No me dejes. —Peter siguió acariciándola. Porque quería hacerlo. Porque necesitaba hacerlo.

Y sabía cómo.

-Lali: Tócame —murmuró y su voz hizo eco en el corazón de Peter, que metió la mano por la cinturilla del pantalón, deslizándola por su abdomen y bajo las braguitas. Cada segundo era una tortura para él, cada roce del cuerpo femenino un infierno.

Pero no podía parar. Al menos, tendría esto, se decía. Le daría esto. Una última vez.

Sus dedos se movían sabiamente bajo las bragas para acariciar la húmeda carne. Al primer roce, ella arqueó la espalda, acercándose más, murmurando su nombre.

Una y otra vez, la acarició, despacio al principio y cuando se acercaba al orgasmo, acelerando el ritmo, observando su expresión al sentir las primeras convulsiones. Lali se mordía los labios, agarrándose a su camiseta, elevando la pelvis para acercarla a su mano. Cuando gritó su nombre, Peter la apretó contra su pecho y la sostuvo allí hasta que el ritmo de su respiración volvió a la normalidad.

-Lali: ¿Peter? —lo llamó ella un segundo después, enredando los brazos en su cuello. Estaba más guapa que nunca. Sus ojos castaños oscurecidos por un brillo de satisfacción, revelando nuevos deseos. Deseos que él no podría satisfacer. Peter la sujetó por las muñecas y negó con la cabeza.

-Peter: Tengo que irme —dijo, apartándola con suavidad. No se había sentido más frustrado desde que era un adolescente. Una ducha fría no serviría de nada en aquella ocasión. Con un dolor tan profundo como aquél necesitaría un océano de agua.

-Lali: ¿Estás bromeando? ¿Te vas? ¿Ahora?

-Peter: Especialmente ahora —contestó, con voz ronca. Deseaba abrazarla de nuevo. Y ciertas partes de su cuerpo estaban aún más interesadas en tenerla cerca. Deliberadamente, le dio la espalda y se dirigió a la puerta.

-Lali: ¿Sólo lo he sentido yo? —preguntó. Peter se volvió y vio confusión, dolor y rabia en sus ojos. Y era culpa suya. No debería haber entrado en la casa, no debería haberse dejado tentar.

Habría querido decir: «Sí, sólo lo has sentido tú, yo no he sentido nada» porque sería lo más fácil. Pero el polígrafo Espósito lo tenía en sus garras de nuevo y Peter descubrió que no podía mentirle.

-Peter: No. No sólo lo has sentido tú.

-Lali: Entonces, ¿cómo puedes marcharte? Si has sentido lo mismo que yo, ¿cómo puedes irte?

-Peter: ¿No lo entiendes, Lali? Me voy precisamente por lo que siento.

-Lali: Eso no tiene sentido.

-Peter: Sí, lo sé —murmuró él.

Y luego se marchó.

Mientras podía hacerlo.

Capitulo DIEZ

Durante los tres días siguientes, Peter se mantuvo tan lejos de ella como le era posible. Incluso pensó instalarse en la base hasta que Lali se fuera de Baywater.

Pero no podía hacerlo. No confiaba en sí mismo cuando ella estaba cerca, pero al mismo tiempo no quería dejar de verla, aunque fuese a distancia.

Mierda.

Perder el control de la situación había sido una estupidez y no recordaba cuándo había sido tan estúpido. Sólo podía pensar en Lali entre sus brazos, sus gemidos, la mujer a la que echaba de menos desesperadamente...

—¿Cuándo vas a admitirlo?

Esa pregunta interrumpió sus pensamientos.

-Peter: ¿Qué?

-German: ¿Escuchaste eso? —rió — Ni siquiera quiere admitir que sigue loco por Lali.

 -Peter: No es verdad —mintió. Lo que hubiera entre Lali y él no era asunto de nadie. Ni siquiera de sus hermanos.

-Eliseo: Si, claro. No quieres volver a tu casa porque te dan miedo los perros.

Peter tomó su cerveza y dio un largo trago.

-Peter: Bueno, de acuerdo. Lali me vuelve loco. ¿Ya están contentos?

Mientras sus hermanos sonreían, él miró alrededor. El restaurante estaba lleno de familias, niños de todas las edades, abuelos. Nunca se había fijado en eso antes, quizá porque le dolía demasiado ver matrimonios felices cuando su propio matrimonio había fracasado.

Por alguna razón, durante los últimos días lo único que veía a su alrededor eran familias. Sus amigos con sus hijos, esposas de los militares entrando en el economato de la base... Y no podía dejar de preguntarse si Lali y él habrían tenido hijos. Pero se preguntó también si no se habría ahorrado, a él y a Lali, mucho dolor terminando la relación como lo hizo.

Entonces miró a una niña de unos dos o tres años. Tenía el pelo oscuro, rizado, y unos ojos castaños como los que habría podido tener su propia hija de haberla tenido. Era preciosa, pensó, con pena. Pena porque no lo fuera y pena porque él sería el único en saber de esa tristeza.

-German: No sé ustedes, pero a mí me alegra oírlo —dijo.

-Eliseo: Yo también —admitió— Me alegra saber que no soy el único que se está volviendo loco.

-Camilo: Son unos flojos —rió.

-Eliseo: Oye, que tú tienes experiencia, pero nosotros somos nuevos en esto.

-German: Y uno de nosotros está a punto de caer —dijo, señalando a Peter.

Peter asintió con la cabeza. Había estado a punto de perder la apuesta y de perder la cabeza con Lali la otra noche. Pero pudo controlarse a tiempo.

Y se sentía absolutamente frustrado.

-Peter: No se preocupen por mí. Estoy bien.

-Camilo: Ya, seguro. Por eso no quieres irte a casa.

-Peter: Lo estás pasando bien, ¿verdad, Camilo?

-Camilo: Sí, la verdad es que sí. ¿Y sabes una cosa? A lo mejor hay una razón para que Lali haya vuelto a Baywater.

-Peter: Sí, claro, el destino —replicó, irónico.

-Camilo: Podría ser.

-Peter: Yo no creo en el destino. Cada uno toma sus propias decisiones.

German y Eliseo intercambiaron una mirada.

-Camilo: ¿Y si tomas la decisión equivocada? —preguntó.

-Peter: Pues tienes que pagar por ello.

-Camilo: ¿Como estás pagando tú?

-Peter: ¿Quién dice que esté pagando nada? —protestó. Pero había levantado la voz y sus hermanos no pudieron disimular una risita—. Maldita sea, Camilo, Lali no tiene nada que ver con la apuesta.

-Camilo: No estoy hablando de la apuesta, hombre —replicó su hermano en voz baja—. Estoy hablando de que dejaste a Lali.

-Peter: Eso ha quedado atrás.

-Camilo: ¿Ah, sí? Pues yo no estoy tan seguro. Si hubiera quedado atrás, no tendrías ningún problema para irte a casa.

Incómodo, Peter sacó la cartera y dejó un billete sobre la mesa. Luego, de pie, miró a sus hermanos.

-Peter: Estoy intentando alejarme de Lali para no hacerle daño, no por otra cosa.

-Camilo: Bueno, si insistes... —sonrió.

-Peter: ¿Qué quieres decir con eso?

-Camilo: Creo que lo sabes, pero no quieres admitirlo.

-Peter: No recuerdo haberte pedido consejo, padre.

-Camilo: No, ya lo sé, pero de todas maneras te lo regalo. No estás evitando a Lali para no hacerle daño. Lo haces por ti. Te escondes porque no quieres admitir que no deberías haberte divorciado de ella...

-Peter: Qué estupidez.

-Camilo: Ah —sonrió— Ése es un argumento fascinante.

Peter sacó las llaves del coche, resoplando, y miró a los otros tres Lanzani.

-Peter: ¡Ustedes me ponen más nervioso que Lali!

Cuando salió del bar, German levantó la mano para pedirle tres cervezas a la camarera.

-German: Peter es hombre muerto —murmuró.

-Camilo: Brindo por eso —dijo, levantando su vaso— Por Peter. Porque Lali lo haga sufrir antes de volver con él.

-Eliseo: Amén.

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Lali estaba sentada al borde de la bañera, cubierta apenas por una toalla azul y recordándose a sí misma por qué había vuelto... y, sobre todo, qué hacía en el apartamento de Peter.

Desde que llegó a Baywater, había empezado el día de la misma manera: tomándose la temperatura. Y cada día esperaba, preguntándose si era el momento adecuado para concebir o no. Y luego, cada día, se enfrentaba con una mezcla de desilusión y alivio.

Hasta aquella noche.

Estaba un poco nerviosa por la emboscada romántica que iba a tenderle a su ex marido, era culpa de Peter, que había estado evitándola a toda costa.

-Lali: ¿Qué otra cosa puedo hacer? —murmuró para sí misma, más para oír su voz que por otra cosa. Cruzó las piernas, las descruzó y luego volvió a cruzarlas, con los nervios en el estómago  —Qué boba soy. Es Peter. Estuvimos casados, por favor... No es como si nunca... —Lali se quedó en silencio, recordando.

Recordaba su matrimonio; cómo se querían, recordaba que apenas podían estar separados unas horas. Después, recordaba los largos años de separación y por fin, las imágenes de la otra noche... y se le hacía un nudo en el estómago. De deseo.

Ningún hombre le había dado nunca tanto placer como él y después de lo de la otra noche, quería más. Quería que la tocase, quería sentirlo dentro como tantas otras veces.

Y quería un hijo suyo.

Lali levantó la cabeza de golpe al oír un ruido. Era la puerta del apartamento.

Nerviosa, se levantó y pasó las manos por la toalla azul anudada sobre sus pechos. Intentando tranquilizarse, respiró profundamente y salió del cuarto de baño.

La mirada de Peter se clavó en la suya. Estaba atónito.

-Lali: Sorpresa —sonrió.

Continuará...

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HOLA!!!

Antes que nada chicas MIL perdones!!! Odio desaparecer en medio de una novela, pero realmente estuve ocupadísima, DEMASIADO diría yo. Para recuperar el tiempo perdido no me muevo de la compu todo el finde!... osea maraton TODO EL FINDE!!!... hasta acabar la nove! :D 

Lucia14 la primera vez que los ves!! que lindo! yo recuerdo mi primer rex en el 2008 como grite ese dia! jajaja pero yo nunca fui sola, siempre con mi prima y la primera vez fui con mamá (aun no se si ella fue para cuidarme o para verlo a Gas jajaja) Estoy re bien gracias por preocuparte y estar siempre pendiente Lu :) SweetLaliter Ale me alegra que te gusten los cambios del blog!! :D Lina Montoya Factor desencadenanteeeee!!!! jajaja GENIA!!!  vagomi Va, que bajon! pero bueno lo que pasa es que aun no te acostumbras al cambio, veras q pronto cambia. Y con lo del internet (a veces los padres no entienden que el internet y la compu ya son prioridades) pediles por favor con una sonrisita compradora y haceles recordar los buena que sos, o pone notitas en toda tu casa tipo: (Como me gustaría tener internet) en la nevera, en los armarios, en el piso, paredes, colgale un cartel a tu mascota que diga (Vale necesita internet) y  veras q aflojan, o se rien... o de ultima se enojan... :D intentalo jeje... laura lanzani rubio son menos de veinte caps seguro!! =D Begonia Te recomiendo libros de Susan Elizabeth Phillips, Nora Roberts, Deirdre Martin, Barbara McCauley... son algunas de mis escritoras favoritas y te aseguro q te van a encantar! :D  

+30 firmitas 

y subo masssssss!!

Firmen tranquis chicas, yo no me nuevo de acá!