Peter alzó las solapas de su abrigo y maldijo entre
dientes al sentir el viento helado en el cuello.
Era su primer invierno en Nueva Inglaterra, y estaba
empezando a comprender que no era el lugar más adecuado para alguien del Sur.
Pisó con sus botas las endurecidas capas de nieve que habían ido acumulándose
tras las recientes tormentas. Había nevado tanto que temía que toda aquella
nieve no desapareciese por completo hasta el mes de junio.
A pesar de ir vestido con pesadas prendas de lana, como
un auténtico norteño, cualquiera podría haberse dado cuenta de que no llevaba
mucho tiempo allí. Su piel era oscura, con el permanente bronceado propio de
alguien acostumbrado al calor y al sol del Sur. Medía metro ochenta, estatura
que no destacaba especialmente en Kentucky o Virginia. Pero era mucho más alto
que los delgados y compactos hombres de Nueva Inglaterra, y además miraba
fijamente con sus ojos verdes, lo cual parecía incomodarlos. En su tierra los
extraños se saludaban al cruzarse por la calle; en el Norte, parecía como si no
tuvieses derecho a mirar a alguien a los ojos si no eras de su familia, viejo
amigo o compartías con él algún negocio. Se preguntó por qué las personas de
Massachusetts no se daban cuenta de lo extrañas que eran. No había explicación
alguna para su frialdad y su rigidez, ni para aquel condenado sentido del humor
del que hacían gala. Tal vez era cosa del clima.
Sus pensamientos le hicieron sonreír —una cálida y
brillante sonrisa que, tiempo atrás, había cautivado a las mujeres del condado
de Henrico—, y apretó la mano, cubierta con un guante, alrededor del mango del
hacha mientras iba en busca de leña. Solía agotar con rapidez la madera y el
carbón en su empeño por mantener caldeada la pequeña casa que había comprado la
primavera anterior. Hacía tanto frío fuera que le resultaba difícil silbar,
pero aun así se entretuvo interpretando una aceptable versión de «All Quiet
along the Potomac Tonight», una de las melodías más populares durante la
guerra. La había compuesto un norteño, pero una buena canción era una buena
canción fuera quien fuese su autor.
Sus pasos se ralentizaron y su silbido se esfumó cuando
le pareció escuchar un tenue ruido proveniente del río. Vivía poco más arriba
de la orilla, así que el tranquilo sonido llegó hasta él como flotando, traído
por la brisa, dispersándolo entre los árboles y haciendo que resultase difícil
escucharlo con claridad. Pero casi podía asegurar que se trataba de la voz de
una mujer.
No podía morir, no de ese modo, en ese lugar. Haber
atravesado el río helado por ese punto en lugar de caminar los trescientos
metros que faltaban hasta el puente había sido una completa estupidez, pero
ella no merecía algo así; de hecho, nadie lo merecía. Tras el sobresalto
inicial de verse atravesar la superficie y caer al agua, Lali había luchado
violentamente con los pedazos de hielo que flotaban a su alrededor, incapaz de
encontrar un asidero hasta que sus manos dieron con uno de los extremos del
hueco que se había abierto. En esos escasos cinco segundos, el agua había calado
sus ropas y el frío le llegaba ya a los huesos. Todo había sucedido con gran
rapidez, en un abrir y cerrar de ojos. El aire le salía de lo más profundo de
sus pulmones mientras se esforzaba por salir del agua, pero sus manoplas de
cachemira resbalaban sobre el hielo una y otra vez. Cada vez que fallaba en uno
de sus intentos, se hundía hasta la barbilla.
—¡Que alguien me ayude! ¡Por favor! —Le falló la voz al
mirar hacia el paisaje nevado que se extendía más allá de la orilla, puntuado
por las nubéculas de humo que salían de las chimeneas de las casas cercanas.
Gritar no iba a servirle de mucho, y además le hacía perder fuerzas, pero
siguió haciéndolo, intercalando palabras y sollozos— Estoy en... el agua... que
alguien... me ayude... —Alguien la oiría. Alguien la ayudaría.
Algo así no podía sucederle a ella. Lali Espósito había
estado segura y a salvo toda su vida. En un arrebato de pánico, logró quitarse
las manoplas y aferrarse con fiereza al hielo, tosiendo después de tragarse una
bocanada de agua. Su ropa y sus enaguas mojadas tiraban de ella como un peso
muerto, y durante unos terroríficos segundos se hundió por completo. Rodeada de
una heladora oscuridad, luchó contra el peso que intentaba llevarla hasta el
fondo. Necesitaba salir a la superficie, tomar aire, y de algún modo logró
hacerlo. Llorando desconsoladamente, alcanzó el borde del hielo y apoyó la
mejilla en él. Ya no le quedaban muchas fuerzas, pero no iba a rendirse.
Lali cerró los ojos y clavó las puntas de sus dedos
desnudos en la superficie helada. Nadie sabía que ella estaba allí. Su padre
creía que seguía en Connecticut con la tía Elizabeth y el tío Josiah... y no le
había enviado mensaje alguno a Benjamín para comunicarle que regresaría antes
de lo previsto... porque habían discutido... porque le había obligado a
discutir. Lo siento, pensó; ya no notaba las lágrimas que rodaban por sus
mejillas. Siempre consigo que discutas conmigo... Benjamín— Poco a poco, el
agua pasó de estar fría a quemarle, y ella flotaba inmóvil; el miedo pasó a ser
puro atontamiento. Tuvo la impresión de que el río le hablaba, y que su
silenciosa voz —insistente, susurrante— penetraba en su mente.
Una chica se había ahogado en ese mismo lugar años atrás.
¿Acaso se la había llevado el río con tanta sencillez, con tanta amabilidad
como estaba haciendo con ella? ¿También a esa chica le pareció que todo era un
sueño?
«Deja que todo desaparezca», le dijo la oscuridad.
La luz del sol, la primavera, Benjamín... el amor... Todo
era un sueño... Nada existía.
De repente, una de sus muñecas se torció de un modo cruel
con la suficiente fuerza para que Lali notase cómo el dolor atravesaba el
entumecimiento causado por el frío. Se movió y abrió mucho los ojos. Por entre
los mechones de su pelo húmedo, vio a un hombre tumbado sobre el vientre cerca
de ella. Sus ojos, de un verde sobrenatural, sobresalían de la pálida máscara
que era su rostro. Sintió que la agarraba con fuerza y que empezaba a tirar de
ella para sacarla del agua. Los labios de Lali intentaron componer una palabra,
pero el único sonido que salió de ellos fue un leve jadeo.
Al parecer, él le dijo algo, pero le resultó imposible
escuchar sus palabras. Sintió cómo tiraba de sus brazos, y entonces todo se
hizo oscuro.
Continuará...
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:O
QUIERO MAS!
ResponderEliminarSubi un par mas de cap! porfiiis, parece estar buena (:
ResponderEliminar@suugustinaa
por empezarla a subir tan tarde y por dejarla asi tendrias que subir otro!
ResponderEliminary si quiero que subas la otra nove como bonus :)
ResponderEliminarNo puedes ser tan mala de dejarla ahi!
ResponderEliminarSubi mas! :)
ResponderEliminarDaleeee un capitulo maas
ResponderEliminar¡Con ese comienzo, y me la dejas justo ahí!!.
ResponderEliminarDesmayada,pero al menos en los brazos d Peter.
ResponderEliminar¿K hace Peter en el norte si es del sur?,aaaaahhh,k
ResponderEliminarY k tal k Lali siempre haga k Benjamín discuta con ella ,será xk en verdad busca alguna excusa ,k impida ese matrimonio.
ResponderEliminarAl menos intenta subir hoy tempranito ,al menos un par d caps,jajaja.
ResponderEliminarMe encanto el primer capítulo jaja mas noveee
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con las chicas... Me despertó tu notificación en el Peor dia de la semana x_X merecemos otro cap :P
ResponderEliminarME ENCANTO!Q inicio!Solo me sobra algo q ya podemos ir descartando,JAJA y ese sentimiento de culpa de ella con respecto a la relacion con B?#NUNCA JAMAS!
ResponderEliminarEXCELENTE planteo de historia!
hermaso
ResponderEliminarsimplemente hermoso
kero massssssssssssssssssssss
=)
Me encanta!!! Más!!! pobre lali!!
ResponderEliminarMe encanto Mas!!
ResponderEliminarAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH MALVADA EN LA MEJOR PARTE LA DEJASTE!!!!!!!!!!!!!! ♥ LA SALVO LO AMOOOO, amo qe hablen de sus ojos porqe me encantan! ♥ MASSSSSSSSSSSS NOVEEEEEEEEEEEEE POR FAS!!! @LuciaVega14
ResponderEliminarMaas novela am,sdhjgfghj me encantooooooooo.. mas mas porfiiiss
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminaray que lindo Peter es como su héroe porque es Peter, no? Bueno me voy a leer el siguiente cap @flordemariia
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