Al día siguiente, Lali miró por la ventana y comprobó con
alivio que la mañana había amanecido clara y brillante.
—Buenos días.
Se volvió y sonrió a Peter. Estaba apoyado en el marco de
la puerta. La recorrió con la vista hasta alcanzar sus finas pantorrillas y sus
pies descalzos. Después le dedicó una oscura e irritada mirada, y ella no tuvo
más remedio que reconocer que era guapo incluso cuando fruncía el ceño.
—Lali: Buenos días.
—Peter: ¿Qué demonios está haciendo descalza fuera de la
cama?
Ella regresó a la cama en busca de los calcetines de lana
y se los puso a toda prisa.
—Lali: No es necesario que utilice ese lenguaje conmigo.
—Peter: ¿Quiere caer enferma?
Ella le sonrió, pasando por alto su arrebato de mal
humor.
—Lali: No voy a enfermar. Estoy completamente sana y me
voy a mi casa mañana. Mire fuera.
—Peter: Por eso está tan contenta. No puede esperar ni un
minuto más para ir a pedirle perdón a su prometido. ¿A qué sabe eso del
compromiso, Mariana, es dulce o amargo?
—Lali: Probarlo no le iría nada mal.
Le sonrió a regañadientes.
—Peter: Tal vez.
—Lali: Y a mí, un buen baño —prosiguió— tampoco me iría
mal.
—Peter: Tal vez también tenga razón. —Eligió una camisa
limpia y se la pasó, teniendo cuidado de no rozar los dedos de Lali.
—Lali: Piénselo de este modo —dijo con viveza—: mañana
por la noche ya no tendrá que dormir en el salón. Recuperará su dormitorio.
—Peter: A mí no me importa que duerma usted en mi
dormitorio.
Ella lo miró de forma reprobatoria, después apartó la
mirada de aquella inocente sonrisa de Peter y salió de la habitación.
Peter bajó la escalera para alimentar el fuego.. Mientras
tanto, Lali se recreó dándose un buen baño. Cuando apareció en el salón,
colorada y húmeda, él ni siquiera le dirigió una mirada de soslayo, pues toda
su preocupación era sentarla junto al fuego y cubrirla de mantas. La habitación
estaba muy iluminada y flotaba en el aire un curioso sentido de compañerismo.
Lali se desenredó el pelo con los dedos y después se peinó mientras Peter
rebuscaba entre un puñado de periódicos viejos.
Lali no se percató de la frecuencia con que él la miraba
con sus brillantes ojos verdes. Peter la estudió con discreción, apreciando la
composición que conformaba su pelo suelto y la piel reluciendo junto al fuego.
Era una considerable tentación, pues a pesar de haber conocido a unas cuantas
mujeres, ninguna le había parecido tan dulce, tan vulnerable e ingenua como
Lali Espósito. Su carácter era una extraña combinación de dulzura y firmeza, y
su inocencia le atraía y le repelía a partes iguales.
Lali mantenía intactos todos sus sueños. Por el
contrario, los sueños de Peter —lo que quedaba de ellos— estaban esparcidos en
forma de piezas y retales, fijados en las palabras y las frases de los viejos
periódicos que había logrado salvar. Los había mantenido y los leía de vez en
cuando para recordar. No quería olvidar nunca las lecciones aprendidas en los
últimos cinco años, no se perdonaría volver a cometer el mismo error otra vez.
—Lali: ¿Qué está leyendo? —La curiosidad de Lali
interrumpió sus pensamientos, y él respondió de inmediato.
—Peter: Un viejo ejemplar del Intelligencer de Atlanta. Algo sobre la campaña de Atlanta.
—Lali: ¿Y por qué razón quiere usted leer eso?
Peter sonrió con amargura.
—Peter: Por los errores. Cuenta la retirada de Johnston
cuando atravesó el Chattahoochee, por ejemplo. El reportero dice que las tropas
«se retiraron disciplinadamente». —Sacudió la cabeza y resopló—. Yo estaba
allí. Serví a las órdenes de Johnston. No nos retiramos disciplinadamente...
Corríamos como almas que lleva el diablo, pasando los unos por encima de los
otros para intentar salvar el pellejo.
—Lali: ¿Usted estaba con Johnston? ¡Benjamín estaba a las
órdenes de Sherman en esa campaña!
—Peter: Probablemente estábamos frente a frente. De
hecho, apostaría algo a que era uno de los soldados que nos atacaron desde los
flancos.
—Lali: ¿De qué le sirve leer esos periódicos en busca de
errores?
—Peter: Es un pasatiempo. Así observo las cosas con
distancia y compruebo cómo las explicaron, cuáles eran las políticas
editoriales. En la mayoría de las ocasiones, uno obtiene más información
estudiando las cosas que salieron mal que las que salieron bien. Y todo el
mundo sabe que la prensa hizo mal muchas cosas durante la guerra... en ambos
bandos. —Se sentó en la alfombra frente al fuego y le pasó a Lali uno de los
periódicos—. Échele un vistazo a cualquier página... Retórica. Retórica en
lugar de hechos. Si yo hubiese sido el editor...
—Lali: ¿Qué? —inquirió al ver que no proseguía—. Si
hubiese estado al frente de un periódico, ¿qué habría hecho para contar las
cosas? Tal vez habría empezado haciéndolo todo a su manera, pero tarde o
temprano habría sucumbido al influjo de los políticos, y habría escrito lo que
le mandasen que escribiese, y...
—Peter: Qué dura es usted —dijo evidenciando con la
mirada la sonrisa que no mostraban sus labios.
—Lali: En absoluto... Ese es el modo en el que hacemos
las cosas en Massachusetts.
Peter echó hacia atrás la cabeza y lanzó una risotada.
—Peter: No me importa si todo el mundo lo haría así. Yo
no lo haría. Si yo hubiese estado al cargo de un periódico, no habría sido la
marioneta de nadie, y habría seguido mi propio dictado más allá de cualquier
corriente. La mayoría de los editores permite que cualquiera manipule sus
periódicos, especialmente los políticos. Y los periódicos de por aquí son tan
malos como los de cualquier otro lugar... Son demasiado blandos, demasiado
partidistas, demasiado... asustadizos. No creo que nadie sepa mantenerse firme
y publicar la verdad sin usar un montón de palabras rebuscadas para
suavizarla...
—Lali: Sin embargo, usted siempre habría dicho la verdad
si hubiese sido editor, ¿no es así? ¿Aunque no le gustase?
—Peter: Por supuesto que lo habría hecho, maldita sea.
—Lali: No lo creo. Tal vez sí al principio, pero habría
acabado imprimiendo su propia versión de la verdad, como todos los demás.
—Peter: Ah, pero yo soy diferente a todos ellos —dijo con
una sonrisa ante su tono impulsivo—. No habría sido tan entusiasta a la hora de
convencer a los lectores de que no podía llamar al pan pan y al vino vino.
Tengo pocos prejuicios...
—Lali: Y uno de ellos es qué odia a los del Norte.
—Peter: Oh, eso no es del todo cierto. Cuando hacen las
cosas como se tienen que hacer, no. De hecho, a algunas personas de por aquí no
me costaría trabajo tomarles cariño. —Rió al tiempo que ella miraba las llamas
del fuego con renovado interés.
—Lali: Dígame una cosa —dijo ella sin mirarlo—: ¿ha
trabajado alguna vez para un periódico? Parece como si lo hubiese hecho.
—Peter: Fui cronista del Register de Mobile durante la guerra. También escribí para otros
periódicos. Solía cambiar de periódico si el editor tenía la mano demasiado
larga. Nada hace enloquecer a un escritor como ver que han cortado casi la
mitad de uno de sus artículos...
—Lali: Pero sin duda debían de tener buenas razones para
cortar su trabajo.
Peter rió entre dientes.
—Peter: Sí. Entendían que un reportero tiene que intentar
mantener alta la moral de los lectores. A los editores no les gustaban mis
crónicas de las batallas, decían que eran muy críticas, sombrías, que no veía
el lado bueno de las cosas. El problema era que yo no encontraba demasiados
motivos para el optimismo en medio de aquellas batallas; en particular desde
que comprendí que estaba en el bando de los perdedores.
Lali lo miró con curiosidad al verlo sonreír otra vez,
incapaz de comprender su aparente alegría. La luz del fuego convertía el pelo
de Peter en una brillante llama de oro cobrizo, se filtraba por entre sus
largas pestañas y dibujaba largas sombras en sus curtidas mejillas. Le pareció
tan guapo y despreocupado que le costaba asociarlo a la dureza de las batallas
y los tiroteos. Habida cuenta de los horrores y las sangrías de las que sin
duda había sido testigo, no podía entender por qué sonreía y hablaba con tanta
facilidad de la guerra.
Lali frunció el entrecejo y le dio un giro a la
conversación.
—Lali: El Register era un gran periódico, ¿no es así?
Debió de publicar a menudo.
—Peter: Lo suficiente.
—Lali: ¿Tiene algún ejemplar de sus artículos?
—Peter: No.
—Lali: Qué lástima. Me habría gustado leer algo escrito
por usted. ¿Firmaba con sus iniciales o...?
—Peter: Rebelde. Ese era mi seudónimo. No podía utilizar
mis iniciales porque mis puntos de vista a menudo no eran demasiado populares.
A mis... compañeros... no les habría gustado el hecho de que nunca viese
ángeles o estandartes dorados en el campo de batalla. Todo lo que podía ver era
dolor e indignidad. Incluso cuando ganábamos una batalla, yo solo veía la
desdicha en el triunfo... Pero tal vez me faltaba imaginación.
Lo miró con expresión de sorpresa.
—Lali: Yo… yo leí un artículo suyo. Usted escribió sobre
la caída de Atlanta mejor que nadie... Los refugiados, y los niños en las
calles, y los desertores. No me ha engañado, ¿a que no? Jamás le perdonaría si
no me dijese la verdad sobre esto...
—Peter: No la engaño —El rostro de Peter adquirió en ese
momento un aspecto grave y seco.
—Lali: Escribió usted un libro sobre la guerra cuando
finalizó... o al menos alguien utilizó el seudónimo Rebelde...
—Peter: Yo lo escribí.
—Lali: Todo el mundo lo leyó... Bueno, yo todavía no...
pero lo leeré.
—Peter: Hágalo, por favor. Mis ingresos por los derechos
del libro han disminuido últimamente.
Lali no sonrió. Permaneció en la misma postura, con los
ojos clavados en el periódico que tenía en las manos sin fijarse en palabra
alguna. Se sentía conmovida. Un reportero llamado Rebelde había escrito sobre
las batallas de Georgia, la gente huyendo en tropel de Marieta, la
desesperación y la fatiga de Atlanta durante el asedio. Sus palabras eran tan
desoladoras y deprimentes que finalmente había logrado entender, siquiera en
cierta medida, el horror al que habían tenido que enfrentarse todas aquellas
personas al ver cómo se venía abajo todo su mundo. Le resultaba difícil creer
que el hombre que estaba sentado a su lado era aquel reportero.
—Lali: Yo busqué más artículos firmados por usted —dijo
ella—. Estaba segura de que cualquier cosa que escribiese sobre la rendición la
publicarían. Pero no apareció nada más.
—Peter: Yo no estuve en la rendición. Me hirieron en
Harpeth Creek. Nos enviaron a un ataque suicida. Un noble y definitivo intento
de ganar la guerra. La mayoría de los soldados del regimiento murieron.
—Lali: Me alegro de que no fuese usted uno de ellos —dijo
con los ojos bañados en lágrimas a pesar de sus esfuerzos por contenerlas. Él
alzó la vista sorprendido al apreciar el temblor en su voz, pero acto seguido
sacudió la cabeza y sonrió forzadamente.
—Peter: Es usted demasiado sensible, muchacha.
—Lali: Lo sé. Benjamín dice que no debería llorar con
tanta facilidad, pero a veces...
—Peter: Otra vez Benjamín. No creo haber conocido tan
bien nunca a un hombre y tenerle tan poca estima sin haberlo visto siquiera.
Ella rió y se sorbió las lágrimas.
Peter le cubrió las manos con una de las suyas, y ella
apretó los dedos al sentir el calor y la fuerza. Muy lentamente, volvió la
palma de su mano para tocar la de Peter, y sus dedos se entrelazaron. Una
desconocida dulzura recorrió todo su cuerpo. No hay nada de malo en cogerse de
la mano, se dijo a sí misma a modo de excusa. Sin embargo, de alguna manera
aquel gesto le hizo sentirse desleal para con Benjamín, pues no cabía duda de
que le provocaba placer el tocar a otro hombre. El apretón de manos se hizo más
intenso durante unos segundos, después Peter la soltó, causando en Lali un
curioso sentimiento de pérdida.
—Peter: Voy a cortar más leña —dijo, a lo que ella asintió
en silencio, repentinamente confundida y deseosa de alejarse de él... Y aun así
reacia a dejarlo ir.
Continuará...
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Hooola
les dejo otro cap, sé que aún hay muchas preguntas y dudas respecto a Peter y cosas, pero les pido q no se preocupen, pronto todo irá tomando forma... ;)
Tenemos pendiente una maratón no? :)
+15 comentarios y MAS NOVELAAAAAA!!
me gusta, me gusta!! más!
ResponderEliminarHace la maraton porfaas!
ResponderEliminar@suugustinaa
ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
ResponderEliminarme encantan me encanta
ResponderEliminarmassssssssssssssssssss
Masss
ResponderEliminarQuiero más!! Me encanta!
ResponderEliminarme encanta, de verdad
ResponderEliminarmás nove
Me gusta como le marca su fijacion con Benjamin!Sigo sosteniendo q ahí hay algo raro en esa relacion!
ResponderEliminarSólo tomarle la mano la estremecio más q cualquier contacto con su prometido de años!
ResponderEliminarpq lo tiene q nombrar a benjamín siempre!! es como un forma de negar que tiene ella más!!
ResponderEliminarmaaaaaaaaas :)
ResponderEliminarmas noveee
ResponderEliminarMás!!!!!!!!!!
ResponderEliminarmas mas mas
ResponderEliminarme encantaa :D
ResponderEliminarme carga que hable tanto de benjamin
ResponderEliminarohhhh!! A Lali ya le gusta Peter! jaja maaaaas @flordemariia
ResponderEliminarLeyó alguno d sus artículos ,y parece k le gustaron ,xk reflejaban la verdad,y esta no estaba para nada disfrazada.
ResponderEliminarMe alegra que te sientas mejor!! y tenes qe ver mis caras leyendo la nove son mortales =$ - :| - n.n - u.u - :D - :D----- (cuando describis algo de Peter) - :) - :O - =3 ♥ JAJAJAJA ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA ♥ SEEEEEEE que le sea desleal!?!?!?! @LuciaVega14
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