Capítulo Veintisiete

La casa de los Miller se alzaba con arrogancia junto a un magnífico acantilado sobre el mar. Sus torres y la piedra gris de sus muros eran un símbolo del orgullo del clan; un edificio fuerte y sólido construido para perdurar en el tiempo.

A Lali le gustó que la casa ejerciera el mismo efecto sobre Peter que siempre le había causado a ella. Por eso detuvo el coche cuando él se lo pidió.

—Lali: Parece sacada de un cuento, ¿verdad? —le preguntó mientras la observaba a través de la densa cortina de lluvia.

—Peter: La había visto en fotos, pero es mucho más impresionante en la realidad.

—Lali: En días como éste tengo la sensación de estar en Escocia.

—Peter: ¿Conoces Escocia?

—Lali: Sí, he ido un par de veces. ¿Tú no? —Peter negó con la cabeza—. Puede deberías ir. Te sorprenderá ver cuánto tiran de ti cuando respires el aire de las tierras altas o veas los lagos de las tierras bajas.

—Peter: Puede que me vengan bien unas vacaciones después de terminar la obra —comentó mientras ella volvía a poner el coche en marcha.

Unos segundos después llegaron frente a la casa y Lali le dio las llaves del coche y salió corriendo a refugiarse en el porche, donde meneó la cabeza como un perro mojado y se echó a reír. Durante varios segundos Peter se quedó inmóvil. No podía hacer otra cosa que mirarla, disfrutar de la visión de ese rostro lleno de alegría. Quiso pensar que era deseo lo que sentía dentro de sí, pero el deseo rara vez hacía que se le formara un nudo de miedo en el estómago.

Si no podía dejar de sentirlo, lo negaría. Salió del coche, dejó que la lluvia le golpeara las mejillas mientras caminaba hacia ella. Al llegar a su lado, la estrechó en sus brazos y la besó con violenta pasión.

Lali sintió la desesperación en su boca y la furia con la que su cuerpo se apretaba contra ella.

—Lali: Peter—susurró.

El suave sonido de su voz le hizo volver a la realidad.

—Peter: Ahora que vamos a estar rodeados de familia —comenzó a decirle mientras le apartaba el pelo de la cara de manera inconsciente—, puede que no pueda hacer esto tanto como me gustaría.

—Lali: Bueno —consiguió decir ella, casi sin aliento—. Con ese beso tendrás para un rato.

Lo agarró de la mano y lo llevó al interior de la casa.

Anna Miller no tardó en acudir a recibirlos y lo hizo con la misma calidez que se respiraba nada más entrar a la casa. Los escudos y espadas que adornaban las paredes recordaban que aquél había sido el hogar de un guerrero, pero también había flores cuyo olor se mezclaba con el agradable aroma de la madera.

Después de fundirse en un abrazo con Lali, Anna le tendió una mano a Peter.

—Anna: Supongo que no te acordarás de mí porque no creo que hubieras cumplido aún los dieciséis años la última vez que te vi.

—Peter: Claro que me acuerdo de usted, señora Miller —dijo estrechándole la mano—. Fue en el baile de primavera de Newport y fue usted muy amable con un adolescente que estaba deseando marcharse de allí.

—Anna: Vaya, me siento muy halagada. Pero pasen y entran en calor.

—Lali: ¿Dónde están Gas y el abuelo?

Anna se echó a reír.

—Ana: El pobre Gastón está arreglándole a tu abuelo el motor de la depuradora de la piscina. Ya sabes que cuando se le mete algo en la cabeza, es inútil tratar de convencerlo de lo contrario —les explicó mientras los conducía a la que denominó como habitación del trono, un nombre que hacía justicia al lugar—. Voy a preparar un té y a avisarlos de que están aquí para que no crean que pretendo acapararos.

—Lali: No, abuela. Siéntate con Peter y yo iré a decírselo y a preparar el té —insistió.

—Anna: Gracias, querida —le dio unas palmaditas en la mano a su nieta y se sentó junto al fuego, frente a su invitado— Peter, Jasper y yo vimos tu obra en Boston hace unos meses. Es sobrecogedora. Tu familia debe de estar muy orgullosa de ti.

—Peter: Creo que más bien están sorprendidos.

—Anna: Es más o menos lo mismo. No sé por qué suele sorprendernos que nuestros hijos o hermanos tengan talento, es como si pensáramos, ¿cómo he podido no darme cuenta durante tantos años?

—Peter: Usted conoce a mi familia, así que sabrá que la obra tiene mucho que ver con ellos.

—Anna: Sí, lo sé. ¿Qué tal está tu hermana?

—Peter: Bien. Los niños la ayudan a centrarse.

—Anna: ¿Y tú, Peter? ¿Qué es lo que te centra a ti, el trabajo?

—Peter: Supongo que sí.

—Anna: Lo siento, no pretendía curiosear, eso suelo dejárselo a mi marido. Es sólo que recuerdo el modo en que aquel adolescente del baile cuidaba de su hermana.

—Peter: Sí —sonrió con tristeza—. Pero debería haberlo hecho mejor, quizá así no la habría hecho sufrir tanto.

—Anna: No fuiste tú el que la hizo sufrir —le recordó—. De verdad que no quería hacerte pensar en esas cosas. Mejor cuéntame en qué estás trabajando, si no es un secreto.

—Peter: Es una historia de amor ambientada en Nueva York. Al menos eso es lo que ha ido surgiendo hasta el momento.

Al ver el modo en que miró a Lali al verla aparecer, Anna se dio cuenta de lo que había hecho surgir aquella historia de amor de la ficción.

—Jasper: ¿Aún no le has ofrecido un whisky a nuestro invitado? —preguntó con esa voz grave que no había perdido poder a pesar del paso de los años—. Vaya manera de recibir al hombre que nos ha traído a mi nieta preferida.

—Gas: Cuando querías que te arreglara la piscina, yo era tu nieto preferido —bromeó.

—Jasper: Pero ahora que ya está arreglada... —respondió el anciano con una sonora carcajada.

—Peter: Me alegro de verlo, señor Miller.

Peter cruzó la habitación con una mano extendida, pero eso no era suficiente para Jasper Miller, que estrechó al joven en un abrazo que a punto estuvo de dejarlo sin respiración.

—Jasper: Estás en forma Lanzani, pero un buen whisky hace sentir aún mejor a cualquier escocés.

—Anna: Tú tendrás que conformarte con una gota en el té, Jasper —le advirtió mientras se acercaba a agarrar la botella.

—Jasper: ¡Qué mujer! —protestó con un gesto casi infantil—. Bueno, siéntate, muchacho y cuéntame qué tal van las cosas entre Lali y tú.

Una señal de alarma sonó en la mente de Peter.

—Peter: ¿Cómo?

—Jasper: Son vecinos, ¿no?

—Peter: Ah, sí, sí —respondió con alivio.

—Jasper: Es hermosa como una flor, ¿verdad?

—Lali: Abuelo —acudió en su ayuda de inmediato—. No empieces, Peter no lleva aquí ni diez minutos.

—Jasper: ¿Que no empiece qué? —le preguntó el anciano con fingida inocencia—. ¿Acaso no eres hermosa?

—Lali: Por supuesto que lo soy —bromeó ella acercándose a darle un beso a su abuelo—. Compórtate y quizá te dé un poco de mi whisky.

—Jasper: Ésa es mi niña —dijo con orgullo—. Y es una magnífica cocinera. Lali, espero que estés siendo una buena vecina y le prepares alguna buena comida de vez en cuando.

—Gas: El otro día nos hizo su famoso pastel de pollo —intervino.

—Jasper: Ah, ¿entonces ya has probado las delicias de nuestra pequeña Lali?

—Peter: ¿Qué? —Peter estuvo a punto de atragantarse con la galleta que le había ofrecido Lali.

—Jasper: Su comida —explicó, satisfecho de cómo parecía estar desarrollándose su plan—. Una mujer que cocina como ella debería tener una familia a la que alimentar.

—Lali: Abuelo —volvió a protestar.

—Jasper: Lo único que digo es que cualquier hombre aprecia un buen plato caliente preparado con cariño, ¿no crees, muchacho?

Peter tuvo la sensación de estar pisando terreno peligroso.

—Peter: Desde luego.

—Jasper: ¡Ahí lo tienes! Un hombre que hace honor a su nombre... Aunque a tu edad ya deberías empezar a pensar un poco en el futuro. A tu edad hay que pensar en cosas como perpetuar el nombre de la familia.

Lali le dio un codazo a Gas al ver el gesto de angustia de Peter.

—Lali: Haz algo, hermanito —le suplicó en un susurro.

—Gas: Me debes una —le dijo antes de ofrecerse como blanco—. Abuelo, aún no te he hablado de la mujer que he conocido.

—Jasper: ¿Una mujer? —preguntó de inmediato—. ¿Qué mujer es ésa? Pensé que estabas muy ocupado con tus juguetes de hierro para prestar atención a las mujeres.

—Gas: Claro que les presto atención —sonrió con picardía—. Pero ésta es algo especial.

—Jasper: Debe de serlo para que le dediques más de un vistazo.

—Gas: Desde luego que lo es. Se llama Lu… lu —se le ocurrió de pronto—. Lulu LaRue, aunque creo que es su nombre artístico. Es bailarina.

—Jasper: ¿Qué clase de bailarina? —preguntó con desconfianza.

—Gas: De striptease, ¿de qué va a ser si no? No sabes el tatuaje que tiene en...

—Jasper: ¿Bailarinas de striptease con tatuajes? ¡Por el amor de Dios, Gastón Espósito! ¿Es que quieres matar a tu madre? Anna, ¿estás escuchando lo que dice?

—Anna: Gastón, deja de tomarle el pelo a tu abuelo.

—Gas: Sí, señora —respondió obedientemente—. Pero no sé por qué no puedo estar con una bailarina de striptease si me gusta.

Continuará...

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Perdón por fallarles ayer! :( 

y justo teníamos la maratón! si quieren la podemos hacer ahora! :D

tengo los capítulo preparados para cuando quieran! 

Lucia14: VAAAAAAAAMOSSSS LUUU!!!! lo lograste!... :'D te pusiste al día! lo q habrás leído estos días!!! SOS UNA GENIA!! 

si quieren maratón... 

+20 firmitas y mas noveeeee