Capítulo 19

Estoy enamorada.

Yo, Lali Espósito, estoy completa y totalmente enamorada.

Por primera vez en mi vida. He pasado toda la noche con Peter en la Mansión Panther. Me he despertado en sus brazos. Hemos hecho el amor unas noventa y cinco veces y ha sido... perfecto.

Pero no sólo se trata de sexo. Ha sido todo: que tuviera una taza de té preparada cuando me he despertado; la forma en que ha encendido su portátil para que pudiese mirar los horóscopos de Internet; que me ayudara a elegir el mejor...

Sabe todos los detalles de mi vida, los que me abochornan e intento ocultar a cualquier hombre tanto tiempo como pueda, y, a pesar de todo, me quiere. Bueno, no me ha dicho eso exactamente, pero sí algo incluso mejor. Todavía sigo dándole vueltas. Estábamos en la cama esta mañana mirando el techo cuando, de pronto, casi sin querer, le he preguntado:

-Lali: ¿Cómo es que te acordabas de que Paula no me aceptó para hacer prácticas en su empresa?

-Peter: ¿Qué?

-Lali: Que cómo recordabas lo de mi prima. Y no sólo eso, sino todas y cada una de las cosas que te solté en el avión sobre mi trabajo, mi familia, Pablo... Todo. No lo entiendo.

-Peter: ¿El qué?

-Lali: Que alguien como vos pueda estar interesado en mi estúpida y monótona vida —he confesado con las mejillas coloradas por la vergüenza.

Me ha observado en silencio un momento.

-Peter: Tu vida no es así.

-Lali: Sí.

-Peter: No, no lo es.

-Lali: Pues claro que sí. Nunca hago nada apasionante ni muy inteligente, no tengo mi propia empresa ni he inventado nada...

-Peter: ¿Quieres saber por qué se me han quedado grabados todos tus secretos? La, en cuanto empezaste a hablar en aquel vuelo, me cautivaste.

Lo he mirado, sin acabar de creérmelo.

-Lali: ¿Sí? ¿Yo?

-Peter: Sí, vos —ha dicho dulcemente, y me ha besado.

¡Cautivado!

Peter Lanzani fascinado por mi vida, por mí.

Y el caso es que si no le hubiera contado todas esas cosas, no estaríamos aquí. No nos habríamos conocido. Ha sido el destino. Él se encargó de que montara en aquel avión, me sentara en clase preferente y revelase todas mis intimidades.

Cuando llego a casa estoy rebosante de felicidad. Se me ha encendido una bombilla. De pronto, la vida tiene sentido. Belén está equivocada. Los hombres y las mujeres no son enemigos, sino almas gemelas. Y si fueran sinceros desde el primer momento, lo comprobarían. Eso de mostrarse misteriosa y distante es una tontería.

Me siento inspirada, creo que voy a escribir un libro sobre relaciones. Lo titularé No temas compartir y con él demostraré que si los hombres y las mujeres confiaran unos en otros, habría más comunicación entre ellos, se comprenderían y no tendrían que fingir nunca más por nada. También podría aplicarse a las familias. Y a la política. Quizá si los líderes mundiales se contaran algún secreto, no habría más guerras. Creo que realmente voy por el buen camino.

Subo las escaleras flotando y entro en casa.

-Lali: ¡Cande, estoy enamorada!

No obtengo respuesta y me siento un poco decepcionada. Tengo ganas de hablar con alguien. Quiero comunicar mi fabulosa teoría sobre la vida y… Oigo como porrazos en su habitación y me quedo en el recibidor, paralizada. ¡Dios mío! Los misteriosos ruidos otra vez. Otro golpe, otros dos más. ¿Qué demonios...? Entonces, junto al sofá, veo un maletín de cuero negro. Es de Jean-Paul. Está con ella. Ahora mismo. Doy unos pasos y miro la puerta, intrigada.

¿Qué estarán haciendo? No me creo la historia de que se dedican a tener sexo. ¿Pero qué otra cosa puede ser? ¿Qué...?

Muy bien, un momento. No es de mi incumbencia. Si Cande no quiere contármelo, está en su derecho. Sintiéndome adulta, voy a la cocina a prepararme un café. Cuando estoy en ello, me paro. ¿Por qué no querrá decírmelo? ¿Por qué tiene secretos para mí? Somos amigas. Creo que fue ella quien dijo que no deberíamos ocultarnos nada. Me pica la curiosidad. Es insoportable. Y quizá ésta sea la única oportunidad de averiguar la verdad. Pero ¿cómo? No puedo irrumpir en su cuarto sin más.

De repente se me ocurre algo. Supongamos que entro en casa tranquilamente, como siempre, voy directa a su habitación y abro la puerta. Nadie podría culparme de nada por algo así. Sería una equivocación genuina.

Salgo de la cocina, escucho con atención y regreso de puntillas al recibidor.

Vuelvo a empezar. Acabo de llegar.

-Lali: ¡Hola, Cande! —exclamo con una cierta timidez, como si me estuviera enfocando una cámara—. Vaya, ¿dónde estará? Voy a mirar en su cuarto.

Recorro el pasillo intentando caminar con naturalidad, llego a su puerta y llamo quedamente.

No hay respuesta. Los ruidos han cesado y miro la madera con cierto temor.

¿Me atreveré?

Sí, tengo que saber lo que están haciendo.

Giro el pomo, abro y doy un grito de puro terror.

La imagen es de lo más inesperada. No la entiendo. Cande está desnuda y él, también. Están enredados en la posición más insólita que jamás... Cande tiene las piernas hacia arriba, él le rodea el cuerpo con las suyas, y los dos están colorados y jadean.

-Lali: ¡Uy!, perdón. Lo... siento —tartamudeo.

-Cande: ¡Espera! —dice cuando echo a correr hacia mi habitación.

Cierro la puerta y me dejo caer en la cama.

Me había dicho la verdad. Estaban haciéndolo. Pero ¿qué tipo de extraña y retorcida postura era ésa? ¡Virgen santa! Jamás se me habría ocurrido...

Siento una mano en el hombro y vuelvo a gritar.

-Cande: Tranquila, Lali. Soy yo, Jean-Paul se ha ido.

-Lali: Lo lamento, Cande —farfullo mirando al suelo—. No pretendía... No debería... Tu vida sexual es cosa tuya.

-Cande: No estábamos echando un polvo, tonta.

-Lali: Sí que lo hacían. Estaban desnudos.

-Cande: Lali, estábamos vestidos. Mírame.

-Lali: No, no quiero.

-Cande: ¡Que me mires!

Atemorizada, levanto la cabeza y lentamente voy enfocando su figura.

Ah, ya veo. Lleva unas mallas de color carne.

-Lali: ¿Y entonces qué estaban haciendo? —le pregunto casi de forma acusatoria—. ¿Y por qué llevas puesto eso?

-Cande: Estábamos bailando —confiesa un tanto avergonzada.

-Lali: ¡¿Qué?! —exclamo.

-Cande: Bailábamos.

-Lali: Pero ¿por qué?

Esto no tiene sentido. Cande y un tipo francés que se llama Jean-Paul, danzando en su habitación. Me siento como si hubiera aterrizado en medio de un extraño sueño.

-Cande: Me he apuntado a un grupo.

-Lali: ¡Dios mío! ¿No será alguna secta?

-Cande: No, es simplemente... —Se muerde el labio—. Nos hemos juntado unos cuantos abogados y hemos formado un... grupo de danza.

¿Qué?

Durante un momento no puedo hablar. Ahora que se me ha pasado el susto, tengo la horrible sensación de que en cualquier momento me voy a echar a reír. Me imagino a un montón de corpulentos picapleitos brincando con peluca y no puedo remediarlo: suelto una sonora carcajada.

-Cande: ¿Ves?, por eso no te lo dije. Sabía que te reirías.

-Lali: Lo siento, no quería hacerlo. Me parece fantástico —le aseguro entre risas histéricas— Lo que pasa es que, no sé, la idea de unos abogados bailarines...

-Cande: No todos son letrados —replica a la defensiva— Un par trabaja en un banco mercantil, también hay un juez... ¡Para ya!

-Lali: Perdona.

Inspiro profundamente y me esfuerzo en cerrar la boca, pero me cuesta dejar de ver a unos banqueros vestidos con tutú y con maletines en la mano, bailando El lago de los cisnes, y a un juez saltando por el escenario con ropa vaporosa.

-Cande: No es gracioso. Sólo somos profesionales con ideas afines que quieren expresarse por medio de la danza. ¿Qué hay de malo en ello?

-Lali: Lo lamento —vuelvo a disculparme, secándome los ojos y recobrando el control sobre mí misma— Es genial. ¿Van a hacer alguna actuación?

-Cande: Dentro de tres semanas. Por eso hemos estado practicando.

-Lali: ¿Tan poco tiempo? ¿Y no pensabas decírmelo o qué?

-Cande: No acababa de decidirme —reconoce arrastrando una zapatilla de ballet por el suelo—. Me daba vergüenza.

-Lali: Pues que no te dé. Siento mucho haberme reído. Es una idea estupenda. Iré a verte. Me sentaré en primera fila y...

-Cande: Me distraerás.

-Lali: Entonces me pondré en el medio, o al fondo. No tenía ni idea de que supieras bailar.

-Cande: Y no sé, soy muy mala. Sólo lo hacemos para divertirnos. ¿Quieres un café?

Cuando la sigo hasta la cocina, me mira levantando una ceja.

-Cande: Me parece de lo más caradura que me acuses a mí de estar haciéndolo. ¿Dónde estuviste anoche?

-Lali: Con Peter —confieso con sonrisa soñadora— Haciendo el amor, sin parar.

-Cande: Lo sabía.

-Lali: Cande, estoy completamente enamorada.

-Cande: ¿Estás segura? No olvides que acabas de conocerlo.

-Lali: Eso no importa. Somos almas gemelas. No necesito fingir delante de él ni intentar ser alguien que no soy. Y el sexo con él es una maravilla. Tiene todo lo que no tenía con Pablo. Todo. Y Peter se interesa por mí. Me hace preguntas sin cesar y parece fascinado por las respuestas. —Abro los brazos con sonrisa dichosa y me dejo caer en una silla—. ¿Sabes? Toda mi vida he tenido la sensación de que algún día me ocurriría algo extraordinario. Siempre lo he sabido, muy dentro de mí. Y ahora ha sucedido.

-Cande: ¿Y dónde está Peter ahora? —pregunta mientras prepara el café.

-Lali: Se ha ido unos días. Tiene que discutir un nuevo proyecto con su equipo creativo.

-Cande: ¿Cuál?

-Lali: Ni idea. No me lo ha dicho. Serán unas sesiones muy intensas, así que no creo que pueda llamarme, pero me enviará correos electrónicos todos los días.

-Cande: ¿Una galleta? —ofrece abriendo la lata.

-Lali: Sí, gracias. —Cojo una y doy un mordisco, pensativa—. Tengo una nueva teoría sobre las relaciones. Es de lo más sencilla. La gente debería ser más sincera y contarse las cosas. Los hombres y las mujeres, las familias, los líderes mundiales...

-Cande: Humm. —me mira intensamente unos segundos—. ¿Te ha explicado por qué tuvo que irse a toda prisa la otra noche?

-Lali: No, pero eso es cosa suya —aseguro un poco sorprendida.

-Cande: ¿Te ha contado qué eran todas las llamadas de vuestra primera cita?

-Lali: Pues no.

-Cande: ¿Te ha dicho algo sobre él mismo, aparte de lo esencial?

-Lali: Un montón de cosas. ¿Qué te pasa?

-Cande: A mí nada. Sólo me pregunto si serás tú la única que revela sus pensamientos.

-Lali: ¿Qué?

-Cande: Peter comparte algo contigo o sólo lo haces tú?

-Lali: Lo hacemos los dos —afirmo apartando la vista y jugando con un imán de la nevera.

«Es verdad», me digo con firmeza. Peter me ha contado muchas cosas. Me ha dicho... Bueno, da igual. Seguramente no tenía muchas ganas de hablar. ¿Es un crimen?

-Cande: Tómate un café —me aconseja pasándome una taza.

-Lali: Gracias —contesto un poco a regañadientes, y ella suspira.

-Cande: No pretendo desilusionarte. Parece muy majo...

-Lali: Y lo es. De verdad, Cande, ni te lo imaginas. Es muy romántico. ¿Sabes lo que me ha dicho esta mañana? Que en el preciso instante en que empecé a hablar en el avión, se quedó cautivado.

-Cande: ¿De verdad? Es muy bonito.

-Lali: ¿Lo ves? —aseguro sin poder dejar de sonreír— Es perfecto.

Continuará...

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Ultimo cap de la maratón de hoy!! :D

no se olviden MAÑANA CONTINUA!! terminamos esta nove y empezamos con la siguiente!

gracias por sus firmitas!! :D

espero que les gustaran los caps!

Besitos y que duerman bien...

Danii