Capítulo DIESISEIS

Unos días después, Lali tenía que cerrar ciertos contratos, aunque estuviera a miles de kilómetros de California. Sentada frente a la mesa de la cocina, se colocó el teléfono en el hombro y tomó notas mientras hablaba con su ayudante.

—El contrato con Mannerly está a punto de cerrarse —estaba diciendo —. ¿Estarás de vuelta el día de la firma?

Una semana, pensó Lali.

-lali: Sí, estaré de vuelta.

Estaría en casa. En su dúplex, en su pequeño mundo, con alguna cita ocasional para cenar e ir al cine. Y quizá, sólo quizá, estaría embarazada.

—Estupendo —dijo la asistente—. Suzanna Mannerly llamó esta mañana. Quería darte las gracias por haber encontrado la casa de sus sueños. Está embarazada, por cierto.

-Lali: Ah, no lo sabía —murmuró.

—Dice que quiere decorar la habitación de los niños como tú sugeriste cuando vino a verla con su marido...

Lali apenas escuchaba. Estaba recordando la preciosa casa en Manhattan Beach de la que Suzanna Mannerly se había enamorado al instante. Y Lali, que llevaba tres años seguidos siendo la mejor agente inmobiliaria de Los Ángeles, supo que tenía una venta entre las manos.

Pero cuando le enseñó esa habitación, la habitación de los niños, tuvo una epifanía. La que la había llevado de vuelta a Baywater para acostarse con su ex marido y quedar embarazada. Llevaba años, pensó, ayudando a familias a encontrar casa, a invertir en su futuro, a hacer realidad sus sueños... y se había olvidado de los suyos.

Mientras Suzanna miraba, encantada, las ventanas emplomadas, el jardín, los techos altos, Lali empezó a sentir el tic-tac de su reloj biológico. Y entonces supo con toda certeza que lo que necesitaba no iba a encontrarlo en Los Ángeles, ni en la venta de casas ni en su cuenta corriente.

Lo que necesitaba, lo que deseaba, era una familia. Niños. Un marido. Ahora tenía la oportunidad de tener un hijo, pero había perdido la posibilidad de volver con Peter.

-Lali: Gracias… —la interrumpió. No quería seguir hablando de los sueños de los demás. Quizá eso la convertía en una persona pobre de espíritu, pero tendría que vivir con ello— Dile a Suzanna que volveré para darle las llaves de la casa de sus sueños personalmente.

Ojalá a ella le pasara lo mismo. En cuanto colgó, sonó el timbre de la puerta y se levantó de mal humor para abrir. No le apetecía tener compañía. Especialmente si era Peter, que iba por allí todos los días para preguntarle si le había bajado el período, si tenía mareos...

Pues no, no le había bajado el período. Y aunque por una parte seguía soñando con tener un hijo, por otra le gustaría mesarse los cabellos.

Porque sería terrible tener un hijo y no tener a Peter.

Había sido una idiota, desde luego. Pensar que podría quedar embarazada y marcharse de allí como si no hubiera pasado nada... Mery tenía razón, la tuvo desde el principio. Una pena que no la hubiera escuchado.

Porque saber que seguía amando a Peter, que seguramente lo querría siempre, haría que su vida fuera insoportable.

Lali abrió la puerta y estuvo a punto de gritarle a la mujer que estaba en el porche, pero se quedó helada al ver a su ex suegra.

-Lali: ¡Kendra!

-Kendra: Lali, cariño —exclamó la mujer, sonriendo como una niña el día de Navidad—. Cuánto me alegro de verte.

Kendra Lanzani era una mujer menudita, de ojos y pelo negro. Era comprensiva y cálida, la suegra perfecta, y Lali la había echado muchísimo de menos. Después de abrazarse, Kendra se inclinó para saludar a Muffin y Peaches, que se habían acercado a decir hola.

-Kendra: He estado de viaje por Nueva Inglaterra, por eso no he pasado antes por aquí —le explicó—. Bueno, ¿has venido a Baywater para meter un poco de sentido común en la cabezota de Peter?

Lali rió, pero la risa se le quedó atragantada en la garganta y, sin que pudiera evitarlo, las lágrimas que llevaba días conteniendo escaparon de sus ojos.

Kendra la abrazó.

-Kendra: No te preocupes, cariño. Yo le pegaré por ti —murmuró—. Ven conmigo —dijo entonces, llevándola a la cocina. Una vez allí, puso agua a calentar—. Vamos a hacer un té. Y mientras lo tomamos, puedes contarme lo que ha hecho ahora el idiota de mi hijo.

Lali sonrió entre las lágrimas.

-Lali: Kendra, te he echado de menos.

-Kendra: Y yo a ti —dijo ella, moviéndose por la cocina como si estuviera en su propia casa—. Angelina me ha contado lo que andas haciendo en Hollywood.

-Lali: No vivo en Hollywood, Kendra, vivo en Manhattan Beach.

-Kendra: Es lo mismo. Toda esa gente tan guapa, esas fiestas... Oye, que yo leo las revistas como todo el mundo.

Lali rió y, en ese momento, se sintió mejor. Era agradable hablar con alguien que la entendía.

-Lali: Yo no voy a esas fiestas, sólo me dedico a vender casas.

Su ex suegra la miró entonces, muy seria.

-Kendra: Peter pregunta por ti a menudo —dijo, apoyando las dos manos en la cocina, como si estando allí pudiera hacer que el agua se calentara más rápido.

-Lali: ¿Ah, sí?

-Kendra: Pues claro que sí. Qué hombre más tonto. Camilo es el único de los cuatro que tiene la cabeza sobre los hombros.

-Lali: Debería haberme casado con él.

-Kendra: Sí, bueno, a la Iglesia no le habría gustado mucho eso —rió. Lali intentó sonreír, pero no le salió.

-Lali: Ay, Kendra. No debería haber vuelto.

-Kendra: Te equivocas, has hecho muy bien.

-lali: Pero Peter no me quiere.

-Kendra: Tonterías.

-Lali: Se divorció de mí...

-Kendra: Pero te quiere.

Lali hizo una mueca.

-Lali: Pues tiene una manera muy rara de demostrarlo.

-Kendra: Porque es un hombre, el pobre —contestó, apartando la tetera del fuego—. Yo adoro a mis hijos, pero conozco sus defectos. Los veo como son, no como me gustaría que fueran.

-Lali: ¿Qué quieres decir?

-Kendra: Que Peter lo ha pasado fatal desde que se separó de ti.

-Lali: ¿En serio?

-Kendra: Y tan en serio —suspiró su ex suegra, sirviendo el té—. Es tan testarudo como su difunto padre, que Dios lo tenga en su gloria —añadió entonces, santiguándose—. Pero el pobre se quedó desangelado sin ti. Nunca me ha dicho por qué se divorció, nadie pudo sacárselo, ni siquiera Camilo. Pero te digo una cosa: no ha descansado desde que te perdió.

Un pequeño consuelo, pensó Lali. Aunque casi habría sido más fácil si hubiera seguido adelante con su vida como si nada, si hubiera vuelto a casarse incluso.

Si pudiera pensar que se había divorciado de ella porque no era lo que él necesitaba... Pero, ¿cómo iba a sentirse bien sabiendo que el hombre del que estaba enamorada la había dejado escapar a pesar de que seguía queriéndola?

-Lali: No sé qué pensar —admitió, levantando su taza.

-Kendra: ¿No lo quieres?

-Lali: Eso no tiene nada que ver.

-Kendra: ¿Cómo que no? —exclamó, sacudiendo la cabeza—. De verdad te digo, son los dos igual de cabezotas.

Lali sonrió.

-Lali: Sí, es posible.

-Kendra: Voy a preguntarte otra vez: ¿quieres a mi hijo?

-Lali: Sí.

-Kendra: Bueno, pues entonces ya está.

-Lali: ¿Qué está? El amor no es suficiente. Con Peter no, al menos.

-Kendra: Bobadas —hizo un gesto con la mano—. El amor lo es todo. Es lo único que importa en la vida.

Si pudiera creer eso, pensaba Lali. Si pudiera creerlo se quedaría en Baywater para luchar por Peter. Pero si el amor fuera suficiente, él no la habría dejado cinco años antes. Como si hubiera leído sus pensamientos, y a Lali no la sorprendería nada, Kendra se inclinó un poco hacia ella —La cuestión es: ¿qué estás dispuesta a hacer para recuperar a tu marido?

-Lali: ¿Qué puedo hacer?

Su ex suegra suspiró, tomando un sorbo de té.

-Kendra: Lali, la cabeza de mi hijo puede ser más dura que una piedra. A veces hace falta un cuatro por cuatro para hacerle una pequeña abolladura.

Lali rió y aunque la risa le había salido un poco temblorosa, era mejor que llorar.

-Lali: ¿Estás diciendo que le dé un golpe?

-Kendra: No, eso podría hacerlo yo misma... y lo haré si no me queda más remedio, te lo aseguro.

-Lali: No puedo hacer nada, Kendra. No puedo obligarle a volver conmigo.

-Kendra: Muy bien, eso es cosa tuya. Pero tienes que decidir si lo quieres tanto como para luchar por él. Si es así, sólo tienes que clavar los pies en el suelo y quedarte aquí hasta que lo hayas convencido.

-Lali: ¿Y si no lo hago?

-Kendra: Entonces, cariño, mi Peter y tú llevaran unas vidas muy tristes y solitarias cuando podrían haberlo tenido todo.

Continuara...

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:D mas 30 firmas y subo en siguiente capitulo!!