Lali cerró la puerta de golpe dejando fuera la flor
quemada, y se llevó la mano al pecho. ¿Qué clase de hombre podía dominar el
fuego? Notando que el corazón le latía con fuerza bajo la mano, se recordó que
estaba en un circo, un lugar de ilusiones. Peter debía de haber aprendido
algunos trucos de magia en el transcurso de los años y Lali no debería dar
rienda suelta a la imaginación.
Se tocó la pequeña marca roja en la suave curva del pecho
y el pezón se tensó en respuesta. Mirando la cama sin hacer, se dejó caer en
una de las sillas junto a la mesa de la cocina e intentó asimilar la ironía de
todo aquello.
«MÍ hija se reserva para el matrimonio.» Gime solía
soltar esa declaración en las cenas para divertir a sus amigos mientras Lali se
tragaba la vergüenza y fingía reírse con ellos. Cuando Lali cumplió los
veintitrés años, su madre dejó de anunciarlo en público por miedo a que sus
amigos pensaran que su hija era un caso raro.
Ahora que tenía veinticinco, Lali se consideraba una
reliquia victoriana. Sabía lo suficiente de psicología humana para darse cuenta
de que su resistencia al sexo fuera del matrimonio era un acto de rebeldía.
Cuando era niña, había observado el vaivén de la puerta del dormitorio de su
madre y supo que nunca podría ser como ella. Deseaba con toda el alma ser
considerada una mujer respetable. Incluso hubo un tiempo en que pensó que lo
había conseguido.
Se llamaba Noel Black, tenía cuarenta años y era
ejecutivo en una editorial británica. Lo conoció en una fiesta en Escocia. Era
todo lo que admiraba en un hombre: caballeroso, inteligente y bien educado. No
fue difícil enamorarse de él.
Lali era una mujer hambrienta de afecto, y los besos de
Noel y sus expertas caricias la enardecían hasta casi hacerla perder el juicio.
Incluso así, Lali no pudo olvidar sus principios, profundamente arraigados,
para acostarse con él. Al principio, la negativa de la joven le irritó, pero
poco a poco él comprendió lo importante que era aquello para ella y le propuso
matrimonio. Lali aceptó entusiasmada y vivió en una nube rosa durante los días
que faltaban para la ceremonia.
Gime fingió estar encantada, pero Lali debería haber
imaginado que a su madre le daba terror quedarse sola, hasta el punto de
dejarse llevar por la desesperación. A Gime no le llevó demasiado tiempo tramar
un cuidadoso y calculado plan para seducir a Noel Black.
A favor de Noel debía decir que logró resistirse casi un
mes, pero Gime siempre conseguía lo que se proponía y al final lo conquistó. «Lo
hice por ti, Lali» había dicho cuando una Lali apesadumbrada descubrió la
verdad. «Quería que abrieras los ojos y vieras lo hipócrita que es. Dios mío,
habrías sido muy desgraciada si te hubieras casado con él» Madre e hija
discutieron amargamente y Lali había llegado a recoger todas sus pertenencias
para marcharse. El intento de suicidio de Gime puso fin a eso.
Se subió el tirante del vestido de novia y suspiró. Fue
un sonido profundo y doloroso, el tipo de suspiro que salía desde lo más
profundo del alma porque no tenía palabras para expresar sus sentimientos. Para
otras mujeres el sexo resultaba fácil. ¿Por qué no para ella? Se había
prometido a sí misma que nunca tendría relaciones sexuales fuera del matrimonio
y ahora estaba casada. Pero, irónicamente, su marido era más desconocido para
ella que cualquiera de los hombres que había rechazado. El hecho de que fuera
tan brutalmente atractivo no cambiaba las cosas. Ni siquiera podía imaginar
entregarse a alguien a quien no amara.
Volvió a mirar la cama. Se levantó y se acercó a ella.
Algo que parecía una cuerda negra asomaba bajo unos vaqueros tirados de
cualquier manera sobre las arrugadas sábanas azules. Se inclinó para tocar la
tela de los vaqueros, desgastada por el uso, y deslizó un dedo por la
cremallera abierta. ¿Cómo sería ser amada por ese hombre? ¿Despertar cada
mañana y ver la misma cara mirándola desde el otro lado de la almohada? ¿Tener
una casa y niños? ¿Un trabajo? ¿Cómo sería ser una mujer normal?
Apartó los vaqueros a un lado y dio un paso atrás al ver
lo que había debajo. No era una cuerda negra, sino un látigo. El corazón
comenzó a latirle con fuerza.
«Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. De un
modo u otro voy a ganar.»
Peter había insinuado que habría consecuencias si no le
obedecía. Cuando ella le había preguntado cuáles serían, había contestado que
lo descubriría ella misma esa noche. Pero Lali estaba exhausta y temblorosa por
el vuelco que había dado su vida y le costaba pensar con claridad.
Antes de hacer nada, tenía que cambiarse de ropa. Una vez
que volviera a sentirse ella misma, se encontraría mejor. Arrastró la maleta
hasta el sofá, donde la abrió, y se encontró con que todos sus elegantes
vestidos habían desaparecido, aunque el resto de las prendas parecían bastante
adecuadas para alternar con esa gente. Se puso unos pantalones caquis, una
remera de color melón y unas sandalias. El diminuto cuarto de baño resultó
estar mucho más limpio que el resto de la caravana. Y cuando se arregló el pelo
y se retocó el maquillaje, se sintió lo suficientemente bien consigo misma para
salir y explorar el lugar.
Olores a animales, heno y polvo inundaron las fosas
nasales de Lali tan pronto como puso un pie en el suelo. La brisa caliente de
finales de abril corría por el recinto, agitando suavemente las lonas laterales
de la carpa y los banderines multicolores. Oyó el sonido de una radio a través
de la ventana abierta de una de las caravanas y el sonido estridente de un
programa de televisión saliendo de otra. Alguien estaba cocinando en una
parrilla de carbón y a Lali le rugió el estómago. Al mismo tiempo, creyó
percibir el olor a tabaco. Lo siguió hasta otra caravana y vio a un hada
apoyada contra la pared, fumando un cigarrillo.
Era una delicada y etérea criatura, con el pelo dorado,
ojos de Bambi y boca diminuta. Recién entrada en la adolescencia, poseía unos
pequeños pechos que presionaban contra una descolorida camiseta con un agujero
en el cuello. Llevaba unos vaqueros cortos y una imitación de deportivas
Birkenstocks que se veían enormes en sus delicados pies.
Lali la saludó amablemente, pero los ojos de Bambi de la
chica se mostraron taciturnos y hostiles.
—Lali: Hola, soy Lali.
—¿Es ése tu nombre de verdad?
—Lali: Mi verdadero nombre es Mariana, mi madre era un
tanto melodramática, pero todos me llaman Lali. ¿Cómo te llamas?
Hubo un largo silencio.
—Alai.
—Lali: Qué bonito. Eres del circo, ¿no? Por supuesto que
lo eres, o no estarías aquí, ¿verdad?
—Alai: Soy una de las acróbatas de Nico Riera.
—Lali: ¡Eres artista! ¡Genial! Nunca he conocido a una
artista de circo.
Alai la miró con el perfecto desdén que sólo los
adolescentes parecen capaces de dominar.
—Alai: ¿Has crecido en el circo? —Al hacer la pregunta,
Lali se dio cuenta de la inmoralidad que suponía pedir un cigarrillo a una
adolescente.
—Lali: ¿Cuántos años tienes?
—Alai: Acabo de cumplir dieciséis. Llevo aquí algún
tiempo. —Se puso el cigarrillo en la comisura de la boca, donde parecía
vagamente obsceno. Entrecerrando los ojos por el humo, la chica comenzó a
lanzar los aros hasta que hubo cinco en el aire. Al ver que fruncía la frente
con concentración, Lali tuvo la impresión de que aquel ejercicio de malabarismo
no era fácil para ella, especialmente cuando los ojos de la joven comenzaron a
lagrimear por el humo.
—Lali: ¿Quién es Nico Riera?
—Alai: Mierda —se le cayó uno de los aros y luego atrapó
los cuatro restantes. —Es mi padre.
—Lali: ¿Actúan los dos juntos?
Alai la miró como si estuviera chiflada.
—Alai: ¿Pero qué dices? ¿Cómo voy a actuar con mi padre
si ni siquiera puedo mantener los cinco aros en el aire?
Lali se preguntó si Alai era así de ruda con todo el
mundo.
—Alai: Nico actúa con mis hermanos, Matt y Rob. Yo sólo
salgo para posar con estilo.
—Lali: ¿Posar con estilo?
—Alai: Para captar la atención del público. ¿Es que no
sabes nada?
—Lali: No sobre el circo.
—Alai: Tampoco debes saber mucho sobre los hombres. Te vi
entrar antes en la caravana con Peter. ¿Sabes lo que dice Euge sobre las
mujeres que se enrollan con Peter?
Lali estaba bastante segura de no querer escucharlo.
—Lali: ¿Quién es Euge?
—Alai: Eugenia Quest. Es la dueña del circo desde que
murió su marido. Y le dice a todas las mujeres que se acercan a Peter que algún
día acabará asesinándolo.
—Lali: ¿Porqué?
—Alai: Se odian mutuamente. —Tomó una profunda calada y
tosió. Cuando se recuperó, miró a Lali de reojo con una intensidad aniquiladora
que parecía ridícula en un hada. —Apuesto algo a que se deshace de ti después
de que te haya follado un par de veces. —Lali había oído cosas peores en su
infancia, pero aún se sentía desconcertada cuando esa palabra salía de labios
de un adolescente. Ella nunca decía palabrotas. Otra rareza como rebelión a su
educación.
—Lali: Eres una chica muy guapa. Es una pena que lo eches
a perder utilizando ese lenguaje tan soez.
Alai le dirigió una mirada de desprecio absoluto.
—Alai: Follar. —Se quitó el cigarrillo de la boca y lo
tiró al suelo, apagándolo con la suela de la sandalia. —Peter puede tener a la
mujer que quiera —le escupió Alai por encima del hombro cuando se dio la vuelta
para marcharse. —Puede que seas su novia ahora, pero no durarás mucho tiempo.
Antes de que Lali pudiese decirle que era la esposa de
Peter, no su novia, la adolescente desapareció. Ni siquiera mirándolo por el
lado positivo, podía decir que el primer encuentro con uno de los miembros del
circo hubiera sido bueno.
Se pasó la siguiente media hora deambulando por el
recinto, observando los paseos de los elefantes desde una distancia segura y
procurando mantenerse apartada del camino de todo el mundo. Se percató de que
había un orden sutil en la forma en que funcionaba el circo. En la parte
delantera se encontraba el puesto de comida y de venta de recuerdos junto a una
carpa decorada con brillantes pósters de dibujos horripilantes de animales
salvajes devorando a sus presas. En el letrero de la entrada se leía CASA DE
FIERAS DE LOS HERMANOS QUEST. Justo enfrente, había una caravana con una
taquilla en el extremo. Los camiones de carga pesada estaban estacionados a un
lado, lejos de la multitud, mientras que las caravanas, las camionetas y los
remolques ocupaban la parte del fondo.
Cuando la gente comenzó a agolparse en la carpa del
circo, Lali avanzó entre los puestos de comida, recuerdos y algodón de azúcar
para acercarse más. Los olores de gofres y palomitas de maíz se mezclaban con los
de los animales y el del moho de la carpa de nailon del circo. Un treintañero
con el pelo color arena y una voz atronadora intentaba convencer a la gente de
que entraran en la casa de fieras para ver la exhibición de animales salvajes.
—Sólo por un dólar podrán ver a un cruel tigre siberiano
en cautividad, a un exótico camello, a una llama cariñosa con los niños y a una
gorila feroz...
Mientras seguía con el discurso, Lali pasó junto a él y
bordeó el puesto de comida donde estaban almorzando algunos trabajadores del
circo. Desde que había llegado a aquel lugar se había dado cuenta de lo ruidoso
que era, y ahora descubría la fuente de ese sonido atronador: un camión que
contenía dos grandes generadores amarillos. Pesados cables se extendían desde
ellos; algunos culebreaban hacia la carpa, otros hacia las tiendas y algunos
más hacia las caravanas.
Una mujer envuelta en una capa ribeteada con plumas de
marabú de color azul verdoso salió de una de las caravanas y se detuvo a hablar
con un payaso que llevaba una brillante peluca naranja. Otros artistas
comenzaban a reunirse bajo una carpa que debía de ser la entrada de los
empleados del circo, ya que estaba en el lado contrario a la del público. Lali
no vio señales de Peter y se preguntó dónde estaría.
Aparecieron los elefantes, magníficos con sus mantas
doradas y rojas y sus casquetes de plumas. Cuando enfilaron en dirección a
Lali, ésta retrocedió hasta una de las caravanas. Si los perros pequeños la
aterrorizaban, los elefantes no podían ser menos y estaba segura de que se
desmayaría si se le acercaba uno de ellos.
Varios caballos engalanados con arneses adornados con
joyas se encabritaron a un lado. Lali hurgó torpemente en el bolsillo para
coger la caja de cigarrillos casi vacía que acababa de gorronear de una de las
camionetas y sacó uno.
—¡Señoras y señores, la función va a comenzar! Acérquense
todos...
El hombre que hacía el anuncio era el mismo que animaba a
la gente a entrar en la casa de fieras, aunque ahora llevaba puesta una
chaqueta roja de maestro de ceremonias. En ese momento Lali vio aparecer a
Peter montado en un caballo negro. Fue entonces cuando la joven se percató de
que su marido no sólo era el gerente del circo, sino también uno de los
artistas.
Iba vestido con un traje de cosaco: una camisa blanca de
seda con las mangas abullonadas y los holgados pantalones negros remetidos en
unas botas altas de cuero que se le ajustaban a las pantorrillas. Una faja
color escarlata con joyas incrustadas le rodeaba la cintura y los flecos
rozaban el lomo del caballo. Vestido así no era difícil imaginarlo cabalgando
por las estepas rusas para saquear y violar. También llevaba un látigo
enrollado colgando de la silla de montar y, con alivio, Lali se percató de que
había dejado volar la imaginación.
El látigo que había visto sobre la cama no era nada más
que uno de los artilugios que Peter utilizaba en la pista.
Mientras lo observaba inclinarse sobre el lomo del
caballo para hablar con el maestro de ceremonias, Lali recordó que había hecho
unos votos sagrados que la vinculaban a ese hombre y supo que ya no podía
ignorar más su conciencia. No podía negar que aceptar casarse con él era la
cosa más cobarde que había hecho nunca. Había dudado de sí misma, de su
habilidad para cuidarse sola; debía haberse negado al chantaje de su padre y
haberse buscado la vida, aunque eso significara ir a la cárcel.
¿Sería así como viviría el resto de su vida? ¿Evitando
responsabilidades y saliendo airosa de las situaciones? Se sintió avergonzada
al recordar que había hecho esos votos sagrados sin intención de cumplirlos y
supo que de un modo u otro tenía que llevarlos a cabo.
La conciencia se lo había susurrado durante horas, pero
se había negado a escucharla. Lali aceptaba ahora que no iba a poder vivir
consigo misma a menos que intentase cumplir su promesa. El que fuera a ser
difícil no lo hacía menos necesario. En el fondo reconocía que si huía de esto
no habría esperanza para ella.
Pero aunque sabía que tenía que hacerlo, su mente ponía
obstáculos. ¿Cómo podía honrar los votos hechos a un desconocido?
Continuara...
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Perdón no encontraba la foto!! estoy mas ciega!!...
.... ya se que no es lindo que todos la traten mal a la pobre Lali, pero ya verán como ella se los gana de a poquito!!... :D especialmente a su querido esposo :)
Besos, mañana continuamos con esta mini maratón improvisada!! haha
Me encanta!!!
ResponderEliminarpor un momento tambien pense que ese latigo era para que le peguen a Lali ajajajaa
pero ya se me aclaro el panorama XD!!
MASSSSSSSSSss
Noooo yo quería mas jajaja me encanta quiero mas mas ...me encanta esta nueva nove es diferente una nueva propuesta :)
ResponderEliminarMe carga que peter la trate asi es re injusto =/
ResponderEliminary que los demas tbn lali no se merece eso
ojala luego encuentre a alguien con quien llevarse bn y que peter no sea tan duro
mas :)
JAJAJAJ ME ENCANTO LA NOVELA GRACIAS POR SUBIR EL CAP 5 MAÑANA MINI MATARATON GENIALLLLL ME ENCANTA LA NOVELAAAAAA ES INCEIBLE ESPERO QUE YA SE LOS BALLA GANANDO MAS NOVELA MI GENIAAAAA
ResponderEliminarMe esta gustando más peter, aunque sigue siendo muy arrogante, lali da pena je! más!
ResponderEliminarPobre Lali mi papá me hace eso y nunca lo perdono.
ResponderEliminarEspero que Peter no sea duro con ella y menos en la intimidad.
Masi_ruth
Entre la madre y el padre q tuvo,más lo q está viviendo ahora le doy todo mi apoyo para q cometa cualquier locura o mejor dicho vuelva loco a cualquiera.Me da mucha pena!Pero bueno ,como esto es una nove ya se dará vuelta la situacion y gozaremos de leer lindos momentos;JAJA
ResponderEliminarNo me canso de felicitarte por encontrar siempre historias diferentes,y siempre muy buenas!GRAX!
me gusta muchisimoooo sube mas me encanta
ResponderEliminarMe encanta!!! Yo ya lei el libro y la historia es maravillosa. :D
ResponderEliminarPor eso ahora voy a leer la historia en la version Lali y Peter :)
@Teen_Angels94
Me encantaaaaaaa!!! Quiero leer maaaaas!!!
ResponderEliminarUn besito, @clau_carpediem
Hola soy nueva!!
ResponderEliminarMe encantan tus noves y esta es muuuy buena!! Puedes pasar por mi blog si quieres http://casforever.blogspot.pt/ y si lo haces puedes dejar tu comentario (mira no te obligo a nada ehh tranqui)
Besos
Inês
Me encantoooooooo!!
ResponderEliminarEspero paliter pronto jejeje
Maaaaaaaaas un besoo
hay no me gusta como la trata peter
ResponderEliminarme dan a mi ganas de agarrarlo con ese latigo jaja
besoss
Espero mas me encanto:)
ResponderEliminar@Angie_232alma
Lo que me gusta de tus novelas es que son diferentes! Cada una con su esencia :)
ResponderEliminarHay!!!!! me encanta Peter es malo
ResponderEliminarPobre Lali
Espero el próximo
Besos
Perdon por no comentar antes pero estuve con lo de mi operacion :| jajaja Me encantooooo el cap!!! buenisimo!!! :D ♥ gracias por subir cap ;)
ResponderEliminarmassssssssssssssss
ResponderEliminarLe va a dar un giro a su vida.
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