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miércoles, 23 de mayo de 2012

Capítulo 39



-Peter: ¿Qué creías que quería decir cuando te dije que te amaba? ¿Pensabas que tendrían maldita importancia tus cicatrices? -Atónita por su reacción, Lali respondió con un sencillo cabeceo- Por Dios -la sangre se elevó más en su rostro- Si la situación fuera al revés, y yo fuera el que hubiera estado herido ¿Me habrías dejado?

-Lali: ¡No!

-Peter: Entonces ¿por qué esperas algo menos de mí? -El explosivo estallido hizo que se encogiera hacia atrás en la silla. Lanzani se inclinó hacia delante, siguiéndola, su furia ahora bordeada por la angustia- Maldita sea, Lali -Tomó su rostro entre sus manos temblorosas, sus dedos largos acunando las mejillas de ella, sus ojos líquidos y brillantes- Eres mi otra mitad -dijo roncamente- ¿Cómo puedes pensar que no te querría? Nos has hecho atravesar un infierno sin necesidad.

Claramente, él no entendía el origen de su temor. Asiéndole las anchas, duras muñecas, Lali las apretó tensamente, su garganta aclarándose. Lanzani la miró con preocupación ardiente y enfadada.

-Peter: ¿Qué ocurre? -Él dejó una mano en un lado de su rostro, mientras usaba la otra en alisar el pelo detrás de su frente.

-Lali: Una cosa era hacerme el amor cuando no sabías lo de mis piernas, pero ahora que lo sabes… lo encontrarás difícil, quizás incluso imposible -Los ojos de Lanzani brillaron de un modo que la alarmó.

-Peter: ¿Dudas de mi capacidad para hacerte el amor? -Apresuradamente Lali tiró del vestido para cubrir de nuevo sus piernas, infinitamente aliviada cuando estuvieron cubiertas de nuevo.

-Lali: Mis piernas son horribles, Lanzani -Él articuló una maldición que la pasmó por su suciedad, y le agarró la cabeza entre sus manos, forzándole a mirarlo. Su voz era salvaje.

-Peter: Durante años he estado en constante tormento, queriéndote en mis brazos y creyendo que nunca sería posible. Te quiero por un millar de razones que no sean tus piernas, y… no, maldición, te quiero por ninguna razón en absoluto, ninguna otra que el hecho de que seas tú. Quiero hundirme profundamente en tu interior y quedarme ahí durante horas, días, semanas. Quiero amanecer, y estar al mediodía, y por la noche contigo. Quiero tus lágrimas, tus sonrisas, tus besos, el olor de tu pelo, el sabor de tu piel, el toque de tu aliento en mi rostro. Quiero verte en la hora final de mi vida, para yacer en tus brazos mientras tomo mi último aliento.

Sacudió su cabeza, mirándola como un hombre condenado que contempla el rostro de su verdugo.

-Peter: Lali -susurró él- ¿sabes qué es el infierno?

-Lali: Sí -sus ojos se desbordaron- Intentar existir con tu corazón viviendo en algún lugar fuera de tu cuerpo.

-Peter: No. Es saber que tienes tan poca fe en mi amor, que me habrías condenado a una agonía de por vida -su rostro se contorsionó repentinamente- A algo peor que la muerte.

-Lali: Lo siento -su voz se quebró- Lanzani…

-Peter: Sentirlo no es suficiente -Él presionó su rostro húmedo en el suyo, su boca frotando sus mejillas y su barbilla en besos fervientes y medio bruscos, como si quisiera devorarla- Ni mucho menos suficiente. Dices que tendrías que vivir sin tu corazón, ¿cómo sería si perdieras el alma también? Me he maldecido cada día que he tenido que vivir sin ti, y cada noche que he pasado con otra mujer, deseando que fueras tú la que estaba en mis brazos…. Deseando -continuó fieramente él- de alguna forma poder detener que tus recuerdos me devoraran poco a poco hasta que no quedara nada en mi interior. No encontré paz en ningún sitio, ni siquiera en el sueño -se le quebró la voz y la asaltó con besos estremecidos y hambrientos. El sabor de las lágrimas de él, de su boca, hizo a Lali desorientarse y llenarse de calor, su cabeza dando vueltas por las ráfagas de placer. Lanzani parecía poseído por una pasión que limitaba con la violencia, sus pulmones rotos por la pesada respiración, sus manos apretándola con una fuerza que amenazaba con dejar magulladuras sobre su tierna carne.

-Peter: Dios mío -dijo él con la vehemencia de un hombre a quien le han ocurrido por completo demasiadas cosas- En los pocos días pasados he sufrido los tormentos de los condenados, y ya es suficiente.

De repente, Lali se sintió arrancada de la silla y levantada contra su pecho como si no pesara nada.

-Lali: ¿Qué haces? -jadeó.

-Peter: Llevarte a la cama.

-Lali: Quiero que hablemos primero.

-Peter: Estoy cansado de hablar -Ella no podía evitarlo. Esos hábitos de privacidad y aislamiento habían sido establecidos durante muchos años. Y el conocimiento de que él no le permitiría ninguna retirada, ningún refugio, hizo que su corazón golpeara violentamente cuando Lanzani la trasladó a la siguiente habitación con zancadas decididas.

Alcanzando la cama, la bajó sobre sus pies, y se inclinó sobre la cama para retirar el cubrecama de brocado. Cuando Lali miró la suave extensión de lino blanco recién lavado, su estómago dio un vuelco.

Lanzani tomó los botones de su vestido, sus dedos moviéndose a lo largo de la abertura frontal para desabrochar su corpiño. Después de dejar que el vestido aflojado cayera al suelo, Lanzani tomó la camisa de Lali y tiró de ella por encima de su cabeza. Pequeños escalofríos corrieron sobre su piel cuando se quedó de pie desnuda y temblando ante él. Le llevó toda su fuerza de voluntad evitar cubrirse, para esconder las partes disparejas de su cuerpo.

Lanzani rozó el dorso de sus dedos contra el desnivel de sus pechos, deslizándolos hacia abajo, a su estremecido y tenso diafragma. Masajeó la fría piel, luego, deslizó sus brazos alrededor de ella con extremo cuidado, susurrándole algo suave e indescifrable en su pelo desarreglado. Ella se agarró de las solapas de su chaqueta, descansando el rostro contra la parte delantera de su camisa. Fue infinitamente tierno mientras tiraba de las horquillas de su pelo, dejándolas caer en el piso alfombrado. Pronto, los largos mechones de su pelo colgaron libres y sueltos, cosquilleando su espalda con pesada sedosidad.

Deslizando su mano bajo la mandíbula de ella, Lanzani le levantó el rostro y amoldó sus labios a los suyos en un beso largo e incendiario que le hizo fallar a sus rodillas. Estaba firmemente atrapada contra su cuerpo, las puntas de sus pechos suavemente erosionadas por el paño de su abrigo. Sus labios se separaron desamparados bajo los de él, y Lanzani exigió más, creando un sello de humedad y calor y succión erótica mientras conducía la lengua dentro de las cálidas profundidades de su boca.

Su mano bajó posesivamente por la espalda de ella y sobre la hinchazón de sus nalgas, encontrando el punto vulnerable justo debajo de su espina dorsal, la acercó más a su parte frontal hasta que ella sintió la gruesa forma de su erección formando un firme montículo tras los pantalones. Embistió contra ella deliberadamente, como para demostrar la abrasadora avidez de su carne por unirse a la suya. Ella dio un pequeño sollozo contra su boca. No permitiéndole pensar, Lanzani se colocó entre sus muslos, mientras una de sus piernas le separaba las suyas expertamente. La mantuvo seguramente cerrada contra su cuerpo, mientras sus dedos separaban su intimidad acariciando, extendiendo la suavidad secreta para dejarla vulnerable.

Suspendida sobre su mano, Lali arqueó la espalda; de inmediato, él deslizó dos dedos en su interior más, demandaba su cuerpo, ondulando para tomarlo más profundamente. Vio a Lanzani todo sobre ella, contra ella, dentro de ella, llenando cada espacio. Más de él, y más, sin dejar ni una mínima porción de cruel distancia entre ellos. Lanzani ajustó el cuerpo de ella hasta que el filo de sus puños se acomodó contra la abertura entre sus muslos, suministrándole una fricción deliciosa que correspondía perfectamente con el lento embate de sus dedos. La impulsó contra sí mismo, deslizándola repetidamente contra el montículo duro como una roca de sus caderas, acariciándola dentro y fuera en un movimiento perezoso pero firme. Aplanó su mejilla contra su pelo, y frotó sus labios contra los oscuros filamentos hasta que alcanzó las raíces empapadas de sudor. Lali sintió su cuerpo tensarse, palpitar, el placer intensificándose hasta que ella casi alcanzó el brillante punto de liberación. La boca de él tomó la suya de nuevo, su lengua penetrándola gentilmente, la besó con el alma y la llenó con doloroso gozo.

Para su frustración, Lanzani levantó la boca de la suya y retiró los dedos justo cuando la sensación se elevaba comenzando a culminar la cresta.

-Peter: Todavía no -susurró él, mientras ella temblaba ferozmente.

-Lali: Te necesito -dijo ella apenas capaz de hablar. Sus dedos húmedos recorrieron la tensa línea de su garganta.

-Peter: Sí, lo sé. Y cuando finalmente te deje salir de esta cama, vas a comprender con exactitud cuanto te necesito yo a ti. Vas a saber todas las formas en que te quiero y vas a pertenecer a mí por completo.

Lanzani la levantó y la tendió sobre la cama, poniéndola sobre las planchadas sábanas de lino. Todavía totalmente vestido, se apoyó sobre su cuerpo desnudo. Su oscura cabeza bajó, y ella sintió sus labios tocarle la rodilla.

Era el último lugar sobre el que ella quería sentir su boca, contra la más horrible de sus cicatrices. Quedándose helada, Lali protestó en intentó rodar lejos de él. Lanzani la atrapó con facilidad. La clavó a la colcha, mientras su boca correteaba de regreso a su rodilla.

-Lali: No tienes que hacer eso -dijo encogiéndose- Sería mejor que no lo hicieras, de verdad, no hay necesidad de demostrar…

-Peter: Shh… -le dijo tiernamente, continuando besando sus piernas, aceptando las cicatrices cuando ella nunca había sido capaz de hacerlo por sí misma. La tocó en todas partes, sus manos mimando y acariciando- Está bien -murmuró él, alzándose para frotar su tenso estómago en círculos tranquilizadores- Te quiero. Toda tú.

Su pulgar recorrió el pequeño círculo de su ombligo, y mordisqueó la delicada piel del interior de su muslo. Gimiendo, ella separó las piernas, él deslizó tres dedos dentro de ella, los duros bultos de sus nudillos zambulléndose en el resbaladizo canal. Ella no podía pensar, no podía moverse, su cuerpo inmerso en el placer. Su boca tiro de ella, mientras sus dedos entrelazados se retorcían y embestían hasta que ella gritó agudamente, convulsionándose en éxtasis.

Mientras ella yacía jadeando en la cama, Lanzani se levantó y se libró del abrigo, su mirada atrapada en su forma yaciente. Se desvistió delante de ella, dejando caer su camisa para revelar un torso musculado. La gran forma de su cuerpo estaba hecha claramente más para el poder que para la elegancia. Aunque había alguna gracia innata en las largas líneas de los músculos y nervios, y en la pesada amplitud de sus hombros. Era un hombre de los que hacían a una mujer sentirse segura y al mismo tiempo, deliciosamente a su merced.

Uniéndosele en la cama, Lanzani deslizó una mano grande tras su cuello y se puso sobre ella, abriéndole las piernas. Lali retuvo el aliento cuando absorbió la sensación de su cuerpo desnudo presionándola a todo lo largo, la fabulosa amplitud de su pecho, y los sitios donde la piel satén se estiraba sobre los abultados músculos. Maravillada ella levantó mano hasta el costado de su rostro, acariciando la recién afeitada superficie de su mejilla.

-Lali: Lanzani, nunca me atrevía a soñar con esto -Sus gruesas pestañas bajaron, y él hizo presión con la frente en la de ella.

-Peter: Yo sí -dijo ásperamente- durante miles de noches he soñado en hacerte el amor. Ningún hombre sobre la tierra ha odiado tanto el amanecer como yo -Se inclinó para besar sus labios, su garganta, los rosados extremos de sus pechos. Tirando de ella ligeramente, acarició su pezón con la lengua, y cuando ella se estremeció en respuesta, descendió para guiarse dentro de ella. Entró en ella, llenándola hasta que encajaron cadera con cadera. Ambos jadearon en el momento de la unión, la dura carne inmersa en la suavidad, en la profunda, insoportable fusión de sus cuerpos.

Lali dibujó con sus manos la flexible espalda de Lanzani, mientras él deslizaba las manos bajo su trasero, tirando de ella esmeradamente contra sus placenteras embestidas.

-Peter: Jamás dudes de mi amor -le dijo entrecortadamente. Ella se estremecía ávidamente con cada estocada húmeda y dura, y susurró obedientemente a través de sus labios hinchados por los besos.

-Lali: Nunca -Los rasgos de Lanzani brillaron con una mezcla de emoción y esfuerzo.

-Peter: Nada en mi vida se ha podido comparar nunca con lo que siento por ti. Tú eres todo lo que quiero, lo que necesito y eso nunca cambiará -Gruñó roncamente cuando el comienzo de la corriente de alivio comenzó.

-Lali: Lo sé -susurró- Te amo.

El último placer se extendió en oleadas a través de ella una vez más, silenciándola con su poder y agudeza, haciendo que su carne se pegara a la de él con pulsante calor. Después, Lali fue apenas consciente de que Lanzani usó tiernamente una esquina de la sábana para limpiar la capa de sudor y lágrimas de su rostro. Acunada contra su hombro desnudo, cerró los ojos. Estaba repleta, y exhausta, repleta de un alivio masivo.

-Lali: Estoy tan cansada.

-Peter: Duerme, mi amor -susurró él, alisando su largo pelo, levantando los húmedos bucles para apartarlos de la nuca- Estaré aquí para velarte.

-Lali: Duerme tú también -dijo ella soñolienta, su mano avanzando a rastras por su pecho.

-Peter: No -sonrió y puso un suave beso en su sien. Su voz era ronca por el asombro- No cuando estar despierto es mejor que lo puedo encontrar en el sueño.

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Eran las últimas horas de la tarde cuando Pablo volvió a sus habitaciones en el Rutledge. Estaba cansado, con el rostro grisáceo e irritable, deseando tan desesperadamente una bebida, que apenas podía ver delante. En su lugar, había bebido suficiente café para mantener a flote una barcaza de madera. Había fumado demasiado, hasta que el olor de un cigarro había comenzado a hacerle sentir mareado. Era una experiencia nueva, ese emparejamiento de sobre estimulación y agotamiento. Considerando la alternativa, sin embargo, suponía que era mejor acostumbrarse al sentimiento.

Entrando en la residencia, Pablo fue recibido inmediatamente por su ayuda de cámara, que tenía algunas noticias bastante sorprendentes que impartirle.

- Parece que el Señor Lanzani no ha partido para Nueva York como estaba organizado. Ha venido aquí, de hecho. Acompañado por una mujer -Pablo lo miró con el rostro en blanco. Consideró la información durante un largo momento, frunció el ceño interrogativamente y se frotó la mandíbula.

-Pablo: Me arriesgaría a preguntar ¿era la Srta. Espósito? -El ayudante asintió de inmediato- Que me condenen -dijo Pablo suavemente, su mal humor suavizado por una lenta sonrisa- ¿Están todavía aquí?

- Sí, señor Martínez -La sonrisa de Pablo se ensanchó en una mueca cuando especuló sobre el inesperado giro de los acontecimientos.

-Pablo: Así que finalmente consiguió lo que quería -murmuró- Bien, todo lo que puedo decir es, que será mejor que Lanzani ponga su trasero de vuelta a Nueva York pronto. Alguien tiene que construir la maldita fundición.

- Sí, señor -Preguntándose durante cuánto tiempo iba a hacer uso Lanzani de sus habitaciones, Pablo se encaminó al dormitorio y se paró ante la puerta, observando que no se oía ningún ruido dentro. Justo cuando se volvía para irse, escuchó una llamada.

- ¿Pablo? -Cautelosamente, Pablo abrió la puerta con un crack y zambulló su cabeza en el interior. Vio a Lanzani apoyado sobre su codo. Poco era visible de Lali, salvo por unos pocos mechones de pelo castaño que se plegaban sobre el borde de la colcha. Estaba acurrucada en la curva de su brazo, durmiendo sonoramente mientras Lanzani subía protectoramente la ropa de cama sobre su hombro desnudo.

-Pablo: Perdiste tu barco, ¿no? - preguntó suavemente.

-Peter: Tuve que hacerlo -replicó con una sonrisa- Resulta que iba a dejar algo importante atrás.

Pablo miró a su amigo intensamente, golpeado por la diferencia que encontraba en él. Lanzani parecía más joven y feliz de lo Pablo lo había visto nunca. Despreocupado, de hecho, con una sonrisa relajado en los labios, y un mechón de pelo cayendo sobre su frente. Cuando Lali se removió contra él, su sueño perturbado por el sonido de sus voces, Lanzani se agachó para apaciguarla con un suave murmullo.

En el pasado Pablo había visto a Lanzani con mujeres en circunstancias mucho más comprometedoras que éstas. Pero por alguna razón, la brillante, indefensa ternura de la expresión de Lanzani parecía inexplicablemente íntima, y Pablo sintió un calor poco familiar subiendo por su rostro.

-Pablo: Bien -dijo llanamente- como te has servido tú mismo en el uso de mis habitaciones, me parece que tendré que buscar otro acomodo para la noche. Por supuesto, no me lo pensaría dos veces en echarte, pero por Lali, haré una excepción.

-Peter: Vete a Marsden Terrace -sugirió con un súbito brillo de travesura en sus ojos- Su mirada regresó compulsivamente al rostro dormido de Lali, como si encontrar imposible dejar de mirarla más de pocos segundos- Gastón está allí sólo, puede que dé la bienvenida a la compañía.

-Pablo: Oh, espléndido, -replicó agriamente- él y yo podemos mantener una extensa conversación de por qué debería mantenerme condenadamente lejos de su hermana más pequeña. No es que importe, puesto que Cande se habrá olvidado de todo lo mío en seis meses.

-Peter: Lo dudo -dijo e hizo una mueca- No abandones la esperanza. Nada es imposible. Dios sabe que yo soy prueba de ello.

Continuará…

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siiii teminamosss la nove!!! gracias por firmar y leer! 
espero que les haya gustado la nove y YA LES SUBO EL EPíLOGO!!!! ^-^

17 comentarios:

  1. wooooow como me tu novee fue demasiado buenaaa :D
    por momentos odie tanto la actitud de peter y tambien la de lali =/
    y ame este final tan lindo ya quiero ver el epiloo eso si :D

    subiras otra nove?? de que se trata?? o por un tiempo ya no subiras??

    saludos :)

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  2. mas tierno peter: "no pierdas la esperanza"

    me encato el capi y esi toda la nove
    plissss sube el epilogo no puedo esperar mas para leerlo....

    saludos
    carmen
    =)

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  3. oo dios mio que lindo lo amo a peter no puedo decir mas

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  4. epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo

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  5. noooooo! odio que las novelas se terminen!!

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  6. WI ME ENCANTOOOOOOOOOO
    VIVA EL AMOOOOOOOOOOOR

    SI ME EMOCIONE JAJAA

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  7. me encanto la nove de principio a fin me tubo atrapada... espero q subas el epilogo...
    Besos q estes bien...!!!! ☺

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  8. sube el epilogo sino no podre dormir en paz jajaja
    me encanto la nove
    espero el epilogo
    besos
    angie

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  9. SUBE MAS NOVEEEEEEEEE

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  10. Vivu ( @Lina _AR12)23 de mayo de 2012, 22:52

    Buenísima!Me encantó!

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  11. es muuuuuuuy linda la nove , la verdad que se pasaron de lo buena que esta ( de donde sacas las noves??

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  12. Me encanta :) ¿por que los caps lindos duran tan poco?

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  13. sube el epilogoooo! no nos hagas sufrir mas!

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  14. Que novela perfecta! Y yo sabia que peter besaría las piernas de Lali, primero pq es un tierno y segundo pq la ama :)

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  15. LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ ME ENCANTO ESTA NOVELA TE JURO QUE ESTUV BUENISIMA ♥ ME MORI DE AMOORR CON TODO LO QUE PETER DIJO ALLPRINCIPIO ♥ EL NUDO ♥ EL DESCENLACCE ♥ EL TODO ♥ JAJAJAJA SE NOTA¡¿?! YA LA DESCARGUE Y MUCHAS MUCHAS GRACIAS POR ESTA NOVE!! ESTUBO BUENISIMA YA LEO EL EPILOGO ME MUERO PO R SABER QE PASO :) ♥

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