Una Boda Perfecta
Un divertido relato de una boda no tan perfecta...
–Siempre supe que ese iba a
ser mi momento soñado... No creas, hace dos años que no he vivido para otra
cosa.
–¿Dos años? ¿No es demasiado
tiempo?
–Depende... No, si se trata de
algo tan importante... Algo que has deseado desde niña...Una ilusión que has
acariciado durante toda tu adolescencia, y que luego no vez la hora de
concretar.
–Siempre fuiste muy cabeza
dura.
–Esperaba que el adjetivo
fuera “tenaz”.
–Tienes razón: tu cabeza ha
sido dura, pero tu tenacidad, inquebrantable.
–Sólo intentaba tener una boda
perfecta. Algo que todos pudieran recordar. Un evento del que incluso mis
nietos se jactaran.
–Una boda fantástica.
–Extraño adjetivo, viniendo de
tu boca.
–Cuido muchos mis adjetivos, y
definitivamente ese es el apropiado.
–Como sea, durante estos
últimos dos años me he dedicado a planearla. He cuidado hasta el detalle más
insignificante.
–Y de seguro hubo muchos.
–¡Muchísimos!... Y uno solo
que fallara, podía hacer naufragar todo el resto.
–Y a ti no te gusta viajar en
el Titanic...
–Nunca me gustó.
–¡Imagínate! Si algo salía
mal, tu boda corría el riesgo de... ser como cualquier otra, y no una boda
perfecta.
–Al menos no una como siempre
la soñé... He pasado cada domingo de mi niñez, sentada en la sala junto a mi
madre, observando los casamientos de los famosos retratados en las revistas,
analizando cada detalle a copiar, y tomando nota de todas las fallas.
–Tu madre siempre fue una
mujer fantástica.
–¿Insistes con eso?
–Imagino que elegir el vestido
no debe haber sido tarea fácil.
–¡Por el contrario! Fue lo más
sencillo. Siempre supe que quería llevar el traje de mi bisabuela. Una reliquia
familiar de más de cien años. Treinta metros del más fino encaje de Bruselas
que te puedas imaginar.
–Mi fuerte no es imaginar
encajes.
–Sí... Yo quería ese vestido.
Y estaba dispuesta a hacer lo que fuera para que me quedara perfecto. Por eso
me operé.
–¿Te operaste?
–Los pechos. Necesitaba una
talla extra para llenar el escote.
–Pero no te ves muy distinta.
–Apenas una talla. El cirujano
dijo que nunca había operado a nadie por tan poco. El dolor fue terrible,
todavía tengo cicatrices, y hasta es probable que haya perdido algo de
sensibilidad, pero valió la pena: luego de la cirugía el vestido me quedó
perfecto.
–¿No hubiera sido más sensato
ajustar la tela?
–¿Y marcar sus costuras? Ya te
dije, era una antigüedad.
–Entiendo... Tenía que ser
perfecto.
–Sí... Claro que, por
desgracia, a pesar de los cuidados de mi madre, el encaje se veía un tanto amarillento.
Recorrí toda la ciudad en busca de alguien que pudiera blanquearlo.
–Sé de algunos amigos de tu
padre que se dedican a blanquear cosas... pero dudo que se trate de encajes.
–Pocos se especializan en
ellos... Como fuera, al fin encontré la persona adecuada, y el vestido estuvo a
tiempo.
–¿Y tus pechos?
–También. Por supuesto,
contraté a cinco fotógrafos y tres cámaras cinematográficas para que
documentaran todo. Pero, ¡horror!, descubrí que el Templo estaba poco
iluminado. Pasé más de una semana inventariando focos.
–Lo mínimo imprescindible.
–Mi boda tenía que ser
perfecta. Así que hice colocar iluminación extra no sólo en la nave, el altar,
y el órgano, sino también en cada rincón olvidado. No quedó sitio a media luz.
Sin importar si el santo estaba vigente, o si ya lo habían borrado del santoral,
todos resplandecieron como si pudieras contemplarlos en su Gloria.
–Quizás algunos de esos no
brillen tanto en la otra vida, así que, bien mirado, creo que tu gesto ha sido
de buena voluntad.
–¡Y las flores! Como no había
rosas blancas de temporada, las tuve que hacer traer del Brasil. Yo misma
comprobé que el embarque se realizara adecuadamente.
–Siempre me asombró tu
eficiencia.
–Cada capullo fue envuelto en
una funda protectora para que se mantuviera fresco. ¡Y había más de mil!
–¡Cuántos forros! Hiciste
bien. No hay nada peor que las cosas que se pudren.
–Pero las luces y las flores
no fue el único problema que tuve que afrontar para lograr que la Iglesia
resplandeciera.
–Sin mencionar la santidad
inexistente de tus invitados...
–Descubrí que la alfombra roja
se veía...bordó. Un tono subido, producto de un millón de pisadas.
–Por algún motivo la gente
suele tener esa extraña compulsión por pisar las alfombras.
–Estaba segura que aquello iba
a arruinar la foto, así que me encargué de comprar quince metros de un
terciopelo nuevo.
–¡Y con lo difícil que debe
ser conseguir terciopelo!
–¡Me llevó más de tres meses
hacerlo! Pero al verlo en el piso, justo una semana antes de la boda, descubrí
que también su color era opaco y deslucido.
–Y no era cuestión de que
contrastara con el brillo de la novia...
–¡Por supuesto! Entonces tuve
una inspiración repentina, y me fui al barrio del Once.
–¡¿Cómo?! ¿Esos barrios de
tenderos y comerciantes todavía forman parte de la Capital?
–Allí conseguí un género de
mala cantidad, pero que, por contener fibras de plástico, refulgía ante la luz.
–Siempre es bueno que el algo
brille, cuando el novio es tan deslucido.
–Una vez resuelto lo de la
Iglesia, me avoqué a conseguir un Cardenal para la ceremonia.
–¿Un Cardenal?
–No podía permitir que me
casara un simple sacerdote, como a todos los demás.
–Sí, es mejor no recurrir a
curas de segunda, cuando se puede pagar por lo mejor.
–Lo creas o no, tuve que
realizar más de un año y medio de negociaciones con la Curia para que su calendario
coincidiera con la fecha de la boda.
–O hubieras podido cambiar de
fecha.
–¡Jamás! Eso ya lo había
decidido desde mi infancia: me iba a casar el primer día de la primavera,
cuando los pájaros cantan, y el clima es benigno.
–Sí... Los pájaros suelen
esperar al veintiuno de septiembre para cantar.
–Pero arreglar los compromisos
del Cardenal no fue nada, comparado con lo que tuve que hacer para lograr que
la soprano pudiera venir.
–¿La soprano?
–Sí... La Prima Donna de la
Scala de Milán. Su agenda estaba completa hasta el año 2017.
–¡Y después dicen que a la
gente no le gusta la música!
–Tuve que poner tanto dinero,
y mover tantas influencias... ¡Pero finalmente lo logré!
–Sí... Una soprano de la Scala
es imprescindible para una buena boda.
–Una boda perfecta. Necesitaba
los tonos justos en el Ave María. Quería que, para cuando soltaran las
mariposas, todo fuera emocionante.
–¿Mariposas?
–Un sueño hecho realidad...
Ciento veinte mariposas multicolores, liberadas justo en el momento en que las
puertas de la Iglesia se abrieron para darme paso. ¡Nunca nadie había hecho
antes algo así!...
–¿Soltaste mariposas en el
templo?
–Sí, en el interior del
Templo. No creas, no es nada fácil lograrlo. Sucede que las mariposas viven un
tiempo ridículamente corto, así que tuve que recurrir a un grupo de entomólogos
para asegurarme que iban a estar allí, en el momento adecuado.
–¿Y nadie antes ha hecho algo
así?
–¡Fui la primera!
–No entiendo los motivos de
los otros para privarse de semejante privilegio.
–Sí... Fue muy difícil
conseguir las mariposas. Pero tampoco fue fácil conseguir las cien palomas.
–¿Cien palomas?
–Cien palomas blancas. Todo el
mundo suelta un par de ellas, una vez finalizada la ceremonia. ¡Pero yo quería
más!... Quería cien, así que tuve que recurrir a diez criadores.
–No imaginaba que hubiera
tantos.
–Son los únicos que se dedican
al negocio. Pero necesitaba las palomas para anunciar la fiesta.
–¡Fiesta! Ahora sí que estás
hablando...Ninguna boda es perfecta si los invitados no comen.
–¡Y se divierten!... Contraté
más de mil fuegos de artificio. Anoche iluminé el cielo de toda la ciudad.
–Un servicio público, ahora
que la energía falta.
–Y hasta calculé que pudieran
caer algunas gotas, así que hice entoldar todo el pasillo de la entrada principal
del salón.
–Muy oportuno, porque cada dos
por tres llueve.
–Y también hice poner grandes
carpas en el jardín, para guarecernos.
–Cuando se es una bestia, siempre es bueno tener una guarida confortable.
–Cuando se es una bestia, siempre es bueno tener una guarida confortable.
–Y contraté a los tres mejores
cocineros de la ciudad. Nadie lo ha hecho antes. Generalmente se recurre sólo a
uno, pero yo quería lo mejor. Lo más perfecto. Así que contraté al temperamental
Rosignol para que se ocupara de la entrada, a Bernardo Lima, para que preparada el
delicioso plato de carne que lo ha hecho famoso en todo el mundo, y a Ignacio
López para el postre.
–Divide y reinarás.
–No creas que igual fue
fácil... Los ingredientes se comenzaron a acopiar hace ya un mes. Y los tres
cocineros han estado encerrados en su lugar de trabajo, abandonando todo lo
demás, por más de una semana.
–Deben tener buenas heladeras,
para mantener todo fresco.
–¡Todo lo necesario! Fueron
muy exigentes con sus demandas.
–Lo menos que se podía
esperar, tratándose de una boda perfecta.
–¿Sabes? No quería que fuera
como en otras fiestas, en que la gente baila entre plato y plato. Quería que
mis invitados disfrutaran con tiempo de cada manjar. Así que primero abriría
yo, con un vals, y luego nos sentaríamos a comer, sin interrupciones
–Es bueno tomarse su tiempo
para hacer la digestión.
–Luego pensaba cambiarme el
vestido, por otro más adecuado para el baile. Cinco kilos de cristales,
cuidadosamente pegados en el bordado.
–Sí, es muy adecuado bailar
con cinco kilos de cristales encima. Peligroso, pero adecuado. ¿Y no había otro
vestido?
–¡Por supuesto! Uno muy sexy
para cuando partiera, rumbo a la luna de miel. Tenía planeado que todo el
evento concluyera a las siete de la mañana, con un desayuno majestuoso.
–Me parece apropiado. El
desayuno es la principal comida del día... ¿Y hasta cuando duró?
–Recién pudimos irnos a la
hora del almuerzo.
–Sabia decisión. Si el
desayuno es copioso, se necesita tiempo para bajarlo.
–El día de ayer comenzó
conforme a lo planeado.
–De seguro tenías un esquema.
–Segundo por segundo. Lo
primero fueron las extensiones, a las ocho de la mañana.
–¿Extensiones?
–Medio metro de cabello
natural, cuidadosamente adherido a mi cabeza. Necesitaba que una melena larga y
ondeada cayera por mi espalda.
–Sí, imagino que todos esos
mechones se iban a terminar cayendo, tarde o temprano.
–¡Pero estaban muy bien
adheridos! Les llevó ocho horas completas terminar con el último.
–No se me ocurre mejor manera
de pasar el tiempo.
–Por desgracia, cuando ya
estaba a mitad de camino para ponerme el vestido de mi bisabuela, noté que se
me había corrido una parte del esmalte, justo en el dedo índice de la mano
izquierda. Como imaginarás, tuve que regresar al salón de belleza.
–Hiciste bien. Uno nunca sabe
cuándo va a tener que usar su dedo índice para acusar a alguien.
–¿Podrás creer que la muy
idiota que me atendió pretendía retocarlo? Por supuesto, me negué... Le hice
limpiar todas mis uñas, y empezar desde cero. No podía arriesgarme a que, si
hacía sólo esa, el color de las demás fuera distinto.
–Sí, a nadie le gusta ver un
color distinto.
–Por fortuna, para cuando
llegué a la modista, el vestido de mi bisabuela estaba perfecto.
–Una gran fortuna. ¡Y sin
mencionar la cuenta!
–Pero... El tiempo estaba
húmedo... Y no sé si fue por eso, o qué, mis pechos recién operados estaban un
tanto... tú sabes.
–Sí, suelen hincharse con la
humedad. A mis neumáticos les ocurre lo mismo.
–Y, quizás por esos
centímetros extras, al cerrar el último botón, el vestido se rasgó.
–Imagino a tu pobre bisabuela
revolcándose en la tumba.
–Pero la modista que había
contratado era, gracias al Cielo, una experta en encajes antiguos, así que lo
reparó de una forma magistral.
–¡Cuándo se decidirán a poner
un Nobel para las modistas!
–Pues esta se lo hubiera
merecido. Su trabajo fue perfecto.
–No me imagino menos, sabiendo
de la perfección de todo lo otro.
–Me veía gloriosa. Exactamente
como lo había soñado.
–¿Para qué despertar, no?
–Pero cuando la limusina se
estaba acercando al Templo, tuve la sensación de que algo no estaba saliendo
del todo de acuerdo a mis planes.
–¡¿Luego de tomarte tantas
molestias, cronometrando cada segundo?!
–Sabes... Un matrimonio
perfecto y lujoso como el mío, siempre llama la atención de la gente...
–A la gente le atrae la
perfección.
–Asi que, al principio, al ver
la multitud agolpada, pensé que se trataba de simples curiosos. Pero a medida
que nos acercábamos, me di cuenta que el grupo no era tan heterogéneo como yo
había imaginado. Más bien, estaba únicamente conformado por mujeres altísimas,
con grandes peinados, formas voluptuosas, y pequeñas minifaldas. Todas ellas agitando
unas pancartas...
–Por cómo las describes, no
debía ser lo único que agitaban.
–Cuando nos acercamos un poco
más, al fin pude leer uno de esos carteles: al parecer, en su última homilía,
mi Cardenal había sugerido que, si bien la Iglesia no tenía nada en contra de
los homosexuales, no era una mala idea el encerrarlos a todos en una isla, para
evitar futuras contaminaciones.
–Sí... El sueño de muchos: una
isla repleta de gays... De seguro el mismo Cardenal no veía las horas de
visitarla... Digo, para que a la pobre gente no le faltara asistencia
espiritual.
–Como te imaginarás, la turba
estaba enfurecida. Y bastó que vieran el auto, para que comenzaran a golpear
los vidrios con saña.
–¿No rompieron ninguno?
–Ellos no... Pero la policía
que vino a reprimirlos destrozó dos. Un sargento me ayudó a sacudir los vidrios
de mi vestido y luego se las ingenió para arrastrarme hasta el templo, mientras
la multitud pisoteaba los cinco metros de cola.
–Cinco metros es demasiada
cola.
–Y ya casi estaba llegando
allí, cuando una delas “damas” atrapó mi cabello. Todavía recuerdo su gesto de
sorpresa al quedarse con algunas de mis extensiones en la mano.
–Piénsalo por el lado amable:
de haber sido tu verdadero cabello, no hubieras podido llegar.
–Por fortuna, tanto la modista
como el peinador estaban invitados a la ceremonia.
–Sí... Es imposible pensar en
una celebración religiosa sin un buen peinador.
–Y gracias a sus buenos
oficios, luego de unos momentos de desazón, de nuevo me veía...
–Perfecta.
–No. Bastante decente. Pero no
iba a permitir que la bocota del Cardenal empañara mi boda, ¿no te parece?
–Si, me parece que hay mucha
gente que jamás tendría que abrir su bocota.
–Y ahí estaba yo, parada
frente a la puerta, junto con los entomólogos, y sus más de cien ejemplares de
mariposas, lista para entrar al Templo.
–No hay nada que alegre que unos coloridos gusanos con alas.
–Y fue todo cuestión de que se
abriera la pesada estructura de madera, para que, conforme a lo planeado, se
fueran encendiendo una a una las lámpara, las luces, y los faroles, consecutivamente,
hasta llegar al altar principal.
–Siempre es bueno obtener algo
de iluminación.
–Pero, por desgracia, tanta
luz produjo un corto circuito. En un segundo, y antes que yo pudiera dar un
solo paso, el Templo se quedó a oscuras.
–¡Culpa del gobierno!
–Pero, a pesar de lo ocurrido,
los idiotas de los entomólogos no tuvieron mejor idea que seguir con lo
planeado, soltando las mariposas.
–Las mariposas son libres.
–La gente, que ya estaba
convulsionada por el apagón, y que ignoraba que se fuera a soltar algo, entró
en pánico. Horrorizados, podían percibir sus aleteos y su contacto en la oscuridad.
Pero sin distinguir que sólo se trataba de unos pobres y bien intencionados
insectos, comenzaron un ataque feroz. Como si se tratara de una de las siete
plagas bíblicas, saltaban de sus lugares, corriendo por el Templo, confundidos,
en medio de alaridos de terror.
–No hay nada más temible que
una mariposa.
–Los entomólogos, al ver lo
que estaba ocurriendo, comenzaron a gritar, suplicando por la vida de sus
protegidas.
–Siempre pensé que dos horas
es mucho, cuando la vida se limita a algunas pocas más.
–Por fortuna, en la Iglesia
había un pequeño generador, que sirvió para traer algo de luz y calma.
–No para las mariposas.
–Así que, me sobrepuse, y
comencé a avanzar por el largo pasillo, asida del brazo de mi padre.
–Raro, porque tu padre no se
caracteriza por estar muy dispuesto a darle una mano a nadie, como no sea para
hundirlo.
–Y se inició la ceremonia. La
soprano, desde las alturas, entonó los primeros acordes del Ave María, mientras
el sonido del órgano permitía recuperar parte de la solemnidad perdida.
–No es bueno perder la
solemnidad, sobre todo si se trata de una boda perfecta.
–Pero en el preciso instante
en que el Cardenal iba a abrir la boca, la muy maldita de la cantante se
interrumpió, y comenzó a vociferar consignas a favor de la homosexualidad, de
la que resultó ser una feroz militante. Se necesitó la presencia de tres policías
de la calle, para desalojarla de allí arriba, adónde ahora permanecía
atrincherada. La acción de los oficiales fue rápida, pero un tanto exagerada,
provocando que uno de los camarógrafos consignados para documentar la boda, se
precipitara en el vacío. Por fortuna, abajo había un pesebre, olvidado allí
desde la última navidad. El pobre hombre cayó sobre el heno, salvando con eso
su vida... Terminó en brazos de San José, por cierto en una pose medio
equívoca, pero sin el menor daño.
–Un mensaje de Dios, sin duda.
–Después de eso, el Cardenal,
visiblemente ofuscado, se limitó a recitar algo ininteligible, mientras
repartía bendiciones a diestra y siniestra, tratando de terminar lo más rápido posible
con el trámite de mi boda perfecta. Cuando, a causa de los nervios, se le
cayeron los anillos al padrino, hubo que detenerlo para que no completara la
bendición sin ellos.
–Una bendición siempre es
buena, sobre todo si se está por el suelo.
–Por el suelo casi acabo yo,
con todo y vestido. Sucede que todo el plástico de la maldita alfombra la hacía
horriblemente resbalosa, y no había forma de no caer.
–Digamos que patinaste hasta
la salida.
–Justamente a la salida ya no
quedaban más manifestantes. Así que, uno a uno, los presentes aprovecharon para
saludar. Pero quizás debido al pegamento que el peinador tuvo que usar para el
retoque de la entrada, para mi horror, más de una señora terminó con una de mis
extensiones en la mano.
–Siempre es bueno dar algún
souvenir al final de la ceremonia.
–Luego se lanzaron las cien
palomas blancas...
–De seguro nadie ha usado
tantas...
–Ahora entiendo los motivos
para no hacerlo. Verás..., a pesar de ser primavera, el tiempo había cambiado.
Un viento fuerte envolvía el atrio. Así que, al salir, las palomas, incapaces
de encontrar su rumbo, comenzaron a volar en círculo sobre los invitados.
–Cien palomas son muchas
palomas.
–Demasiadas... ¿Recuerdas
aquella película que vimos?... ¡Los pájaros!... Bueno, ni remotamente fue tan
atemorizante como mi boda. Y no sólo eso. Quizás en venganza por el encierro al
que los había sometido, aquellos condenados plumíferos comenzaron a bombardear
a la concurrencia.
–Pues a mí me parece que los
pobres animales compartieron lo mejor que tenían dentro.
–Tuvimos que correr, para ir a
refugiarnos al lugar de la fiesta, apenas a media calle de allí. En la
confusión, pude sentir como el vestido de mi bisabuela era pisoteado por una
multitud.
–¡Es como vejar el cadáver de
la pobre dama!
–Por fin llegamos al lugar
indicado. Y yo, me conoces, no iba a permitir que un tonto Cardenal, y unas
palomas incontinentes, arruinaran mi boda de ensueño.
–Te conozco desde hace años. Sé
que no lo ibas a permitir.
–Así que me paré en la puerta
del salón, volví a acomodar mi arreglo, tomé bien fuerte mi ramo, y recorrí
lentamente el pasillo, mientras el aire se llenaba de olor a pólvora, y el
cielo explotaba de luces.
–No es bueno que el cielo
explote.
–Creo que no. Porque una de
las chispas terminó cayendo sobre el hermoso toldo blanco, que había sido
desplegado con el único objeto de protegerme de la lluvia que se aproximaba.
–Impermeable y combustible.
Mala combinación.
–De inmediato, y antes que la
cosa pasara a mayores, los dueños del lugar sacaron a relucir un extintor de
polvo, que terminó cubriendo de blanco los trajes de los caballeros.
–Un color primaveral.
–Yo corrí despavorida,
acarreando mi cola, o lo que quedaba de ella.
–Es sabio llevar la propia
cola, adonde quiera uno que vaya.
–Por fortuna pude evitar el
polvo.
–Muy afortunada.
–Pero nada me salvó del
baldazo de agua que arrojó un comensal espantado.
–No es bueno espantar a los
comensales. La gente con hambre suele ser muy inestable.
–El agua no me cayó de lleno.
Más bien, mojó una parte importante de mi espalda. Y quizás por la legia que
habían usado para el blanqueado, las costuras y el fino encaje comenzaron a
disolverse.
–De haber quedado desnuda,
entonces sí que tu boda hubiera sido inolvidable.
–Tuve que correr para ponerme
el vestido con los cinco kilos de cristales.
–¡Ahora entiendo la utilidad
de tantos vestidos!
–No pienso ofender tu
inteligencia con lo del vals. Imaginarás que, luego de tanta agua, y tanto
fuego, los parlantes nunca funcionaron.
–De todas formas, es una danza
pasada de moda.
–Nos sentamos a comer, y las
entradas resultaron maravillosas. Frescas, abundantes...
–No hay nada mejor que un
costoso cheff internacional, para alimentar a los hambrientos.
–Y todavía estábamos alabando
las bondades del primer plato, cuando llegó el segundo, como caído del cielo.
Una carne un tanto dura, pero de un sabor inigualable. Todos los presentes coincidieron
en que jamás habían probado algo semejante.
–No sólo de carne vive el
hombre.
–Claro que no. Después llegó
el postre. Una gran escultura hecha del más delicioso helado. Los árboles eran
de puro chocolate suizo. El pasto estaba formado de pistacchio. Las manzanas,
de fresas y frutos del bosque. Las palomas, de chocolate blanco. Claro que, después
de lo ocurrido en el atrio, no fue ese el gusto más deseado, ya que todos
guardaban un triste recuerdo, y un cierto rencor, que no invitaba a la gula.
–Lo imagino. Triste..., y
oloroso.
–El objetivo era que cada
comensal se acercara a la fuente, y seleccionara su gusto preferido de helado.
Y ya estaba yo allí, para iniciar la ceremonia, cuando un manchón rojo en el
chocolate llamó mi atención. Era como una jalea de fresa, pero de un cierto
espesor, queme tenía confundida. Como te imaginarás, lo primero que hice fue
probarla.
–Siempre te gustaron las
jaleas.
–Pero esta tenía un gusto...
diferente.
–No hay que despreciar la
originalidad.
–Entonces comenzamos a notar
un cierto movimiento nervioso entre los camareros, que luego fue seguido de un
susurro penetrante, para acabar en gritos histéricos.
–¿Tanto alboroto se debió a
que el postre se estaba derritiendo?
–¡Claro que se derritió! Y
embadurnó por completo a todos los presentes con su materia pringosa. Pero eso
no ocurrió hasta después de tres horas de haberlo dejado allí, olvidado.
–Debe ser difícil olvidar
semejante pieza de arte.
–¿Qué pretendías que
hiciéramos con él, luego de enterarnos de que estaba cubierto de sangre?
–Quizás un amigo de tu padre
lo hubiera podido aprovechar. Sé que suele reunirse con algunos que no tienen
objeción en chupar semejante efluvios.
–En cuestión de minutos la
policía acordonó el salón. Al principio nadie entendía nada. Y no fue hasta
pasadas dos horas, que nos enteramos que ambos cheff se habían trenzado en una batalla
campal a primera hora de la mañana, y que luego Rosignol, en un ataque de
furia, había terminado acuchillando a Bernardo Lima, para después pasarlo por
la picadora de carne que él mismo había traído. O, al menos, se sospecha que
eso fue lo que ocurrió, porque, cuando ya se estaba acabando la cena, al
limpiar, uno de los asistentes de Lima descubrió su calavera entre la basura.
–Al menos el pobre Bernardo
murió en su ley.
–De inmediato todos los
presentes comenzamos a sospechar de aquella carne tan deliciosa. Y muchos, yo incluida,
facilitamos la tarea de la policía, devolviendo lo comido, para que así se
pudiera procesar como evidencia.
–Una razón más para volverse
vegetariano.
–La policía se tomó su tiempo
para interrogar a cada uno de los presentes. El olor agrio del vómito era
insoportable, y, como ya te anticipé, el helado no tardó en derretirse,
ensuciando a todos. No era agradable permanecer allí.
–Más de uno habrá encontrado
una buena razón para comenzar una dieta.
–A las seis de la mañana
comencé a reflexionar. A recordar todo lo ocurrido. A preguntarme el motivo de
tanta obsesión por lograr una boda perfecta.
–Siempre fuiste un poco
obsesiva.
–Y entonces... supe, como si
se tratara de una revelación, que me había obsesionado tanto en hacer perfecta
mi boda, para poder olvidar que el novio no lo era. ¡No lo era en absoluto!
–No seas mala con él. Lo
conozco, y Benjamín me parece perfecto... Un perfecto idiota.
–Prestar atención a los
detalles, me ayudaba a ignorar la presencia de aquel extraño. Gastar su dinero
y el de mi padre, me daba una profunda satisfacción. Y es que, embarcada en
aquella locura, sólo me restaba actuar locamente.
–No seas modesta. Para actuar
como loca nunca has necesitado ayuda.
–A las nueve de la mañana, y
con el notario allí presente, firmé mi pedido de anulación matrimonial.
–Lo bueno, si breve...
–A las doce, cuando mi padre todavía
continuaba gritando, y mi ex amenazaba con una demanda, por fin me escapé...
–Ya veo... Una fugitiva... ¿No
habrás tenido algo que ver con la carne picada, no?
–Y ahí estaba yo, con estos
cinco kilos de piedras sobre mi piel, preguntándome por qué te había dejado
marchar.
–Los cristales suelen ser muy
pesados.
–Preguntándome cómo hubiera
sido mi boda, de ser tú el novio.
–De seguro no tan perfecta.
–Y entonces, como salido de mi
mente, estacionaste el auto, justo enfrente de mí.
–Me imaginé que para esa hora
el circo ya se habría acabado.
–Y me rescataste.
Peter entrecerró sus bellos
ojos verdes, sacudiendo sus pestañas largas.
–Peter: Por algo siempre fui
tu príncipe azul, La.
–Lali: Sí... Siempre lo
fuiste...
Lali perdió la mirada en el
rostro perfecto de su acompañante, y se dejó acariciar por su sonrisa dulce.
–Lali: ¿Quieres casarte
conmigo, Peter?
–Peter: Te advierto que sigo
siendo tan pobre como cuando te lo pedí yo, y te negaste.
–Lali: No me has contestado...
¿Quieres casarte conmigo?
–Peter: Depende... ¿cuántos
vestidos vas a usar en la boda?
La sonrisa de él sirvió para
iluminar la esperanza de la muchacha.
–Lali: Por ser tú, ninguno
–aseveró. Y, mientras lo hacía, Lali comenzó a desabrochar uno a uno los botones
de aquella pesada pieza de arte, y, una vez acabada la tarea, deslizó la tela
por su cuerpo joven. Sólo cubierta por su ropa interior, abrió la ventanilla, y,
para sorpresa de los paseantes, arrojó por ella su costoso vestido recamado.
Peter aceleró, separándose del
resto del tránsito. No quería demorarse. Su boda, tal cual la había soñado,
prometía, al fin, ser perfecta.
FIN
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Si! sé lo q están pensando! esta es "La Boda Perfecta" y la enterior era "La Vecina Perfecta" jaja ok no tengo creatividad con los nombres pero bueh!... :P
Espero que les guste el corto! :D yo me entretuve mucho cuando lo leí y quería que ustedes también lo leyeran! la autora es Clara Voghan una genia!!!
La nueva nove la subo en cuanto tenga el banner! (perdón pero mi creatividad esta defectuosa hoy) y si hoy no alcanzo mañana seguro!! ^-^
ABRAZOSSSSSSSS GIGANTESSSSSSSSSSSS!
y en un rato o mañana nos leemos! :D
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJJA AL PRINCIPIO DIJE CON QUIEN ESTA HABLANDO ESTA, PORQE ME IMAGINE QE ERA CON UNA AMIGA PERO CUANDO ME DI CUENTA QE ERA PETER ME RE TENTE! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJ BUENISIMO MUCHAS GRACIAS POR SUBIRLO DANI, ME RE ENCANTOOO!!! @LuciaVega14
ResponderEliminarJajajaja Dios unas ganas de matarla a Lali,re pesada, insoportable, tipica rica creida que gasta el dinero de su papi! Pero me ENCANTO el final :D jajaja
ResponderEliminarMuy bueno!
Espero la proxima nove!
un beso
@amorxca
Si Peter hubiera sido el novio desde el principio esta si hubiera sido la boda perfecta jajajajajajaja gracias por subir
ResponderEliminarHahaha me encanto fue muy divertido jajajaj se be genial ....la anterior también estuvo muy buena
ResponderEliminarAcabe de terminarla ;) SOS
Una GENIA
que bueno qe acabo con peter :)
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
ResponderEliminarSe comieron al cocinero O_o????
ResponderEliminarMe encanto!!!! Tanto para terminar en ropa interior con el amor de su vida je! Genial!
ResponderEliminarAl principio estaba como desconcertada!despues me causó mucha gracia y me encanto el final!
ResponderEliminarAai estuvo muy bueeno!!
ResponderEliminarBesito :)
Arii
@AriadnaAyelen
jajajajajajaajajaajaja ES GENIAL!
ResponderEliminarY yo creía que era peter con quien ella hablaba, estaba cierta...jaja
Jajaja eres genial me encantó de verdad jajaja LALITER 4ever <3
ResponderEliminarTe juro que me imaginaba que estaba hablando con una amiga..no sé euge quizás y al final resultó ser Peter jajaja y que bien que Lali hizo gastar toda la plata del mono para nada jaja amé el corto! Y ya estoy esperando el argumento de la nueva nove :) @flordemariia
ResponderEliminaresta buenisimooooo!!! me dieron unas de vomitar cuando lei q se comieron al cocinero!!! jajajaja me encanto q se quedo peter!!
ResponderEliminar@Marines_coronel
Me reir mucho!!
ResponderEliminarprimero q nada
ResponderEliminarestuve a full estos ultimos dias, que ni en casa estaba para leer la nove anterior
desde ya te digo q fue genial el final, se me llenaron de lagrimas los ojos con lo q peter le dijo
y me declaro fan de tus noves, son una droga para mi
y en cuanto a este corto me encanto me entretuve leyendolo y queria ya llegar al final para saber q paso
muy bueno
me voy yendo, buen finde largoooo
ajajajjajaja nooooooooooooo me encanto ajajaj rererrere largo y geniaol y el final fhbhdsfvud lo ameeeen
ResponderEliminarESQE ME ENCANTOO!! Esqe pense qe era a una amiga a quien le contaba, despues a una nieta y despues... ERA PETER!! Me encanto!! ENCERIO !! Jajajja :DD
ResponderEliminarpues a mi me encanto de veras increible y es verdad la gente se obsesiona con los casamientos
ResponderEliminarNAAAA jaja me mori de risa creo que nunca me voy a casar jaja ame el final! tan lindo pit es como si supiera lo que hiba a pasar y llegara a recascatarla! ponla para descargar porfi!
ResponderEliminarJajajaja genial
ResponderEliminarjajajajaj esta genial me imagine ke hablaba con mery,PERO NO CON CON PETER sube pronto otra nove porfi¡¡¡ :))
ResponderEliminarJajajajajajajajajajajajaja,me encantaron las réplicas d su interlocutor ,jajajajajajajajajaja,no falló ni una.El final perfecto,jajajajaja.
ResponderEliminarJajajajajaja genial! Al principio me pareció una locura pero luego me causó mucha gracia!
ResponderEliminarAppreciate this post. Let me try it out.
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